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Vuelta al mundo en 80 bebidas: un mapa para conocer sabores de todo el globo

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Bebidas alcoholicas a lo largo del mundo

GASTRONOMÍA LÍQUIDA

Un libro recorre el mapa de todas las bebidas que se han convertido en símbolo nacional de tradiciones; ofrece un viaje de aromas, sabores y curiosidades.

Detrás de cada bebida alcohólica está la historia de un pueblo, una región, un contexto social o económico, sostienen Jules Gaubert y Adrien Grant Smith, amigos desde la universidad, que trabajan juntos desde hace cinco años cultivando sus pasiones comunes por el diseño gráfico y la gastronomía líquida. Juntos ya crearon La carta de vinos, por favor (2018), un atlas de las regiones vinícolas del mundo, al que sigue La vuelta al mundo en 80 bebidas, publicados en España por Cinco Tintas.

“Los números no mienten: Lituania, Bielorrusia, Moldavia, Rusia, Rumania y la República Checa son, en ese orden, los seis países con el mayor consumo anual de alcohol per cápita del mundo”, se lee en el volumen.

El libro empieza con una introducción gráfica a la historia del alcohol, que abarca desde el año 10.000 aC. hasta la actualidad, para posteriormente dar paso a las entradas de cada bebida, que incluyen la historia de su elaboración, consejos para degustarla, su localización en el mapamundi y datos de interés como la graduación alcohólica, la producción anual y el precio aproximado de una botella.

Que los checos son los mayores consumidores de cerveza per cápita y algo debe tener que ver que en su territorio se encuentre la ciudad de Pilsen; que hacen falta 10 litros de vino para producir un litro de coñac o que el tej etíope es una de las bebidas alcohólicas más antiguas de la humanidad son algunas de las curiosas revelaciones que Gaubert y Grant Smith incluyen en cada bebida.

Creatividad humana

La vuelta al mundo en 80bebidas permite conocer el origen de cada una, así como la increíble creatividad del ser humano que, de Benín a Corea o de Bolivia a Noruega, ha logrado crear elixires únicos vinculados a las características de cada lugar y que se han convertido en símbolo nacional.

Los primeros vestigios de fermentación se registran hace 12.000 años en Oriente Medio, los primeros restos arqueológicos de fermentación de mosto se sitúan en Georgia en el año 6.000 aC; en el 4.000 aC aparece en Mesopotamia una cerveza llamada “sikaru”, ancestro de la lambic; y solo 500 años después se tiene constancia de un alambique en la región que hoy ocupa el territorio de Irak.

Curiosamente, en el siglo VIII el sur de Francia descubrió el alambique cuando los árabes ocuparon el suroeste galo, pero será el oporto portugués el primer vino del mundo que consiguió una Denominación de Origen Controlada en 1756.

Por ejemplo, los autores recuerdan que el pastis representa la mitad del mercado de las bebidas espirituosas de Francia; que en Génova la grappa veneciana era considerada “un licor de señoritas”, mientras que en Venecia decían que la grappa genovesa era “licor de salvajes”; y que muchos whiskies japoneses, en realidad, son mezclas de destilados de origen escocés o estadounidense.

En esos hitos de la historia, ya en el siglo XXI, China se convirtió en 2014 en la segunda región vinícola más grande del mundo, aunque España sigue siendo la que tiene la mayor superficie de viñedo del mundo; y en 2016, la cerveza belga entró en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.

Viaje imaginario

Gaubert y Grant Smith proponen un viaje imaginario por esos caldos a través de todo el mundo, aunque la mayor concentración tipológica se ubica en Europa, donde conviven los vinos de Burdeos, Borgoña, el Riesling, el del Piamonte y el de Toscana, el vermut, el Calvados, la ginebra, el whisky, el champán, el coñac, el amaretto, la grappa, el campari, el pastis, el brennivín de Islandia —los marineros lo apodaron “la muerte negra”—, la trapense belga, el jenever de los Países Bajos, la weizenbier alemana, la Kirsch de la Selva Negra —un tradicional aguardiente de cereza— y hasta la mítica absenta suiza.

En la península Ibérica ese itinerario pasea por el vino de Rioja, la sidra asturiana, el orujo gallego, el vinho verde y el Oporto portugués, el jerez, el cava y el Anís del Mono.

La primera constancia documentada de producción de aguardiente de orujo en Galicia es del siglo XVII y dos siglos después curiosamente se prohibió hacer orujo en toda España.

En 1870, en Badalona los hermanos Vicente y José Bosch fundaron una destilería para producir un licor de anís que se hizo muy popular no solo en España sino también en Latinoamérica, hasta el punto de que Pablo Picasso, gran amante de esta bebida, pintó dos veces la botella de cristal en cuadros en 1909 y 1916; y Salvador Dalí y Juan Gris también se inspiraron en esta botella que imitaba un frasco de perfume de la Place Vendôme.

El colonialismo europeo llevó en muchas ocasiones la producción a la geografía americana, como testimonian la sidra de hielo de Quebec, el Bourbon de Kentucky, el vino de California, la cerveza de Estados Unidos, el ron del Caribe, la cachaça brasileña, los vinos de Chile y Argentina (el malbec, el carmenere y el torrontés), el singani de Bolivia, el pisco sudamericano —Perú y Chile se disputan su invención— o el guaro de Costa Rica. En otras ocasiones el origen de las bebidas es ancestral como es el caso del mezcal de México, obtenido a partir del ágave.

De Australia y Nueva Zelanda se citan los recomendados shiraz y sauvignon blanc. En África están el dolo de Burkina Faso, la cerveza de plátano de Ruanda y Burundi o el milenario tej de Etiopía; de Asia se presentan desde el vino naranja de Georgia al célebre arak del Líbano, pasando por el huangjiu de China (un vino a mitad de camino entre la cerveza y el sake) y el sochu japonés.

“Detrás de cada bebida estála historia de un pueblo, una región, un contexto social o económico. Al degustarlas, viajamos en el tiempo, revivimos su pasado, saboreamos su presente e imaginamos su futuro”, precisan sus autores.

La tradición cervecera en Bélgica

La cerveza belga fue inscripta en 2016 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La tradición cultural cervecera de Bélgica desempeña un papel importante tanto en la vida diaria como en los eventos festivos. En todo el país se producen unas 1.500 clases de cerveza diferentes con métodos de fermentación distintos. Algunas regiones del país son reputadas por sus variedades específicas y también hay comunidades de monjes trapenses que fabrican cerveza y donan sus ganancias a asociaciones caritativas. Además, la población utiliza esta bebida para cocinar, elaborar quesos lavados con ella y acompañar determinados alimentos para darles nuevos sabores, tal y como se hace con el vino. En este país europeo, la cerveza se somete hasta a cuatro procesos distintos de fermentación: la espontánea, empleada en la cerveza “lambic” (única en Europa); la alta o “ale”; la mixta, propia de las cervezas “tostadas”; y la “baja” o “lager”, utilizada en la modalidad “pilsner”. “El elemento es accesible a todo el mundo y no se impone a nadie”, alegó la Unesco en su declaración.

Francia: tantas bebidas como días el año

Hay países que merecen su propia sección, como sucede con Francia. “Se dice que en Francia hay tantos quesos como días tiene el año. ¡Y lo mismo puede decirse de las bebidas alcohólicas!”, se explica en el libro La vuelta al mundo en 80 bebidas. Cada región, departamento o pueblo tiene su propio vino, aguardiente, sidra o licor local”. Los autores repasan las maravillas de los excelentes vinos de Borgoña, Provenza y Burdeos; del champán de Épernay —”la burbuja más prestigiosa del mundo”—; de los calvados de Normandía; del coñac de Charente —“la alta costura de los espirituosos franceses”—; del armañac de Gascuña —el aguardiante más antiguo del país—; del chartreuse de los Alpes —un antiguo elixir verde elaborado con 130 plantas—, y del pastis, o anisete, de Marsella.

El término pastis quiere decir mixtura. Es una bebida destilada a base de alcohol etílico en el que se maceran flores, hierbas de Provenza y luego se le agrega regaliz y anís. Es un aperitivo típico de las regiones de Provenza y Marsella y fue creada cuando en 1915 se prohibió el absenta. Esta bebida se bebe con agua, una medida de pastis y cinco de agua. La graduación alcohólica es alta, entre 40% y 45%.

Egipto y la etiqueta

En Egipto, ya desde el año 3000 a.C. se elaboraba vino a las orillas del delta del Nilo. No solo clasificaban su vino por calidades, si no que además fueron los creadores del antecedente de la etiqueta grabando la información sobre sus ánforas de vino, con datos como el viñedo de procedencia, tipo de vino, color y la calidad de este.

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