VIAJES
La vasta historia de Alta Gracia, las exquisitas catas por las bodegas de Villa General Belgrano y la vuelta de la Oktoberfest, otro clásico del pueblo, están entre los imperdibles de Córdoba.
Decir que Argentina tiene un sinfín de propuestas atractivas a disposición de turistas con diversos gustos, intereses y edades no es ser para nada original. Algunos rincones son más visibles y populares, otros están más escondidos. No se requiere gran esfuerzo, alcanza con curiosear un poco en su vasta geografía y adentrarse en su extenso territorio para descubrir esos destinos atípicos y menos conocidos, aunque maravillosos, que tiene para regalar a quienes planean hacer una escapada digna de encuadrar.
La mítica e histórica Alta Gracia -una ciudad que invita a un viaje en el tiempo con la visita obligada al Museo Estancia Jesuítica y el Museo Casa del Che, dos de sus caballitos de batalla- y la hermosa Villa General Belgrano -pequeña localidad que cautiva con su arquitectura bávara y sus reminiscencias germanas que se delata, entre otras cosas, por la posibilidad de elegir la birra que se te ocurra en sus múltiples cervecerías, una en cada esquina- figuran entre los paseos imperdibles si andan con ganas de cruzar el charco en estas vacaciones de setiembre.
Para arribar a Alta Gracia se deben recorrer 38 km desde Córdoba Capital y casi el doble si quieren conocer Villa General Belgrano. El trayecto a lo largo de los valles -de Paravachasca y de Calamuchita- no tiene desperdicio: la naturaleza se la juega y obsequia un paisaje rocoso y colorido entre sierras y montañas, ideal para contemplar y capturar esas preciosas fotos que uno ostenta en Instagram.
Entre destino y destino se cuela la ruta del vino y la chance de frenar en distintas bodegas para catar cepas de calidad y degustar la exquisita gastronomía local.
De yapa, si andan por los pagos cordobeses entre el 30 de setiembre y el 10 de octubre podrán disfrutar de la edición número 59 de la Fiesta Nacional de la Cerveza en Villa General Belgrano con música, danza y múltiples actividades pensadas para toda la familia.
La tradicional y esperada Oktoberfest vuelve después de dos años de pandemia y merece que se tire la villa por la ventana: habrá shows en vivo de Soledad Pastorutti, Miranda!, La Bersuit, Vilma Palma, Los Pericos, Planeador y The Beats.
Alta historia
Alta Gracia, ciudad de 60.000 habitantes sobre el Valle de Paravachasca -palabra que significa “monte tupido y agreste”- habilita a darse el lujo de meterse en una máquina del tiempo y dejarse deslumbrar a cada paso con su rica historia. El Museo Estancia Jesuítica, ubicado en pleno centro, es un pasaporte directo al siglo XVII, cuando comenzó el proceso de construcción del lugar, con arquitectura barroca, entre ladrillo y piedra.
Es la cuarta de las seis estancias construidas en Córdoba bajo el sistema productivo de los jesuitas y la única que mantiene en el presente todos los sacramentos en su iglesia; el resto están desacralizadas.
Conserva elementos originales y artesanales de la época, como el fuelle, las bisagras de las puertas y ventanas. Tras la expulsión de los jesuitas, Santiago Liniers, virrey del Río de la Plata, compró la estancia y después de varias reformas la convirtió en su residencia. La casa fue donada a la nación en 1969 y ocho años más tarde, se convirtió en museo. Fue declarada Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000.
El paseo por la Estancia Jesuítica de Alta Gracia es gratuito. Entre las 11:00 y las 16:00 horas se ofrecen visitas guiadas.
Inmerso en el corazón del barrio residencial Pellegrini se encuentra el Museo Casa del Che, la finca donde el médico, político y guerrillero vivió por más tiempo durante su etapa en Argentina -desde los 4 a los 15 años- y es otro plato fuerte del turismo en Alta Gracia.
La familia Guevara-de la Serna se mudó de Rosario a Córdoba en 1932 motivada por un consejo médico: el clima seco de “La Docta” era ideal para el asma severo que sufría Ernesto “Che” Guevara. La casa, devenida en museo en 2001, propone un recorrido en forma de letra U por las habitaciones y compartimentos con el fin de repasar a través de textos, fotografías y materiales originales la vida de este personaje emblema de la Revolución Cubana.
El trayecto inicia por el cuarto que compartió con su hermano Roberto. Sobre la cama reposa un inhalador y en una de las paredes el boletín de la escuela Santiago Liniers, que da cuenta de las materias predilectas del Che: la nota más alta (7) la tenía en lectura, historia y geografía.
El dormitorio principal está repleto de datos e imágenes de su juventud, y también tiene la motocicleta con la que recorrió parte de su país natal.
En la habitación de sus hermanas, Celia y María, descansan las cenizas del bioquímico Alberto Granado, gran amigo y compañero de viaje del Che en 1952.
El Museo Casa del Che abre sus puertas todos los días de 9:00 a 18:30.
Buen vivir
Después de haber alimentado el intelecto con esta maratón por el pasado y la historia, es probable que el estómago comience a rugir y sea un buen momento para disfrutar de otro de los grandes placeres de la vida: comer y beber. La recomendación es seguir ruta rumbo a Villa General Belgrano y hacer una parada en la bodega Sineres. Allí, Andrea y Agustín, una pareja de emprendedores con sumo talento como anfitriones, reciben al turista con calidez y simpatía, y lo aprontar para deleitar su paladar.
El matrimonio abre las puertas de su casa y comparte con los visitantes el método artesanal que utilizan para fabricar espumante, ese que desde 2017 se transformó en su pasión y su medio de vida.
Acto seguido, invitan a pasar a una sala donde disfrutar de un maridaje especial que pretende hacer de la degustación una experiencia sensorial sin igual.
Quesos, frutos secos, scones de roquefort con peras bañadas al cognac, masitas con dulce de arándanos, roquefort y miel, y queso con higo en almíbar son algunas de las exquisiteces caseras que se tiene el privilegio de probar en Sineres.
El costo de esta deliciosa y original experiencia es de 1.600 pesos argentinos por persona.
La bodega Familia Furfaro es otro destino para no perder de vista en Villa General Belgrano. Llegar allí es parecido a estar en La Toscana, quizás porque sus dueños (los hermanos Jorge y Ugo Furfaro) son italianos y transmiten sus conocimientos sobre el vino con acento tano, o porque el paisaje con vista a las sierras se le asemeja bastante.
Jorge Furfaro asegura que en el viñedo se producen entre 25 y 30 kilos de uva por año y con ellas se hacen 20.000 botellas. Cuenta, además, que el 80% de la producción se vende en la bodega gracias al turismo.
Todas las máquinas son importadas de Italia y están hechas a medida. El etiquetado es manual, botella por botella.
Jorge asegura que el chardonnay y el Propietario, un delicioso cabernet franc, son “las estrellas de Familia Furfaro”. Cada botella ronda los 1.800 pesos argentinos y no deberían irse sin llevarse una.
La vuelta de un clásico
Los amantes de la fiesta están de parabienes con la vuelta de esta Oktoberfest -la tercera más grande del mundo- entre el 30 de setiembre y el 10 de octubre. El clásico de Villa General Belgrano retorna después de dos años de ausencia y es una oportunidad perfecta para conocer este precioso pueblo plagado de estilo centroeuropeo.
Serán once días con una grilla de artistas de primer nivel para todas las edades, mucha danza, gastronomía centroeuropea con su deliciosa repostería, e infinidad de cervezas para degustar.
La vuelta promete y mucho. Los vecinos de Villa General Belgrano se visten de fiesta para recibir a turistas y visitantes, y garantizan diversión durante once jornadas. El sábado 1° de octubre canta La Sole, el viernes 7 se sube Miranda!al escenario, el sábado 8 lo hace La Bersuit, el domingo 9 Vilma Palma y el lunes 10 Los Pericos. Con esta programación no hay cómo errarle.