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Vacaciones en invierno, pero a la brasileña

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Cristo Redentor
Photo Alexandre Macieira

VIAJES

Del otro lado de la frontera hay excelentes opciones para darle una pausa a las bajas temperaturas de julio. Aquí una selección de lugares poco conocidos.

Cuando se trata de turismo, Brasil ofrece un justo balance entre paisajes, la experiencia vívida de su cultura, la posibilidad de socializar y divertirse en otro idioma. Con más de siete mil kilómetros de litoral y algunos microclimas excepcionales, es muy visitado por quienes buscan destinos fuera de lo común para así abstraerse de la cotidianidad por unos días.

A continuación compartimos cinco opciones que te pueden servir para un descanso invernal a plenitud.

Vale da Utopía

Campera y gorro mediante, los encantos del litoral catarinense persisten en el invierno, ya que no llueve y en el caso de Floripa se esfuman los embotellamientos en el acceso a las playas, el clásico de los veranos. Una de las postales más deslumbrantes es el Valle de la Utopía, una antigua aldea hippie que ahora recibe a los viajeros que buscan naturaleza en su estado más puro. Se encuentra a 55 kilómetros de Florianópolis en ómnibus (el pasaje sale entre 33 y 40 reales por persona) o auto, por una ruta no muy bien señalizada; allí se llega a la Playa de Pinheira. El viaje insumirá unos 90 minutos, y de allí, adiós a las comodidades de un centro turístico tradicional en verano o invierno: ni garaje techado, ni sombrillas, carpas ni quioscos; tampoco caminos señalizados hasta la playa. Del punto de llegada hay que emprender caminata de media hora en medio de lechos rocosos y vistas a playas desiertas, hasta el Valle de la Utopía. El lugar forma parte del Parque Estadual Serra do Tabuleiro. Entre las playas de Pinheira y Guarda do Embaú, en la región de Palhoça, se accede al valle, una bahía que tiene fama de mística por su paisaje agreste y sus playas semi-desiertas, reducto de los amantes de la naturaleza y la meditación. El paseo incluye el avistaje de otras joyas del litoral catarinense como las islas de Papagaio, Três Irmãs, Moleques do Sul e Ilha dos Corais.

Dato: Se puede viajar desde Montevideo hasta Florianópolis por avión, con escala en Sao Paulo. De allí a Palhoça, son 30 minutos en micro o 15 minutos en taxi.

Playas Brasil
Las playas, uno de los encantos de Brasil.

Pomerode

Este es un municipio de Santa Catarina donde más del 90% de la población es de origen alemán y con sus 34.000 habitantes mantiene sus reminiscencias bávaras en la arquitectura, gastronomía y un ritmo de pueblo apacible. Lo más llamativo: sus habitantes mantienen el uso del dialecto pomerano como lengua coloquial y del Hochdeutsch como lengua escrita, dos lenguas en desuso en Europa.

Ubicada a 173 kilómetros de Florianópolis, Pomerode es pequeña y es posible recorrerla sin dificultades: hay dos vías principales, llamadas 21 de Janeiro y 15 de Novembro, respectivamente, y la calle Herman Weege, que conducen al centro de la ciudad. La arquitectura con fachadas decoradas con listones de madera, el estilo tradicional bávaro es el principal atractivo visual del recorrido, aunque la ciudad se encuentra al norte del Parque Nacional de Itajaí, donde abundan bosques, ríos y cascadas, que favorecen el contacto con naturaleza y varias opciones de turismo rural.

Dato: Casi cuatro horas en ómnibus es el tiempo para llegar a Pomerode desde Florianópolis. Si solo vas a Pomerode desde Montevideo, debes viajar hasta el Aeropuerto Internacional de Navegantes (Santa Catarina) y de ahí a Pomerode en micro, pasando por Blumenau. En auto, vía Porto Alegre, se requieren de 18 a 20 horas de viaje.

Península de Maraú

Si es por calor, el estado de Bahía lo ofrece todo el año. El litoral sur de esta región concentra un conjunto de bellezas naturales sorprendentes, pero no es un lugar de turismo masivo. Su ubicación distante -a 270 kilómetros de Salvador- contribuye a mantener el misterio de un paraje al cual hay que ir mitad en auto, mitad en ferry.

Barra Grande es el centro de operaciones de los turistas que llegan a Maraú; se trata de un pueblo tranquilo, con un modelo urbano de plaza+iglesia+feria. Eso no impide que la oferta gastronómica y de hotelería tenga buen nivel y en las noches haya buen movimiento. La península es un remanso de tranquilidad junto al mar, un recodo del litoral bahiano donde hay pocas actividades más que disfrutar de la naturaleza. Para elegir, hay un lado de playas oceánicas y otras volcadas hacia la Bahía de Camamu. En las primeras se generan las piscinas naturales favorecidas por las barreras de coral y el sube y baja de las mareas. Las playas más populares son Taipu de Fora (la imagen más “instagrameable” de Maraú, mejor con la marea baja, para nadar entre peces de colores), Praia de Algodões, Praia da Ponta do Mutá y la costa del Rio Carapitangui. Una advertencia es necesaria aquí: Maraú y Barra Grande no poseen una infraestructura desarrollada, y sus rutas son de difícil tránsito para los autos regulares.

Dato: Llegar a Ilheus desde Bahia en avión y desde allí hasta Maraú pasando por Itacaré, requiere unas tres horas. Si se viaja de Montevideo a Porto Seguro, llegar a Maraú requiere una hora y media en ómnibus aproximadamente.

Brasil selva
Brasil y sus rincones.

Río de Janeiro

Hablamos de destinos poco conocidos y Río rompe con ese criterio, pero insisto en incluirla en la lista. ¿La razón? Sin el calor apabullante que suele reinar en la capital carioca, el disfrute se potencia; quizás las playas no están para chapuzones, pero hablamos de temperaturas mínimas que rondan los 20 grados en invierno. Nada más democrático y accesible que las playas de la zona sur de la ciudad, Copacabana, Ipanema y Leblón, para pasar el día y esperar la puesta de sol. Conectadas con el resto de la ciudad por ómnibus de frecuencias regulares, cada una tiene un público fiel. Con el Metro, también las playas de Barra de Tijuca (a 20 kilómetros de Copacabana) son accesibles en pocos minutos.

Otra opción atractiva son las playas de Niteroi, a las que se puede llegar tras un paseo en ferry desde el puerto de Río, en un viaje de 20 minutos por la Bahía de Guanabara con lindas vistas y un costo que no llega a los US$ 2 por persona. Una visita imperdible en Niteroi es el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), con su icónica silueta de “plato volador” que parece suspendida sobre el agua de la bahía. Para la puesta de sol conviene acercarse al Parque da Cidade de Niteroi, con una fascinante vista de Rio y de acceso gratuito.

En Rio, la tradicional subida al Pan de Azúcar cuesta unos 85 reales por persona, pero hay otra forma de disfrutar la península de Urca sin desembolsar grandes sumas. A un costado del acceso al teleférico está el paseo Claudio Coutinho, un circuito con vistas maravillosas ubicado entre Praia Vermelha y los morros del Pan de Azúcar. El Museo del Mañana y el Museo de Arte de Río, ambos en la zona portuaria, son citas imperdibles de una incursión en Río de Janeiro, en cualquier época del año.

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