Ushuaia, el fin del mundo. ¿O el comienzo?

Faro en los islotes Les Éclaireurs en el canal Beagle, frente a la bahía de Ushuaia, Tierra del Fuego, Argentina.

VIAJES

Ubicada a orillas del canal Beagle y rodeada por la cadena montañosa Martial, ofrece un paisaje único en Argentina, con la combinación de montañas, mar, glaciares y bosques.

Es nuestra última frontera: cruzar el Estrecho de Magallanes. De un lado, Chile; del otro, nos recibe Argentina y su Tierra del Fuego. Cruzamos en ese barco gigante que hace el pasaje del continente a la isla fueguina. Estamos llegando al fin del mundo o, quizás, pensándolo bien, estamos llegando al comienzo. ¿Será el fin o un comienzo?

Tras más de 12 horas de ómnibus desde Punta Arenas llegamos a Ushuaia. No es un destino cualquiera, es nuestro último punto a visitar tras 10 meses recorriendo Sudamérica. Ushuaia no es un lugar más en nuestra larga lista de lugares visitados. Es la meta cumplida de unir el continente. Es, de verdad, nuestro fin del mundo. Lejano y misterioso.

Bienvenida

Ushuaia nos abre las puertas de manera muy amable. Llegamos en su cumpleaños: los 134 años desde su fundación. La ciudad está invadida por locales y turistas que toman las veredas y un desfile se hace sobre la calle que da al Canal de Beagle.

Ushuaia es el único poblado argentino que está del otro lado de los Andes. Aquí la cordillera se hunde en el agua y desaparece. El viento siempre es gélido y pega bien fuerte. Aquí todo es mágico.

Tierra del Fuego es la provincia argentina más joven pero su nombre, en contrapartida, es el más antiguo, ya que fue Fernando de Magallanes quien la denominó así en su expedición por el año 1520. Era la tierra de los Onas y Yámanas o yaganes. Los primeros eran esencialmente cazadores y recolectores nómades y habitaban gran parte de la Isla de Tierra del Fuego. Con la llegada de la conquista española, el vínculo entre Onas y hombre blanco fue intermitente. Finalmente, en el siglo XIX, se da paso al inicio de la colonización moderna del territorio fueguino, ya no con españoles, sino con argentinos y chilenos. En cuanto a los Yámanas, estos ocuparon ambas márgenes del Canal de Beagle y canales adyacentes hasta el mismo Cabo de Hornos. Cazaban lobos marinos, siendo una de sus principales fuentes de alimentación. También utilizaban su grasa para frotársela por el cuerpo para aislarse del frío. Siempre en sus canoas iban con un pequeño fuego prendido.

Recorridos

Un icono de Ushuaia es la cárcel. El gobierno, desde Buenos Aires, tenía el interés de lograr la radicación de pobladores en este suelo y se establece la idea de que una cárcel generaría un asentamiento y consolidación del poder en esta tierra tan lejana. Entonces, desde 1911 fue Presidio y Cárcel de Reincidentes de Tierra del Fuego hasta que en 1947 se decide su cierre.

Entre los presos más destacados estaba Cayetano Santos Godino, el famoso “petiso orejudo”, con un historial de asesinatos muy grande; y un icono del anarquismo argentino, Simón Radowitzky. La vida de este hombre es apasionante: su escape a la Argentina desde el imperio ruso zarista, su llegada al país, el asesinato con bomba del jefe de Policía de Buenos Aires y su lucha en el bando republicano de la Guerra Civil española.

El pabellón histórico está abierto al público. Allí el visitante puede recorrer las estrechas y frías celdas y obtener información sobre las crudas condiciones en las que vivían los presos en ese entonces. No en vano la cárcel de Ushuaia fue apodada como “la Alcatraz argentina”.

Una actividad imprescindible en Ushuaia es navegar por el canal de Beagle. Es donde se da el abrazo estrecho entre los océanos Atlántico y Pacífico. Aquí se mezclan sus aguas y empiezan aquí a rodear y envolver a nuestro continente.

Hoy el canal Beagle separa a Argentina y Chile. Hace 40 años la coyuntura era otra y fue motivo para que estallara casi un conflicto bélico en 1978. El papa Juan Pablo II medió entre los gobiernos y se firmó en Montevideo un acuerdo por el cual se desistía de cualquier acción armada y se buscaría la armonía. Hoy en día ambos países disfrutan el canal y quizás hayan comprendido que no sirve para dividir sino para unir a los pueblos.

En el barco que te lleva a recorrer el Beagle, la sensación de lejanía es gigante. ¿Pensarían lo mismo los marineros siglos atrás cuando dejaban sus puertos conocidos y salían a buscar nuevos horizontes? ¿Nos caeremos del mapa?

Navegamos por sus aguas y conocemos las islas de los pájaros y lobos marinos. El siguiente punto es el faro Les Éclaireurs, traducido como “los exploradores”. Es conocido como el “Faro del fin del mundo”, aunque no lo sea. En la Península Mitre se encuentra el verdadero faro llamado Del Fin del Mundo, que es más inaccesible pero no tan vistoso.

Atravesando el canal Beagle también se llega a la isla Martillo con su pingüinera. Al visitante lo reciben cientos de pingüinos que siguen sus vidas sin prestar mucha atención. Es posible apreciar más de 1.000 nidos de la especie Magallanes y alrededor de nueve nidos de los Papúa, los únicos en Sudamérica.

Por el mismo camino se ve a lo lejos a Puerto Williams, perteneciente a Chile, la ciudad más austral del mundo.

Más paseos

El Parque Nacional Tierra del Fuego está ubicado a 12 kilómetros de la ciudad. Posee unos paisajes increíbles con una fuerte carga de soledad y lejanía. Además de su abundancia en flora autóctona, es una buena oportunidad de disfrutar de paisajes únicos con un frío poderoso. También se puede visitar el Glaciar Martial. Aquí es donde nacen o mueren los Andes. Desde su cima se tienen vistas absolutas de toda Ushuaia.

Lo que no es tan recomendable es el Tren del Fin del Mundo; es mucho marketing para el turista; igualmente, los paisajes y el estar allí ya enriquecen la experiencia. Es el antiguo recorrido que realizaba el tren de los presos, el cual partía desde el presidio de Ushuaia hacia la ladera del Monte Susana con el objetivo de conseguir materiales.

Los días en Ushuaia los pasamos recorriendo muchas veces su calle principal, la San Martín. Es una avenida repleta de cafecitos, bares, lugares para comer, tiendas de souvenirs y lugares de excursiones. Recorremos muchas veces su rambla o costanera, contemplamos la Iglesia Nuestra Señora de la Merced con su torre amarilla que perfectamente cumple con su función de faro para tener la referencia en la ciudad. En el canal Beagle nos cansamos de sacarle fotos al remolcador Saint Christopher que se encuentra encallado. Este barco participó del mítico desembarco de Normandía en la Segunda Guerra Mundial. En cada paseo se pasa por el Monumento a los caídos en Malvinas.

Sentimos la naturaleza fueguina: tierra de tempestades y naufragios. La soledad se siente, el viento te la hace sentir y recordar. Acá todo tiene el título “del fin del mundo” y se siente así.

Todos los viajes de Daniel Noya.

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