Uruguay busca su segundo Geoparque Mundial: la historia milenaria de Manantiales Serranos

Lavalleja impulsa la candidatura de Manantiales Serranos como Geoparque Mundial de la UNESCO, un territorio que reúne 50 sitios de valor geológico, ecológico y cultural.

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Cerro Arequita
Cerro Arequita
Foto: archivo El País.

Donde las sierras se ondulan entre rocas milenarias, se extiende el Geoparque Manantiales Serranos: un territorio de 2.010 kilómetros cuadrados que, desde setiembre, aspira a convertirse en el segundo Geoparque Mundial de la UNESCO en Uruguay, por iniciativa de la Intendencia de Lavalleja y su comunidad. Su baricentro late en las coordenadas -34,3583837 de latitud y -55,1272194 de longitud, justo donde la tierra cuenta su historia en piedra.

El área incluye 50 sitios de valor geológico, cultural y ecológico. Algunos seguramente ya los conoce: el cerro Arequita, el Salto del Penitente o el Ventorrillo de la Buena Vista. Otros tal vez nunca los haya escuchado nombrar o no los pueda encontrar en el mapa. Puede que comparta la creencia común de que “todos los cerros son iguales”, sin advertir -como sintetiza Virginia Toledo, coordinadora del Geoparque y directora de Medio Ambiente de Lavalleja- que “esta es una tierra muy antigua, con territorios que datan de hace 3.000 millones de años hasta etapas más modernas, como las últimas glaciaciones, hace unos 10.000 años. Una historia muy grande contada en muy poca distancia”.

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Cerro Místico, Lavalleja.

Coser patrimonios.

Para Toledo, los geoparques son “los territorios del futuro”: espacios donde las comunidades se reconocen en sus patrimonios naturales y culturales, los valoran, los cuidan y generan, a partir de ellos, formas de desarrollo sostenible. No se trata solo de proteger paisajes o fósiles, sino de construir identidad y futuro con base en lo que la tierra ha legado.

Desde una perspectiva más formal, los geoparques forman parte de las tres grandes designaciones que otorga la UNESCO como sello de calidad territorial. La primera, y más conocida, es la de Patrimonio Mundial, que en Uruguay incluye a Colonia del Sacramento, el exfrigorífico Anglo y laiglesia de Atlántida. La segunda son las Reservas de Biosfera, como Bañados del Este, en Rocha, y el Valle del Lunarejo, en el norte del país. La tercera, y más reciente, son los Geoparques Mundiales, aún poco conocidos, aunque Uruguay ya cuenta con uno: Grutas del Palacio, en Flores. En el mundo existen 229 en 50 países, y Manantiales Serranos es uno de los 11 aspirantes.

Un geoparque, explica Toledo, reconoce y articula distintos niveles de patrimonio -geológico, ecológico, cultural material e inmaterial- para integrarlos en una propuesta común. “Tratamos de coser esos patrimonios”, dice a Domingo.

De los 50 geositios, la coordinadora tiene sus favoritos: Arequita, Reserva Natural Parque Salus, Parque de Minas y Aguas Blancas. Veamos qué los hace especiales.

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Cueva amarilla en Lavalleja
Gentileza Hugo Nami

Con sus 305 metros de altura, el Cerro Arequita es una ventana al pasado geológico del planeta. Formado por antiguas erupciones volcánicas ocurridas hace más de 130 millones de años, sus rocas ricas en sílice y con texturas únicas cuentan una historia vinculada a la ruptura del supercontinente Gondwana, que unió lo que hoy son América del Sur, África, la Antártida, India y Australia, y a la apertura del océano Atlántico. Forma parte de la gran provincia ígnea Paraná-Etendeka, una de las mayores del mundo, que conecta América del Sur con África. Su composición especial y su relación con una antigua fractura tectónica regional lo convierten en un sitio clave para entender los procesos que dieron forma al paisaje del continente.

La Reserva Natural Salus, por su parte, es esencial para reconstruir la historia más antigua de la vida en la Tierra. En ella se conservan fósiles de organismos microscópicos y huellas de actividad biológica que datan de hace más de 500 millones de años, justo antes de la explosión de vida compleja. Además de su valor científico, los acuíferos kársticos de la reserva alimentan las aguas que la atraviesan, lo que subraya su importancia ecológica y la necesidad de protegerla.

El Parque Minas y alrededores son relevantes tanto geológica como económicamente. Estos lugares albergan importantes depósitos minerales, como cobre, plomo y zinc, que fueron extraídos históricamente de minas locales. También destacan por la dolomita de alta pureza y por sus canteras de mármol, además de la famosa piedra pizarra de la cantera “Libro del Gigante”.

Por último, el geositio Aguas Blancas ofrece una lección sobre la formación del cratón del Río de la Plata, uno de los bloques que conformaron Gondwana. Estudiar esta área ayuda a comprender cómo se movieron y se unieron los continentes en esa época.

Manantiales Serranos no solo valora el relieve, sino que también incluye sitios de alto valor ecológico y lugares de interés cultural, que van desde la Confitería Irisarri y la Cueva Amarilla hasta el Museo Alfajores de las Sierras de Minas. En cuanto a la naturaleza, todo el territorio del geoparque alberga una gran diversidad biológica: 36 especies de anfibios, 41 de reptiles, 265 de aves, 43 de mamíferos, 72 de peces, siete de moluscos, 135 especies vasculares y 22 tipos de líquenes.

Para los amantes de la arquitectura, hay siete monumentos históricos nacionales para visitar: Represa Stewart Vargas, Mesón de las Cañas, Ventorrillo de la Buena Vista, Edificio Cuna de Fabini, Banco Medina Viejo, Escuela N° 8 y Teatro Lavalleja. Y tres monumentos históricos departamentales: Escuela N° 1, Cementerio Central y Casa Curbelo Báez.

La UNESCO dirá su decisión en setiembre. Si es favorable, la designación será ratificada en abril de 2026.

EL ALMA CULTURAL DE LAS SIERRAS DE MINAS

Más allá de sus formaciones geológicas milenarias, el territorio de Manantiales Serranos guarda un valioso legado cultural que se expresa en sus oficios, sus expresiones artísticas y su vínculo profundo con el paisaje. Uno de los patrimonios más emblemáticos es la guasquería, un antiguo oficio rural vinculado al trabajo del cuero crudo para los aperos del caballo.

Minas y su entorno también han sido cuna e inspiración de figuras clave de la cultura nacional. El escritor Juan José Morosoli, el músico Eduardo Fabini o el pintor Pedro Blanes Viale hallaron en estas sierras una fuente de creación inagotable. Las tradiciones se mantienen vivas en un calendario lleno de celebraciones: desde la Peregrinación al Verdún hasta el festival Santiago Chalar, pasando por desfiles de caballería gaucha, premios literarios y encuentros musicales. Incluso la gastronomía tiene su lugar en esta identidad: Minas ha sido nombrada Capital Nacional del Alfajor.

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