Ultratón, la moto de "Barrabrava" o un vestido de China Zorrilla; el detrás de la utilería en cine, teatro y TV

Cómo se consigue, se crea o se cuida todo lo necesario para salir a escena o aparecer en pantalla. Los canales de TV, el artista Nacho Cardozo y la empresa Don Obdulio revelan secretos de producción.

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La moto de la serie "Barrabrava" entre varias otras cosas en Don Obdulio.
Foto: Ignacio Sánchez.

De un gran galpón ubicado en la calle Fausto Aguilar, en el barrio de la Aguada, durante algunas semanas, los vecinos vieron entrar y salir varias veces al actor argentino Juan Minujín. Tiempo atrás les había pasado lo mismo con el uruguayo Nicolás Furtado —Diosito en El marginal— o con los integrantes del Cuarteto de Nos. Un día, un par de veteranos se animaron a entrar, pensando que se trataba de una casa de remates, y en su recorrida empezaron a toparse con objetos de la serie Iosi (Amazon).

“Se quedaron una hora y estaban copados porque estaban viendo la serie en cada cosa que encontraban”. Quien le dice esto a Domingo es Ignacio López, uno de los cinco socios responsables de Don Obdulio, el almacén audiovisual nacido en 2020 para guardar el material de las series que se estaban rodando en Uruguay porque era el país que lo permitía en plena pandemia del covid-19.

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Don Obdulio.
Foto: Ignacio Sánchez.

Con el tiempo, Don Obdulio fue sumando más prestaciones y hoy se define como una empresa que se dedica a brindar un pool de servicios para los proyectos audiovisuales y teatrales en Uruguay y, desde hace poco también en Latinoamérica (ver recuadro).

“Nuestro foco está en proveer de todos los bienes necesarios para que un proyecto pueda desarrollarse: vestuario, muebles, espacios de trabajo para técnicos de arte y vestuario…”, describe Ignacio sobre un emprendimiento que surgió de la fusión con Crazy Horse, que era el depósito al que la productora Oriental iba a abastecerse de materiales, pero que con el tiempo terminó siendo el lugar al que toda la industria acudía en busca de cosas.

Entre los servicios de Don Obdulio se incluye el almacenaje de lo que van utilizando plataformas como Amazon (el cliente que fue el disparador de todo), Netflix, Disney y MAX. “Por ejemplo, tenemos la moto del protagonista de Barrabrava y durante mucho tiempo estuvo la bicicleta de Margarita, la serie de Cris Morena”, cuenta Ignacio.

¿Pero por qué la presencia de artistas en el lugar? Eso se explica porque Don Obdulio también se ofrece como un lugar para producir fotos —el Cuarteto de Nos hizo la de la tapa de su último disco allí—, realizar pruebas de vestuario —por eso la visita repetida de Minujín, protagonista de la serie Coppola—, ser un espacio para realizar castings o también alojar oficinas de producción.

Incluso les ha pasado de ser la locación de una película dirigida por Daniel Hendler. “Se filmó toda en el baño de acá abajo”, revela el empresario y recuerda además streamings (Dopamina) o transmisiones radiales de partidos del Mundial de Fútbol de Qatar celebradas en este lugar.

“Nacimos primero para alquilar”, comenta Ignacio y, en ese sentido, hasta los particulares los han contactado. “Han venido padres buscando cosas para las fiestas de sus hijos, La Orquesta de las Mil Melodías se ha llevado trajes de época, colegios rentan materiales para sus campamentos o propuestas didácticas y hasta chiquilines se han alquilado el outfit para su fin de semana”, agrega dejando en claro que el gran cliente son siempre los servicios internacionales.

Otro aspecto que destaca es que los bienes tienen circularidad. “Muchas veces un rodaje termina y, como no saben qué hacer con las cosas que usaron, las traen acá porque tienen un tiempo de curaduría de un técnico que nos dice: ‘tal objeto tiene este valor, guárdenlo’”, explica.

Esto, que hace de Don Obdulio un negocio sostenible con impacto en lo ambiental y lo económico, ha permitido que elementos de la película La sociedad de la nieve guardados allí, se hayan utilizado por un monto razonable para películas o cortos nacionales que, de otra forma, nunca hubieran podido pagarlos.

De lo que almacenan, algunas cosas son de Don Obdulio (compran mucho) y otras las tienen en concesión. Los destinos fínales de los bienes pueden ser tres: si tienen un valor para la industria, la empresa posee un software que traza la vida de cada objeto y se lo incorpora al stock; pero si no sirven para la industria, los mandan a remate o lo donan a una cooperativa de recicladores. “La intención es que siempre haya un destino final positivo”, destaca Ignacio.

También abastecen al mundo del teatro y, en ese sentido, el Sodre les está alquilando o le guardan escenografías a algunas obras mientras están fuera de cartel. En cuanto a la televisión, los solicitan mucho para los programas de entretenimiento.

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Ignacio López, director de Don Obdulio.
Foto: Ignacio Sánchez.

Don Obdulio trabaja con una cuadrilla de unos cinco o seis peones y después cuenta con un staff de unas 10 personas que atienden las diferentes unidades de negocios (tienen una pequeña pata como depósito para el e-commerce). Todo funciona en 2.000 metros cuadrados divididos en dos plantas.

“Lo que nos interesa es ayudar a la industria a ahorrar tiempo. El foco es ser un actor colaborativo con lo que está sucediendo alrededor. Don Obdulio no tiene razón de ser si la industria no produce. Si yo no facilito la logística de los proyectos, no tengo trabajo”, remarca Ignacio y celebra ser una empresa que tiene competencia en el medio. “Es mejor que haya competidores porque solos no nos da para abastecer a toda la industria”, remata.

Para Latinoamérica

Don Obdulio y su alianza con un gigante

“Somos partner de Peris Costumes, una empresa española que tiene 15 millones de prendas de vestuario. Con ellos estamos abasteciendo proyectos en Argentina y otros mercados de Latinoamérica”, destaca Ignacio López.

El director de Don Obdulio relata que descubrió esta empresa buscando elevar el estándar de calidad. “En setiembre del año pasado les mandé un mail diciendo que estaba interesado en ver cómo funcionaban y a las 24 horas me respondió el gerente general diciendo que querían tener una reunión conmigo porque estaban interesados en trabajar para Sudamérica y habían visto nuestro sitio web y nuestro Instagram”, cuenta Ignacio. “Les llamó la atención lo que ofrecía Uruguay como plaza segura”, agrega.

El empresario no lo dudó, a la semana siguiente tomó un avión y se fue a Madrid con una propuesta para elevar a esa empresa de 22 galpones y presencia en 23 países, conocida en Hollywood.

“Hicimos la recorrida y en la tarde ya teníamos un acuerdo firmado”, señala.

Actualmente, como partner de Peris, Don Obdulio tiene dos proyectos para Uruguay y están trayendo el tercero para Argentina, además de tener contactos en Chile y buscar otros en Colombia y Brasil.

“Don Obdulio está empezando a internacionalizarse en base a este acuerdo con Peris”, asegura el empresario y explica que con esto la empresa ofrece la seguridad de que puede conseguir en cualquier lugar del mundo un estándar de vestuario que tiene que ver con la calidad de lo que se ve en pantalla. “Es de altísimo vuelo”, destaca.

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Prendas de Peris Costumes en Don Obdulio.
Foto: Ignacio Sánchez.

Don Obdulio vendría a ser entonces la pata comercial de Peris Costumes; el siguiente paso sería “te mando stock a tu local e instalamos Peris en Uruguay” y el paso final desembocaría en la compra de la empresa uruguaya. “Es algo que te dicen, pero sabemos que es un largo proceso”, comenta Ignacio, quien por el momento prefiere disfrutar de la visibilidad regional que este acuerdo le otorga.

Otro punto que destaca son las ideas que se trajo de España. “Por ejemplo, terminamos un proyecto con la ANII (Agencia Nacional de Investigación e Innovación) para desarrollar un software propio para vestuarios. Está por terminarse, solo le faltan algunos detalles. Es un proyecto en que el Estado está presente apoyando parte del desarrollo de Don Obdulio”, concluye.

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Vestuario en Don Obdulio.
Foto: Ignacio Sánchez.

Pasión por los trapos

“Yo digo que los vestidos tienen currículum”, lanza Nacho Cardozo mientras trae del fondo de su academia de danza un vestido de los años 60 con unos detalles y una hechura que hoy son difíciles de encontrar. Lo extiende al lado de unos sombreros como los que usaba el cantante francés Maurice Chevalier y enseguida aclara que son de “verdad-verdad”. “Están todos sellados. Son cada vez más difíciles de conseguir… yo tengo seis”, apunta y se le iluminan los ojos.

El actor, bailarín y vestuarista es conocido por atesorar entre su escuela y su casa, prendas de antaño que utiliza, replica o recicla para sus espectáculos teatrales. Son prendas fundamentalmente de los años 40, 50 o 60. De más acá en el tiempo guarda lo que tiene un sello, una etiqueta o un “hecho a mano” que le otorga un valor especial o si el material del que está hecho no llega al Uruguay.

¿Cómo consigue esos tesoros? “El tema es así: cada familia o persona que me conoce y que sabe que yo tengo la pasión de juntar cosas, cuando tiene que vaciar una casa porque la dueña falleció o lo que fuera, me llama. Lo más común es que sean casas enormes en Pocitos, Prado, Punta Carretas. Caigo yo y lo que tiene que ver con lo que hago, me lo regalan con cariño”, cuenta.

Fue así como preparando La Bella Durmiente encontró exactamente la tela de terciopelo negro con lunares que le faltaba para alargar el vestido del ama de llaves. “Increíblemente, en esos días llegó una donación de telas de una señora y ahí estaba”, recuerda. En otra oportunidad convirtió un acolchado japonés con un estampado de grullas enormes en la bata que su personaje necesitaba para la versión de La jaula de las locas que hizo en 2004. “Muchas veces yo siento que algo sucede, que las cosas se acomodan para que algo llegue acá”, señala quien sino las va a buscar. Entonces se mete en casas de segunda mano, que es algo que le fascina hacer cuando se va de viaje.

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Nacho Cardozo y su colección de vestuarios.
Foto: Darwin Borrelli.

Junta todo lo que puede y él mismo se encarga de hacerle el mantenimiento. Le encanta investigar cómo está hecha cada cosa, sea por curiosidad o para replicarlo en una prenda que necesita confeccionar. Por eso no lo engaña un cierre de plástico, sabe que un vestido de época lo tiene que tener metálico. “Y si está oxidadito, más lindo es para mi gusto”, acota con sonrisa cómplice.

Tiene chaquetas de piel con la propia cabeza de los animales —comenta que hay un superávit, pero que hoy tienen mala fama—; fracs y smokings masculinos –“el señor de buen vestir tenía uno blanco para el verano y uno negro para las recepciones”, informa—; enaguas súper trabajadas; zapatos haciendo juego con sombreros y hasta lentes en sus estuches, además de cigarreras y encendedores.

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Colección de Nacho Cardozo.
Foto: Darwin Borrelli.

Otra cosa que le apasiona coleccionar son cajas. Muestra con orgullo una mientras dice que “viene con toda la información de a quién se la enviaron. Esta tiene cerca de 100 años, por eso el cartoncito está tan destruido… pero me encanta tenerlo”.

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Colección de Nacho Cardozo.
Foto: Darwin Borrelli.

Sabe exactamente dónde está cada cosa, por eso su socio, Rafael Pence, siempre tiene que estar pidiéndole ayuda para encontrar algo en ese “desorden” que solo él entiende y domina. Confiesa que toda esta pasión muchas veces termina invirtiendo el proceso creativo: en lugar de necesitar prendas para un espectáculo en particular, son las prendas que acopia que le dan la idea para escribir una obra.

Eso fue lo que sucedió con Como no recordarte, el musical que actualmente está presentando en el Teatro Alianza.

“Empezamos como si fuéramos nuestros bisabuelos, bajando de los barcos”, describe y agrega que se inspiró en una foto que vio en Internet sobre un barco de la época del Titanic y enseguida la vinculó con mucho de lo que tenía guardado. Un par de vestidos fue aportado por una chica que dos semanas antes del estreno había venido de España para desarmar la casa de su madre en el Prado. “Eso es lo que me parece divertido y agradable, es como una forma de continuar y de que el vestido no quede hecho un rollo y no interese”, destaca.

Para cumplir con ese objetivo, también presta y alquila (para cine, teatro, publicidades), y usa mucha cosa para ambientar fiestas.

“Yo vivo agradeciendo a la gente las donaciones porque hacen que los vestuarios sean de ropa de verdad y no hechos de hoy”, valora sabiendo que hay algunos que tienen algún agujero o mancha imposibles de quitar o una cinta leuco tapando algún defecto. Pero de lejos no se nota. “Como yo digo siempre, el teatro es mentira y vos tenés que tratar de que sea lo más parecido a la verdad posible”, concluye feliz por lo que sigue logrando.

Proyectando

El sueño de un museo del vestuario y la TV

Nacho Cardozo sueña con poder crear un museo del vestuario. Es un deseo que comparte con la maquilladora Rosario Viñoly y de eso han hablado.

Allí estaría, por ejemplo, la que él define como “la colección de carteras más grande que no debe tener nadie en el mundo”. Son carteras de los años 60 que comenzó a juntar porque se fascinó al ver que eran todas del mismo material (una especie de gamuza) y que solo variaba su boquilla. “Me encanta mirar adentro. Algunas tienen un pañuelito o un espejito, otras un sello o un monederito”, apunta mientras las muestra a Domingo.

También podría sumar su colección de abanicos o los vestidos de diseñadores conocidos como Oscar Álvarez o Carlos Carreras o las prendas que ha heredado de actrices muy conocidas. “Tengo cosas que pertenecieron a China Zorrilla o Dahd Sfeir, que son realmente grandes reliquias y que las cuido muchísimo, muchísimo, muchísimo, porque fueron glorias del teatro. Tenerlas conmigo es un privilegio”, acota y menciona el vestido que Sfeir lució en la famosa obra La dama del perrito que hizo durante mucho tiempo.

En Teledoce, a Eugenio Restano, gerente de Programación, le gustaría tener un museo del canal; mientras que en Canal 10, el primer canal de la TV uruguaya, conservan muchas cámaras viejas dignas de admirar.

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Nacho Cardozo con su colección de carteras.
Foto: Darwin Borrelli.

Con y sin Biblia

Los tres canales privados de televisión de Montevideo cuentan con sus propios departamentos de escenografía, utilería y vestuario para abastecer a sus producciones. Mucho de lo que se hace, lo diseñan y confeccionan en sus propios talleres; también hay cosas que se compran o se mandan a hacer fuera porque no vale la pena realizarlas en el canal, sea por precio o por complejidad.

Hoy en día, fuera de los noticieros, las estrellas son los programas de entretenimiento. Como la mayoría de ellos son formatos importados, existe lo que se llama La Biblia, que son las reglas a respetar a rajatabla. Entre ellas hay pautas para la escenografía, aunque los responsables de cada canal admiten que hay libertad para que se puedan adaptar a las realidades de cada país o mercado.

En el caso de Teledoce, Ana Laura González, gerente de Producción, destaca lo que se ha hecho para realizaciones como ¿Quién es la Máscara? o el actual Tu cara me suena, que demandan que se amplíen los equipos contratando gente de fuera del canal en forma temporal.

“En Tu cara me suena hay un equipo de vestuaristas para el jurado y otro equipo que hace toda la caracterización de los artistas que se imitan. En ¿Quién es la Máscara? tenemos un equipo que viste al jurado y otro para confeccionar el vestuario de cada máscara”, cuenta Ana Laura. En este último caso, recuerda que solo Amparo Allosa —hoy jubilada— era la vestuarista que sabía la identidad de quien estaba dentro de ese traje y se enteraba poco antes de que se grabara el programa correspondiente.

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Talleres de Canal 12.

En Canal 4, Adrián Guerra, gerente de Producción y Operaciones, habla con orgullo de lo que se pudo lograr en Ahora caigo —un desafío con un trabajo de unos seis meses para lograr las trampas del estudio— y en Maestros del hogar, este último un producto creado por el 4 en el que hubo que hacer todo de cero.

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"Maestros del Hogar" (Canal 4).

Por el lado de Canal 10, Rossana Carrasco, directora de Arte, menciona lo que insume llevar adelante Masterchef. Como el programa ya tiene varias temporadas, la base de la escenografía está; lo que les demanda más hoy, es cumplir con los pedidos que les hace la producción para las pruebas o desafíos.

“Hace poco nos pidieron que tenía que salir fuego y humo de unas cajas misteriosas. Con el Equipo de Arte vimos que si poníamos agua caliente con hielo seco, empezaba a largar humo; mientras que el fuego lo hicimos prendiendo fuego el alcohol en gel”, relata aclarando que si no hay forma de atender las solicitudes, piden ir por un plan B.

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"Masterchef" (Canal 10).

En los tres canales remarcan que todo se recicla. Cuentan con depósitos ya sea en el canal mismo o en edificios fuera, donde guardan todo lo que van usando y lo van rescatando de acuerdo a las necesidades. “Hay todo un tema de reciclaje de escenografías viejas: hierro y madera es lo que más se usa. Ya no se usan tanto las lonas de antes porque ahora tenemos pantallas”, explica Adrián.

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"Ahora caigo" (Canal 4).

Rossana recuerda, por ejemplo, que “para la Met Gala que hicieron en La mañana en casa nos pidieron una alfombra roja y fuimos a buscar la que habíamos utilizado en La Voz hace dos años”.

Aquí es donde entran a jugar los programas “chicos” de cada canal, que son las producciones nacionales que reclaman utilería para algunos de sus espacios. Son los casos de Desayunos informales (12), Vamo’ arriba (4) o La mañana en casa (10), que suelen tener momentos de humor que demandan pelucas, ropa u objetos.

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El equipo de "La mañana en casa" celebra sus 10 años al aire.
Foto: Captura de Instagram @lamananaencasa.

Trabajo siempre hay; grande, mediano o pequeño. En la pantalla chica, actualmente, se lucen los formatos internacionales y no la ficción, pero esta última está floreciendo en otros espacios, como son las plataformas o las películas que cada vez más eligen a Uruguay como locación.

Nacho Cardozo lo sabe porque le piden mucha cosa de vestuario e Ignacio López lo tiene muy claro por el crecimiento de Don Obdulio. “Estamos en un momento muy pujante y creciente… estamos en un lindo momento”, celebra el empresario sobre un presente que la mano de obra uruguaya tiene que saber explotar.

Al rescate

Usar lo que hay de programas de antaño

“El canal tiene un montón de cosas de programas viejos, como El show del mediodía, o de más acá en el tiempo, como Me resbala”, cuenta Ana Laura González, gerente de Producción de Teledoce.

Este dato no pasó desapercibido para la producción de La culpa es de Colón, que mandó a un productor y al guionista Martín Mazzella para que hiciera fotos de lo que había en el depósito. “A partir de eso fuimos usando algunas cosas, como un sarcófago para Drácula, un muñeco que se usa para todo, que se tira o se cae, y el troncomóvil de la telecachada de Los Picapiedras”, relata Fernando Schmidt, el otro guionista del programa de humor.

Incluso quisieron usar a Ultratón, pero en ese caso debieron ir a pedírselo a Cacho De la Cruz. El robot de Cacho Bochinche llegó a participar de ¿Quién es la máscara?, pero lo que lo reflotó más recientemente fue que Mercado Libre hizo una pieza publicitaria con él para el Día del Padre.

“El señor al que Cacho se lo dejó, nos lo dio. Nosotros lo restauramos y lo usamos para la publicidad”, cuenta Ana Laura y recuerda que durante un tiempo estuvo exhibido en la puerta del canal y la gente se sacaba fotos con él.

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Ultratón.
Foto: Archivo El País.

De Canal 4, Adrián Guerra (gerente de Producción y Operaciones) comenta que aún se conservan algunas lonas de De igual a igual, el programa de Omar Gutiérrez.

Mientras que en Canal 10, Rossana Carrasco (directora de Arte) señala que cada productor guarda un detalle del programa en el que trabajó; en su caso, un escudo de la ficción Porque te quiero así.

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