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"Tuve cuatro grandes amores en mi vida"

| SOBRE LAS TABLAS, NARRARÁ SU VIDA CON HUMOR, TERNURA Y DRAMATISMO. A LOS 75 AÑOS, CRISTINA MORÁN SE RÍE DE SUS ARRUGAS Y CUENTA EXPERIENCIAS QUE FUERON CRUCIALES COMO PERIODISTA, CONDUCTORA, ACTRIZ, MADRE Y AMANTE

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MAGDALENA HERRERA

"Una verdadera estrella fue Rita Hayworth, maravillosa, impresionante, símbolo. Yo soy una trabajadora en este medio, nada más. A lo largo de la vida logré que la gente me acepte, quiera y respete y eso es suficiente", señala Cristina Morán, quien con 75 años envidiablemente llevados sin cirugías, se encuentra por estrenar un unipersonal autobiográfico denominado La Morán se confiesa. Con dirección de su hija Carmen Morán, y producción de Gerardo Tulipano y Jimmy Castilhos, se presenta este viernes, sábado y domingo, en el pequeño teatro del Carrasco Lawn Tennis.

—¿En serio se confiesa, confiesa?

—Sí, decir una cantidad de cosas de las que nunca hablé es una suerte de confesión.

—¿Por qué cree que llegó ese momento?

—Todo en la vida tiene sus tiempos: para reír, llorar, vivir, morir. Y siento que ha llegado el momento de sacar cosas, contarlas. El espectáculo mezcla ternura, emoción, humor, recuerdos, pero nada de nostalgia.

—¿No añora el ayer?

—No, no soy nada nostálgica. Soy una mujer que vive el hoy, y hoy ya es mañana. No me alcanza el tiempo para la nostalgia. Viví cosas muy lindas y muy feas como cualquier ser humano, pero no hay nada que me provoque añorar el ayer. Y eso se refleja en el unipersonal que es una combinación de todo lo que yo soy: tengo humor pero no soy humorista; tengo ternura porque la vida me ha hecho tierna aunque parezca una mujer dura. Fui juntando todo eso y lo volqué en el papel, con ayuda de Tulipano para ciertos toques de humor. Sí, la Morán se confiesa porque quiero que el público se vaya del espectáculo y diga: " mirá esta mujer todo lo que tenía para decir, todo lo que vivió". Tengo 75 años y llegó el tiempo de decir cosas, de divertirme y hasta reírme de mí misma.

—¿Qué cosas de sí misma la hacen reír?

—Ahora la única luz que me sirve es la vela o la luna para disimular un poco todo esto (se toca las arrugas de la cara). Eso es reírse de una misma, tener humor y coraje. No tengo nada que ocultar, está todo a la vista. Pero así como me río también me enternezco.

—¿Cuáles fueron los momentos más tiernos?

—Uno de ellos es cuando nació mi hija Carmen. En ese momento también confieso algo muy mío, íntimo, que de alguna manera no iba a estar en el show, pero que Carmen lo marcó, como directora del espectáculo. (Interviene su hija: "ella es muy pudorosa para hablar de sus cosas más íntimas. Le dije: ‘mamá, el amor tiene que estar presente. ¿Cómo es tu historia?’ Y buscamos la manera de contársela a la gente con humor, como un flash, como un cuentito infantil al estilo Caperucita Roja con el lobo. Más que una confesión, veo que hoy le toca el desafío de ser ella misma en el escenario").

—¿Tuvo muchos amores?

—Bueno, hay que ir a ver el espectáculo.

—¿Un avance?

—Digo en el show: "lo intenté una, dos... diez veces...¿tantas? Probé cerrar la puerta para que no viniera más el lobo, pero no había caso. No podía cerrarla".

—¿Muchos amores?

—Importantes, te diría que cuatro, que fueron largos. Para 75 años de vida no es tanto ¿no? ¿verdad nena? (mira a su hija y se ríe a carcajadas).

—¿Cuáles son los momentos tristes de su vida que se reflejan en el espectáculo?

—No hay momentos tristes. Los obvié porque están entrelazados con la muerte de mis seres amados. Es tan natural vivir y morir, que para qué insistir. Quiero que la gente se sienta bien. Sin embargo, La Morán se confiesa tiene momentos de dramatismo ligados a la profesión.

—Habla de ternura, de amor, pero en apariencia parece una mujer muy dura. ¿No es así?

—Como tantas mujeres, me formé y peleé sola en la vida, trabajando en un mundo que en ese momento era mayoritariamente masculino y machista. Debía defenderme con uñas y dientes. No hay que olvidar que comencé a hacer radio en 1948, tuve que hacerme valer para que nadie me llevara por delante o pretendiera cosas que no eran las que yo quería. Solo buscaba trabajar en ese medio al que entré por concurso. Tengo esa fama de dura porque fui y soy exigente e implacable en mi trabajo. Quizás me tocó ser punta de lanza y abrir camino para que otras mujeres, que además muchas son nobles y lo reconocen, estén en los medios.

—¿Hubo personas que le hicieron daño en estos años?

—Soy muy creyente en Dios. Jamás levanté el dedo ni tuve un mal pensamiento para aquellos que me hicieron daño, porque Dios se encarga de todos. Te puedo asegurar eso, que se encarga. Que Dios se apiade de ellos.

—En lo profesional, ¿cuál cree que fue su período más alto, más pleno?

—Los veinte años impresionantes de Domingos continuados, en Canal 10, que me permitieron realizar, conocer y vivir una gran cantidad de experiencias como la llegada de Perón a la Argentina, en medio de una balacera. Y estar ahí: enfrentar la muerte y decir: "vos conmigo no". Otra vivencia impresionante fue tener muy cerca al Papa Juan Pablo II, quien fue una figura muy fuerte. Logré que rompiera con el protocolo cuando le pedí una bendición para Uruguay y se detuvo en la alfombra roja. Más allá de esos años, no quiero ser desagradecida y quiero nombrar también el programa En compañía de Canal 5, que me permitió un alcance nacional. Nunca en mi vida había recibido tantos llamados telefónicos del interior del país. Fueron cinco años estupendos, con todas las limitaciones, pero como yo estoy formada en los galpones de Canal 10, tampoco fueron una sorpresa para mi.

—¿Se extraña? Ciertos conductores argentinos la definen como un amante que se añora.

—Te voy a decir la verdad, siempre lo hago y ese es mi problema. Cuando me fui de Canal 10 hice un año de duelo. No encendía el televisor ni quería oír que me hablaran del tema. Un día me llamó Jorge Denevi para que participara en Plop. Luego me convocaron para que armara un programa en Canal 5. Salió En compañía. Pero yo me había puesto un límite: en el 95 dejo la televisión. Y ese año me fui, silenciosamente, no dije nada, desaparecí. Como ya había hecho mi duelo, no extraño la televisión, y mucho menos la siento como un amante que se fue. Nooooo.

—¿Mira televisión?

—Sí, no tengo cable y soy una víctima de la televisión abierta. Pero saco películas de video, leo y escribo mucho, y escucho radio en las mañanas. Me gusta la información, los periodísticos y ahí hay un hombre que siempre sigo: chapeau para Emiliano Cotelo.

—Periodismo, radio, televisión, conducción, actriz. ¿En qué papel se siente más cómoda?

—En todos, porque antes que nada yo siento la comunicación como vocación. Cuando tenía la escuela, les decía a mis alumnos: "si ustedes no sienten que la comunicación les corre por las venas, váyanse". Por ejemplo, la noticia dada como telegrama no me sirve. Esos códigos no los entiendo. No sé si esa es la forma acertada de comunicarse, de pronto la equivocada era la nuestra.

—¿Tanta actividad en los medios de comunicación no le llevó a postergar algo su trabajo como actriz?

—Ese sí es el amante postergado, aunque he participado de muchísimas obras en drama como El Avaro de Moliére con Alfredo de la Peña o La Pecera, que por primera vez trató en teatro el tema de los viejos, hasta comedias muy divertidas. Me da satisfacciones, placer y nunca le he podido dedicar el tiempo que necesita. Ahora sí, puedo por suerte, porque es maravilloso, es la comunicación perfecta cuando se recibe del público el aplauso, la risa, el silencio, la lágrima. Pienso lo que voy a hacer en el Lawn Tennis y es elocuente: puedo caminar entre el público, contactarme con ellos, sentarme, conversarles. Es difícil que yo diga que no a una obra, tengo el sí fácil, aunque sé que nunca voy a recibir ningún premio.

—¿Por qué cree que no tuvo premios Florencio? ¿Por qué la etiquetan de comercial?

—Fijate vos: China Zorrilla con 82 años jamás recibió un premio. Hizo una película, con una aceptación impresionante, que probablemente gane si se presenta en un festival internacional, y en nuestro país nada. ¿Comercial yo? ¿Todavía hay gente que sigue pensando que en el teatro no se puede ganar dinero? ¿Hay que vivir del aire?

—¿Le hubiera gustado integrar la Comedia Nacional?

—Es algo tan lejano para mí, que nunca se me pasó por la mente. En serio, no lo pensé.

—¿Teme a la vejez?

—No, no, es inevitable.

—¿Y a la muerte?

—La muerte me hace pensar, ¿sabés? Me hace pensar que algún día no voy a estar más y sin embargo ese cielo sí. Siento que no voy a estar y el Cabo Polonio con ese océano seguirá allí. La muerte es un tema muy serio, y no para jugar. Simplemente siento que no voy a estar.

—¿Siente la soledad?

—A veces sí. También me sentí sola acompañada.

—Si volviera para atrás, ¿cambiaría cosas de su vida?

—No, volvería a cometer los mismos errores, me enamoraría y me desenamoraría, abriría la puerta y la cerraría. Cuando algo se vive con intensidad, no hay que arrepentirse. Una vez mi hija me dijo: "ay mamá, dejate de tonterías, vas a tener 80 años y vas a seguir manejando, fumando y enamorándote". Sigo manejando.

—¿Cómo vive el estreno del viernes?

—Es un gran desafío, muy fuerte, y en el que se corren riesgos. Pero estoy dispuesta a asumirlos.

DIRECTORA E HIJA

"¿Por qué no?" ¿Porque es mi hija? Uno siente algo de pudor. Yo sabía de sus condiciones. Es una buena actriz, tiene sensibilidad, y todavía no ha largado muchas cosas que tiene dentro. Ella hizo algo muy lindo: como egresada de Emad, eligió formar una familia y luego el trabajo. Estoy orgullosa, y este show será el comienzo de algo importante. Tengo sexto sentido", asegura Cristina.

"Primero fue una sorpresa cuando me lo propuso, yo pensaba realizar un espectáculo para niños. Primero, le dije que lo iba a pensar, pero al instante le dí el sí. A uno le da un poco de miedo. Aun más, una persona como mi madre, con una fuerte personalidad. Pero es absolutamente dócil, tiene una gran sensibilidad y enorme ductilidad para trabajar y entender los códigos que le planteo. No solo comprende la propuesta, sino que no se niega. Tampoco se trata de imponer, sino que creo que sincronizamos bien en la idea de lo que queremos para este espectáculo. Pensé que sería un desafío mayor, lo es, pero se nos está haciendo muy fácil trabajar juntas", indica Carmen Morán.

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