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Si tenés un dolor crónico, hacé ejercicio

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Dolores
Darwin Borrelli

SALUD

La actividad física parecería lo último que alguien que sufre algún tipo de malestar querría hacer. Sin embargo, especialistas dicen que puede traer alivio.

Durante 25 años, Wei Liu había practicado y enseñado tai chi, incluso a personas que sufrían dolor crónico de rodilla, creyendo que los ejercicios fortalecían las piernas e infundían calma.

Entonces empezó a hacer experimentos con el tai chi y se sorprendió a sí mismo. Profesor de fisioterapia en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio, utilizó sensores de captura de movimiento para analizar los movimientos de las personas durante una sesión típica de tai chi. Se dio cuenta de que la gente cambiaba su peso y se ponía en cuclillas, movimientos que en realidad pueden estresar las rodillas y exacerbar el dolor en alguna gente, en lugar de aliviarlo. Ahora, Liu sigue diciendo a sus alumnos que el tai chi es bueno para el dolor crónico de rodilla, solo que no todos los movimientos o formas que componen una sesión típica.

El estudio de Liu, y una gran cantidad de ciencia y experiencia adicionales, demuestran que el movimiento es deseable y terapéutico para casi cualquier persona que experimente dolor crónico. Pero para encontrar las mejores actividades que te ayuden a lidiar con un dolor particular puede ser necesario mezclar y combinar las opciones de ejercicio, hacer las preguntas correctas sobre por qué te duele después y encontrar el entrenador o fisioterapeuta adecuado.

En movimiento

No hace mucho tiempo, la mayoría de los médicos y terapeutas aconsejaban a las personas con dolor crónico que descansaran y evitaran la actividad, según una revisión de 2017 de estudios relacionados con el ejercicio y el dolor crónico.

Pero la acumulación de pruebas en las últimas décadas mostró que “estar inactivo tenderá a reforzar las vías de sensibilidad al dolor”, según Daniel Belavy, profesor de fisioterapia en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Bochum, Alemania, quien estudia cómo el movimiento influye en el dolor crónico, especialmente en el dolor de espalda.

El ejercicio, en cambio, suele reducir la sensación de dolor inmediatamente después y eleva los umbrales de dolor de las personas, según demuestran los estudios. Sus beneficios, de hecho, suelen eclipsar los de otras opciones de tratamiento habituales, como los masajes y el control del estrés.

En la actualidad, “las directrices clínicas internacionales para la mayoría de las afecciones de dolor musculoesquelético crónico recomiendan la terapia de ejercicio y la actividad física como tratamientos básicos”, afirma Jonas Bloch Thorlund, profesor de salud musculoesquelética de la Universidad del Sur de Dinamarca que estudia el ejercicio y el dolor.

El problema es que, aunque algunos tipos de ejercicio suelen ayudar a casi todo el mundo a lidiar con el dolor crónico, encontrar el entrenamiento preciso para aliviar tu dolor particular suele requerir ensayo y error y persistencia. Incluso las actividades famosas por aliviar el dolor no funcionan para todo el mundo. La buena noticia es que esta misma inconsistencia abre opciones. “En la osteoartritis de rodilla, que es una de mis áreas de investigación”, dijo Thorlund, “los investigadores no pueden encontrar una gran diferencia entre los diferentes tipos de ejercicio” para el manejo del dolor.

¿En el gimnasio? ¿En el agua? Una vez que un profesional de la salud te autorice a hacer ejercicio, evalúa tu dolor, tu vida, tus horarios, tus disgustos y tus finanzas de la forma más objetiva posible, ya que cada uno de ellos influye en tu rutina de ejercicio ideal.

“Ciertas actividades pueden ser más amigables para las personas con ciertas limitaciones”, dijo Kirsten Ambrose, directora asociada de la Alianza de Acción contra la Osteoartritis en el Centro de Investigación de Artritis Thurston.

“Las actividades en las que no se soporta el peso, como las actividades en el agua o en la piscina o el ciclismo, pueden ser más tolerables para algunas personas con dolor en las articulaciones”. Pero inscribirse y llegar a un centro con piscina o comprar una bicicleta y recorrer carreteras y caminos puede resultar intimidante o prohibitivo. En ese caso, hay que empezar poco a poco. “No tienes que limitarte al ejercicio tradicional, como caminar en una cinta durante un determinado número de minutos o kilómetros”, dice Ambrose. “Puedes contar la jardinería o pasear al perro. El objetivo es aumentar la cantidad de tiempo que pasas en movimiento frente al que pasas sentado”.

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