GABRIELA VAZ
El linfoma es uno de los cánceres de mayor crecimiento: cada año se diagnostican 350.000 nuevos casos de esta enfermedad y desde principios de los ’70 el número de afectados creció un 80%. Con el objetivo de crear conciencia sobre la importancia de este mal, que en el mundo causa 200.000 muertes al año y afecta a un millón de personas, el jueves pasado se celebró el Día Internacional del Linfoma.
Uruguay no está al margen de las alarmantes cifras. De acuerdo a datos manejados por el Programa de Vigilancia Epidemiológica y el Laboratorio de Bioestadística de la Facultad de Medicina, cerca de una persona por día es diagnosticada con linfoma en el país y más de 200 al año fallecen. Debido a esa enorme incidencia, desde principios de 2005 el Fondo Nacional de Recursos financia los tratamientos de ciertos tipos de linfoma a toda la población y, hasta el momento, más de 60 personas han accedido a esa medicación.
El lado positivo del mal es que el diagnóstico a tiempo y una adecuada atención posibilita que más del 75% de los casos puedan curarse.
GANGLIOS INFLAMADOS. El linfoma es un término que define a una variedad de cánceres del sistema linfático, el cual está compuesto, a lo largo de todo el cuerpo, por una red de vasos, válvulas, conductos, ganglios y órganos que producen y transportan linfa —un líquido que contiene glóbulos rojos y blancos— al torrente sanguíneo.
Las áreas más comunes donde los ganglios linfáticos pueden sentirse como nódulos palpables son: la ingle, la axila, el cuello, debajo de la mandíbula y barbilla, detrás de los oídos y por encima de la prominencia que se encuentra en la parte posterior de la cabeza —llamada occipucio—.
La inflamación en una de esas zonas, generalmente acompañada de otros síntomas, suele ser una de las primeras señales de un linfoma. "En general aparece en un ganglio. Pero no hay que asustarse cuando uno tiene un ganglio inflamado, porque puede ser solo una infección. El ganglio es la primera barrera de defensa del organismo, por lo que es normal que eso suceda. En el caso de un tumor, este no muestra cambios, no da dolor y lo más importante es que crece en forma progresiva. Eso debe llamar la atención; es un bulto que aumenta de tamaño sin mayores manifestaciones locales", explica la médica Martha Nese, del Departamento de Hematología del Hospital de Clínicas.
CAUSAS Y TIPOS. Puesto que el linfoma es uno de los pocos tumores cuya incidencia ha ido aumentando en los últimos años, se ha investigado mucho acerca de las distintas causas. Si bien se relaciona su crecimiento con el virus de VIH, uno de sus generadores básicos, como sucede con otros tumores, es una alteración genética adquirida, que puede responder a diversos factores externos, como radiaciones o agentes químicos.
Como indica Nese, "la célula nace, se desarrolla y muere igual que un individuo. Ese proceso está regulado por citoquinas y genes que normalmente están controlados, pero si se descontrolan la célula prolifera más o, al revés, se destruye menos. De esa manera, se acumula y da origen al tumor. En definitiva, es una alteración genética adquirida que produce un trastorno de la regulación normal en la vida de la célula. Hoy se trata de conocer cuáles son esas alteraciones para tratar de atacarlas directamente".
Asimismo, existen diversos tipos de linfomas, que se agrupan en dos grandes ramas generales: Hodking y No Hodking. En los primeros, el tumor comienza afectando un ganglio y luego se transmite a los contiguos. Ese tipo de linfoma suele ser de evolución más lenta.
En los No Hodking (NH) el inicio es multicéntrico, es decir, se forman en distintos lugares, de manera más expandida, por lo que de esta segunda rama hay, a su vez, muchas variantes de diferente evolución y pronóstico. Además, el tumor del ganglio puede avanzar a otros órganos, como la médula ósea, el tubo digestivo o el sistema nervioso central, invadiendo todo el organismo.
La mayor complicación de los linfomas NH –cuyas variantes están dentro de las más comunes— es que debutan en estadios más avanzados. "Los Hodking arrancan en estadio uno o dos (los más leves), mientras los NH comienzan ya en estadios tres y cuatro, cuando están tomando varios sectores", señala la experta.
Por otro lado, Nese afirma que los linfomas más frecuentes son los "difusos a grandes células" y los linfomas foliculares. Ambas variantes son del tipo NH. Los primeros, sostiene, "son muy agresivos de entrada, pero sin embargo con el tratamiento tienen un porcentaje muy alto de cura".
Los foliculares, en tanto, "evolucionan más lentamente, pero a veces es más difícil su curación porque son más resistentes".
MEDICACION. Desde comienzo del año, el Fondo Nacional de Recursos (FNR) viene financiando la medicación para el tratamiento de esos dos tipos de linfoma. La institución otorga un fármaco de muy alto costo para todos los pacientes con linfomas de grandes células B y linfomas foliculares. Esta cobertura fue aprobada en noviembre de 2004 y ya se beneficiaron de ella más de 60 pacientes de Montevideo y el interior.
Antes de eso, muchos enfermos quedaban sin posibilidad de acceder al fármaco —rituximab— debido a su precio y porque forma parte del Anexo 2 del Ministerio de Salud Pública, lo que significa que las mutualistas no están obligadas a darlo. Así, solo se trataban con ese medicamento de 20 a 25 enfermos en el año, mientras se estima que entre 80 a 100 casos por año pueden requerirlo. Esta medicación aumenta la tasa de curación en un 20%, pasando de 60 a 80%, siempre asociado a tratamientos de quimioterapia, según explica el médico hematólogo e internista del FNR, Fernando Correa.
Para el especialista, al otorgar el rituximab el organismo cubre tres flancos: evita algunos trasplantes de médula ósea —que también son financiados por el Fondo, logrando así un menor gasto—, brinda una medicación no disponible a toda la población bajo pautas concretas de diagnóstico y tratamiento y además establece esas pautas, es decir, cómo debe ser estudiado el enfermo correctamente y de manera completa. En este sentido, Correa aclara que para acceder al fármaco los pacientes deben cumplir con estrictos requisitos, de acuerdo al protocolo elaborado por la institución junto a un equipo de hematólogos. Esos incluyen un diagnóstico preciso y un tratamiento riguroso.
El médico recuerda también que la medicina es únicamente para linfomas foliculares y para linfomas difuso de grandes células B. "Existen otros, pero no tienen el mismo nivel de evidencia de beneficio, no hay un consenso a nivel mundial de que sea indiscutible la eficacia de su suministro".
ALTOS PORCENTAJES DE CURACION
Los especialistas coinciden en que los linfomas son tumores que se pueden sanar en un alto porcentaje y cada vez más. Según la hematóloga del Clínicas, Martha Nese, en los linfomas Hodking, la sanación puede llegar al 80 o 90%. En los NH, en tanto, depende del tipo. "En los de grandes células B, con tratamientos combinados, se logra llegar a porcentajes de 60 o 70% de curación. En los foliculares es más difícil, pero puede tener largas evoluciones, a veces de 8 o 10 años, con un control efectivo de los tratamientos. Además, los linfomas foliculares suelen verse en pacientes de más edad, entonces muchas veces conviven con la enfermedad muchos años y su causa de muerte es otra".
En cuanto al nivel de conocimiento del mal por parte de la gente en general, una investigación realizada en Europa, América y Australia reveló que un 74% de los encuestados no sabía que un linfoma es una forma de cáncer. El 49% no conocía nada sobre el linfoma. Sólo un 48% podría identificar uno o más síntomas de la enfermedad. Un 15% sabía que la inflamación de nódulos linfáticos es uno de los síntomas más frecuentes. El 21% estaba al tanto de que el linfoma puede ser mortal hasta en 6 meses, si no es tratado.
CIFRAS QUE ALARMAN
- En Uruguay se diagnostica prácticamente un caso nuevo por día.
- Más de 200 personas al año fallecen.
- La incidencia del linfoma crece más de un 3% cada año.
- Se encuentra más entre los hombres que las mujeres.
- Se da con mayor frecuencia entre los 42 y los 68 años.
- En el período 1997-1998 el linfoma significaba el 8.03% de los hombres diagnosticados con algún tipo de cáncer en Uruguay. En la actualidad la incidencia creció a un 9.09%.