Primera dama de la tevé

| Si este país fuera la Argentina, sería considerada una de las grandes divas. Sin embargo, Cristina Morán no posa de tal, aunque fue la primera mujer en debutar en la pantalla chica, y permanecer por casi 40 años. De todas maneras, reconoce que las luces y los aplausos siempre le gustaron, frente y fuera de cámaras. Habla, sin pelos en la lengua, de los duelos que debió hacer al dejar la tevé, de sus cuentas pendientes, de los 80 años que está por cumplir, de cirugías, la violencia y las drogas.

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CATERINA NOTARGIOVANNI

Soy gorda, no puedo, no sé, soy mujer de radio", respondió llorando Cristina Morán a una propuesta de Raúl Fontaina para trabajar en televisión. Corría el año 1956. "Tu vas a ir", insistió el fundador de Canal 10. Acorralada y entre lágrimas preguntó: "¿Qué tengo que hacer?". "Sé tu gordi, sé natural", respondió su jefe. Bajo esa consigna, la Morán se convirtió en la primera figura femenina de la televisión uruguaya. "Desde ese día siempre fui yo misma", cuenta 54 años después, cuando está a punto de alcanzar las ocho décadas de vida y a pocos días de ganar el Premio Iris a la Trayectoria, que otorga la revista Sábado Show.

Criada en el barrio Palermo, hija de un chofer de Salud Pública y una ama de casa, Iris Fariña Romano tenía 17 años cuando se presentó a una audición de radio Carve para la que pedían señoritas de buena presencia, buena voz y simpatía. "Esa soy yo", le dijo a su madre. Y no se equivocó. El cargo fue suyo. Fue entonces que dejó de ser Iris -"no era un nombre micrófonico"- y pasó a ser Cristina. El apellido vendría dos años después, y estuvo inspirado en Héctor Morán, jugador del mundial de 1950. "Lo uní con mi nombre y me gustó", cuenta. Así, entre aciertos casuales, instintivos y trabajados, esta mujer, madre y abuela se ganó un lugar en la historia de la televisión y en la memoria colectiva de los uruguayos.

"Soy una mujer de improntas, de las que salta a la arena sin tener capote y enfrenta al toro. Una intuitiva, así me autocalifico", dice sin el menor atisbo de soberbia.

Desde afuera, Cristina Morán es frontal, amable (hasta cariñosa por momentos), abierta y tajante para responder, vehemente para rechazar su casa como lugar de la entrevista, y profesional ("Perdón por llegar tarde", dijo, cuando venía apenas un minuto atrasada).

Su carisma es un imán para el público. De hecho, apenas quince minutos después de comenzada la entrevista -realizada en Salmorejo Café, en el Centro Cultural de España-, tres personas se acercaron a la mesa. Eran Rocío, Diana y su profesora de Idioma Español. Las dos jóvenes, de 17 y 18 años, querían un autógrafo. "Son unas viejas estas", bromeó Morán cuando supo las edades de sus "admiradoras". Entre risas y besos, las muchachas se retiraron alucinadas por la facilidad con la que consiguieron una firma.

"Estas cosas me pasan a cada rato. Pero esto es vida, ¿te das cuenta? Es oxígeno, yo necesito eso para vivir. Respiro todo esto", comentó Morán apenas se fueron.

-¿Y cómo fueron los años en los que no estuvo en la televisión?

-Este tipo de cosas siempre me ocurrió, en menor escala de pronto, pero siempre recibí el cariño de la gente, el respeto, la admiración, el aplauso. Los uruguayos son tan queribles.

-¿Eso no tiene también un lado negativo? ¿Poca privacidad, por ejemplo?

-A esta altura, qué me importa, mi amor (risas).

-¿Pero nunca le importó?

-No, la que lo sufrió fue mi hija que salía para disfrutar de su mamá y sentía que la gente se la robaba. Yo siempre le decía, dale un beso al señor o a la señora, y un día me dijo: `no me digas más porque no le voy a dar un beso a nadie`. Era lógico que lo sufriera. A mí me gusta muchísimo. Y cuando viene esta gente tan joven, más todavía.

-¿En qué circunstancias se va de la tele?

-En 1988 empecé a ver que la mano venía pesada. Que se estaba apostando a la gente joven, linda... linda, joven. Entonces propuse en dirección que fuera el último año de programa y cuando lo planteé no me dijeron `pero Cristina, cómo`. Al contrario, me dijeron `bueno`. Sentí que estaba muy bien puesta en decir adiós porque iba a terminar de cualquier manera. El orgullo y la dignidad primero: di los hurras y me fui. Nunca me ofrecieron más nada. En ese momento tenía 58 años y mucho para dar. Pero no. Estuve un año sin hacer televisión, sin aparecer en ningún lado. Fue un año de duelo porque tampoco encendía el televisor en casa. Al año apareció Oscar Lagarmilla que tenía un espacio de tres a cinco de la tarde en Canal 5 y me pidió que le creara un programa. Así nació En Compañía, que duró cinco años. Simultáneamente me llamó el flaco (Jorge) Denevi para hacer un personaje en Plop. Ahí estuve un año. Con esas dos cosas estuve cinco años. En el año 95 me fui. Tenía 65 años. Esas fueron las dos instancias en las que estuve alejada del medio. Y acá estoy…. Ahora ya no pienso en que me tengo que ir porque vienen los jovencitos, ya me saqué eso, que venga lo que quiera, estoy más allá del bien y del mal. El cuero es fuerte. Volví a Canal 10 el año pasado con la ficción Hogar Dulce hogar después de 21 años. Me llamaron para un casting y yo lo hice.

-¿No sintió resentimiento?

-No, no, el tiempo todo lo cura, es el mejor bálsamo. Volví y entré por la puerta grande, como correspondía y si esto es vanidad, pues que sea. Estoy en carrera otra vez.

-Si mira para atrás, ¿Le quedan cosas pendientes?

-Pienso que sí, que siempre quedan. Es imposible cumplirlas todas. Hubiera querido tener otro hijo, por ejemplo.

-¿Por qué no lo tuvo?

-Porque me divorcié muy rápido, Carmencita tenía 2 meses y yo llevaba 20 meses de casada y… después tuve novio pero no compañero, pareja. No sé, soy muy chapada a la antigua en ese sentido: por respeto a mi hija. Y tampoco tuve coraje para tener un hijo siendo soltera.

-Raro en usted, ¿no?

-Sí, en eso si, viste. No tuve coraje porque las mujeres que tienen hijos siendo solteras tienen muchas agallas. Todavía vivimos en una sociedad donde no es bien mirado, somos un poco hipócritas y yo no me atreví. Y me hubieran gustado tantas cosas… ser cantante de tangos. También me faltó coraje de pronto para encarar eso. O me faltó oportunidad. Sí, más que coraje, oportunidad.

-Si piensa en el futuro de sus nietos, ¿qué es lo que más le preocupa?

-(Piensa) Tendría que decir la droga, tendría que dramatizar, hablarte de la seguridad, entrar en el `no puedo más`. Pero no, lo que me preocupa es el futuro del mundo. Cuando se siguen reuniendo por el cambio climático y no hacen nada, eso me enloquece. Cuando veo que las acacias empiezan a florecer en el mes de junio y no en agosto pienso que la naturaleza está loca. Y cuando veo a la gente ponerse feliz porque el día es maravilloso y no hace frío, digo no, por favor, que venga el frío, que venga lo normal. Eso es lo que me inquieta para mis nietos y para sus hijos.

El tiempo pasa. Cristina Morán incorporó todas las herramientas comunicacionales de la vida moderna: usa Internet para navegar, informarse y revisar el correo electrónico. Pero reniega de Facebook. "No, no me gusta. Yo voy a cumplir 80 años, no puedo dejar que una máquina me domine. La vida está afuera, en la calle. La uso estrictamente para lo que necesito, no puedo perder el tiempo", dice.

-¿Cómo se mide el tiempo cuando se está por cumplir 80 años?

-Y… te estás acercando a la recta final, cabalgás un poquito más y pasás el disco (risas). No aprovechar el tiempo, levantarse muy tarde, no hacer cosas, estar inactivo, no hacer trabajar la cabeza, eso es perder el tiempo.

-¿Se vive con ansiedad el aprovechar más el tiempo que antes?

-¿Y qué le pasa al Presidente Mujica? No es casual. Te apurás, querés ganarle al tiempo. Eso nos pasa a los mayores que tenemos inquietudes y que sabemos dónde estamos. Pero no dejemos que eso nos invada y miremos todo con optimismo, como para decir `bueno, pero yo estoy. Que venga cuando tenga que venir, cuando Dios lo decida`.

-Nada de sentarse a esperar

-Pero cómo se te ocurre, si espera por mí va muerta (risas).

De violencia, despenalización del aborto y drogas

-¿Qué le provoca el aumento de muertes por violencia doméstica?

-Horrible. Hoy se visualiza más, pero la violencia siempre estuvo, tapada. Se ve más porque hay grupos de hace muchos años que trabajan, como las Mujeres de Negro por ejemplo, que se juntan todos los primeros jueves de cada mes. Que además fueron recibidas el 1º de mayo por el Pit-Cnt, lo cual es maravilloso porque cuando nosotras formamos la Concertación de Mujeres fue una lucha con el Pit, que no estaba afín y donde no había mujeres. Pero todavía hoy está aquello de `por algo será`, que es espantoso, es una de las peores cosas que se pueden decir y oír. La violencia no va a terminar, porque las mujeres cargamos con más de 2.000 años de historia al revés: sometidas, pisoteadas, etc. El hombre va a continuar teniendo ese sentido posesivo, no es una mujer, es un objeto, es mío y hago lo que quiero. Pero no es así. Hay que empezar desde que son niñitos, hacerles saber que ser varón no significa esto o aquello, sino respetar a la mujer, amarla, hacerla respetar. Y la mujer tiene que saber darse su lugar. Lamentablemente la violencia doméstica sólo aflojará en la medida que se siga denunciando.

-¿Qué opina sobre la despenalización del aborto?

-Estoy a favor. Me parece que hay mucha hipocresía. A ver, hay cosas que no las entiendo, respeto la ideología de cada uno, tampoco es cuestión de que se aborte porque sí, pero me parece que en esta ley está todo muy claro. Pero lo primero para mí es usar el preservativo, porque es lo que va a liberar, porque lo otro te libera del embarazo, pero el preservativo te protege de las enfermedades venéreas. Por eso es tan importante la educación sexual en las escuelas y liceos. Y que se eduque mejor en las casas porque son los padres y las madres las que tienen que empezar a hablar y no asustarse porque se va a dar educación sexual en las instituciones. Que no sean hipócritas, por favor, que ellos de ajos no nacieron.

-¿Del matrimonio homosexual?

-Qué tema eh… pero está bien, si están juntos igual, dejalos, qué vas a hacer, si no te van a quitar nada. Que sean felices. Yo prefiero eso y no la hipocresía, que jueguen a dos puntas. Que sean casaditos, con hijitos y todo y que por otro lado… No, prefiero que se casen y salgan en las fotos.

-¿Legalización del cultivo de marihuana?

-Que lo cultiven. Se fuman unos porros por ahí y ¿qué?… Estoy de acuerdo con el ex presidente Batlle: que se legalice. Qué vas a hacer, lo van a seguir haciendo, porque además lo prohibido tienta. No lo prohíbas y vas a ver que todo se tranquiliza.

Lo que Se dice de ella

Carlos Pombo (jefe de cámaras de Canal 10 y compañero de tareas durante 25 años.) La define como una mujer cariñosa, divertida y encaradora. "Ella estaba donde nadie quería salir. Tenía unos ovarios bárbaros. Si íbamos a cubrir un incendio, ella se metía. `Si el bombero entra, nosotros vamos`, me decía. Llegamos a hacer cosas increíbles", cuenta.

Graciela Bacino (RR.PP. de Canal 10, primera mujer en conducir un informativo). Año 1974, Victoria Plaza Hotel. Bacino, reportera de radio Sarandí, se cruza con Morán en un cobertura. "Yo tenía un papelito en la mano con las preguntas. Vino Cristina, con la que nunca había hablado, se acercó, me agarró el papelito de la mano, me miró a los ojos me dijo: `nena, nunca más`, y me lo tiró. `Acá`, me dijo, señalándome la sien. `Pensá tus preguntas y hacelas, no las anotes porque si no te acostumbrás y después no te acordás`, me dijo. Ese es uno de los mayores agradecimientos que tengo para hacerle", dice.

Virginia Fabiani (maquilladora de Canal 10, trabajó 25 años junto a Cristina Morán). "Ella nunca nos dio trabajo porque siempre fue muy profesional. Se preocupaba de ir a buscar su ropa, sus zapatos, su bijou, pasaba por la peluquería, era muy prolija en todo", cuenta.

De dios y de huellas

Dios. "Creo en Dios firmemente. Soy una creyente muy a la uruguaya. Entro a una Iglesia si lo necesito. Considero que Dios está en todas partes".

¿Cirugías plásticas? "Sí. Fue en ocasión de la llegada del color a la televisión. Llevo en paz las huellas del tiempo vivido, con el deseo de que ¡continúen acumulándose! porque significará que sigo en carrera.

¿El momento más difícil de su vida privada? La muerte sorpresiva de mi único hermano. (N.R: Murió a los 52 años de un infarto de miocardio).

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