Opinión | Los mensajes presidenciales

El presidente es de todo el país. Solo se trata de que los responsables de este asunto trabajen con el señor presidente por el bien de todos. Lo vamos a agradecer muchísimo".

Washington Abdala
Cabeza de Turco.

Todos los presidentes uruguayos han tenido una condición notable, condición que no pocos le atribuyen a buena parte de sus éxitos. Hablaron siempre bien, en sus tonos, con sus gestualidades y con toda una semiótica que los ilustraba de forma acabada. Julio María Sanguinetti siempre ha sido un hombre docto, florido y culto. Su verba denota siempre un decir ilustrado y con referencias varias que le brindan color a su decir. Luis Alberto Lacalle no menos culto, pero con un decir más de estilo anglosajón, con el deseo ferviente de ir a las cosas y buscando el mensaje claro y sin adjetivaciones extremas. Dos estilos absolutamente distintos. Jorge Batlle con la pasión en el alma, con el decir a tambor batiente y con una frontalidad sin dobleces. Nada de eso le hizo sencilla su vida política, pero ese mismo decir lo llevó a la primera magistratura. Quizás, un pasional al mil por mil. Tabaré Vázquez con la claridad conceptual del médico que habla sin metáforas excedidas y con un sentido de precisión siempre diáfano. José Mujica es una rara avis en este club: logró desde un lenguaje popular y llano comunicarse de manera expansiva, él si hacía uso de la ironía y la mordacidad, pero el ciudadano seguía su relato sabiendo por donde venían los tiros. Luis Lacalle Pou habla desde la naturalidad más profunda, le sale sin orquestación un mensaje empático y de fondo, posee el don de la claridad siendo enfático y nunca hiriente.

El caso actual... quizás sea mi dificultad de comprensión, pero me cuesta entender más de una vez los mensajes que produce. No logro captar cuando es un ping pong frontal, cuando quiere ser una gambetta y cuando es un pase corto. No pocas veces tengo la sensación de que sale un mensaje para la barra, otro para tratar de ganar sentido común ciudadano y otro porque la derivada terminó en la Cachimba del Piojo.

¿Premio Nobel vacante? Esa sí que fue gloriosa. Que fu, que fa, que me voy con los que se quedan. ¿Trump con el premio Nobel? ¿Fue una ironía que costó entenderla o fue de verdad y estaba de acuerdo? Debo ser yo que no entendí, pero me temo que no soy el primero en advertir un nubarrón comunicacional.

No tengo la menor idea quien asesora en narrativa al señor presidente, pero quien lo hace, no lo hace bien. ¡Exija más, señor presidente, que para algo pagamos ese sueldo todos los uruguayos!

¿Cómo se hace la tarea? Se le arma un preguntómetro posible al señor presidente de los temas que habrán de preguntársele con probabilidad 99 en 100. No es difícil, no hay selladas con preguntas muy criminales, estamos en Uruguay, la penillanura nos gobierna. ¿Qué más se hace? Se arman respuestas concretas, sencillas y con sentido presidencial. Nada que sea para Kissinger; repito, no se necesita demasiado.

¿Se puede ver venir algún ladrillazo? Sí, esa es la tarea de un buen asesor presidencial para cuidar la narrativa, la investidura y el estilo presidencial. ¿Le hará caso siempre a los asesores? No y sí. Algunas veces le gustará estar más en su estilo propio y otras comprará el mensaje. ¡Pero no se pierde! ¡Con un guía dará la imagen adecuada diga lo que diga, aunque sea controversial!

Los mensajes presidenciales son de todos. El presidente es de todo el país. Solo se trata de que los responsables de este asunto trabajen con el señor presidente por el bien de todos. Lo vamos a agradecer muchísimo.

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