Opinión | Así son ustedes, muchachos

"Algún gil visita Cuba como expedición antropológica, pero el que puede raja a la Gran Manzana o se tira en las playas de México donde el capitalismo se ocupa de ofrecer hasta el juguito bajo la reposera"

Washington Abdala

Se van a enojar, no vale la pena, es domingo y hay que comerse unos ravioles. Va. Ustedes, muchachos, que aman la narrativa “progre” tienen profundo desprecio por el presidente Donald Trump y por Javier Milei (no lo pueden evitar), creen que el “capitalismo” subyuga almas y consideran al “consumo” como una patología de la sociedad capitalista que nos aliena (aman en esto a Karl). Es así, sincérense. Ustedes poseen (en terapia se los dicen, vayan) un sentido de superioridad moral supremacista. Nos discriminan a los liberales -que somos modestos-, pues nunca creemos en la verdad absoluta. No somos mesiánicos nosotros. No la pudran chicos, no se sientan apóstoles.

Que sé yo, muchachos, ustedes creían (no sé si en esto aún siguen creyendo) en las revoluciones a sopapos, aman a cuanto colectivo se asocia para reclamar derechos, ustedes asumen que cuatro gatos que gritan en una esquina tienen derechos, por eso los cooptan y maúllan con ellos. Acumulan puntos así, chiquilines, ta, lo entendimos, no somos tan giles. Mala nuestra, no leímos Gramsci.

Lo raro de ustedes, chiques, es que lo que dicen no se compadece con lo que hacen: es cualquiera. A pesar del mundo alternativo, ustedes aman consumir, aman las marcas de moda y aman viajar.

¡Divines! Aman ir a restaurantes, aman ir a recitales (y si lo pueden garronear con guita de todos lo disfrutan doble: Lali te amamos forever, diooosaaa). Ni que hablar cuando hacen teca, buena plata, no salen a distribuir un pomo, no hablan más de la plusvalía, solo se las toman a playas del norte y fotos piponescas en Instagram.

Algún gil visita Cuba como expedición antropológica, pero el que puede raja a la Gran Manzana o se tira en las playas de México donde el capitalismo se ocupa de ofrecer hasta el juguito bajo la reposera. Allí cero sensibilidad con el pobre inmigrante que les sirve los tragos. Wanda Nara un poroto al lado de ustedes lookeados de jogguinetas black y lentes grandes creyendo que descubrieron la pólvora. ¡Son L-Gante! Y cuando hacen algún mango acá en la aldea: ¡se mudan de barrio, chiquilines! Y los botes que se compran. ¡Ay, la buena vida, sugar daddy! ¡Y el escocés! ¡Nada de caña brasuca! ¡Ni los del fierro intimidador en los bancos tomaban amarillo chuminga! Y Europa, mon amour, es siempre el destino favorito.

Por eso, chiques del gobierno, tienen que arreglar lo de los pasaportes porque los que chillan no son los fachitos tinchos sino que es el mundo progre que alucina con no tener problemas en algunos bellos países del continente de la madre patria. Y no hay que pensar mal como dicen que lo hacen los gorilas. ¿Quién va a ir a Nicaragua a pasar una vacación a tirarse las cartas con Murillo? ¿Quién puede pensar que Caracas es un lugar “bello” como dijera la Fulop? ¿Y quién podría ir a Cuba a estudiar espionaje tercermundista? No jodan, che. En fin, ya no está mi querido amigo Guillermo Sicardi, porque cuando recuerdo este argumento -de lo espantoso y crueles que son esas dictaduras-, Guille, me acuerdo de vos y tus notas. No morís, maestro, seguís en mi mente y la evidencia empírica es mortal.

Las ideas de libertad no mueren, solo se remasterizan, pero son las mismas. Porque de un lado están los que defendemos la libertad siempre, al costo que sea, y, del otro, los cínicos que nos matan con imposturas y que entregan las banderas por ideologismo vil. Por decir lo menos y por no incendiar Roma. En realidad, creo que hay mentes totalitarias que nos querrían ver muertos a más de uno. Lo huelo, lo percibo, lo sé. Tranqui, los liberales estamos en la vereda de la calle jugando al cordoncito, un día la vamos a embocar.

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