Ocho balnearios ocultos en Rocha

| 30 KILÓMETROS DE PLAYA Y UNAS 180 CASAS. LOS VERANEANTES PREFIEREN EL ANONIMATO. HAY VARIOS EMPRENDIMIENTOS, SOBRE TODO DE ARGENTINOS, AUNQUE LA ZONA CRECE LENTO, LA MOROSIDAD ES DEL 90% Y LA INTENDENCIA EVALúA EXPROPIAR SOLARES

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MIGUEL BARDESIO

Cuatro kilómetros al este de La Pedrera, por la ruta 10, está la primera entrada de un total de tres. Hay que tomar esa calle y andar unos tres kilómetros; el camino de balastro es angosto —entra un solo vehículo— y a los costados se ven las cárcavas, esas formaciones arcillosas que le dan barrancos y un aspecto arrugado al suelo de la zona. A veces aparece alguna casa, pero no hay calles perpendiculares. Finalmente y al morir el camino, se llega a la playa de Santa Isabel.

Sobre la costa hay dos casas. Una está deshabitada; sus dueños vienen sólo en temporada. La otra, verde y de dos plantas, oculta entre arbustos, es la de Raquel, que en verdad no se llama así, pero prefiere ocultar su verdadero nombre. "No me gusta la prensa", dice la mujer, de unos 50 años y la única habitante permanente de la playa de ese balneario.

Todas las tardes, Raquel toma el té sobre una duna mediana, en el fondo de la casa y de frente al océano. Sentada en una de las sillas de plástico que allí dispuso debajo de una sombrilla, a veces lee o cose. Además de la rompiente del mar —que está a unos 100 metros—el único sonido posible es el ladrido de alguno de sus cuatro perros o el canto de las aves.

Santa Isabel es el segundo balneario al este de La Pedrera (km 228 de la ruta 10); antes está Punta Rubia (km 230) y después: San Antonio (km 234), El Palenque (km 239), San Francisco (km 242), San Bernardo o Pueblo Nuevo (km 244), Atlántica (km 250) y Oceanía del Polonio (km 254), el último antes de llegar al archifamoso Cabo Polonio (km 262). Son ocho balnearios que no figuran en los mapas pero que crecen lenta y discretamente; 34 kilómetros de largo por cinco de ancho, es decir, 160 kilómetros cuadrados en números gruesos y unas 180 casas como máximo. Si fueran equidistantes, habría una construcción cada 900 metros.

Pero en su mayoría, las casas están más o menos juntas. Hay cuatro emprendimientos de capitales argentinos —un country y tres balnearios que si bien no son estrictamente privados adoptan sus características—, uno de chacras marítimas y otro enclave de turismo ecológico, cuya concurrencia también es mayormente de argentinos.

Salvo que no quieran —lo que resulta frecuente— los habitantes permanentes o veraneantes de la mayoría de estos balnearios tienen acceso a energía eléctrica y teléfono. El agua es de pozo y casi no hay calles, a excepción de las entradas. Todo es playa —sin formaciones rocosas en el mar—, los montes son autóctonos y la región está repleta de cárcavas y pequeñas lagunas.

Es un paraíso escondido que avanza a un ritmo marcado por dos factores de lentitud: la dispersión de los propietarios de los 30.000 solares de la zona y la discreción de sus pocos descubridores, tanto uruguayos como argentinos, que prefieren el anonimato y la naturaleza virgen a la urbanización. De hecho, de Oceanía del Polonio, Pueblo Nuevo y San Antonio fueron retirados los carteles de la ruta 10 y ahora, la única manera de llegar es conocerlos de antemano o enterarse de ellos a través del "boca a boca".

FRENO. Es un paraíso sí, pero a Rocha no le aporta demasiado o más bien nada, según considera el director de Ordenamiento Territorial de esa comuna, Antonio Graña. Ocurre que entre los 30.000 solares que hay de La Pedrera a Cabo Polonio, la morosidad asciende al 90% y ahora la comuna evalúa iniciar juicios ejecutivos o incluso expropiar las decenas de miles de terrenos en situación de abandono, confesó el jerarca.

La zona fue fraccionada en la década de 1940 y en ese entonces se vendió. "Hay muchísimos propietarios desparramados en Uruguay y Argentina; algunos ni siquiera saben que son dueños, porque el que compró fue el abuelo y se olvidaron; otros están en sucesión, o embargados", dijo Graña.

Además, los solares son chicos, de unos 500 metros cuadrados, aproximadamente. Valentina Arraspide, de la inmobiliaria La Pedrera, aseguró que muchas veces llega un comprador interesado en adquirir una manzana o media manzana en Punta Rubia o Santa Isabel. "Quieren hacer una casa grande, pero no se puede, porque en una cuadra hay diez propietarios y es imposible encontrar a todos o que todos los solares estén en condiciones de ser vendidos", dijo.

La Intendencia pretende que en la región se afinque el turismo de countries o chacras marítimas, es decir, que los inversores privados puedan tomar grandes espacios y los desarrollen. "Ya quedó demostrado, en estos 50 años, que allí no crecerá un balneario urbanizado", dijo Graña.

Mientras tanto, en sus caminos difíciles y montes tupidos, en las dunas y barrancas, la región rescata tal vez como ninguna la esencia del veraneante de Rocha: océano, naturaleza virgen y silencio.

Las playas de la zona, sin embargo, son peligrosas, pues la costa es recta; no hay cabos o penínsulas que resguarden a la orilla de la bravura del océano. Y el guardavidas más próximo está a diez kilómetros, por lo menos.

EXCLUSIVO. Hace diez años, el argentino Hugo Ramasco veraneaba por Rocha y conoció el balneario Oceanía, que de balneario tenía nada más que el nombre y la playa. No había una sola casa.

Enamorado de la región, Ramasco contactó a los propietarios de los solares y se ofreció como intermediario para su venta. Ellos aceptaron. Se formaría un balneario exclusivo para aquellos que estuvieran dispuestos a aceptar algunas condiciones: las casas que fueran a construirse debían respetar cierto estilo arquitectónico y a la vez, conservarían la armonía con la naturaleza de la zona. No podían ser de más de una planta y había que dejar espacios verdes.

Además, Ramasco se aseguraba de que los compradores no fueran a venir con una cuatro por cuatro a jugar carreras en las dunas o que no llegaran con una moto de agua a escandalizar el mar; en definitiva, antes de vender, el intermediario confirmaba que el potencial propietario respetara la conservación del entorno. Una especie de prueba psicológica.

Y funcionó. Ahora el lugar se llama Oceanía del Polonio, tiene 45 casas y ya no quedan terrenos a la venta, aunque se está acondicionando una nueva parte del balneario para ese fin, según dijo Justina Ramasco, hija de Hugo.

"Acá viene gente muy conocida, con mucho dinero, pero con perfil bajo, que no quiere publicidad", aseguró Justina y agregó que desde el comienzo toda la zona fue vendida a través del "boca a boca", sin ninguna difusión masiva. Los propietarios son en su mayoría argentinos, aunque hay algunos europeos y uruguayos, informó.

A Oceanía del Polonio llega la energía de UTE, pero no hay luces en las calles, ni en las afueras de las casas. "Queremos conservar al máximo el lugar, como si nosotros nunca hubiéramos estado", dijo Justina Ramasco.

Después de Oceanía, le tocó a San Bernardo, que fue rebautizado por Ramasco como Pueblo Nuevo. Allí hay 15 casas y un proyecto de pequeña área comercial. "También presentamos a las autoridades la idea de hacer una cancha de golf ecológica; es decir, sin alterar el suelo, manteniendo las cárcavas", dijo Justina, quien también administra La Posada del Buscavidas, en Oceanía del Polonio. Con 10 habitaciones, este es uno de los pocos lugares del paraíso escondido donde el no propietario puede hospedarse.

OREIRO Y CIA. Otro es El Triángulo, que queda en San Antonio. Se trata de un complejo de turismo ecológico que cuenta con tres cabañas para alquilar y cuyos inquilinos son básicamente argentinos. "Acá somos autosuficientes, tenemos paneles solares, el agua la extraemos con molino, tenemos chanchos y vacas", dijo Susana, dueña del establecimiento.

En El Triángulo veraneó el año pasado Natalia Oreiro y su esposo Ricardo Mollo. Y por supuesto, es un misterio si esta temporada repetirán el plato.

San Antonio de La Pedrera es el nombre del tercer emprendimiento de Ramasco. Allí hay unas 15 casas y los lotes continúan vendiéndose, siempre a través del "boca a boca".

Por fuera de estos emprendimientos, sin embargo, parece que hay más sorpresas en el paraíso escondido que pocos conocen. El que sí sabe es Nicolás Portela, que se dedica a hacer perforaciones para extraer agua y conoce el lugar como pocos.

"En esa zona hay restoranes y posadas en los sitios más ocultos, en medio de un monte, por ejemplo. Y no se puede llegar en auto, a veces ni siquiera en camioneta cuatro por cuatro. Hay que ir caminando o a caballo", relató Portela. En El Palenque puede encontrarse alguna casa aislada. En Atlántica hay unas 20 construcciones, mientras que en San Francisco no hay nada que alguien haya visto por lo menos.

COUNTRIES. El caso de Punta Rubia es distinto. Aún dentro de la onda expansiva de La Pedrera, el balneario ha crecido a un ritmo acelerado en los últimos diez años: ya hay unas 50 casas construidas, servicios en la mitad de ellas, además de un camping.

Para Valentina Arraspide, de la inmobiliaria La Pedrera, lo que se produjo fue un cambio en el perfil de personas que veraneaban en Punta Rubia. "Hace cuatro o cinco años, era el balnearios surfista, por llamarlo de alguna manera; venían jóvenes a ranchitos a pasarla bien y barato, mientras que ahora se están instalando familias medias, que construyen casas más o menos pintorescas, no despampanantes, pero lindas", agregó.

Los propietarios de Punta Rubia son uruguayos fundamentalmente. Algo similar ocurre en Santa Isabel, con el debe de que este balneario no cuenta con un promotor privado que lo empuje, como ocurre en Oceanía del Polonio, Pueblo Nuevo o San Antonio.

La "zona argentina", por así llamarla, empieza en el kilómetro 233 de la ruta 10. El mojón se llama Tajamares de La Pedrera, un country que lanzado en 2001 ya está vendido en un 35%, según dijo el argentino Miguel Fridman, encargado de la comercialización del lugar. "Los compradores son básicamente argentinos, aunque hay de otras nacionalidades, uruguayos también", agregó.

Y pidió que La Pedrera y sus alrededores crezcan de una manera "ordenada". "Ojalá que no pase lo que ocurrió en La Paloma, por ejemplo, que creció mal. Allí uno ve una casa de U$S 800.000 y al lado, otra de U$S 20.000. Yo no soy elitista, soy desarrollista y para el desarrollo tiene que haber una coherencia, que hasta ahora se mantiene en La Pedrera y en los balnearios que le siguen, como Pueblo Nuevo u Oceanía del Polonio", consideró Fridman.

Tajamares de La Pedrera comienza en la ruta y llega hasta la costa. Son 80 lotes de unos 5.000 metros cuadrados cada uno en un predio con lagunas, cárcavas y montes autóctonos. Ya hay dos casas construidas y otra en obra. El proyecto incluye canchas de tenis, fútbol y un parador exclusivo en la playa. Las construcciones deben mantener un estilo arquitectónico y de inversión preestablecido.

Un kilómetro más adelante se encuentra Lomas de La Pedrera, un emprendimiento similar pero de lotes más grandes, de una y hasta cinco hectáreas, como para construir chacras marítimas. Carlos Busquet, que vende los lotes, aseguró que los compradores deben aceptar un reglamento para acceder al proyecto, que busca mantener las condiciones geográficas y ambientales del lugar. "Por ejemplo, la energía eléctrica va a ser subterránea; no vamos a poner columnas y cables", dijo.

Lomas de La Pedrera recién comienza a venderse e igual que Tajamares de La Pedrera se encuentra en las líneas que pretende la Intendencia rochense para la región. Pero ambos fueron instalados en los únicos dos predios que no estaban fraccionados. "El resto parece todo campo, pero tiene miles de dueños", aseguró el director Graña.

EL FUTURO JOSE IGNACIO:LA PEDRERA

En la temporada pasada, decenas de jóvenes artesanos —hippies, como le llaman algunos lugareños— se instalaron en la estrecha calle principal del balneario, que llegó casi al colapso. Ahora se les dio un lugar y no podrán colocar sus puestos en la calle.

Además, los boliches Arachania y Primata reabrirán este año donde siempre, en la entrada, pero se les advirtió que será la última vez, según explicó el director de Turismo de Rocha, Pedro Quartino. La idea es que se desplacen a zonas más alejadas, como El Curte, que este año dicen que será W Lounge.

Y es que La Pedrera va camino a ser el José Ignacio de Rocha y tanto autoridades como operadores buscan mitigar los ruidos y el movimiento.

CRECIMIENTO. Año a año este balneario se expande hacia los costados. Hay en este momento seis hoteles, 40 casas en construcción y 20 restaurantes abrirán sus puertas en esta temporada; cada verano llegan unas 15.000 personas y, entre ellos, muchos argentinos.

Los habitantes permanentes del balneario son unos 100 aproximadamente, todos amantes de la naturaleza y la tranquilidad y un "poco locos", según dijo Agustín, argentino, residente permanente y dueño de un restaurante.

"Las reservas están al tope para enero, quedan nada más que algunos días sueltos", dijo Silvia Fontao, del Hotel La Pedrera. Y agregó que cada vez es más frecuente la presencia de paparazzis de las revistas argentinas.

Algunos de los visitantes quedan en el recuerdo de los moradores: los actores argentinos Facundo Arana, Celeste Cid, Cecilia Roth, el líder de la banda Bersuit Vergarabat, Gustavo Cordera y el uruguayo Jorge Drexler estuvieron la temporada pasada y tal vez regresen. La caricaturista y escritora Maitena vive la mayor parte del año en el balneario y también la actriz Norma Aleandro.

A pesar de los famosos, sin embargo, La Pedrera mantiene su sabor de paraíso oceánico mezclado con pueblo amable e integrado. La anécdota que cuenta el dueño de un restaurante de la zona, ilustra esta realidad: el hijo de la Aleandro, el también actor Oscar Ferrigno, es amigo de él y un día en que había faltado un empleado no dudó en ofrecerse para ayudar en la cocina.

Por las calles de La Pedrera, en cualquier época, puede encontrarse a un carrito tirado por un caballo. Son los carreros, que no se dedican a hurgar en la basura ni son indigentes, sino que se las arreglan con los moradores para hacer algunos trabajos: traen arena, hacen changas, retiran basuras grandes. Son, en definitiva, parte de la dinámica social del lugar.

LA AGRESTE FASCINACION DE CABOPOLONIO

Gar vive en Nueva York; es economista y tiene 33 años. Trabajó hasta el año pasado en una gran compañía de cosméticos de su país en la que ganaba mucho dinero, pero renunció. Ahora juega al póker para vivir y sobre todo, para financiar sus viajes; en lo que va del año ha ganado U$S 20.000, dinero que le permitió iniciar su recorrido por América Latina, que lo trajo a Uruguay y a Cabo Polonio.

"Este es un lugar fascinante", dijo Gar en un español algo trabado, pero entendible. Llegó por recomendación de una amiga que vive en Mendoza, Argentina, y ahora pasa el día caminando en las playas desiertas, linderas al Cabo. "Pienso mucho, leo, tomo fotos", agregó el estadounidense, que se alojó en La Perla, una de las dos posadas de Cabo Polonio.

Cada día de temporada, los camiones que hacen el trayecto desde la ruta al balneario, transportan 1.500 turistas que como Gar, buscan la tranquilidad de este paraíso natural, que sigue y seguirá sin energía eléctrica y con un solo teléfono público. Todo el año, viven unas 90 personas.

Por el momento, o sea, mientras dure la temporada, la Intendencia de Rocha mantendrá Cabo Polonio tal como está. "La temporada turística es muy importante para Rocha y nosotros no queremos alterarla de ningún modo", explicó el director de Ordenamiento Territorial de la comuna, Antonio Graña.

En cambio, el jerarca agregó que en marzo se comenzará con un plan definitivo para regularizar las 1.000 construcciones del lugar, que están todas en situación ilegal, pues se trata de un área protegida en la que está prohibida la construcción.

Mientras tanto, la comuna controlará los accesos al balneario —cada vehículo particular debe pagar 2 UR y cien pesos por persona para ingresar— y los residuos que se generen dentro.

Además, y con seis guardaparques instalados en los alrededores, controlarán que los vehículos respeten las sendas de ingreso y que las camionetas no incursionen en las dunas. También vigilarán que no aparezcan nuevas construcciones, los llamados "ranchos express" que cada víspera de temporada crecen en los alrededores. De hecho, en los últimos días han sido removidas algunas de esas casas que estaban a medio construir y listas para alquilar.

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