Miles lloraron a Barbaro

| La historia de un caballo destinado a la gloria pero que murió por una lesión, generó una inusitada respuesta de miles de personas, muchas lejanas al turf.

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El País

THE NEW YORK TIMES | NUEVA YORK

Durante los ocho meses en que estuvo sometido a intenso tratamiento para intentar salvarle la vida, Barbaro, el caballo que ganó de manera espectacular el Kentucky Derby -primer premio de la codiciada Triple Corona del turf de Estados Unidos- conquistó el corazón de innumerables personas alrededor del mundo, la mayoría de las cuales no son aficionadas a la hípica, pero igual quedaron conmovidas por la historia del pura sangre y le enviaron miles de mensajes.

Sin embargo, después de una larga lucha que incorporó las más modernas técnicas, Barbaro tuvo que ser sacrificado en la mañana del 29 de enero, cuando los propietarios, Roy y Gretchen Jackson decidieron que el caballo había sobrellevado demasiado sufrimiento.

Miles admiraron la manera cómo, a comienzos de mayo de 2006, Barbaro dominó a sus 19 rivales en el Kentucky Derby para triunfar por seis cuerpos y medio. Dos semanas después de esa magnífica victoria, miles de personas vieron con horror cómo sufría una fractura poco después de la largada del Preakness Stakes, en el hipódromo de Pimlico, en Baltimore. Su pata posterior derecha colgaba de manera incontrolable, mientras el jockey intentaba calmarlo.

En las últimas semanas, las dolencias de Barbaro pasaron a ser abrumadoras: tuvo complicaciones en la pata trasera izquierda, se le formó un absceso en la pata derecha trasera y finalmente apareció un nuevo y muy doloroso mal llamado laminitis, que se le desarrolló en las patas delanteras.

DESESPERADOS. Al igual que su triunfo y su padecimiento, su muerte también se convirtió en un hecho mediático. Desde el hospital de grandes animales en el que había sido tratado, sus propietarios dieron una conferencia de prensa; sin poder contener las lágrimas, explicaron que su caballo no podía seguir viviendo bajo fuertes dolores y que el retroceso que había tenido hubiera requerido cirugía demasiado riesgosa. Los Jackson gastaron decenas de miles de dólares para intentar mantenerlo con vida. Gretchen agradeció a todos los que expresaron su apoyo mediante tarjetas, cartas, mensajes y diversidad de ofrendas. "La amargura es el dolor que pagamos por amar", dijo.

A pocos metros del lugar de la conferencia, en la planta baja del hospital veterinario, seguían llegando ramos de rosas y mensajes de condolencia de todo el mundo.

Al día siguiente del accidente, Barbaro fue sometido a más de cinco horas de cirugía. El veterinario Dean Richardson y su equipo utilizaron 27 tornillos para recomponer la pata fracturada. En julio, después que apareció la laminitis, Richardson indicó que las posibilidades de sobrevivir no eran muchas. El mal es causado, con frecuencia, por la distribución despareja del peso entre las patas de un caballo.

Pese a que le habían tenido que extirpar casi el 80% del casco, Barbaro logró mejorar y a mediados de agosto volvió a pastar en los campos del hospital, donde Richardson se encargaba personalmente de alimentarlo todos los días. Sus dueños también lo visitaban a diario, y le traían pasto de su haras situado en la cercana localidad de West Grove, Pennsylvania. Antes de la Navidad, alentados por la recuperación de Barbaro, comenzaron a hacer planes para llevarlo a un haras en Kentucky, donde podía recorrer los campos y evitar el crudo invierno del noreste.

Pero, a comienzos de enero, los veterinarios descubrieron que el casco izquierdo de Barbaro no estaba creciendo bien y tuvieron que quitarle tejidos dañados. Desde entonces, todo fue de mal en peor.

Cuando vieron al caballo en tremendas dificultades en la noche del 28 de enero, llegaron a la conclusión que Barbaro ya no tenía voluntad de vivir. "Nos dimos cuenta que había llegado a un punto en el que le sería muy difícil seguir sobrellevando el dolor", señaló Roy Jackson. "Tomamos la decisión correcta. Era lo que correspondía hacer. Siempre dijimos que si llegaba a una situación límite, tendríamos que tomar la penosa decisión".

Barbaro corrió seis veces en el hipódromo de Churchill Downs y al igual que el campeón Seattle Slew se retiró invicto de esa pista. Todas sus victorias fueron notables como lo había anticipado el entrenador Michael Matz no bien el caballo, que tenía dos años, fue llevado a su centro de adiestramiento en Maryland. Advirtió que iba a ser un ejemplar de inusual brillo.

El objetivo de Matz era convertirlo en el 12° campeón de la Triple Corona. Ningún caballo ha logrado ganarla en los últimos 28 años, lo que da la pauta del enorme desafío que plantea. En los últimos seis años, los caballos que triunfaron en el Kentucky Derby y el Preakness, fracasaron en el Belmont Stakes, el tercer gran clásico.

Los Jackson afirman que recordarán todo lo bueno que tuvo la breve pero brillante vida de Barbaro, que permitió poner en la atención pública la necesidad de mejorar la legislación sobre temas veterinarios y vinculados con el bienestar de los animales en general.

Durante el encuentro con los periodistas, Richardson, de 53 años no pudo disimular el desgarrador momento que estaba viviendo. "Soy humano. Sabía que si este día llegaba, me resultaría muy difícil mantenerme entero", confesó el veterinario. Cuando le preguntaron por qué personas que no eran aficionadas al turf sintieron profundamente las vicisitudes de Barbaro, el veterinario respondió: "A la gente le encanta la grandeza. A la gente le encanta la historia de su valentía".

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