PABLO PERA PIROTTO
Esta semana el comité encargado de elegir los premios Nobel anunció a los ganadores del galardón en la rama de la medicina: por un lado, los franceses Luc Montagnier y Francoise Barré-Sinoussi, descubridores del virus del VIH, a comienzos de los años ochenta, y por el otro el alemán Harald zur Hausen, un pionero en la investigación de los virus del papiloma humano (HPV) como causantes del cáncer de cuello de útero en las mujeres.
Se trata de un reconocimiento que estos científicos expertos en virología tienen por demás merecido, ya que sus trabajos han servido para identificar los agentes causantes de estas graves enfermedades, marcando así el camino para lograr su eficaz prevención.
En el caso del Sida, si bien desde hace mucho tiempo se vienen destinando importantes sumas de dinero para lograr el desarrollo de vacunas, aún no se ha logrado producir una que sea efectiva para evitar su contagio.
De todas formas, el futuro parece ser venturoso, ya que precisamente Montagnier al recibir la noticia sobre su premiación, anunció su convicción de que en la próxima década se logrará crear una vacuna terapéutica contra esta enfermedad que ha provocado la muerte de 25 millones de personas desde su aparición en 1981.
En cuanto al HPV y su implicancia en el cáncer de cuello de útero, ya es una realidad la inmunización que logra prevenir el contagio de las mujeres, y por lo tanto el desarrollo posterior de esta enfermedad oncológica, responsable de miles de fallecimientos, sobre todo jóvenes, en todo el mundo.
Vale recordar que se trata del segundo cáncer que más vidas cobra en el sexo femenino, después del de mama. Pero hay que mencionar que la relación entre el virus y esta enfermedad no siempre estuvo tan clara como ahora; cuando en el año 1976 zur Hausen planteó la vinculación del HPV con el cáncer cervical, la comunidad científica lo miró con recelo, ya que iba contra la corriente predominante del pensamiento académico del momento.
Fue a comienzos de la década siguiente, cuando logró aislar dos tipos de virus del Papiloma Humano de tejidos cancerígenos y así demostró que su teoría era correcta.
Gracias a esas investigaciones, felizmente desde hace un año y medio se cuenta con la vacuna llamada Gardasil, disponible también en nuestro país, y que ha demostrado muy buenos resultados en cuanto a la protección, de acuerdo al estudio que se ha hecho de varios millones de mujeres que ya la han recibido.
Su aplicación está especialmente indicada en la adolescencia temprana, antes del inicio de las relaciones sexuales. De todas formas, los especialistas en el tema, dicen que también se puede administrar en mujeres jóvenes obteniendo buenos resultados.
Esta vacuna se da en tres dosis; la segunda a los dos meses, y la tercera y última a los seis.
Con esto se logra prevenir el contagio de varios tipos de virus del Papiloma Humano (HPV), entre ellos el 16 y el 18, que son responsables de la gran mayoría de las lesiones que luego se transformarán en cáncer de cuello de útero.
Como afirmara Franco Borruto, profesor de ginecología italiano y experto en el tema, en su última visita a nuestro país meses atrás; la vacuna contra el HPV es una verdadera revolución médica que, si se aplica en forma masiva en toda la población en la que está indicada, puede llevar a lograr la completa erradicación de esta terrible enfermedad en los próximos cincuenta años.
Esperemos que así sea.