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María Becerra, la nueva sensación de la música urbana que no ha pisado un escenario

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María Becerra. Foto: difusión

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Desde niña quiso ser cantante. Empezó como youtuber y fue su puente para hacerse conocida. Ahora está en todas las listas de Spotify.

"Hola, mi nombre es María, tengo 11 años, sé cantar y bailar, desde muy chiquita canto, hice muchas muestras”. María Becerra —menuda, remera verde con letras de colores, short rosa a rayas, colita alta y larga— gira hacia un lado y hacia el otro. Muestra sus perfiles a una industria que mide a las niñas por su apariencia tanto como por su talento. “Y ahora voy a cantar una canción que se llama Who’s loving you de Michael Jackson”. De la imagen pixelada, del audio precario, suena una voz de esas prolijas, afinadas y con potencia. El video, como tantos otros que grabó persiguiendo el sueño de ser cantante, se pierde en la estratósfera web. Seis años después alguien lo reflota y lo ven 90.000 personas.

Entonces, en 2017, Maria Becerra todavía no ha cumplido ese sueño. No la eligió ninguna industria. Canta cada tanto para YouTube y las redes sociales. Lo suyo es demostrarle al mundo el carisma suficiente como para no ser anónima.

“Hola locuras, bueno, estoy hablando un poco bajo porque es como la una de la mañana y están todos durmiendo y no tendría que estar grabando a estas horas, pero bueno, pintó. Pasa que hoy me clavé como dos tazas de café y tomé mate y cuando combino el mate con el café se hace como si fuera una bebida energética y quedo ‘pum’ para arriba all the night”. María —en un primerísimo primer plano y una penumbra anaranjada, piercing en la nariz, pecas— le habla a la cámara y dice que ese video que dura poco más de 15 minutos es para ver qué hace ella durante una noche de insomnio.

Ella, una chiquilina común de Argentina, que todavía vive en Quilmes, en una casa “común” con sus tres hermanos y sus padres —tiempo después se mudará a un monoambiente en capital con el dinero que hace en YouTube—, hace lo que haría cualquier adolescente en la nocturnidad de su casa. “Voy a estar toda la noche rompiendo las bolas y ¿por qué no grabarlo y compartirlo con ustedes?”, dice. Lo demás, son recortes de videos en los que se hace más mate, muda el colchón del cuarto al comedor, habla sin sentido ante la cámara, se ríe y, sabe, hace reír, baila, salta.

En una época donde los ídolos de adolescentes son personas como ellos, de carne y hueso, de vidas reales y sencillas, María encontró la fórmula para conquistar a esa audiencia.

Este video, como los otros que sube en un estilo similar, no se pierde en ninguna estratósfera. Lo ven cientos de miles de personas. Y el mensaje lo deja claro a cada rato: su sueño no es ser youtuber.

YouTube fue su propio resorte para hacer aquello que la industria no le dio. “Quería exponer todo el tiempo lo que hacía. Quería mostrárselo al mundo. Por eso me creé mi canal de YouTube; porque con mi timidez no tenía que estar en frente de nadie pero la gente me veía”, dijo al diario argentino Clarín.

Hoy, 2021, María Becerra ha alcanzado los 200 millones de reproducciones en los videoclips de sus canciones. Ha grabado con Tini —Miénteme—, Cazzu —ANIMAL—, J Balvin —Qué más pues?—. Cantó con Patricia Sosa en la edición virtual de los Premios Gardel 2021, cantó en la apertura de Show Match y, sin embargo, nunca ha tocado en vivo porque su carrera nació en la pandemia.

María —que en realidad se llama María de los Ángeles pero está peleada con la idea virginal de ese nombre— dijo a Jay Mammon que fue a clases de canto y baile y comedia musical desde los 6 años, que se le cruzaron las personas indicadas, que hubo oportunidades y suerte porque “las cosas se dieron tal cual se tuvieron que dar y fueron apareciendo y fui atando cabos y todo se pudo dar”, también hubo trabajo, dedicación, personas que confiaron en ella.

“Hay veces que ensayo y termino mareada o con las piernas que me tiemblan. Mi profe de canto me dice que es por la interpretación que le doy. Me parece muy flashero. A veces termino muy cansada, como si hubiera corrido una maratón e hice toda la canción sentada en una banqueta”, dijo a La Nación.

Y estuvo la autoconfianza, algo que para María fue bastante difícil de recuperar después de las situaciones de acoso que vivió en su colegio. “Sufrí mucha depresión y, por mucho tiempo, fui muy sumisa y me creía inútil”.

Los tiempos difíciles

Cuando empezó el liceo, María sufrió episodios de acoso sexual y violencia. Era una de las únicas dos chicas en toda la institución —una escuela técnica— y las pocas veces que se quejó, sus profesoras le dijeron que tenía que vestir ropas más holgadas. Por lo demás, hacían como si nada sucediera. Sobre esto, dijo a Clarín: “Me convertí en una persona que se vivía escondiendo. Que llegaba al colegio, se sentaba en la esquina y no quería hablar con nadie. Si nadie se acercaba, mejor. Me sentí muy expuesta a los malos tratos y me volví muy para adentro, no le contaba nada a nadie. Se me formó una especie de caparazón. Me costó mucho empezar a desenvolverme”.

Dejó el liceo porque sabía que no era lo suyo y quería dedicarse por completo a lo otro, a hacer reír, a cantar. Después, fue dejando de lado YouTube que fue quedando, únicamente, como un canal para sus videoclips. Hubo fanáticos que se enojaron, pero ella les dijo que había sido honesta desde un principio, que el plan A era otro. Canciones como High —y el remix con Tini y Lola Índigo—, Acaramelao, Perdidamente, Te Necesito —con KHEA— fueron, en tan solo un año, armando el terreno para convertir a María Becerra en una de las artistas del momento, no solo en Argentina, no solo en el Río de la Plata.

Su última canción, Mi debilidad, muestra que el reguetón puede hablar también sobre las emociones más vulnerables. Así lo sintió María cuando escribió la letra, así lo sintió cuando rodó el videoclip, así cuando lo compartió con sus fanáticos. “Es muy especial para mí”, dijo en un vivo de YouTube e Instagram. Y aunque los aplausos virtuales le encantan y ahora palpita un escenario de verdad con sus primeros shows entre octubre y noviembre, María tiene claro algo, le dijo a La Nación: “Si hago canciones y las escuchan solo dos personas, daré clases de canto o lo que sea, pero la música es lo que realmente me llena y, por eso, me tiré de lleno”.

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