Los amantes del puro

IGNACIO QUARTINO

Si el puro es cubano se llama habano, si proviene de Italia sería toscano y si es brasileño, shaluto. En Uruguay se ha ampliado el consumo de las cinco hojas de tabaco entrelazadas entre sí; sin embargo, tal como explica Ignacio Esteves, asesor en tabacos de Babilonia —un comercio especializado en el rubro—, los consumidores locales son muy marqueros y no tienen idea de que hay puros para cada momento del día.

Desde siempre se supo que la persona que viajaba a Cuba traía habanos para hacerse unos pesitos extra. Esto fue una realidad durante años y podían pasar meses para que un uruguayo disfrutara una caja de este noble cigarro de una buena vez. Hoy, todo es más fácil. Tiendas como Babilonia importan tabacos de todas partes del mundo, que cuestan entre 24 y 1.200 pesos la unidad.

Es que el puro dejó de ser un producto consumido únicamente por una elite en Uruguay o por el contador José Pedro Damiani (ver nota aparte) en las reuniones del consejo directivo de Peñarol. Actualmente, también es un regalo distinguido para un caballero, de esos que tienen de todo.

De todos modos, para Esteves, la sociedad uruguaya guarda ciertos prejuicios en torno al puro. Cuando a alguien se le ocurre fumar uno en un restorán, enseguida surge la mirada molesta del vecino ni bien percibe un olor "raro" que emana el humo de ese cigarro.

Según el asesor en tabacos, no es necesario cruzar el océano o instalarse en la isla cubana para encontrar sociedades que tengan incorporado el hábito de consumo de puros. "Basta cruzar el charco, visitar un café de la Recoleta y observar cuando la persona prende un puro en esas latitudes y el vecino ni se percata. Es como si hubiera prendido un cigarrillo", explicó Esteves.

Lógicamente, la cultura se fomenta también a través del conocimiento de los fumadores. Esteves sostiene que hay que tener muy en cuenta qué tipo de cigarro se consume en el restorán, en la casa o en el trabajo. En su rol de asesor de tabacos jamás le recomendaría a un cliente que prenda un puro largo y oloroso en un casamiento, porque pasaría a ser el principal protagonista de la noche cuando en realidad este papel debe recaer en los novios homenajeados.

Es por eso que Esteves intenta "educar" al cliente, intentando que su conocimiento de los habanos no se reduzca a un par de marcas tradicionales y caras; de esta manera, dice, es posible aprender cuál es el puro ideal para cada ocasión.

En el otro extremo, explicó, no es posible pensar que un fumador de puros es un experto en la materia si consume seis marcas distintas. "Lo importante es que tenga en cuenta las características de cada una de ellas porque con café sabe de una manera, con vino de otra. Y si lo acompañas con un whisky, un brandy y un cognac también es diferente. Cada puro tiene un gusto, un estilo y un paladar", indicó Esteves.

Cada puro también tiene "su" momento. "Si el cliente me cuenta que tiene una reunión de amigos con los que juega al póker, yo tendría que preguntarle qué van a comer y qué bebida van a tomar. A veces piensan que uno es curioso y en realidad lo que estoy tratando de hacer es recomendarle el mejor puro para el mejor momento, que no precisamente tiene que ser el más caro".

PLACER. La idea básica que trata de inculcar Esteves es que el puro debe ser considerado un placer y no un vicio. Y lo resume con una frase: "el puro no se fuma, se degusta". Como estado de placer, entiende a "una persona que se encuentra frente al mar, sosteniendo un puro con una mano y con la otra una copa de cognac que la ayuden a olvidar todas sus preocupaciones. Para el resto de las actividades, Esteves entiende que está el cigarrillo convencional.

El rubro de los tabacos tiene una característica que lo hace peculiar. Muchas veces, el 50% del precio de un puro de una marca de alta calidad se debe precisamente a eso, su marca. El experto reconoce que hay productos que tienen la misma calidad y sin embargo, precios absolutamente diferentes.

En cuanto a nombres famosos, las marcas más reconocidas son las cubanas. Romeo y Julieta, Montecristo y Partagás, integran la selecta lista de marcas más reconocidas. Pero "el" habano es el Coíba. Este cigarro cobró notoriedad porque fue el elegido por Fidel Castro y el resto de los compañeros de la Revolución Cubana, entre ellos, el Comandante Che Guevara. De hecho, en pleno auge de la Revolución la única manera que había de fumar un Coíba era porque Fidel o algún otro líder cubano de la época lo obsequiaba personalmente.

Los Coíba empezaron a venderse al público una vez que culminó la asistencia rusa a Cuba. Y, pese a ser el cigarro más caro, lidera las ventas a nivel mundial. Marketing no le falta. Calidad tampoco.

Lógicamente, los mejores maestros armadores trabajan en Coíba. En Cuba, al artesano se le paga por producto que termina en la caja compuesta por 24 puros y es una de las tareas mejor remuneradas en la isla. Incluso, cuando se habla de un maestro torcedor, se hace referencia a una persona que está vista como un Grado 5 de la Facultad de Química en Uruguay. Se trata de un trabajo en el que hay que tener dedicación y cuidado.

TEMPERATURA. Todos los tabacos hechos a mano requieren ser conservados a una determinada temperatura, así como con cierto porcentaje de humedad. De otra manera quedan definitivamente arruinados. El puro tiene que estar a una temperatura que ronde los 20 a 23 grados. La ventaja del clima uruguayo con relación a otros es que no hay cambios bruscos. Para mantener al puro en su temperatura ideal es conveniente utilizar el aire acondicionado. Si necesita humedad, hay humidores de diferentes tamaños tanto para guardar una caja o un stock de diferentes tamaños que es regulable. También puede conservarse el puro en una caja de madera que no sea sometida a temperaturas extremas. Así mantienen su sabor al menos durante un mes.

Para los más exquisitos, Babilonia cuenta con una cava de tabacos recientemente inaugurada en la calle Bartolomé Mitre. Se trata de un club ambientado para fumar puros en el que sus socios pueden guardar los cigarros en su propio casillero.

DAMIANI: MIMARLOS COMO A LAS MUJERES

Para el contador José Pedro Damiani, los habanos son como las mujeres: "hay que mirarlos mucho para que no se les caiga la ceniza, hay que acariciarlos, moldearlos con la mano y al final se hacen humo".

Esta frase, si bien no es de la autoría del presidente de Peñarol sino de un español que conoció en uno de sus tantos viajes, sintetiza la relación del contador con los puros. Su cariño por el tabaco difiere de la tendencia actual de fumar por placer. Damiani confiesa que fuma entre cuatro o cinco habanos por día, lo que equivale a una caja de 24 por semana.

La marca que suele comprar el contador es Partagás y el cigarro es el 898 barnizado. Según Ignacio Esteves de Babilonia, se trata de un puro robusto, guerrero, fuerte y más acaramelado que el 898 convencional.

La marcada preferencia de Damiani por Partagás sobrepasa también los límites del gusto por fumar para instalarse en otra de sus pasiones: el turf. "Es un nombre que me cae bien. Compré un caballo que se llamaba Partagás y terminó ganando el (Gran Premio) Nacional en 1994", recuerda el empresario.

Su otra pasión, el fútbol y Peñarol, también lo llevan a acercarse al puro, fiel amigo en el momento de seguir un partido. Y un amigo de los buenos, ya que el presidente confiesa que el cigarro está en las buenas y en las malas. "No puedo decir si prefiero un gol de Peñarol antes que un habano, los dos van juntos. Si gana lo fumo para festejar y si pierde también", indicó.

En breve se vienen dos fechas muy especiales para el contador. El 28 de setiembre cumple años el club de sus amores y doce días más tarde será el turno de festejar el suyo. Esos dos días son verdaderas zafras ya que los conocidos optan por lo seguro y le regalan una caja de habanos.

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