"Hay algo que está metido en nosotras: la silueta apretada, el color rojo, lo retro, los lunares. Los años 50 son una referencia permanente", dice la diseñadora.
ADELA DUBRA | BUENOS AIRES
A Adriana Oreiro le gustan los años 50, Marilyn Monroe y la estética de Pedro Almodóvar. Junto a su hermana Natalia abrió "Las Oreiro", una línea de ropa con un vistoso local en Palermo que en tres años ha logrado imponerse. A los 35 años, Adriana, que es diseñadora y la directora de la firma, está instalada en Buenos Aires con su marido uruguayo y una hija chica. Recibió a Domingo con su pelo platinado, y un fino blazer negro con jeans, en una oficina que tiene el sello de ellas. En esa linda casa de Villa Crespo también funciona el taller, donde trabajan 30 empleados.
-¿Cómo fue que terminó dirigiendo una boutique en Buenos Aires?
-Siempre me gustó la moda. Con Natalia estudiamos corte y confección con Luz, una profesora del barrio de Jacinto Vera, en la época que íbamos al Liceo 26. Después tuve un puesto en Villa Biarritz con una amiga. También trabajé como vendedora en varias tiendas; pasé por todos los shoppings. Y está la influencia de mi madre, que siempre nos hizo la ropa. Nos obligaba a dormir la siesta y en ese rato hacía las cosas. Me acuerdo que iba a un lugar frente a la Intendencia a comprar moldes. Hace poco rescaté uno de esos moldes, lo mandé confeccionar y fue el vestido más vendido. Lo llamé Mabel, en honor a ella. A los 15 me regalaron una máquina de coser. Y cuando Nati empezó con el modelaje le hacía vestidos. Cuando ella se vino a Buenos Aires a los 17, me insistía que me viniera, que estudiara acá y que juntas hiciéramos algo. Pero ella es más osada que yo, que veía a Buenos Aires desde la otra orilla como muy intimidante. Después, por el trabajo de mi marido fuimos a México y ahí estudié. Siempre trabajé, desde los 14 años, así que logré entrar en Televisa como productora de moda. Conseguí de clientela a la alta sociedad mexicana haciéndoles vestidos de fiesta. Me fue muy bien. Mi hermana seguía insistiéndome con que me viniera y ahí sí yo ya había tomado coraje.
-¿Cómo fueron los comienzos?
-Llegué y justo Nati empezaba con Sos mi vida entonces no podía dedicarle mucho tiempo a la cosa. Nos lo tomamos con calma. Yo quedé embarazada así que aproveché para estudiar el mercado. Me pasaba horas en las tiendas, siguiendo a las chicas, viendo qué pedían, qué se probaban y tratando de encontrar qué faltaba. Vivía en la casa de Nati y los fines de semana juntas recortábamos revistas y pensábamos qué queríamos. Hay algo que está metido en nosotras y que es esta silueta apretada, el color rojo, y nos gustaba lo mismo, lo retro, los lunares. Los años 50 son una referencia permanente para mí. Mamá siempre estaba vestida así, hasta con sombrerito.
-Por lo que describe, su madre no es la típica uruguaya en su forma de vestirse…
-Es muy coqueta. Me acuerdo que se tomaba el ómnibus y decía: "Todos me miraban", contentísima. El traje del que te hablé era apretado y con dos moñas grandes. A veces la uruguaya no tiene tanto evento donde ponerse la ropa. Pero mi sueño es que la mujer use mucho más vestido. Es cuestión de animarse.
-Se instalaron en Palermo, que en ese momento no estaba tan en auge como ahora.
-Fue difícil encontrar local: dejábamos tarjetas por debajo de las puertas. Al final apareció éste, que era mucho más grande de lo que habíamos pensado. Arranqué con mucho miedo. Además, que fuera "la tienda de Natalia Oreiro" era una responsabilidad enorme. Incluso ponerle nuestro nombre fue todo un tema. Queríamos mostrar que es una empresa familiar, que aquí hay arte, hay un taller, por eso hay fotos nuestras en el local. Es mostrar algo más cariñoso y no una marca sin nadie atrás. Quizá por eso para los uruguayos pasar por el local ya es casi como un punto turístico. Lo nuestro es algo en el medio entre diseñador y marca comercial. Aquí hay nombres de súper prestigio, como Pablo Ramírez, Jessica Trosman, Martín Churba, pero lo nuestro es tratar de dar diseño con un precio accesible. Es en ese punto medio donde tratamos de estar. Un vestido nuestro cuesta en el entorno de los 200 dólares; remeras en el entorno de los 50 dólares, y un tapado cuesta 350, 380 dólares.
-Uno de sus sellos y que les ha dado mucha visibilidad son los desfiles. Pero no invierten en publicidad, ¿cómo es eso? ¿Las revistas no las "castigan"?
-Nuestro objetivo de comunicación es el desfile. Hacemos desfiles grandes, con un tema y buscamos que a la clienta le divierta el lugar. Lo hicimos en el Rosedal, en el Maipo y siempre con una cuota grande de fantasía. La prensa le tiene mucho cariño a Nati, y siempre nos han tratado muy bien. Si algo no les gusta lo dicen muy sutilmente. Creo que les encanta que seamos uruguayas.
-Se impusieron en menos de tres años, ¿cuál fue el acierto?
-Seguir nuestra identidad, aún viendo que eso no estaba de moda. Teníamos muchísimo miedo que no funcionara, pero dijimos "hagámoslo igual". Recorría locales y veía mucho modal, todo gris, negro, blanco. En vestidos todo corte de princesa. Nosotras tomamos a la mujer, la apretamos y le pusimos rojo. Y no había eso. La imagen de Nati obvio que empujó mucho. Pero también trabajamos. El primer año y medio yo casi dormía acá. Traía a mi nena y la tenía aquí en el carrito. Ahora hago 8 horas normales de trabajo.
-¿Cuánto invirtieron?
-Mucho más de lo que creíamos al principio. Pero ojo: lo hicimos todo de a poquito y nosotras. El local lo vamos poniendo. No vinieron arquitectos y diseñadores. Somos nosotras que compramos una lámpara, después nos entusiasmamos con unas sillitas y así vamos. Estamos vendiendo muy bien. Nos va bien. Pero esto es una empresa pequeña, no hay un inversor atrás. Cada peso que ganamos lo reinvertimos. Nos han ofrecido comprar la marca en muy buenas sumas; no vamos a vender pero me da mucha alegría porque significa que ven el potencial.
-Cada vez se ven más estrellas vestidas por "Las Oreiro". En los últimos Martín Fierro, por ejemplo.
-No tantas. Nosotros recién hace un año que empezamos con los vestidos largos, a los que llamé Couture, porque no son alta costura. Hay diseñadores como Benito Fernández o Laurencio Adot que están hace muchísimos años y son los que visten a casi todas. Pero hay una camada de actrices más jóvenes que a veces quieren algo más fresco y nos vienen a ver. Nos manejamos mucho con las celebrities. Vienen Griselda Siciliani, Carla Peterson, Catherine Fulop, María Vázquez. O de repente llama Susana Giménez y tengo que frenar mucha cosa y dedicarme a ella porque obviamente me sirve mucho.
-La importación de telas y materiales está muy trabada en Argentina, ¿cómo lo manejan?
-Está dificilísimo. Por ejemplo, en este momento estamos lanzando el jean; estamos esperando que entre la tela pero está complicado. Trabajo con telas argentinas, también importamos directamente nosotras y compramos a importadores aquí. La confección es argentina, pero una de nuestras metas es hacerlo en Uruguay porque la confección allá, en sastrería, en tejido, es muy buena. Por algo muchas marcas argentinas lo hacen allá. Por ahora no podemos porque nos piden mucha cantidad. Hay mucho que quiero hacer en Uruguay. Pero somos pequeñitas aún.
-También venden en tiendas multimarca en el interior de Argentina. ¿Cuáles son las perspectivas de negocio y qué volumen de prendas están trabajando?
-Estamos haciendo unas 15 mil prendas por colección. Tenemos nuestro local en Palermo y en agosto vamos a abrir otro en Paseo Alcorta. No siento que seamos una marca muy de shopping pero nuestras clientas nos pedían. No vamos a abrir en todos porque nuestro fuerte siguen siendo los vestidos. Y no queremos que pase eso de que vas a una fiesta y está otra con tu mismo vestido. Nuestra clienta está entre los 30 y los 50 años y algo más. Pero notamos que muchas adolescentes venían y se cortaban el vestido, porque el típico nuestro es a la rodilla. Así que creamos una línea más joven con mucha minifalda. También me están pidiendo cosas para el día.
-Para diseñar cada colección viajan las dos juntas. ¿Adónde van? ¿Cómo son esos viajes?
-Es lo que más me gusta de todo este asunto. Viajamos las dos solas. Aquí ella es Natalia Oreiro y no puede hacer cualquier cosa. En cambio de viaje somos de vuelta dos hermanas adolescentes que se matan de risa. Vamos a Nueva York o a Londres, recorremos tiendas pero también vamos a parques y miramos por la calle. Para una colección que era años 80 fuimos a bailar, ¡nos sentíamos dos veteranas! Y cuando vemos una chica que nos gusta la seguimos y le decimos: "Me encanta tu look ¿me dejás sacarte una foto?". Después investigo más y profundizo junto al equipo de diseño. Nati por su lado va maquinando y vamos intercambiando ideas. Cuando algo me gusta se lo muestro y en general le encanta, siendo yo mucho más clásica que ella. Ella además tiene un cuerpo y una profesión que le permiten lucirlo: lo que se ponga le queda hermoso.
"Sí hay mercado uruguayo"
-Montevideo parece estar viviendo un pequeño boom en la moda. Aparecieron nuevas publicaciones, se vende la ropa de diseñadoras jóvenes y hay una camada de gente formándose en el exterior. ¿Qué consejo les daría?
-Que se animen. Me pasó a mí. Me frené por esto de "no, en Uruguay no da, el mercado es chico". Y quizá no consumen porque no lo hay. Cuando hay un fin de semana largo uruguayo están todas acá comprando, así que evidentemente hay mercado. Incluso los precios de Uruguay son bastante más altos que acá. Estaría bueno que se empezara a armar un circuito de diseño como puede ser Palermo acá. Que se apropiaran de un barrio. El país da, porque es seguro, se puede caminar por la calle. He visto poco, pero por ejemplo en Punta Carretas Shopping exponen unos concursos que hacen y me parecen buenísimos los diseños. Voy a Uruguay seguido. Con mi marido tenemos un departamentito en Pocitos y dos por tres nos vamos a pasar cuatro días seguidos. Mi ritmo es más de uruguaya que de argentina.
-Han apostado a la venta por Internet, incluso para Uruguay. ¿Piensan instalarse allá?
-Me gusta dar pasos seguros. Franquicias nos piden mucho, incluso de España. No me siento segura. Respecto al tema web, en Estados Unidos y Europa la gente directamente no sale a comprar, hacen todo por Internet. Para mí fue prioritario hacerlo y nos va súper bien. Salen las cajitas a Chile, Uruguay, y llega todo perfecto.
Ser "hermana de"
-¿Cómo es trabajar con una hermana?
-No es fácil trabajar con nadie de la familia. Yo lo hice con todos. Con mi padre, con mi esposo, con mi hermana. Pero me llevo súper bien con ella, porque nos tenemos mucho respeto. Cada una cede si nota que para la otra algo es importante.
-¿En algún momento le complicó que Natalia fuera tan famosa y linda y todo le saliera bien?
-Es mi hermana menor. Te digo más: hoy tengo una hija de 3 años y a Natalia. Es casi como que una mamá tenga envidia de su hija. Incluso, cuando ella empezó el liceo, juntas mirábamos el diario viendo a qué castings presentarse. Siempre la acompañé. Para su primer aviso, aquel de tampones "Ob", el shortcito y la remera se la hice yo y el reloj era mío. Obviamente no fue fácil ser "la hermana de" en la adolescencia porque iba a bailar y me cantaban "tuve tu veneno". Y los chicos o se me acercaban porque era la hermana de Natalia Oreiro o no se animaban a acercarse.