Laetitia d´Arenberg está convencida de que un mundo mejor es posible. Ser descendiente de la realeza y una exitosa empresaria le han permitido una vida de lujos, pero siempre mantuvo un lado filantrópico y altruista. Esto la llevó a crear, hace dos años, una fundación que lleva su nombre, cuyas riendas está tomando ahora su hijo Guntram, un hombre que sabe de peleas difíciles.
Laetitia d´Arenberg llegó a Uruguay durante la Segunda Guerra Mundial, en 1941, cuando contaba con tan solo 10 años. Nació en un diminuto pueblo del Líbano llamado Brummana. Su padre estuvo al frente de un regimiento marroquí en aquel país y su madre se enroló en la Cruz Roja para estar junto a él. Pero con el tiempo ambos se dieron cuenta de que lo mejor para la pequeña y su hermano Rodrigo era alejarlos de esas tierras turbulentas. Fue así que llegaron a Uruguay, donde desde hace décadas esta descendiente de la realeza europea ha estado comprometida con distintas causas sociales. “Desde que tengo 12 o 13 años me han enseñado a cuidar de la gente que necesita ayuda. Y empecé a trabajar con los animales también por esa época, siendo muy chica. Los juntaba aunque me dijeran que mi casa no era un refugio. Lo primero que hacía era castrarlos, porque cada vez que viene el celo, hay un nuevo perrito en la calle”, comenta D´Arenberg en entrevista con Domingo.
A punto de cumplir 83 años, la princesa y empresaria divide su tiempo entre sus casas de Carrasco y José Ignacio, realizando esporádicos viajes a Buenos Aires y Europa. “Ya he hecho el camino. Gracias a Dios tengo un hijo y dos nietos uruguayos. Ellos tienen mi mismo sentimiento por el medioambiente y los animales. Los hijos de Guntram están estudiando, pero le pregunté a él si podía continuar con mi tarea y me dijo que sí. Por eso decidimos hacer esta fundación, que no solamente abarca a Montevideo, sino también al interior. Desde que me dio su apoyo estoy con una gran tranquilidad, creo que voy a poder descansar en el futuro, ya no tengo que estar preocupándome por todos los detalles”, agrega.
Ayudas para la educación
La Fundación Laetitia d´Arenberg tiene tres ejes de acción: educación, bienestar animal y medioambiente.
El proyecto educativo comenzó en dos departamentos, con una capacitación teórico-práctica en el campo de la Educación del Carácter y el desarrollo de competencias socio-emocionales, basado en los aportes de la Psicología Positiva. De este proyecto participaron unos 50 estudiantes de entre 16 y 17 años de Salto y Florida. Fueron cuatro meses de talleres en cada lugar y a cargo de los mismos estuvo la organización Jóvenes Fuertes, con el impulso económico de la fundación.
En este marco funciona también el Programa Cupertino, que otorga becas de estudio y residencia a jóvenes del interior. Hasta el momento hay cuatro estudiando Psicología en la Universidad de Montevideo (UM), Arquitectura en la ORT e Ingeniería Ambiental en Durazno. La meta es llegar a apoyar a 100 estudiantes y becar también a jóvenes para que puedan cursar sus estudios en el interior, así como a alumnos con diferentes discapacidades que estén motivados a seguir una carrera universitaria.
Al frente de la fundación
El hecho de haber formado parte durante toda su vida de una familia de prosapia no ha impedido que Guntram von Habsburg-Lothringen conozca lo que es necesitar de los demás para poder salir adelante.
El día de Reyes de 2008, el hijo de Laetitia d´Arenberg chocó su motocicleta de alta cilindrada contra un auto en la Ruta 10 de Punta del Este, cuando se dirigía al aeropuerto de El Jagüel a tomar clases de vuelo. Poco antes había fallecido su tío, el príncipe Rodrigo D’Arenberg.
Un fuerte casco, traído especialmente de Europa, salvó a Guntram de sufrir daño cerebral, pero tras ser intervenido en el exterior y pasar por una larga recuperación, hoy se moviliza en una silla de ruedas. Esto, no obstante, no le impide estar al frente de la fundación y tener sobre la mesa varios proyectos. “En este momento estamos abocados en ayudar a chicos que están en edad liceal, lo que queremos es tratar de resolver el problema de abandono en los estudios. Hoy en día solamente cuatro de cada 10 estudiantes terminan el liceo y solo el 18% finaliza una carrera. Son números muy bajos”, dice Guntram a Domingo.
Bienestar animal
Guntram explica que el financiamiento de la fundación creada por su madre proviene de la familia y de donaciones recibidas en algunos eventos, como un remate que se hizoen el Prado.
“La fundación pone fondos para que los estudiantes puedan venir a Montevideo o para el plan de castraciones; también ayudamos a albergues de animales y estamos financiando un edificio dentro de un refugio que se va a construir en Sauce. Además conseguimos los recursos para hacer una segunda ala; cada uno de estos edificios va a hospedar a unos 60 o 70 animales. Todo se está financiando por la familia, pero necesitamos apoyo de la gente”, destaca. Y agrega: “Por más que la princesa D´Arenberg tenga un nivel económico que le permite ayudar, ella sola no puede hacerlo todo. Necesitamos apoyo de muchísima gente, tanto de forma financiera como de tiempo”.
Con respecto a los respaldos económicos, Guntram explicó que del Estado solamente reciben un apoyo indirecto (a través del Instituto Nacional de Bienestar Animal -INBA-) para intervenciones quirúrgicas y chipeados. En solamente un día, la fundación ha llegado a hacer 90 castraciones de perros y gatos.
Cuidado del ambiente
Laetitia d´Arenberg (su nombre en latín se pronuncia sencillamente “Leticia”) asegura que “este es el momento” de impulsar la fundación, aprovechando que existe una mayor conciencia global sobre algunos temas a los que antes no se les prestaba tanta atención, como el cuidado del medioambiente.
D´Arenberg es propietaria de la estancia Las Rosas (ubicada en la Ruta 6 a la altura del kilómetro 143 en el departamento de Florida), de donde surgió el mejor caballo del mundo de 2014, el árabe Excalibur, y de la finca turística Lapataia de Punta del Este. La princesa desarrolló el negocio agropecuario en el país con la producción ganadera en los años 70 y a partir del 2000 incursionó con la genética de la raza Aberdeen Angus.
Entiende que la preservación del medioambiente es vital para el futuro y destaca que en su vida esto ha sido un objetivo primordial.
Tanto su casa de Punta del Este como la de Montevideo tienen amplios jardines decorados, en los que Laetitia pasa parte de su tiempo libre. Siempre ha tratado de vivir “rodeada de verde”, incluso cuando residió en un edificio de Buenos Aires con un “gran balcón” que podía intervenir a su gusto.
Con respecto al medioambiente como uno de los tres pilares de su fundación, se hicieron dos actividades en los últimos meses. Una de ellas fue en colegios privados de Montevideo, difundiendo un plan de concientización sobre la contaminación por plásticos.
Explica Guntram: “Trabajamos con los niños para juntar tapas y botellas. Hay dos organizaciones que nos apoyan, Plasticoin y Tapitas. Nosotros somos facilitadores, buscamos alianzas con otras organizaciones que hacen las cosas bien; no queremos inventar la rueda cada vez, porque si no pasamos mucho tiempo haciendo las cosas cuando ya hay gente que las hace muy bien”. Y agrega: “Estamos haciendo unas charlas de concientización sobre las plantas exóticas que están invadiendo los montes nativos. Una la tuvimos en Lapataia y el 10 de marzo vamos a hacer otra en una residencia junto una paisajista”.