En un país donde el espacio exterior es un tema ajeno a la agenda noticiosa, Roxana Corbran, abogada y docente especializada en Derecho Aeronáutico y Espacial, está trabajando para cambiar esa realidad. Con una trayectoria marcada por su participación en foros internacionales y su pasión por la astronomía, lidera iniciativas para instalar observatorios astronómicos en los departamentos de Canelones, Maldonado y Rocha. Inspirada en modelos como el Observatorio Astronómico Antares en Brasil, su propuesta busca potenciar la educación científica, el turismo astronómico y la investigación espacial en Uruguay.
Aunque Corbran ha tenido salidas en los medios por haberse candidateado a distintos cargos políticos (intendenta de Canelones en 2015, precandidata a la Presidencia y candidata a senadora por el Partido Nacional en 2024), su pasión siempre ha sido la exploración del cosmos. “Desde 2018 venimos trabajando en un proyecto en Canelones, donde ya contamos con instalaciones básicas, una superficie de varias hectáreas asignada y una biblioteca especializada”, explica a Domingo.
Ese centro, impulsado junto a la Fundación Álvaro Bauzá Araujo, será la base de lo que denomina “Jardín de meteoros”: un campus de formación y complejo temático que unirá ciencia, tecnología y divulgación. El primer paso, asegura, será el observatorio astronómico.
La abogada y docente recuerda que su vínculo con el espacio nació en la escuela. “Siempre me fascinó el cielo, la astronomía, la geografía. Pero después también me atrajo el Derecho Internacional”, acota. El giro inesperado llegó en la universidad, cuando ingresó por error a una clase de Derecho Aeronáutico y Espacial. “Me quedé completamente absorta. Desde entonces me formé en esas disciplinas, junto al profesor Eduardo Gaggero, pionero en América Latina”, relata y recuerda a quien, en 1957, antes del lanzamiento del satélite Sputnik, de la entonces Unión Soviética, realizó un trabajo jurídico sobre la materia que fue reconocido internacionalmente.
Hoy, Corbran es vicepresidenta de la Asociación Latinoamericana de Derecho Aeronáutico y Espacial, directora de Investigación Jurídica del Centro de Investigación y Difusión Aeronáutico Espacial y forma parte del Comité de Naciones Unidas para la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos (COPUOS). “Es fundamental remarcar lo pacífico”, subraya. Y agrega: “Desde 1959, la ONU insiste en que el espacio debe usarse con fines de cooperación, seguridad y desarrollo, nunca para la militarización”.
Inspiración brasileña
La idea de hacer los centros de investigación del cosmos en Uruguay cobró impulso tras la visita de Corbran al Observatorio Astronómico Antares, ubicado en Feira de Santana, en Bahía. Fundado en 1971 e integrado desde 1992 a la Universidade Estadual de ese municipio brasileño, Antares combina investigación, divulgación y educación científica. Alberga un museo interactivo, una biblioteca, una “experimentoteca” para niños y adolescentes y hasta un simulador de caminata lunar.
“Lo que vi en Antares me inspiró muchísimo”, dice Corbran. “Analizar sus modelos de gestión y actividades me permitió pensar en qué cosas son replicables en Uruguay. Fue allí donde dije: tenemos que concretar nuestro observatorio en Canelones y, luego, avanzar en Maldonado y Rocha”.
El plan es ambicioso: crear un corredor de observatorios astronómicos que vincule la costa este uruguaya con iniciativas regionales e internacionales. Canelones es el proyecto más avanzado. En Maldonado y Rocha, Corbran ya mantiene conversaciones con instituciones académicas y grupos de aficionados a la astronomía.
“En Maldonado hay gente que está haciendo observaciones fantásticas. Muchas veces desde liceos o espacios públicos. La idea es canalizar ese entusiasmo y darle proyección, porque hay muchísimo interés en la gente joven”, afirma.
El proyecto no depende de un impulso gubernamental inmediato. “Hasta ahora lo estamos trabajando en el ámbito privado, con aportes de la Fundación y de particulares. La financiación inicial vendrá de allí. Más adelante, si aparecen apoyos estatales, bienvenidos, pero sentimos que la sociedad civil puede dar el primer paso”.
Educación, turismo y ciencia
La propuesta apunta a varios frentes: la educación científica, el turismo astronómico y la investigación. “Queremos acercar el cielo a las aulas, a los turistas y a la comunidad científica”, resume Corbran. Para ella, la instalación de observatorios no es solo un tema de infraestructura: es también una manera de despertar vocaciones, integrar saberes y generar nuevas formas de turismo en el país.
“En Uruguay hay interés. Mis aulas están llenas de estudiantes que quieren aprender sobre Derecho Aeronáutico y Espacial. Y cuando uno abre un observatorio, la gente se acerca, las familias, los jóvenes. No es solo mirar las estrellas: es compartir conocimiento, enseñar, multiplicar experiencias”, sostiene.
El plan contempla actividades abiertas, concursos escolares -como uno sobre la Luna que se lanzará cada 20 de julio, en recuerdo del primer alunizaje- y propuestas de preservación ambiental.
“Yo siempre digo: no me toquen a los carpinchos”, comenta entre risas, en alusión al predio de Canelones. “Queremos que el observatorio también respete y cuide la biodiversidad del lugar”, añade.
Sí, hay tradición
Aunque pueda sonar distante, Uruguay tiene una tradición vinculada al Derecho Espacial. Corbran recuerda que el país fue un actor activo en la redacción de tratados internacionales sobre la exploración del espacio exterior. “El principio fundamental del Tratado del Espacio, sobre que la exploración y utilización del espacio ultraterrestre debe beneficiar a toda la humanidad, fue formulado por el profesor Bauzá Araujo. Ese legado es muy fuerte”, destaca.
Desde ese punto de vista, la instalación de observatorios sería una forma de conectar esa tradición jurídica con una dimensión práctica y visible para la ciudadanía. “El espacio está presente en todo: desde la detección de enfermedades hasta las telecomunicaciones. A veces no lo percibimos, pero la vida cotidiana depende del espacio”, explica.
La trayectoria internacional de Corbran le ha permitido vincularse con protagonistas de la carrera espacial. En 1996, participó en la Conferencia Espacial de las Américas en Punta del Este, donde conoció a Buzz Aldrin, el segundo hombre en pisar la Luna. “Tengo su firma, aunque no logré una foto con él”, recuerda con pena. También estuvo en la Ciudad del Espacio de Toulouse, Francia, y en congresos internacionales donde compartió con astronautas rusos, italianos y franceses.
“Todo esto sirve para reforzar que el conocimiento se multiplica cuando se comparte. Lo que buscamos en Uruguay es justamente eso: que más niños, jóvenes y adultos tengan acceso a la ciencia y a la astronomía. No se trata de un negocio, sino de enseñar, difundir y generar entusiasmo. Siempre digo que somos muchos los fanáticos de estas cosas. Y no importa de dónde vengamos, porque mirar el cielo es algo que nos une a todos”, remata Corbran.