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Juan Campodónico: "A Peyote Asesino le fue demasiado bien demasiado rápido"

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Juan Campodónico

EL PERSONAJE

El músico vuelve a sus orígenes: ser guitarrista y co-compositor en Peyote Asesino. Y lo hace después de más de dos décadas como productor con trayectoria internacional.

Hay, por lo menos, cuatro “Juan Campodónico”. Está el netamente rockero, disparador de riffs de guitarra pesados y densos en la banda Peyote Asesino. Además, está el productor para una plétora de artistas, desde Jorge Drexler a Kevin Johansen, de No Te Va Gustar al Cuarteto de Nos. También está el integrante de Bajofondo, en donde cumple con múltiples tareas: compone, produce y toca. Y por último está el ocasional artista solista, que tras el mote Campo visita territorios mucho más ambiguos y pop que el rock filoso de Peyote Asesino.

Como estamos en días “peyoteros” ya que la banda acaba de publicar su primer álbum en 23 años, Serial, la conversación arranca por ahí. Peyote Asesino fue un grupo que en su momento revitalizó la escena rockera montevideana con su mezcla de rap y metal. La música del conjunto resultó lo suficientemente atractiva como para interesar a un argentino que por entonces —fines de la década de 1990—andaba armando un sello discográfico con aspiraciones de convertir a quienes fichaba en artistas de predicamento continental: Gustavo Santaolalla.

Santaolalla, que operaba en México y Los Ángeles, se vino desde Norteamérica a Montevideo a ver y escuchar qué onda esos jóvenes que ensayaban en Villa Española. Era la primera vez que Campodónico y Santaolalla se veían las caras y la idea era que Peyote Asesino grabara un disco y se convirtiera en una banda capaz de tener hits en muchos países de América Latina.

Lo primero se concretó con Terraja, publicado en 1998. Lo segundo quedó por el camino. Peyote Asesino implosionó porque había voluntades distintas, pero la exigencia era una sola: dedicación exclusiva pensando en el largo plazo, y sin ninguna garantía de que aquello que se quería lograr se concretara. “Nos fue demasiado bien demasiado rápido”, resume Campodónico.

Los Peyotes salieron disparados en direcciones muy distintas luego de esa implosión, pero dejaron una estela de canciones que quedaron rondando en los oídos de bastante gente. La suficiente como para traerlos hasta hoy y motivar la edición de Serial, el sucesor de Terraja, con dos músicos sumados a la alineación original, Bruno Tortorella (teclados) y Matías Rada (guitarra).

Serial es un regreso a los orígenes musicales de Campodónico, cuando era un joven que había regresado hacía pocos años de México, donde su familia se había exiliado por los peligros que representaban las bandas de delincuentes que con el cobijo y los recursos del Estado sembraban terror y sangre entre gente principalmente de izquierda.

—¿Cómo fue regresar de México a Uruguay?

—Al principio me costó un poco, porque ese país está asociado a mi infancia y parte de mi adolescencia. A Fernando (Santullo) lo había visto alguna vez en reuniones de uruguayos allá en México, pero fue acá que nos hicimos amigos y empezamos a relacionarnos, entre otras cosas a través de la música.

Cuando Peyote Asesino se disolvió, Campodónico siguió adelante con varios aprendizajes y experiencias encima. Una de ellas fue haber conocido y hecho buenas migas con Santaolalla con quien, además, desarrolló una relación profesional intensa. “Además de un amigo, es un mentor. Me abrió muchísimas puertas”, dice ahora Campodónico sobre Santaolalla.

Otra de esas experiencias fue que le agarró el gustito a producir discos para otros artistas. El rol del productor de discos puede variar tanto de un caso a otro que es muy difícil definirlo de una manera normativa.

¿Cómo explica Campodónico lo que es un productor? “Es como la interfase: arma un equipo de trabajo, contrata a los músicos, el estudio... Hace lo que sea necesario, y además tiene una visión sobre todo lo que se hace. Algunos hacen todo. Como Quincy Jones, que escribe todos los arreglos de todos los instrumentos, hasta el mínimo detalle. El músico total. Y luego tenés al que solo firma (se ríe). Y eso también cumple una función, porque uno luego dice ‘Ah, ¿este disco lo produjo X?’ Es un sello de calidad al que están asociados ciertos valores. Un productor puede estar horas y horas sin, aparentemente, hacer nada. Pero si en un momento surge una pregunta como: ‘¿Ponemos batería o no en esta canción?’, ahí tiene que dar una respuesta. Hoy, como la forma en la que se conoce a la música es mayoritariamente cuando está grabada, el papel del productor ayuda a terminar la obra”.

En el caso de Campodónico, él es de esos productores que puede participar en más de un área: sabe de diseño de sonidos, sabe tocar un instrumento y sabe manejarse en un estudio de grabación. Esos saberes los fue acumulando desde que su antigua (y ahora también actual) banda se tomó un pausa de dos décadas.

El primer disco que coprodujo (junto a Carlos Casacuberta y Jorge Drexler) fue Frontera (1999) de Drexler. Poco tiempo después, Campodónico se encargaría él solo de la producción del debut discográfico de No Te Va Gustar, Solo de noche (1999). Desde entonces, no ha parado de trabajar.

Pero no solo trabaja para otros. El vínculo profesional y personal que estableció con Gustavo Santaolalla lo llevó a fundar Bajofondo, una banda que ahora que está amainando la pandemia tiene varias fechas por delante, tanto en Uruguay como en Argentina. En Bajofondo, y ahora también en Peyote Asesino, Campodónico ocupa el lugar que más le gusta: medio al costado. Quiere estar en la foto, pero no adelante ni en el lugar central.

Porque el músico no es de esos que parecen vivir para que otros le presten toda la atención. Más bien, parece contentarse con algo, no mucho, de ella. Él emplea el término “pudoroso” cuando se refiere a sí mismo como figura más o menos pública. Un poco de exposición está bien pero para todo lo demás están otros, se llamen estos Fernando Santullo o Gustavo Santaolalla.

Incluso cuando se presenta en formato solista suele ceder buena parte del protagonismo. Ser, por ejemplo, el cantante de una agrupación parece darle algún escalofrío. Asumir ese papel, dice en una parte de la charla, es un “compromisazo”.

El instrumento

Juan Campodónico
Foto: Matilde Campodónico.

—Ahora que entró otro guitarrista más a Peyote Asesino, ¿cómo te llevás con él?

—Muy bien. Matías entró en un momento en el cual Carlos tuvo un problema de salud y se integró de manera muy natural, porque él nos había escuchado mucho de adolescente y se sabía todos los temas.

—Y de los dos. ¿cúal es el mejor guitarrista, técnicamente hablando?

—Él (se ríe). Por ejemplo: cuando estábamos grabando Serial, en un parte yo había escrito un riff de guitarra pero en la computadora, no en el instrumento. Y cuando lo fui a tocar, no me daban los dedos, no me salía. Vino Matías, “tururururu”, y salió. Sin problemas (vuelve a reír).

La guitarra, que lo puso en el mapa, ya no es el principal instrumento de Campodónico. Como él mismo dice, ahora su instrumento es el estudio de grabación, donde hace de todo un poco.

Juan Campodónico
Foto: Matilde Campodónico.

A ese instrumento él empezó a tocarlo antes de cumplir los 30 y ahora que tiene 50 ha alcanzado cierta comodidad en sus habilidades como “instrumentista”: “Siento que estoy en un momento de cierta plenitud. Tengo una trayectoria que me hace sentir bastante... cómodo”.

—¿Cómodo o confiado?
—No, confiado nunca. Siempre es un desafío producir un disco. Cada proyecto tiene sus cosas, y mi responsabilidad es que esa obra sea lo más interesante y atractiva posible. Sos el responsable de que eso ocurra. Como un director de cine: no sos el que pone la cara, no escribiste la historia y no hiciste ni los decorados ni la fotografía. Pero sos el responsable.

Sus cosas

Un riff de guitarra
La guitarra de Eddie Van Halen
Unsung, de Helmet

Ahora que Peyote Asesino está de nuevo en actividad, Campodónico está exultante porque vuelve a tocar la guitarra.

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un plato 
Pollo con mole
Pollo con mole

Ese plato es uno de los tantos recuerdos de sus años en México, país al que vuelve todo lo que puede. “Es como volver al barrio de la infancia, solo que en este caso el barrio en cuestión está muy lejos”.

una obra de teatro
La ira de Narciso
La ira de Narciso, de Sergio Blanco

Su padre fue uno de los fundadores de Teatro El Galpón (hoy, una de las salas de ese complejo lleva el nombre “César Campodónico” en homenaje y conmemoración al padre de Juan). El teatro siempre estuvo presente en su hogar.

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