Tatiana Scherz Brener
Jorge Bucay es médico y terapeuta y ha publicado más de 20 libros, pero no se define a sí mismo como escritor: “Un escritor es una persona que hace de su pluma un pincel y que puede inventar una historia donde no existía nada. Para ser escritor hay que ser un artista de la literatura. Yo soy un terapeuta que escribe”, afirma en diálogo con Revista Domingo.
Nació en Buenos Aires, Argentina, el 30 de octubre de 1949. Su madre siempre decía que él iba a ser médico y empezó la carrera de Medicina “con ese designio”. Al principio quería ser pediatra, porque le encantaba la idea de trabajar con niños. Sin embargo, pronto sus planes cambiaron: “Me di cuenta que no iba a poder soportar el sufrimiento o la muerte de los chicos, que había que tener otro corazón para poder hacer eso”.
Entonces, decidió ir por el lado de la psiquiatría infantil, pero para especializarse en eso primero debía hacer el posgrado en psiquiatría de adultos. Allí los planes volvieron a cambiar: “Empecé a estudiar psiquiatría de adultos porque así me obligaba mi vocación y me gustó, me gustó mucho. Me enamoré de la profesión y me quedé ahí”.
Libros con muchas preguntas.
La cuestión de la escritura surgió después. No lo buscó, sino que llegó a él en forma de regalo, literalmente.
Solía escribir “resúmenes didácticos” de las sesiones con sus pacientes que luego estos se llevaban para leer cuando fuera necesario. Para el cumpleaños número 30 del terapeuta, un grupo de pacientes decidió juntar todos esos cuentos en un libro, con la sugerencia de que lo publicara.
“Primero pensé que era una locura, pero después me gustó la idea, lo probamos y funcionó”, recuerda Bucay. Así surgió Cartas para Claudia (1986).
Luego llegó Recuentos para Demián (1994), un libro que juega con la manera en la que el terapeuta trabaja con los cuentos en el consultorio. Y, uno a uno, fueron llegando más, como Cuentos para pensar (1997) y De la autoestima al egoísmo (1999), entre otros.
La escritura se dio así, por casualidad: “Juro que no quise, juro que sucedió. Y bendigo el momento en que sucedió”.
Sus libros hablan de desarrollo personal, no de autoayuda práctica. Él entiende esta última como “una especie de how to do it, como recetas de cocina para conseguir algunos logros”. Y asegura: “Han tenido mucho auge durante algún tiempo, pero no tiene nada que ver con lo que hago. Los libros de autoayuda prácticos dicen ‘haga esto y le va a ir bien’. En cambio, en los libros que escribo no hay respuestas, sino muchas preguntas”.
Muchas veces, estos textos son herramientas útiles en el proceso de sanarse a uno mismo. Para Bucay, los caminos de autosanación no solo son válidos, sino que son la base de todo tratamiento: “Sin tu propio aporte, nadie podría ayudarte”. Considera que lo que hace el terapeuta es “brindar herramientas para ayudar a entender el proceso interno, pero quien tiene que dar el primer paso para salir de su encierro es uno mismo”.
“A veces hace falta un terapeuta que te diga la puerta está, el camino está, fíjate por allá, mirá por acá, lee esto, pensá en esto otro, y ahí vas a encontrar la puerta”, dice.
Ansiedad y depresión.
Vivimos en tiempos que son cada vez “más rápidos y turbulentos”, expresa el terapeuta. Si bien entiende que es imposible saber con exactitud cuánta ansiedad y depresión había en el pasado, sí percibe que esta medida ha venido en aumento. “Creo que hay más ansiedad y depresión porque hay más frustración y más urgencias”, sostiene.
Dado su interés por los temas de salud mental y también su amistad de muchos años con el Rabino Eliezer Shemtov, el domingo pasado participó en la presentación del libro Homo complicatum. 48 herramientas milenarias para lidiar con la ansiedad y la depresión, escrito por el rabino.
Según Bucay, los aportes que la religión puede dar en el área de la salud mental “son un privilegio para pocos, lamentablemente”. En este sentido, expresa: “No todo el mundo puede amoldarse a una herramienta como la religión, ya sea por un tema ideológico, por miedo, o por una resistencia aprendida. Pero cuando podés transitar esa vereda con fe, convicción y vehemencia, no tengo ninguna duda de que podés aprender”.
De hecho, Eliezer Shemtov destaca que la conversación con Bucay fue una oportunidad para que muchas personas se pusieran en contacto por primera vez con una perspectiva judía, religiosa y bíblica de la salud mental: “El libro ofrece un punto de vista que quizás es muy diferente a lo que la gente está acostumbrada, pero justamente por eso es que puede aportar algo nuevo”.
Sobre esta publicación, Bucay comenta: “El rabino toma 48 conflictos que se ven reflejados en las fuentes judías y los actualiza para utilizarlos como herramientas. Es muy original y muy difícil, nadie que no sea rabino o que no conozca mucho la filosofía judía podría haber escrito algo así”.
En el consultorio, el terapeuta ha acudido algunas veces a la religión para apoyar el proceso de sus pacientes. “En ocasiones he recomendado que luego de hablar conmigo conversaran con su sacerdote, su rabino o su contacto con la fe, porque eran temas donde la fe tenía un peso muy importante”, cuenta. Por ejemplo, cuando un paciente tenía un familiar con una enfermedad “muy difícil”, a veces aconsejaba ir a la iglesia o al templo. “Siempre ha sido beneficioso”, afirma.
Homo complicatum está basado principalmente en la filosofía jasídica, una línea dentro del judaísmo ortodoxo, y no busca dar “respuestas inmediatas” sino “arrojar luz sobre la esencia de los problemas”. Se trata de entender los conflictos de nuevas maneras para quizás así poder encontrar alguna solución. Todo esto siempre aplicado a la ansiedad y la depresión.
En el caso de Bucay, no suele escribir libros sobre patologías específicas, pero las publicaciones que más se aproximan a estos temas son Las tres preguntas. ¿Quién soy? ¿Adónde voy? ¿Con quién? y De la autoestima al egoísmo, señala. Sobre el primero dice que es un acercamiento más filosófico y sobre el segundo explica que allí habla de “los tres impedimentos para ser quien uno es, que son el miedo, la culpa y la vergüenza, tres fuerzas que tienen mucho que ver con la depresión, la ansiedad y el mal vivir”.
El cambio permanente.
Según Bucay, el concepto de salud mental “va cambiando a medida que va cambiando el mundo, porque cambia el concepto de la medicina, la psiquiatría, la biología, el amor, el sexo, la convivencia…” Al día de hoy, por ejemplo, entiende que salud mental también tiene que ver con “la capacidad para optimizar tu rendimiento, porque estamos en un mundo donde cada uno necesita dar lo mejor de sí”.
A lo largo de su carrera, ha sido testigo de avances científicos que han mejorado la vida de muchas personas. Uno sucedió durante las décadas de 1960 y 1970, con la aparición de los medicamentos para tratar patologías como la esquizofrenia u otras relativas a la “psiquiatría dura”: “No es la solución definitiva, pero mucha gente que estaba condenada a una vida encerrada en un sanatorio, hoy tiene una vida casi normal gracias a esa medicación”.
Además, ha visto cómo han surgido herramientas psicológicas que permiten dar “soluciones nuevas a problemas viejos” o aplicar “soluciones viejas a nuevos problemas”. A modo de ejemplo, señala: “Hoy podemos trabajar con un grupo de personas que padecen patologías diferentes y manejar técnicas grupales que antes no existían. También aprendimos a utilizar el teatro como un recurso de sanación”.
Así como todo avanza y se transforma, la escritura de Bucay ha ido cambiando a raíz de su contexto. “Uno va escribiendo a medida que vive”, asegura. De hecho, relata que cuando transitaba sus “años de descubrimiento”, escribió El camino de la autodependencia, y cuando transitaba por momentos donde “tenía que responder algunas preguntas internas”, escribió Las tres preguntas.
“Hoy, si tuviera que escribir un libro, trataría de hacerlo sobre la tercera etapa de la vida, que es en la que estoy”, reflexiona.
— ¿Lo vas a hacer?
— No lo tengo en la cabeza, pero ojalá que sí. Me ayuda mucho escribir libros, más que leerlos. Pero como no soy escritor, no puedo saber si va a salir, porque solo escribo cuando ya sé qué es lo que voy a contar.
Cine, música y literatura.
Jorge Bucay adora la película estadounidense Rain Man (1988), dirigida por Barry Levinson y protagonizada por Dustin Hoffman y Tom Cruise. La trama, de hecho, toca el tema de la salud mental, en tanto sigue el vínculo de dos hermanos, Charles y Raymond, de los cuales el mayor es autista.
Si tuviera que elegir un artista, Bucay se quedaría con Ástor Pantaleón Piazzolla (1921 - 1992), bandoneonista y compositor argentino. Se dedicó a la ópera y al tango, y sus obras devinieron en un original estilo denominado nuevo tango, donde integraba elementos del jazz y de la música clásica.
Su libro favorito lo escribió su hijo, el médico y terapeuta Demián Bucay. Se llama Manual para estar en pareja y trata sobre los temas que influyen en la construcción y el mantenimiento de una relación de pareja armoniosa. Allí refiere a su experiencia clínica y a ejemplos de la literatura y el cine.