Hombre "reality" se defiende

Marcos Gorbán se ganó el mote de "hombre reality" por ser productor general de todas las ediciones de Gran Hermano, Operación Triunfo y Talento Argentino en la vecina orilla. De paso por Uruguay para presentar su primer libro, habló de los entretelones de esos ciclos, las críticas a la TV basura, y hasta su pasado como militante de la Juventud Comunista.

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"Toda la discusión (sobre la TV basura) parte de subestimar al público. ¡Qué problema! Porque la gente no sabe elegir un programa, pero elige un presidente".

GABRIELA VAZ

Varios minutos habían pasado desde la hora pactada para la finalización de la charla, pero la mayoría de los estudiantes de comunicación reunidos en el auditorio de la Universidad ORT no tenía intención alguna de moverse. La clase-entrevista formada se había vuelto más que interesante y las preguntas nacían a borbollones. ¿Esperaban el éxito del primer Gran Hermano? ¿Por qué eligieron a Marianela en el casting para Gran Hermano 2007? ¿Por qué pusieron a Jorge Rial y sacaron a Soledad Silveyra en la conducción? ¿Alguno de los participantes tuvo problemas psicológicos? ¿Sabés si van a sacar a TVR (Televisión Registrada) del aire? ¿Por qué pensás que Cris Morena hace tantos éxitos con la misma fórmula?

Marcos Gorbán sonríe, frunce el ceño, piensa, discute y realiza confesiones que generan risas y asombro. En ningún momento acusa tedio, todo lo contrario, aunque lleva más de dos horas hablando de lo mismo: su profesión. A sus 40 años, el argentino ha sido catalogado por la prensa de su país como el "hombre reality". Se ganó el mote en los últimos ocho años, luego de estar al frente de todas las ediciones de Gran Hermano, Operación Triunfo y Talento Argentino, aunque su curriculum suma muchos otros títulos (ver servicio). Pero es sin dudas una de las voces más autorizadas en estas latitudes para hablar del polémico género televisivo.

En 2000, Telefé lo convocó para producir el primer formato con el sello de Endemol y el periodista junto a un equipo se capacitaron por seis meses con holandeses que arribaron exclusivamente para dar cátedra. "Nosotros decíamos: `¿Éstos nos van a enseñar a hacer televisión?` Y sí, nos taparon la boca", cuenta hoy. El canal apostó fuerte: ocho millones de dólares, incluida la construcción de "la casa". Ni en sus mejores expectativas esperaban lo que ocurrió. "Casi todos los GH fueron un éxito, pero GH1, al igual que GH 2007, fueron un fenómeno cultural", explica. Recaudación inicial: 16 millones de dólares.

Desde entonces, el reality quedó instalado, a pesar de las polémica y el temor de muchos a que "se comiera" al resto de los géneros televisivos. Esa percepción ya pasó, dice Gorbán. "Ya se comprobó que el reality show no le saca el trabajo a nadie. El canal que más realities produce en Argentina es Telefé, que al mismo tiempo es el que hace más ficciones, más periodísticos y más programas culturales. No hay contradicciones. Hay lugar para todos, y está buenísimo que así sea. De todas maneras, la persona que dijo `soy actriz y quiero actuar`, durante una entrega de los Martín Fierro, fue María del Carmen Valenzuela. Una actriz genial, la admiro profundamente, y estoy contento de que haya ganado un certamen como Bailando por un sueño… ¿Viste que hay lugar para todos?".

El productor defiende su producto a capa y espada, así como a la televisión en general. Una y otra vez repite que los críticos de contenidos no hacen más que subestimar al espectador, que pensar que unos entienden mejor que otros lo que "debe" tener lugar en pantalla es pura cuestión de soberbia.

El debate sobre estos formatos trasciende fronteras, pero lo cierto es que en cada lugar se ha adaptado de manera diferente, reflejando las respectivas idiosincrasias. En la charla para estudiantes en Universidad ORT -a donde también estuvo para presentar su primer libro (ver recuadro)- Gorbán cuenta que periódicamente productores de GH en 22 naciones del mundo se reúnen para dar cuenta de las innovaciones que incorporaron al programa en su país. "Es como la ONU", bromea. Allí fue que atestiguó, anonadado, cómo hicieron ingresar a los participantes de Bélgica en una de las ediciones del programa. "¡Los secuestraban! A los que habían hecho el casting y les avisaron que estaban preseleccionados, tres tipos encapuchados los metían en una camioneta y de ahí los llevaban a la casa. Yo no podía salir de mi estupor. El español decía: `¡Eso en mi país lo hace la ETA!` La única respuesta que obteníamos es: `Bueno, ¡es Bélgica!`. Nunca entendimos qué habrá pasado en Bélgica que algo así es visto como normal".

De esas reuniones, los productores argentinos obtenían nuevas ideas para los juegos y reglas de "la casa" y es donde debían reportar las propias. Todo queda documentado; improvisación cero. Con la misma rigurosidad se elige a los participantes, según el periodista. Por ejemplo, deben asegurarse de que tengan una estructura de personalidad que les permita soportar las condiciones de encierro, y la repentina fama posterior. "GH es una experiencia muy dura. El aislamiento y el juego de resistencia lo son. Todos tenemos herramientas que nos permiten defendernos de situaciones que nos angustian: salís a caminar, a correr, a jugar, te juntás con amigos, llamás a tu vieja, te sentás a mirar tele. Todo eso es lo que no hay en GH. Entonces tenés que poder resistir una situación de mucho estrés. No todo el mundo puede", dice Gorbán. De hecho, los productores han descubierto que un 25% no está capacitado en ese sentido. "GH no es `la vida misma`", asume.

Parte de ese descubrimiento se ha dado en los castings, en donde los productores ven desfilar los discursos más insólitos (uno de los cuentos del libro lo refleja con claridad). No ha faltado el que ante la primera pregunta -¿por qué querés entrar al programa?- respondió muy suelto de cuerpo "porque quiero ser senador por mi provincia". Lejos de ese baño de honestidad, está el grueso de los discursos. "Nos dicen lo que creen que queremos oír, entonces vienen con historias estereotipadas de sexo y dramas. Cuando movés un poco la estructura te das cuenta que te están `bolaseando`", dice, y admite que han "comprado carne podrida", sobre todo con participantes que no cuentan todo en el casting y se enteran de cosas en el programa.

"Es trabajo periodístico: te manejás con la gente que viene. A veces en el casting hay cosas que son mucho más retorcidas, pero no sé si es lo que la gente tiene ganas de ver. Son personajes redondos, que tienen mil entradas, muchos tornasoles. No son personajes buenos o malos. Por ponerte un ejemplo, si vos ponés un travesti solo porque es travesti sabés que el día equis uno le va a decir `callate que vos te llamás Juan Carlos, jaja`, y ya está, ahí se terminó la historia de ese personaje. Vos buscás gente que cuente, que sepa contar, que tenga un potencial de vínculo, que hasta si te va a mentir te cuente mentiras que valgan la pena".

-Es bien distinto de lo que se busca para Talento Argentino.

-Claro. En Talento buscás artistas, o chantas. Tiene que ver con el humor. Hay gente que cree que sabe cantar muy bien, hay gente que les pediría por favor el teléfono de su psicólogo porque tienen la autoestima blindada, y hay gente que va a divertirse.

-Se habla mucho de la televisión chatarra, que "estupidiza"…

-Sí, son los lugares comunes.

-Y en ese grupo entrarían los realities.

-Es lo más fácil. Hace unos cuantos años atrás, los músicos cultos decían lo mismo del tango. Siempre que hay un fenómeno cultural que explota, los que estaban instalados antes entran a descalificar a lo más popular. Pasó con la música, con la televisión cuando nació como medio, y con un montón de fenómenos. Ahora, a mí me gustaría ser tan inteligente y tan brillante como para poder cuantificar quién es más bruto que otro. Yo tengo mucho respeto por la expresión popular, por la expresión de la gente y por los productos que cuentan esas historias. No me parecen menos, tampoco me parecen más. El prejuicio es una cortina que no te deja ver la profundidad de algunas cosas.

-La crítica más bien viene por el lado de que la tele le da lugar a gente que no sabe hacer nada…

-(interrumpe) ¿Y quién dijo que tiene que saber hacer algo? El problema es si se pone a operar a alguien del corazón, o si es ministro de Educación.

-Pero ciertos programas argentinos contribuyen a formar esa farándula y el público ve que para ser famoso y vivir de eso basta con salir en televisión, pelearse, mostrar el cuerpo, y nada más.

-Está bien, entiendo. En Argentina hubo códigos que decían que en la televisión solo podían aparecer voces calificadas. Los pusieron los militares… Dije todo con eso. Hay que respetar las elecciones del público, que elige ver determinadas cosas, y no subestimarlo tanto creyendo que es idiota y va a creer todo lo que pasa. A veces la gente lee muy bien. Y todo el tiempo el público mismo sanciona al que se extralimita, cambiando de canal.

-Acá hubo una polémica hace unas semanas porque un informativista dijo eso: "A la gente hay que darle lo que quiere ver".

-Hay dos maneras de entender los medios de comunicación. Una es decir que tienen una obligación sobre la sociedad, de educar, complementar, informar, representar a todos los sectores, darle lugar a todas las voces. Está buenísimo. Eso es un servicio público, se paga con los impuestos de los ciudadanos, porque debe tener al aire todo tipo de contenido, aún los que no sean negocio. Eso hace la BBC de Londres, la RAI, la Televisión Española, la televisión pública del mundo. Punto. El otro sistema es decir: arréglense como quieran, se financian con publicidad. O sea, tener programas con mucho rating: llámese informativos, culos u ópera. Si mañana se descubre que la ópera da rating, vamos todos con programas de ópera. Ahora, si vas a darle a esta televisión que se sostiene con el dinero de la publicidad, obligaciones de la televisión pública, estás en un error. Canal 4, canal 10 y canal 12 viven del dinero que entra por publicidad. Claro que hay límites. La gente no quiere ver cualquier cosa. La tele se ve en familia. Cuando pusiste un contenido en el que te fuiste mucho más allá de la raya, la mamá cambia el canal. Toda esta discusión parte de subestimar al público, de creer que no es capaz de elegir por sí mismo. ¡Qué problema! Porque el público no sabe elegir un programa de televisión pero puede elegir un presidente. Me parece que no es justo.

Similitudes con la realidad son Pura Coincidencia

"Cuando era chico decía que iba a escribir un libro y un día me dijeron: `Vas a cumplir 40, dejate de joder y asumí que ya sos grande`", se ríe Gorbán al contar el origen del conjunto de relatos que bajo el nombre de Pura coincidencia (Galerna, 2008) presentó en Uruguay.

El título toma prestada la frase que antecede a las ficciones televisivas del otro lado del Plata: "Las escenas y los personajes que aquí se cuentan pertenecen a la ficción y nada tienen que ver con situaciones reales. Han sido descritas especialmente para el programa. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia".

Eso mismo asegura el periodista sobre esta obra, aunque también admite que refleja muchos aspectos de su experiencia. De hecho, al descubrirlo el lector puede quedar muy intrigado acerca de qué parte es fantasía y cuál podría ser la más cruda verdad. "No tiene mucha relevancia hasta dónde llegan los límites de la realidad y dónde empieza lo inventado. Eso queda en la imaginación de los lectores. Tampoco lo tengo claro yo", juega el autor en el prólogo.

Todas las historias que asoman en el libro podrían haber sido atestiguadas o protagonizadas por Gorbán perfectamente. Entre ellas se cuentan la experiencia de un equipo de jóvenes realizando casting que busca participantes para un reality, un productor que recibe cartas dirigidas a "Marce" con ideas para hacer cámaras ocultas, un pleito por protagonismo entre dos luchadores de Titanes en el Ring en el Luna Park, vaivenes en la interna de una agrupación política referida como "el Partido", desilusiones vividas en la sala de redacción de un diario, un encuentro entre un productor que dice ser el Oso Arturo para llamar la atención de una chica en un boliche nocturno, o conversaciones entre un padre y su pequeño hijo Nicolás (el mismo nombre del hijo varón de Gorbán) frente a la pantalla del televisor, entre otros.

"Lo que hice fue llenar con ficción los espacios que la realidad dejaba, para lograr que fuera una buena historia. No son historias que hayan sido ciertas, pero merecían serlo, o podrían haberlo sido, o en parte lo fueron, pero retocadas para que parezcan mejores. Algunas fueron 100 por ciento reales, nunca te diré cuáles. En el sondeo que hice con la gente que ha leído el libro, nadie acertó. Me ha pasado que me preguntan quién era Fulano de tal, y Fulano de tal no existe y nunca existió".

Entre todos los cuentos, algunos están escritos desde hace años y otros Gorbán los terminó entre Gran Hermano 2007 y Talento.

El personaje

¿Quién es marcos gorbÁn?

Marcos Gorbán, de 40 años, está casado con la actriz Silvina Acosta, con quien tiene dos hijos: Nicolás (10) y Camila (8). Fue

productor general de todas las ediciones de Gran Hermano, Operación Triunfo y Talento Argentino, de la telenovela El Deseo (protagonizada por Natalia Oreiro) y del programa de entretenimientos Todos al Diván. También fue productor -ya no ejecutivo- de las cámaras ocultas de VideoMatch en 1996 y del programa de investigación periodística Edición Plus. Trabajó con Julián Weich en 360 Todo para ver y en el noticiero Telenoche, de Telefé. Antes estuvo en el periodístico Las patas de la mentira, que buscaba actos fallidos de los políticos. Su carrera en los medios comenzó en 1989, cuando fue cronista del diario Clarín.

Productor de pasado comunista

El "hombre reality" que hoy defiende contra viento y marea el aspecto mercantil de la tevé como negocio del entretenimiento es el mismo que en su juventud adhirió al Partido Comunista. Algunos cuentos del libro se sirven de su experiencia en las entrañas de los comité para alimentar anécdotas con militantes, siempre navegando entre realidad y ficción.

-¿Es una contradicción ese pasado con lo que hace hoy?

-(Aspira)… No, no hay una contradicción. Sí hay un aprendizaje. Cuando yo militaba en la izquierda hablaba de la gente a la que quería concientizar, o guiar, de la misma manera que escucho hoy a mucha gente hablar de la televisión. Yo estuve en ese lugar, diciendo: "Son unos ignorantes, se van a dar cuenta cuando tomen conciencia". Mirá cuánta soberbia. Desde el lugar de tutor moral: "Yo sé lo que es bueno para vos" (se ríe). ¡Dejame a mí con mis decisiones! Y ahora que trabajo en este lado, en la televisión, que no es contradictoria con mi ideología, sí veo a mucha gente hablando de las elecciones populares de la misma forma que yo hablaba cuando era tan elitista. Veo claramente el prejuicio en la mirada, que creo es algo que en mi militancia me hizo mal. Nos llevó a equivocarnos mucho.

-Si bien ya no milita, ¿sigue comulgando con esa ideología?

-Tengo mis diferencias ahora, desde un lugar de mucho respeto. Reivindico absolutamente la buena intención de los que militábamos. Esos mismos sueños siguen estando. ¿Quién no quiere que la gente esté mejor? ¿Quién no quiere terminar con la injusticia? Ahora lo veo desde un lugar menos iluminado. Uno se creía casi como tocado por un pastor religioso que le había dado la luz que había que llevarle a los pobres. Ahora soy un poco más humilde.

-¿Qué opina de los Kirchner?

-Es difícil. En los primeros años, coincidí con muchas cosas. Ahora coincido con muchas de las políticas que implementan, pero difiero absolutamente con cómo las implementan. Me encanta el fondo, me chocan las formas. A veces me gustaría decirles: ¿No se dan cuenta que los quiero querer? Es medio raro.

-¿Y de la Ley de Medios?

-Es muy complejo. Es mucho más profundo que la lucha entre Clarín y (Néstor) Kirchner. El problema grave es que la polémica se reduce a eso. Y no es eso. No creo que muchos de los que discuten hoy la ley la entiendan. Pero el tiempo decanta siempre y supera. Y mejora.

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