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La historia de Reed Hastings, de una multa en Blockbuster al imperio Netflix

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Reed Hastings, CEO y fundador de Netflix

NOMBRES

El CEO y cofundador de la plataforma de contenidos empezó enviándose un DVD por correo con su socio. Hoy tiene un capital billonario.

La historia oficial dice que Netflixnació de una frustración. Años 90, esplendor de Blockbuster, Reed Hastings se demoró seis semanas en devolver el VHS de Apolo 13 y le cobraron US$ 40 de recargo. Le molestó tanto, le dio tanta vergüenza, que se le ocurrió que debería haber un servicio para rentar vía Internet y que llegara por correo, sin mora ni fechas de vencimiento. Tan simple como eso, parecería, fue la etapa “neolítica” de Netflix si se lo pinta con el romanticismo con el que se ha vendido, por años, el surgimiento no solo de la compañía sino de uno de sus emblemáticos fundadores y CEO en la actualidad: Reed Hasting, el vendedor de aspiradoras que se convirtió en uno de los empresarios más importantes del mundo del entretenimiento.

La historia contada por el otro fundador, Marc Randolph (se fue de Netflix en 2002 para seguir su propio camino) es un poco menos “fantasiosa” (ver recuadro), pero ha dicho, ante todo, que la fantasía fue acordada porque tenían que transformarse en algo que resonara, en una anécdota vendible, que atrajera los ojos de la prensa hacia ese posible futuro pez gordo de Silicon Valley. Lo que sí afirmó Randoplh sobre su exsocio, lo dijo en una entrevista con The Business Journal, es que, ya a primera vista, le pareció un tipo “intenso y obviamente brillante”, que siendo empleado de él en Pure Software lo invitaba a hacer viajes de avión juntos y que en esas charlas surgieron lluvias de ideas que terminaron por ser Netflix. “Te subías al avión y, básicamente, antes de que tu cinturón de seguridad estuviese puesto, Reed se inclinaba. Luego comenzaba una intensa discusión, tutorial y exploración de ideas que continuaron implacablemente. Y yo pensé: ‘Mierda, este tipo tiene una capacidad increíble’”.

La versión de Marc Randolph

Marc Randolph, que estuvo a la par de Hastings en Netflix hasta 2002, contó a The Business Journals que la “génesis real” de la plataforma estuvo cuando unos meses después de que lo contrataran para Pure Software, esta entró en una crisis y se quedaron “sin empleo”. Su ventaja, añadió, fue que estaban sin trabajo en Silicon Valley, por lo que pusieron todas sus energías en pensar una alternativa innovadora.

Las aspiradoras

Era un trabajo de verano y se convirtió en algo de un año. No tanto por necesidad económica —es hijo de un abogado que trabajó como asesor para el gobierno de Richard Nixon— sino por caminar por Boston— su ciudad natal-, ir a la puerta de potenciales compradores, conocer personas diferentes, nutrirse de conversaciones triviales y entrenarse para hacer que otros compraran aspiradoras. “Me encantó, por extraño que parezca. Tienes la oportunidad de conocer a muchas personas diferentes”, dijo al The Bowdoin Orient y añadió: “Fue un camino de pasión por lo que estaba haciendo en ese momento”.

Lo que vino después fue, casi, el camino típico que siguen esas mentes brillantes que crean empresas millonarias.

Se formó en matemáticas en la Universidad de Bowdoin. Tuvo las calificaciones más altas, recibió un premio por eso, hizo de tutor para alumnos de grados inferiores y pensó métodos de estudio y enseñanza que luego se replicaron por unos 10 años. Recibió su diploma en la primavera norteña de 1983. Los que lo vieron pasar por Bowdoin lo definieron, ante el periódico de la misma universidad, como alguien con “confianza sin arrogancia”. “Tiene el deseo de hacer que las cosas funcionen bien y ponerlas en marcha”. En el medio hizo un intercambio en Inglaterra y se tomó unas vacaciones largas para recorrer el norte de África a dedo.

Luego se fue por unos años con el cuerpo de paz a Suazilandia, allí dio clases de matemáticas en escuelas y aprendió que la educación era una de sus pasiones —hoy es una de sus principales causas benéficas—. Vivió con una familia del lugar, caminó por valles, convivió en la escuela con otros profesores, jugó a las cartas, bebió cerveza, se aburrió de la monotonía. Al tiempo, cuando regresó a Estados Unidos, empezó su primera compañía, Pure Software —donde conoció a Marc Randolph—, a la par que hacía su posgrado en inteligencia artificial en Standford (allí se graduó, entre otros, el “padre de Internet”, Vinton Cerf).

De ahí en más, trabajó en su camino para el éxito sin olvidar que una vez su plenitud estuvo marcada por “enseñar, inspirar y desarrollar” a otros.

La receta para el éxito

Su filosofía como jefe de Netflix es la de dar la máxima libertad al empleado. Eso sí, la libertad conlleva honestidad y, como tal, a veces, puede ser un poco duro. “Muchas compañías pretenden ser como una familia y luego tienen que despedir gente. Una gran familia se mantiene unida, sin importar lo que pase: si un hermano es algo loco y disfuncional, todos lo cuidan. Y eso es lo que admiramos en una familia. Un equipo también es grandioso, pero de una forma distinta. De lo que se trata realmente es del desempeño y de cómo se combinan durante los partidos para lograr algo increíble. Nosotros tratamos de ser muy honestos y directos sobre esto. Creo que al decirle a las personas la verdad, construimos un sentido de confianza, aun si se trata de una situación difícil. Entonces: nosotros no tratamos de hacer feliz a la gente, intentamos que la gente sea productiva”, dijo Hastings a Clarín. Sobre su filosofía como empresario y jefe escribió un libro que publicó en 2020, Aquí no hay reglas: Netflix y la cultura de la reinvención.

Las claves según el empresario

Tanto en su libro de 2020 como en las diferentes entrevistas que ha dado, Reed Hastings comparte algunos de sus “secretos” para que Netflix sea una empresa moderna y adecuada a los tiempos que corren, para clientes y trabajadores. A Clarín le dijo: “Preferimos tener 10 personas extraordinarias con mucho talento y grandes habilidades para trabajar en equipo, que 20 personas promedio que jueguen mal en equipo. La densidad de talento se trata de tener menos personas pero que sean efectivas juntas”. Otro principio que maneja Hastings con sus empleados es el de la transparencia, es decir, que todos los empleados estén al tanto de la información, incluso confidencial, que se maneja en la empresa. Este año tuvieron un problema con una filtración de datos y, aunque Hastings no se pronunció en ese momento, en Aquí no hay reglas escribió: “En el mundo financiero esto se ve como imprudente, pero nunca se ha filtrado la información. Cuando un día se filtre, que imagino que sucederá, no nos llevaremos las manos a la cabeza. Gestionaremos ese caso y continuaremos con nuestra transparencia”.

Netflix no fue siempre el éxito que se ve hoy reflejado en el patrimonio de más de 5 billones de dólares de Hastings. Ni en los alrededor de 100 mil suscriptores al día que ha tenido la compañía en sus mejores picos. Ni en la constante producción que, a pesar de generar un torbellino de películas de mala calidad pero fácilmente masificadas, también surgen títulos de los que llegan a los Oscar y otras premiaciones de prestigio. Sin ir más lejos, en 2021 cinco producciones originales de Netflix se llevaron una estatuilla. Pero no, no siempre fue un éxito.

En aquellos años 90 Hastings, junto a Randolph —a quien invitó a probar suerte con este nuevo negocio porque ya sabía que trabajaban bien juntos— hicieron un primer intento de un catálogo de películas por correo y fracasó. Era 1995, las cintas seguían saliendo en VHS y el material era tan frágil que no soportaba el transporte. Abandonaron y retomaron poco más de un año después.

La anécdota que sigue, y esta sí fue cien por ciento corroborada por Randolph, es que cuando aparecieron los DVD probaron enviarse uno entre ellos para ver si llegaba en buenas condiciones. Funcionó y decidieron que era momento de hacer de Netflix (al principio se llamaba Kibble) un negocio; era 1997.

De nuevo algunos fracasos, pérdidas, el intento fallido de ser comprados por Blockbuster, la supervivencia y el gran paso que sucedió 10 años después.

Lo que se perdió Blockbuster

En los 2000, con pérdidas grandes, Reed Hastings y Marc Randoplh recurrieron al dueño de Blockbuster para que los comprara por US$ 50 millones. Netflix sería el universo virtual de la compañía de locales de alquiler de películas. El director de Blockbuster, John Antioco, los rechazó y dijo que cuando llegara el momento de adaptarse a lo digital, ellos mismos se encargarían. Blockbuster cerró en 2014.

En 2007 Netflix lanzó su oferta de contenido online; en 2011 empezó con el contenido original. 

A la par, elcreador de la plataforma que, dicen, “revolucionó la forma en que se entretiene el mundo”, mantuvo una vida discreta. Se casó con Patty Quillin —con ella lleva adelante su lado filantrópico—, se compraron una casa en California por US$ 1,5 millones, se toman seis semanas de vacaciones al año y predica sobre su forma de llevar adelante una empresa gigante. El éxito, dijo en una entrevista TED, fue en gran parte gracias a Internet: “Todo es culpa de Internet que va rápido, ¿entiendes? Todo se mueve muy rápido (...) Nacimos con DVDs y sabíamos que eso iba a ser temporal. Entonces te salta la paranoia de qué vendrá después y eso es parte del ‘ethos’ fundador, es realmente preocupante”.

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