Con todos los mitos que se han creado en torno a Internet, no es sencillo delimitar el acceso a ese nuevo mundo. Los adultos nos encontramos a medio camino entre la fascinación, el temor y el desconcierto frente a las cosas que hacen los jóvenes en la red. Para los padres se ha vuelto necesario conocer los beneficios y peligros de este mundo. Los autores pretendemos que este libro sea una ayuda para comprender los fenómenos que ocurren en la pantalla y una guía para actuar con cordura y conocimiento de causa". Así introducen Roberto Balaguer y Cristina Canoura al libro Hiperconectados, una guía para nativos digitales (Aguilar), donde el psicólogo que por diez años se ha dedicado a investigar el impacto de las nuevas tecnologías y la periodista especializada en salud, ciencia y tecnología invitan a despojarse de prejuicios e intentar entender mejor el mundo virtual y sus impactos.
Aquí, un adelanto del libro que sale a la venta esta semana.
Y ahora… ¿qué hacemos? Me genera cierta inseguridad desconocer qué hacen exactamente tantas horas en el msn, por qué lugares navegan, a qué se exponen. Uno de mis hijos, adolescente de 16 años, durante la época de clases no ofrece ningún problema en cuanto a limitaciones de horarios con la computadora, pero desde que empezaron las vacaciones pasa las noches enteras conectado (enteras, desde las 23:00 hasta las 5:00 o 6:00 de la madrugada), chateando y no sé qué más. Además, es el único en casa que, cada vez que entra alguien, esconde inmediatamente lo que tiene en la pantalla. Por supuesto que cuando le pregunto qué hace, las respuestas son vagas y con pocos detalles. Además, él lo sabe todo en materia de seguridad y sabe cómo cuidarse. De todas formas, no veo claramente si se está perjudicando en algo, pues duerme hasta las 14:00 horas. Después en la tarde se va a jugar al fútbol con sus amigos o se van en bici hasta la playa, además hace deportes, es buen estudiante… De verdad, ¿le hará mal estar tantas horas en la computadora?
El testimonio de Claudia, madre de tres varones de 18, 16 y 10 años, refleja una de las tantas preocupaciones de los padres actualmente. ¿Qué hacemos con esta máquina infernal? ¿Dónde la ponemos? ¿Está bien controlarlos y ponerles normas? ¿Existen programas o sistemas que permitan limitar el tiempo en la computadora? ¿Es posible llegar a un acuerdo con los chicos para que sepan de antemano que vamos a supervisar su uso del msn? ¿De qué manera podemos leer sus conversaciones? ¿Podemos hacerlo? ¿Es correcto invadir su privacidad de esa manera? ¿Hasta dónde va el control y hasta dónde la confianza? ¿Qué edad mínima deben tener para poder participar en redes sociales como Facebook? ¿Está bien que no respeten esa edad mínima porque nadie lo hace? ¿Cómo les hacemos entender, con ejemplos claros, el peligro que implica que divulguen sus datos personales o los de su familia en la red? (...)
Pero en cualquier caso, aparecen los motivos de alarma para los padres. Por ejemplo, uno de los últimos informes de una de las grandes compañías de software advierte que más de la mitad de los jóvenes que navega por la red se contacta con desconocidos.
"Mi hijo es uno de ellos", concluyen seguramente los padres, sin saber que, en realidad, la totalidad de los jóvenes, y no un porcentaje determinado, en algún momento se ha encontrado con desconocidos en el espacio virtual. Es parte de la vida adolescente que eso suceda. Y es parte de las vicisitudes actuales de los que transcurren buena parte del tiempo en la pantalla. Es que, en la esencia de una tecnología como el msn o de redes sociales como Facebook está justamente en conocer gente nueva. La cuestión reside en poder enseñarles a manejarse con prudencia.
Un altísimo porcentaje de los jóvenes en todo el mundo (9 de cada 10) está en las redes sociales y tiene su msn. Estos elementos hoy son parte constitutiva del ser adolescente y de cómo se desenvuelven las relaciones sociales. Para la socialización actual es más preocupante que los jóvenes no los usen que el hecho de que hagan un uso intensivo.
Las mamás como Claudia no deberían preocuparse si sus hijos, en períodos de vacaciones, pasan más horas de las debidas enchufados. Es tiempo de ocio, de socialización y enriquece la vida en la medida en que se inserte dentro de un grupo de actividades más amplias. Si solo hay conexión, ahí sí hay que empezar a estar alerta, y una luz amarilla debe encenderse.
Que los padres y educadores puedan conocer cuáles son los entornos en los que crecen y se desarrollan las nuevas generaciones y qué características tienen, es uno de los objetivos principales de este libro. Es necesario desmantelar miedos y dejar de lado prejuicios para poder poner límites adecuadamente, sin ser chantajeados con eso de «vos no sabés nada, no entendés nada de esto».
El 64% de los adolescentes conectados dice saber más de Internet que sus padres. El 66% de los padres lo reconoce como cierto. (...)
Lo cierto es que los niños y adolescentes pasan muchas horas solos. Los padres regresan a la casa tarde y el espacio compartido se destina a cenar lo más rápido posible, terminar las tareas domésticas para poder irse a dormir y retomar al día siguiente una rutina que raramente se corta los fines de semana.
Cuando la computadora se utiliza como chupete electrónico o niñera digital se abona el terreno para el sobreuso, el abuso y para que los jóvenes queden más vulnerables.
Los menores que están solos muchas horas del día se enfrentan a una encrucijada. Por un lado, se aíslan y son distantes desde el punto de vista afectivo; por otro, la computadora puede ser su salvadora ante el acecho de males peores como la depresión. A través de esta peculiar máquina conocen gente, desarrollan determinadas habilidades, prueban sus saberes, reciben estímulos. No alcanza con desenchufarlos. Hay que entender qué es lo que les brinda la computadora para lograr que crezcan con un desarrollo armónico y equilibrado.
(...) En tiempos en que el mundo se percibe como hostil y en los que los padres no quieren que sus hijos salgan a la calle a jugar, la pantalla se ha transformado en una solución eficaz.
De paradojas y actitudes parentales
La paradoja de la actualidad es que los padres quieren que sus hijos salgan a jugar a la calle y, a la vez, cuando éstos piden para salir, surgen temores al afuera.
La socialización en redes forma parte de las nuevas modalidades de relacionamiento juveniles.
Conocer qué hacen, con quiénes chatean, cuántos y quiénes son sus amigos de Facebook o sus contactos del msn nos dará herramientas para guiarlos en este nuevo mundo.
Prohibirles socializar allí es un despropósito.
Dejarlos en total libertad, sin reglas ni límites consensuados, también es un despropósito.
No conocer lo que hacen allí porque a nosotros, como padres, no nos guste, es una actitud prescindente y que los hace más vulnerables a los peligros.
Los padres deberán manejarse entre el control y la confianza para dar más espacio al desarrollo de personalidad.