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Fabiana Mainero, la uruguaya sueña con que sus vestuarios lleguen Hollywood

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Fabiana Maneiro tiene un galpón entero repleto de ropa de época. Foto: Leonardo Mainé.

HISTORIA

Empezó a coleccionar trajes de época por afición, monetizó el hobby y logró que sus vestuarios arribaran al cine y al teatro rioplatense. Su meta es ver esos atuendos en producciones de Hollywood.

El romance entre Fabiana Mainero (53) y el arte se remonta a la niñez y tiene una alta cuota genética. Es hija del músico yluthier Wilfredo Mainero, de la actriz Ana María Sarasola, y sobrina de Marcel Lando, cantante, compositor y actor uruguayo que triunfó como galán de telenovelas en México a fines de los 70.

Ella y su hermana Mariana revoloteaban en el taller de su padre y lo ayudaban desde que eran niñas en el armado de redoblantes y tambores. Fabiana guardaba como un tesoro los recortes de revistas donde salía Lando para llevarlos al colegio y mostrarlos orgullosa a sus compañeras de clase: “Mi tío es famoso”, repetía. Y así, mientras soñaba con llegar a ser actriz o modelo para parecerse un poquito más a su tío, empezó a mezclarse en los grupos de teatro y zarzuela que ofrecía el Colegio Pío.

En ese interín, Lando fundó una fábrica de ropa con su marca LM en México y quiso que Fabiana y su hermana fueran las modelos. A ella, que siempre le había gustado interpretar personajes, posar para esos folletos la impulsó a postularse a distintos castings para publicidades.

Más adelante, se inscribió en el Instituto de Alta Costura para estudiar diseño de moda y siguió metiéndose, de a poco, en el universo de las telas. El traje de madrina para la boda de su hermana fue su primera gran obra como vestuarista.

“En ese tiempo me cosía todo y tenía facilidad porque trabajaba como maquinista y ayudante de cortadora en una fábrica de ropa, y ellos me prestaban las máquinas”, cuenta Fabiana Mainero a Revista Domingo.

Un primer puesto obtenido por una práctica biodramática en el Instituto Nacional de Artes Escénicas (INAE) la animó a hacer talleres de cine. Esas clases y su trabajo como extra en series, películas y comerciales le permitieron vincularse con actores y actrices, y de esa forma, la colección de trajes, accesorios y objetos de época que había armado tímidamente por mero gusto personal salió de su casa en 2014 y empezó a verse en escenarios y pantallas.

“Conseguía cosas, las reciclaba y ayudaba en el grupo de teatro del Castillo Idiarte Borda o en el bachillerato artístico”, relata sobre esos primeros pasos.

Así, ese lindo pasatiempo se convirtió, sin proponérselo, en un negocio. Creó la página Estilo Antaño y su casa de Sayago pasó a ser un desfile constante de integrantes de grupos medievales que llegan en búsqueda de atuendos para lucir en eventos, motivados por el auge de esta movida.

“Los medievales me alquilan trajes para books de fotos, torneos de arquería o ferias. Lo que empezó como un hobby, algo que hacía por amor al arte, ahora se transformó también en un medio de vida, y todo suma: la actuación, los comerciales, los roles de extra”, señala.

El alquiler de una indumentaria completa (incluye traje y accesorios) vale $ 400. El precio es accesible, dice, porque muchos de sus clientes son gente del teatro comunitario, colectivos de artistas independientes y compañeros de escuelas de cine que no cuentan con un presupuesto holgado para invertir.

Se dio el lujo de vestir al elenco de El Disfrute, el último taller que dictó Luis Trochón: “Tuve el honor de poder estar con él porque fue pocos meses antes de que partiera, e hice todos los vestuarios de época (de tango, bolero, de las décadas del 30 y 40. Fue un gustazo para mí. Lo hice con muchísimo amor y él quedó muy contento”, asegura.

Parte de su colección también se puede ver enEl Cambista (2021), película de Federico Veiroj protagonizada por Daniel Hendler, Dolores Fonzi y Benjamín Vicuña, donde Fabiana participó como extra.

“Muchas veces, cuando se cita a los extras a un rodaje se les pasa el vestuario que tienen que llevar. Casi siempre, lo que lleva la gente no es lo que ellos habían pedido y terminan cambiándote. En mi caso pasaba al revés: pedían, yo llevaba, les gustaba y al otro día llevaba más trajes. Los que llevé a El Cambista gustaron, y de repente le sacaban una cosa o le agregaban otra, pero los usaban”, explica acerca de cómo logró que su colección llegara a la pantalla grande.

Un par de meses atrás recibió a un par de productoras cinematográficas en su casa para que fotografiaran sus trajes con miras a que puedan tener un lugar formal en series y filmes de primer nivel.

De cero a cien

Fabiana Mainero participó como extra en el filme "El cambista", de Federico Veiroj, protagonizado por Vicuña y Hendler.
Fabiana Mainero participó como extra en "El cambista", filme protagonizado por Vicuña y Hendler.

Fabiana tenía 8 años cuando pisó por primera vez un escenario y supo que era lo suyo. Fue para representar a un personaje de una zarzuela. Recuerda que se llamaba Garbancito y que su madre le confeccionó a mano el disfraz que usó en ese debut.

El arte siempre estuvo presente en su vida de una u otra forma. Lookearse era uno de sus juegos preferidos durante la infancia. Estudió recreación y llegó a ponerse los vestuarios de Cacho Bochinche en unas presentaciones que hizo en escuelas rurales. Fue gracias a que en la fábrica textil era compañera de Mirian Rey, esposa de Heber Rey, empleado de Canal 12, que accedió a esos trajes.

Más adelante se anotó en la escuela Esquinera para formarse en vestuario escénico con Iván Arroquí. En esas clases le encomendaban como tarea confeccionar trajes de época y así empezó a armar su colección, sin mayor ambición que cumplir con la asignatura.

El primer atuendo con el que probó su ingenio y creatividad fue la famosa espía holandesa Mata Hari. Lo hizo de cero a cien con material reciclado. Usó vestidos rotos o manchados y retazos de blusas para armar los gajos de la falda, que luego bordó a mano con piedras y perlas. Con pedazos de terciopelo de una pollera que le quedaba chica a su hija hizo el corpiño.

Poco a poco le agarró el gustito a los trajes de época y armó su colección sin invertir grandes sumas de dinero. Su modalidad consiste hasta hoy en recorrer distintas ferias, locales de segunda mano, o ir a Emaus en búsqueda de trajes enteros o piezas para reciclar: “Consigo cosas baratas que tienen algo para restaurar, algún detalle o le faltan cosas”, explica.

También concurre a remates para adquirir objetos de arte: tiene teléfonos y relojes antiguos, colecciones de guantes y bijouterie antigua.

No es habitué de mercerías porque la mayoría de los insumos que utiliza son donaciones que recibió de abuelas: “Trabajé muchos años como acompañante terapéutica de adultos mayores y me han regalado galones y muchísimas cosas de utilería. Tengo material para años”, dice.

Es más, unos amigos que saben de su afición le hicieron llegar prendas que son una reliquia: “El abuelo de ellos era diplomático, viajaba mucho y le compraba a la abuelacolecciones de Chanel y modistos de alta costura. Tenía vestidos que acá ni se veían. Cuando la abuelita ya no estuvo bien y fue a una casa de salud, me llamaron para donarme una colección de vestuarios de época, del 30 al 60, vestidos de fiesta con canutillos y tapados de piel”, revela a Revista Domingo.

Deseo

La cota de malla es lo más solicitado: tiene tres y las alquila a $450 porque en Uruguay no se hacen. Foto: L. Mainé.
La cota de malla es lo más solicitado: tiene tres y las alquila a $450 porque en Uruguay no se hacen. Foto: L. Mainé.

Los vestuarios de época la seducen, sobre todo, por su faceta de actriz: “Cuando me los pongo me siento transportada e identificada. Quiero saber cómo se sentían las personas de esa época. Me encanta hacerlos y verlos puestos en otras personas”, afirma.

No lleva la cuenta de la cantidad de trajes, accesorios y elementos de arte que acumula. Jamás hizo un inventario pero lo cierto es que en su casa hay un galpón entero, con cantidad de valijas y armarios, destinado exclusivamente a este pasatiempo que tanto le apasiona.

Lo de El Cambista no fue una excepción. Lo mismo hizo cuando le tocó ser extra en la segunda temporada de la serie El Presidente, dirigida por el argentino Armando Bó, y también recibió el visto bueno. Las agencias que la convocan como extra ya conocen su colección y fueron las propias vestuaristas de las películas en las que participó quienes la incentivaron a que empezara a alquilar sus trajes.

“Ahora empezaron a venirvestuaristas de productoras de cine como Oriental o Cimarrón a ver todo el vestuario que tengo y sacar fotos para empezar a alquilarlo para series y películas. Hace un par de meses tuve esa suerte así que si Dios quiere también van a estar mis trajes en grandes producciones”, cuenta entusiasmada y con la mira puesta en Hollywood, porque soñar no cuesta nada.

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