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El tirón de los músculos menguantes

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el ejercicio ayuda a evitar la retracción muscular

SALUD

¿Por qué lo llaman acortamiento muscular cuando quieren decir que no sabés lo que significa ‘estirar’ o que te has entregado al sedentarismo? Esta es la respuesta.

De niño tenías una flexibilidad envidiable, nadie lo duda, pero ahora te alargas menos que el golero de un futbolito. Estás oxidado y mucho menos grácil, lo que limita cada vez más la funcionalidad de tus movimientos. La cosa se agrava si tenemos en cuenta que los músculos trabajan en equipo, y cuando uno no funciona como debería, siempre hay otro que toma el relevo aunque no sea su función. Ahí empiezan los tirones, las sobrecargas y, si tienes mala suerte, posibles roturas. Le echás la culpa a que se te han acortado los músculos, probablemente porque te suena haber visto, leído u oído algo acerca del acortamiento muscular. No es cierto.

Técnicamente, los músculos no han menguado y el acortamiento muscular no existe, lo que tenés se llama retracción muscular, “que es la pérdida de elongación o estiramiento de un músculo o fascia, y la disminución de su capacidad de contracción”, explica Aina Fransoy, fisioterapeuta.

Las fascias, en cambio, están entre las grandes desconocidas del sistema locomotor. “Se trata de membranas que envuelven al músculo, y en algunos casos también pasan entre distintas fibras musculares”, sostiene Fransoy. Su función es envolver y proteger dichas fibras de una fricción excesiva y mantenerlas en la posición que deben tener. Dado que el movimiento de los músculos depende de que las fascias no los encorseten demasiado, el hecho de que estas se endurezcan hace que uno deje de poder moverse bien.

“Lo normal es que una retracción muscular afecte simultáneamente a todo el conjunto. En el músculo notaremos una pérdida de fuerza, y, sobre todo, menor capacidad de estiramiento.

Si el músculo no se estira, te mueves mal. Si la funda que envuelve al músculo está tiesa, tampoco vas a poder moverte libremente. El resultado es similar, pero el proceso de recuperación difiere: para los fisioterapeutas es más fácil recuperar el músculo si la fascia no está afectada.

No son los genes, es la pereza

Desde el punto de vista muscular, algunas personas están genéticamente predispuestas a ser más flexibles, pero “también puede suceder todo lo contrario. Hay morfotipos de personas muy altas y delgadas cuya musculatura tiende a ser larga, estrecha y poco flexible. Ahora bien, esto no es determinante, ya que pueden modificar estos factores con unas buenas pautas de ejercicios posturales y estiramientos”, sostiene Fransoy. Lo normal es encontrar las causa del problema en uno mismo, en la falta de estiramientos o en los hábitos sedentarios.

“Seguramente todas aquellas personas que nunca han trabajado su flexibilidad tengan una mayor tendencia a la retracción muscular que alguien que estire diariamente”, dice la profesional.

Si, además, te pasas todo el día sentado y con una mala higiene postural, llevas más papeletas para sufrir esa retracción.

Es lo que sucede con la amnesia glútea: de pasar tanto tiempo clavadas en el asiento, tus posaderas se “olvidan” de cómo deben trabajar.

Por si fuera poco, el estrés también enreda —“se sabe que influye en nuestro estado muscular, provocando una mayor retracción”—, y las emociones condicionan de modo inconsciente algunas malas posturas. El cuerpo tiende a economizar energías y se adapta a las posturas más frecuentes. Si te acostumbras a caminar encorvado o a sentarte mal, el tejido fascial se refuerza en esa posición. Cuando intentes modificar ese gesto, te será cada vez más difícil. Así de peliaguda es la situación.

Para escapar de este rígido corsé, lo primero es reconocer que estás tieso como una pieza de Lego y que necesitas hacer algo al respecto. No lo conseguirás sin reconocer los síntomas, que “van desde la restricción de la movilidad a la falta de elasticidad o poca flexibilidad. Puede haber incluso pérdida de fuerza, sensación de rigidez y hasta dolor al querer ejecutar ciertos movimientos, porque el músculo no es capaz de estirarse”.

Luego hay que comenzar el movimiento: de la retracción se sale movilizando poco a poco esos músculos apoltronados.

Y si eres de esos deportistas que piensan que lo de la retracción no va con ellos, ya puedes ir corrigiendo el rumbo.  Lo cierto es que un exceso de ejercicio reiterado con el mismo músculo, sin darle un receso y sin estirar su contrario, puede acabar en lesión.

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