El Hombre de la máscara de hierro

| El diseñador Felipe Maqueira se tiró al agua y creó casi 30 trajes de época para vestir a los actores de la obra que se estrena el sábado 17 en el Castillo Pittamiglio. Brocatos y brillos de oro para recrear el siglo XVII.

A la luz de las velas, en los oscuros pasillos del misterioso Castillo Pittamiglio, 15 artistas recrearán desde el sábado 17 a nobles, traidores, princesas, reinas y mosqueteros de la Francia del siglo XVII. El hombre de la Máscara de Hierro, tercera parte de la afamada novela de Alejandro Dumas El Vizconde de Bragelonne, llega a Uruguay de la mano de los directores Alvaro Loureiro y Marissa Maltzman, quienes pretenden que la apuesta teatral llegue a toda la familia, particularmente a los espectadores jóvenes que no suelen asistir al teatro.

Intrigas, maldades y lealtades son las guías de un clásico adaptado por el Grupo Aventura, un conjunto de actores que ya había puesto en escena Las Noches Mágicas del Castillo, también en el Pittamiglio; cada sábado, a las 21.30 horas, 55 espectadores seguirán paso a paso las aventuras y problemas del rey Luis XIV y su desdichado hermano gemelo que termina encarcelado en una oscura celda, y con el rostro oculto por una máscara. Lo harán de cerca, porque la dinámica del espectáculo los obliga a desplazarse de habitación en habitación, siguiendo el relato de aventuras.

El escenario del Pittamiglio logra buena parte de la recreación de época, pero los vestidos y suntuosos trajes son la clave para que los actores se transformen en reyes y reina, luchadores y traidores. De la mano de la imaginación del diseñador Felipe Maqueira, brocatos, sedas y terciopelos se convirtieron en más de casi 30 fastuosos trajes de época. El detallismo del diseñador —que prefiere no hablar del presupuesto pero dice que todo salió "mucho más barato" de lo que puede pensarse– se ve en los botones de cristal, encontrados en algunas de las expediciones a la feria de Tristán Narvaja, en los galones dorados que emulan con éxito los bordados de oro que sólo los nobles podían lucir en la Francia del siglo XVII y las puntillas impecables que rematan las abultadas mangas femeninas.

Maqueira estuvo casi un mes investigando sobre las costumbres de la época y decidió adaptar algunos trajes para hacerlos más cómodos para los actores, que deberán interactuar constantemente entre el público.

El rey y sus ministros, así como los tres mosqueteros, tienen trajes compuestos por largos chalecos y levitones, medias de colores y zapatos que fueron confeccionados siguiendo la pauta del siglo XVII: cuero artesanal de colores, grandes moños y tacos y suelas de color rojo. Las tres mujeres que integran esta historia, la reina madre de los gemelos, Ana María de Austria, la prometida del rey, María Teresa de España y Luisa, la manipuladora prometida del hijo del mosquetero Athos, visten trajes de suntuosas telas, escotes botes y mangas enormes, además de una especie de "salvavidas" que destaca la parte posterior de sus vestidos.

Entre investigación, diseño y confección —que corrió por cuenta de la realizadora Amparo Allosa—, el equipo invirtió cuatro meses. En el camino superaron varios desafíos, incluyendo la búsqueda de telas ricas y pesadas —muchas de ellas de tapicería, para lo cual la experiencia de Maqueira en el rubro le fue invalorable— y el uso "escondido" de recursos modernos, como el cierre, que en aquella época no existían.

Leyenda y novela

La leyenda del hombre de la máscara de hierro se originó mucho antes de que Alejandro Dumas la recogiera en su obra El Vizconde de Bragelonne (que luego comenzó a ser editada en tres partes, la última de las cuales se titula El Hombre de la Máscara de Hierro).

Aunque no hay unanimidad de opiniones al respecto, se cree que el desdichado hombre fue un prisionero encarcelado en la Bastilla hasta su muerte, en 1703. Si bien se ha discutido mucho sobre la identidad del enmascarado (que en realidad tenía su rostro cubierto por una máscara de terciopelo negro), poco se sabe al respecto. El hombre habría sido enviado a la cárcel por un ministro de Luis XIV, a quien puso al cuidado de un marqués que fue cambiándolo de cárcel.

Dumas eligió utilizar una teoría en su novela: la que sostiene que el enmascarado era el hermano gemelo de Luis XIV, aunque hubo quien llegó a sostener que se trataba del propio rey, quien había sido reemplazado por otro hombre como consecuencia de las intrigas del cardenal Mazarin.

Entre las más creíbles, está la teoría que dice que el prisionero se llamaba Eustache Dauger y había sido el valet del ministro —también encarcelado— Nicolas Fouquet. Se estima que luego de la muerte del ministro, el rey habría temido que el sirviente revelara secretos de Estado, por lo cual decidió encerrarlo.

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