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Dar a luz a pesar de todo: el desafío de atravesar un embarazo en la pandemia

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Viviana y Roma, maternidad en pandemia. Foto: Leonardo Mainé

DE PORTADA

La emergencia sanitaria por el brote de COVID-19 alteró la vida como se conocía y la maternidad no escapa a eso.

El momento de mayor vulnerabilidad para Josefina fue ese preciso instante en el que tuvo que asimilar la noticia de que afrontaría la cesárea sola. Acompañada por especialistas en los que confiaba y que le demostraron buena energía, pero sola. Su marido, supieron poco antes de entrar a sala, debía quedar del lado de afuera. Nada parecido con lo que había soñado alguna vez, sin una cara amada o una voz cercana que le dijera que todo iba a estar bien, que ella podía, a cada minuto que lo necesitara. “Te diría que fue lo más difícil de todo. Me agarró totalmente desprevenida porque no estaba preparada para pasar la cirugía, menos sola. No me habían avisado. Yo no tenía ni idea. Y además en ese momento tenés las hormonas a un millón por ciento”.

A un mes de ser madre, con un nacimiento marcado por las primeras semanas de la emergencia sanitaria a causa de la pandemia, Josefina aprovecha que su bebé duerme para atender la llamada de Revista Domingo y contar su historia: “Fue ahí que me impactó el tema del coronavirus, que entendí perfecto que los doctores se tienen que cuidar y no tenés que sobreexponerlos, pero no estaba preparada”. Las imágenes que hubiese registrado el papá las tomó la anestesista con el teléfono de Josefina. “Él la conoció a través de fotos”.

La historia de Josefina fue una entre los 4.000 bebés que nacieron desde la madrugada del 13 de marzo de 2020 (hasta las 17.15 del 28 de abril el Ministerio de Salud Pública llevaba registrados 4.753 nacimientos), ese día que marcó un antes y un después en la realidad de los uruguayos y que resignificó los modos de vida como se los conocía hasta entonces.

Ya no hay abrazos, ni besos, ni manos de abuelos y abuelas sintiendo cómo patea el nieto en el vientre. Hasta hace poco más de un mes se aglomeraba alguna sala de hospital o una casa para dar la bienvenida al miembro nuevo de la familia; hoy las presentaciones son por videollamada.

Llevar un embarazo en pandemia. Foto: Pixabay
Ejercicios. La falta de caminatas es lo que más pesa para una embarazada. Foto: Pixabay

Atravesar embarazos y nacimientos nunca es algo fácil. La carga emocional está siempre llena de angustias, miedos, amor, risas y lágrimas. En esta cuarentena voluntaria a la que unos cuantos han podido acoplarse, esas angustias, los miedos, el amor, las risas y las lágrimas a veces se acentúan un poco más.

Para seguir

Una cuenta de Instagram que puede resultar de utilidad

En España la periodista Irene Sierra sintió que no había suficientes espacios donde hablar lo que están atravesando muchas mujeres respecto a ese tema en el medio de la pandemia. Por eso tomó las riendas y creó una cuenta de Instagram a la que transformó en una “mesa de debate sobre la maternidad”. En @maternidadencuarentenaSierra entrevista a madres en distintas situaciones, a mujeres que deseaban serlo y tuvieron que replanteárselo y a especialistas de diversas áreas que puedan generar un diálogo constructivo y accesible sobre la maternidad. Aunque la cuenta es española, toca muchas puntas universales que pueden ser de gran utilidad para mujeres de todas partes. “Maternidad en cuarentena es un ciclo de entrevistas que pretende visibilizar los problemas y retos a los que se enfrenta la maternidad en 2020 (...) Con cada una de las conversaciones trataremos de responder a todas las preguntas que giran en torno al mismo problema: ¿Cómo resolvemos la crisis de natalidad actual? ¿Qué papel deben jugar los cuidados en la sociedad para que todos podamos contribuir de forma equitativa a la crianza?”, escribió.

Sobre la presencia de un acompañante en la sala de parto o cesárea Mercedes Viera, profesora adjunta de Psicología Médica de la Escuela de Parteras de la Universidad de la República, dice que “sobre todo en los primeros días se hicieron relatos sobre a quienes no se les permitió ingresar al parto, y eso es todo un problema. Pero ahora está más que entendido que por ley las mujeres tienen derecho a que las acompañen, que tienen que respetar su decisión y que la mujer puede elegir a una sola persona, pero a quien quiera”. En efecto, en Uruguay la ley 17.386 del año 2001 garantiza ese derecho. La cosa se altera si se trata de una embarazada o de un acompañante con síntomas de la COVID-19 para seguir el protocolo.

“Se recomienda, pero no se impide que entre un acompañante. Salvo si se trata de un paciente con COVID-19, que se activa el protocolo”, explica por su parte Francisco Coppola, profesor agregado de Clínica Ginecotológica A en la Facultad de Medicina de UdelaR. “Hoy se sabe que el período final del parto, de los seis o siete centímetros de dilatación para adelante, es muy infectante para el personal de salud. Se está muy cerca y mucho más tiempo con la paciente y la embarazada suele expulsar mucha cantidad de virus por el jadeo y la expulsión de materias u orina”.

Hasta el momento de escribir esta nota el protocolo pensado para los casos de embarazadas con diagnóstico positivo de COVID-19 no había sido utilizado o, por lo menos, no había sido notificado oficialmente. “Hemos tenido sospechas, pero ningún confirmado. En el Hospital Pereira Rossell comenzamos a testear a todas las pacientes que ingresan y tenemos salas especiales para atender a los partos en caso de positivos, así como salas de internación con aislamientos”, añade Coppola.

Cuidar al bebé en el encierro

Casi todo el embarazo de Josefina fue en un mundo “normal”. Solo atravesó la crisis sanitaria en las últimas tres semanas del tercer trimestre de su embarazo. Todo lo que está indicado para ese período se cumplió y estaba tranquila porque pudo hacer sus controles presenciales, sobre todo después de escuchar que a una mamá se los habían pasado a videollamada. Los rumores a veces calan y asustan. Para Josefina, con todo eso, “te llenás de incertidumbre”.

“Antes me venían bien las caminatas, me movía un poco más. Al quedarme quieta en casa me empezó a doler la espalda, por ejemplo, y físicamente me empecé a sentir mucho peor. Pero si ponés en una balanza, vale más la pena quedarte”. Es su primer bebé, entonces, dice, no puede comparar. Pero, dice también, que todos alrededor le hablan del placer que debe haber sentido al estar tranquila en el hospital. Ella les cree. “Como es una situación que no podés cambiar, le tratás de ver el lado positivo a todo”.

Ahora esa soledad y el encierro le pesan más. Las caminatas que antes le hubiesen aliviado la espalda, hoy le calmarían un poco esa sensación de encierro que a veces la agobia. Añora eso que nunca tuvo de cargar a la bebé en el cochecito y al menos dar una vuelta a la manzana para distenderse. “Sé que las inseguridades que tengo hoy no son las mismas que hubiese tenido si al menos pudiese estar en contacto cara a cara con quienes ya han pasado por esto. Acá estamos solos entre cuatro paredes con un bebé que llora cada tres horas y hay momentos en los que la cabeza te explota. Pero entonces pensamos en todas las bendiciones a nuestro alrededor, que todos en mi familia estamos sanos y eso para mí es lo más importante”.

La ausencia física de los otros

“Nadie conoció a Roma”. Esa afirmación tiene un poco de la decisión de Viviana y Bruno, padres de Roma, y un poco del destino que, a los cuatro días de nacida la bebé, se enmarcó en los primeros casos de coronavirus confirmados en el país.

Viviana, Bruno y Roma: criar a una recién nacida en pandemia. Foto: Leonardo Mainé
Los abuelos de Roma la saludan desde la ventana. Foto: Leonardo Mainé

“Con mi esposo somos los dos padres primerizos, entonces queríamos estar bastante tranquilos. Al sanatorio fueron solo mi madre, mi padre, mis hermanos y los papás de mi esposo. Nadie más. Cuando llegamos acá a casa solo estaban ellos un poco en la vuelta, pero no queríamos que viniera nadie. Cuando se confirmaron los casos salimos el sábado 14 para el primer control, y después yo para sacarme los puntos de la cesárea, pero decidimos que ya ni mi madre viniera a ayudarnos. Que no viniera nadie”. Viviana pronuncia esa última frase con firmeza, rotunda, hasta que le cambia el tono y añade: “Y ahí empezó a ser duro”.

Solo ellos ven en directo que los colores fueron tomando la casa con la presencia de Roma y sus cosas en todas las habitaciones. “Los abuelos la ven por la ventana y la quieren agarrar, besuquear, mis hermanos están desesperados. Si bien hay videollamadas y grabamos pila de videos, yo tengo mi abuelo que tiene 86 años y ella es su única bisnieta y quiere verla. Se hace difícil para ellos”.

La excepción ha sido exclusiva para los otros controles de la bebé, para los que la pediatra se traslada hasta su domicilio, pide para pasar al baño, se higieniza con un jabón especial, se cubre con toda la protección posible, desinfecta la balanza y demás utensillos que traslada con ella y atiende a su pequeña paciente. Cuando termina hace el procedimiento inverso: pone todo lo que se saca en una bolsa y se retira. Viviana y Bruno desinfectan el baño.

A Josefina le pasa parecido. Hasta ahora los abuelos paternos que viven en Paysandú han visto a su nieta solo por el celular, que ya pasa a ser una extensión de la mano para estas familias. La abuela materna y las tías se han asomado al vidrio de la puerta que separa el hogar de la calle y por ahí se ha derramado alguna que otra lágrima cuando ven a la bebé sin poder tocarla ni una sola vez. “Mi madre nos ayuda levantando el surtido y desinfectando todo. Viene y se lleva de la entrada la ropa de la bebé y a veces también la nuestra para lavarla y darnos una ayuda”.

Tanto Viviana como Josefina recurren a los grupos de WhatsApp de las amigas para sacarse dudas con las que fueron mamás antes que ellas. Además, sus médicos les pasaron los celulares para que manden mensajes ante eventualidades. Quizá no es la maternidad que soñaron, pero las tranquiliza.

LA experiencia de Nadia

La opción del teletrabajo

Nadia fue madre en diciembre y la exhortación al aislamiento social apareció justo cuando se le terminaban sus meses de licencia materna. En su caso, más allá de que ahora tienen que preocuparse por cómo resolver el trabajo de su pareja que disminuye y por la ausencia de familiares y amigos que los ayuden, les facilitó por poder estar ambos en casa: “Aunque sean cinco horas por el medio horario, es un montón, sobre todo en mi caso que me importa mucho darle de mamar. Y esta situación me permitió eso. Además podemos rotar con el padre para organizarnos su cuidado y el trabajo. Tuvo que haber una pandemia para poder teletrabajar y estar con mi hija en casa más tiempo”. Ahora espera que se hable sobre esto en un futuro.

La psicóloga Mercedes Viera explica que la mejor solución es que a la embarazada se le permita el teletrabajo. Distinto es en aquellos casos donde las mujeres cumplen servicios esenciales. “Se le está pidiendo a las instituciones que las retiren de la asistencia directa y las reubiquen en otro lugar para resguardarlas”

“Lo que nosotros estimulamos y las familias deberían poder hacer es no suspender ni por el aislamiento físico todo el apoyo que se le pueda dar a la pareja”, explica la psicóloga Viera. ¿Cómo se puede traducir el apoyo? Sus ejemplos refieren a llevar comida preparada para que los padres no tengan que estar preocupándose por hacer las compras e higienizar todo, levantando la ropa para devolverla lavada y planchada. “Hay ciertas tareas cotidianas en las que se puede seguir colaborando. No se puede cuidar al bebé mientras la madre se da una ducha larga, que es muy necesario, pero sí buscar que tengan el máximo confort con este tipo de medidas. Estar disponibles”.

Solos desde el principio

En la pantalla hay sonido e imagen, pero sentidos como el tacto o el aroma no se pueden satisfacer. Se ve la panza de Valeria que crece, pero su familia no sabe cómo se siente a Agustín ahí dentro. No pueden palpar el vientre buscando la patada ni hablarle de cerquita para que sus voces, cuando él nazca, no sean las de unos desconocidos que antes se escuchaban con delay y entrecortadas. “Como son del interior ya estamos un poco acostumbrados a eso. Hacemos videollamadas para que vean la panza. Mis sobrinos me piden que les muestre cómo va creciendo”.

Valeria estaba alrededor del quinto mes de embarazo cuando tanto ella como su esposo Diego comenzaron con el teletrabajo. “Desde el domingo 15 de marzo no he salido. Al único lugar que voy es a la mutualista para hacerme los controles”, dice. Aunque su tiempo sigue siendo casi tan escaso como antes, le revolotean un montón de preguntas sin respuestas.

Entre sus incertidumbres está cómo será el mundo cuando nazca el bebé en julio. Por la guía que publicó el Ministerio de Salud Pública (ver recuadro) sabe que no podrán contar con la ayuda de sus familiares como necesitaban. “Me preocupa cómo será el parto, no pude hacer las clases de preparación y se suspendió todo lo que sea presencial por la pandemia. Me preocupa que puedan estar saturadas las mutualistas cuando sea el nacimiento o la exposición a contagiarme del virus cuando me interne”.

Consejos desde el ministerio

Guía para embarazadas y recién nacidos en la pandemia por COVID-19

Desde la página del gobierno (www.gub.uy) se puede descargar la guía Recomendaciones referidas a la asistencia de la mujer embarazada y el recién nacido en el marco de la pandemia por COVID-19 del Ministerio de Salud Pública, elaborada por varios especialistas entre neonatólogos, epidemiólogos, ginecólogos y más especialistas vinculados a la salud reproductiva.

Las recomendaciones partieron del análisis de referentes internacionales y fueron adecuadas por los especialistas mencionados para dirigirse al público uruguayo. Además, a quien recurra al documento para informarse, se le recomienda buscar acceder siempre a la última versión publicada por modificaciones que puedan surgir. Entre los puntos que figuran en las poco más de 20 páginas están desde los síntomas que puede presentar una embarazada con COVID-19, que hasta ahora no se ha demostrado que sean distintos a los ya conocidos, hasta las medidas a seguir tanto si se contrae la enfermedad como las precauciones para quienes no la padecen.

El doctor Coppola explica que para las embarazadas con COVID-19 “se pueden presentar complicaciones como riesgo de nacimiento prematuro o en la etapa gestacional, pero para la salud materna es benigno en comparación con otros grupos de personas y hay escasas muertes reportadas”. La psicóloga Viera considera importante transmitir tranquilidad y entender que incluso se puede amamantar, con la higiene pertinente y tapabocas. En casos leves tampoco está indicada la cesárea. “Si hay más problemas, si la manifestación fuera más grave, si hay afectación respiratoria, ahí sí se indica cesárea en vez de parto, pero para que la madre no tenga que hacer esfuerzo”.

Valeria supo de una muchacha a la que no dejaron entrar acompañada a la ecografía estructural pero, por ahora, para ella todo ha sido bastante normal o parecido a normal: los controles son más espaciados y, si no hay necesidad urgente, por teléfono, como cuando supo los resultados de los exámenes de sangre y su ecografía estructural. Si tiene que concurrir a la policlínica, le piden que vaya sobre la hora.

Por su trabajo Valeria debe estar siempre pendiente de lo que está pasando en el mundo. Una de las temáticas que la tiene más atenta es todo lo relacionado al coronavirus. Lee, por ejemplo, sobre las investigaciones que surgen sobre el virus vinculadas al embarazo y cómo puede afectar al bebé, que han variado desde el inicio del problema por lo incipiente que es en el mundo entero. Pero también sigue las historias de otras madres a lo largo del globo. Una de las que más la tuvo pendiente fue el caso de la española que casi no pudo tener contacto físico con su bebé por tener el virus. Para su tranquilidad le consultó a su médico, quien le explicó que ahora ya no se aísla a las madres y que solo les piden el tapabocas al amamantar.

Llevar un embarazo en pandemia.
Valeria graba videos de la panza para compartir con su familia que está lejos. 

Tanto para la etapa del embarazo como para el después, la psicóloga tiene varios consejos. Por un lado, que en la medida de lo posible se asista a los talleres de parto online. No es lo mismo que presencial, pero, dice, “ante la incertidumbre lo que más ayuda es la información”. Por el otro, entender que es parte del proceso sentir ansiedad, angustias y la tristeza que viene después del parto. Y si excede lo esperado, buscar apoyo. “Si causa mucho sufrimiento, hay que hacer la consulta al equipo de salud. Muchas personas no están consultando por temas psicológicos o de otro tipo por miedo. Pero primero consultar por teléfono, y así el profesional evaluará si amerita una consulta presencial o no. Pero no dejar de consultar”.

“La parte buena de todo esto es que me siento más conectada con mi bebé ahora que estoy en casa”, dice Valeria. Y se emociona por saber que él crece dentro suyo, por sentir sus movimientos todos los días. Piensa en que quiere cuidarlo lo mejor posible y disfrutar de cada momento, más allá del contexto. Pasan los días y en los recreos del teletrabajo Valeria y Diego se van imaginando cómo será su casa después de julio. Ya eligieron el conjuntito tejido y la manta blanca que lucirá Agustín el día que nazca. Están esperando muebles y van buscando ideas en internet. Mientras, visualizan una de las habitaciones en tonos celeste, blanco y beige.

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