ARTISTAS DEL MÚSCULO
Tres atletas cuentan cómo llegaron hasta donde están hoy y cuáles son sus sueños para el futuro.
Hace ya varios años que las pesas, por más que pesen, no son un peso para Virginia Amestoy, Maximiliano Colla y Franco Rissotto. Los tres jóvenes se dedican al fisicoculturismo, un deporte que “más que solo hacer fierros, es estar constantemente equilibrado energética y espiritualmente contigo mismo para poder llevar cuerpo y mente a un físico”, asegura Rissotto.
Encontrar la vocación.
A veces, todo comienza con un posteo de Instagram. Virginia Amestoy estaba scroleando en la red social cuando se encontró con la imagen de una mujer de unos 50 años con los abdominales marcados. Entonces, pensó: ‘Si ella puede estar así, yo también’. Y con ese impulso, se puso a entrenar.
El caso de Maximiliano Colla es similar, aunque a la antigua: con 13 o 14 años de edad arrancó en un gimnasio que tenía las paredes cubiertas con pósters de fisicoculturistas. “Siempre me interesó lograr ese estado físico, pero en ese entonces jugaba al fútbol y esa era mi prioridad”, relata. Años más tarde, dejó la pelota y decidió dedicarse a eso que desde hace tiempo resonaba en su interior.
Para Franco Rissotto, la conexión con el deporte fue instantánea. A los 16 años comenzó a entrenar en su casa, y a los 17 la disconformidad con su estado físico lo empujó a anotarse en un gimnasio. Una vez allí, todo estuvo claro: “Me di cuenta de que eso era lo que quería para mi vida”, cuenta.
Pasados unos meses, el entrenador de Virginia le comentó que veía en ella condiciones para competir. “Me daba un poco de miedo, pero me animé igual”, expresa la atleta. Su primera competencia fue en 2018 y obtuvo el segundo puesto en la categoría Bikini Fitness Junior. Hoy, con 22 años, ha juntado cuatro títulos como Campeona Bikini Fitness Junior y tres como Campeona absoluta Bikini Fitness.
Para Maximiliano, su interés por entrenar empezó más que nada por una decisión de verse mejor, dice. Sin embargo, al notar la cantidad de masa muscular que podía aumentar, la idea de competir comenzó a hacerle mella. Ahora tiene 23 años y su primera competencia fue el año pasado, donde obtuvo el título de Campeón nacional de fisicoculturismo juvenil. Ese mismo año viajó a Argentina, donde fue seleccionado como Campeón sudamericano de fisicoculturismo juvenil challenger.
En cuanto a Franco, compitió por primera vez en el Campeonato Nacional de 2015, donde obtuvo un cuarto puesto. Luego, fue campeón en 2016 y todos los años siguientes, menos en 2020 que no compitió por la pandemia de la covid-19. Con 26 años, también ha sido Campeón Mercosur en 2018, Campeón Ciudad Del Viso en 2019 y Campeón Bonaerense 2021.
En diciembre de 2021, Amestoy, Colla y Rissotto participaron del Campeonato Sudamericano de Fisicoculturismo y Fitness que se realizó en Argentina. Los tres salieron victoriosos: Virginia como Vice Campeona Bikini Fitness Junior, Maximiliano como Campeón Sudamericano Junior Challenger y Franco como Campeón Men’s Physique Senior 167 cm. Amestoy también se presentó en una categoría Senior, donde obtuvo el quinto lugar.

Prejuicios en el deporte.
Para ninguno de los tres fue fácil conseguir el apoyo de su familia y amigos desde un principio. A los padres de Virginia no les hacía mucha gracia que ella ingresara en el fisicoculturismo porque “es un deporte muy exigente”, pero lo terminaron de aceptar cuando se dieron cuenta de que es algo que la hace feliz.
Este deporte también causó una primera mala impresión en las personas cercanas a Maximiliano porque los físicos a los que él quería llegar les resultaban “chocantes”. Sin embargo, con el tiempo fueron viendo que él se sentía bien entrenando y que lograba competir, por lo que “lo fueron aceptando y se hizo todo mucho más fácil”.
En sus inicios, Colla se topó con muchos prejuicios. “Ni bien empecé a lograr un cambio la gente me decía: ‘Ah, pero vos usás cosas químicas, te pinchás’, y me frustraba porque no había usado nada y no valoraban mi esfuerzo”, subraya. En el camino aprendió a que esos comentarios no le afectaran: “Sé que la gente va a seguir opinando haga lo que haga”.
Con 17 años, Franco había ahorrado seis mil pesos para comprar su primer suplemento de proteína y un multivitamínico. A su madre la idea no le gustaba nada, así que al otro día de que él hubiera comprado los productos, ella tiró todo a la basura. “Me enojé un poquito, pero después entendí que actuó como cualquier padre que quiere cuidar a su hijo de algo que no conoce”, dice. Cuando empezó a competir, las cosas dieron un giro de 180 grados: “He viajado a Perú, Chile, Paraguay, Argentina y ella es mi compañera de ruta a todos lados”, afirma el atleta. Y agrega: “Hoy en día tengo su apoyo más de lo que hubiera podido imaginar”.

La rutina del atleta.
Los días de Virginia son una mezcla perfecta entre el gimnasio y el arte. Se levanta a las seis y media, desayuna y va a entrenar, para luego bañarse e ir a trabajar en una agencia de publicidad. Además de atleta, es diseñadora gráfica y estudiante de creatividad y diseño y de edición de videos. Al llegar a su casa come la merienda y va a clase hasta las diez de la noche. Cuando vuelve prepara las comidas para el día siguiente. A partir del deporte, ha cambiado su forma de alimentarse y siente que su cuerpo se lo agradece.
Cada mañana, Maximiliano se levanta, hace una rutina de cardio en ayunas, desayuna y planifica los entrenamientos para sus alumnos de la tarde. Luego almuerza, entrena y vuelve a comer algo, entrena a algún alumno y se va a su casa para preparar la cena. En la noche deja prontas todas las comidas del día siguiente. Además, los sábados trabaja en un gimnasio y los domingos arbitra fútbol amateur.
Por su parte, Franco es entrenador, nutricionista deportivo, profesor de zumba, GAP y pilates y preparador de atletas de competición. “Cuando empecé como entrenador personal, el dinero que ahorré lo invertí en cursos para ampliar mi burbuja en el deporte”, relata. Da clases de forma presencial y remota a personas de Uruguay y de otros países. Dedica dos horas al día a entrenar y su alimentación se basa en “alimentos saludables, pero en abundancia”.

Hacerse el lugar.
Como jóvenes fisicoculturistas, los tres han tenido que hacerse su lugar en un mundo súper competitivo. Al principio, Virginia sentía que “no era bien vista”, pero ahora percibe que la toman “más en serio” y sostiene que como atleta Bikini Fitness ha demostrado “no ser una modelito”.
Y agrega: “Aunque tengo que llegar a un físico más estético, eso no significa que no implique sacrificio, esfuerzo y disciplina”.
Según Maximiliano, “el ambiente del fisicoculturismo para una persona que recién ingresa es muy egoísta, porque si bien podés tener un mentor o coach, es un deporte muy solitario”. Franco lo vivió exactamente así: “Cuando comencé con este deporte, la gente del ambiente me cerró muchas puertas”. Sin embargo, afirma que “era otra época, totalmente distinta a lo que es hoy en día”. Él tuvo que hacer “todo solo”, pero ahora, como profesor y preparador, da lo que le hubiera gustado recibir.
De acá en más.
Después de todos estos años, Virginia está segura de que no se arrepiente de nada: “Aprendí muchísimo con cada preparación y todo lo que hice me llevó a lo que soy hoy”. Pero esto recién empieza: sueña con ganar una Pro Card, el documento que certifica a los fisicoculturistas profesionales. “Este deporte no lo quiero abandonar nunca”, sostiene.
A su vez, señala que no está sola en esto: “Para mí, soy yo y mi entrenador, Fabián Ferrúa. Somos uno en las preparaciones junto al gimnasio Espartacus, que nos ha apoyado desde el primer día”.
Maximiliano también sueña con ser fisicoculturista profesional. Su gran meta es competir en el Mister Olympia, la máxima competición de fisicoculturismo profesional organizada anualmente por la Federación Internacional de Fisicoculturismo (IFBB).
Para Franco, el proyecto es estar cada vez mejor, “formando un grupo grande de gente que se dedique al mismo deporte”, donde todos puedan alcanzar sus propósitos y vivir “en plena abundancia y felicidad”. Según indica, dentro de Latinoamérica, Uruguay es uno de los países que está “más abajo” en el fisicoculturismo por la poca cantidad de población y, en consecuencia, de atletas. No obstante, asegura: “Somos pocos, 300 quizás, pero la calidad que tenemos es muy buena”.
Competir contra uno mismo.
En el momento de la premiación de las competencias de fisicoculturismo, los ganadores se van nombrando en orden descendente, por lo que el primer puesto se deja para el final. En esas ocasiones, la atleta uruguaya Virginia Amestoy está “rezando para no ser el siguiente nombre” hasta que llegue el momento de anunciar al campeón. No obstante, entiende que es clave para cualquier competidor mantener la humildad y no creerse mejor que nadie. Para ella, “no importan las veces que uno haya ganado o perdido, todo atleta puede ganar y siempre hay que poner el 100% de uno y competir contra uno mismo”.
Tiempo atrás, el uruguayo Maximiliano Colla estaba entrenando con un compañero que le preguntó si él se creía más que los demás por tener un mejor físico o por entrenar mejor. Eso lo hizo reflexionar y admitir que “a veces uno está en la rosca del entrenamiento y no se da cuenta y piensa cosas como, ‘soy mejor que este’”. Sin embargo, afirma que con el tiempo eso se va trabajando hasta entender que no, “no sos mejor que uno ni que otro, sos mejor que lo que vos eras hace dos o tres meses, y de eso se trata el deporte, de ir mejorando con uno mismo y no con los demás”.