Colombófilos: uruguayos que practican un arte milenario y de alto vuelo

Son entre 400 y 500 las personas que crían palomas en el país. Hay varios clubes y unos 40 palomares que participan de las competencias.

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Alejandro Correa, José Pedro Greco, Fernando Della Santa y Juan Piquerez. Son parte de "La valiente mensajera". Foto: Andrés López Reilly

En la casa de Juan Piquerez se vive una jornada especial. El veterinario reunió en su barbacoa a un grupo de amigos para comer un asado y esperar el regreso de sus palomas de competición, que fueron liberadas tres horas antes en Bella Unión. Con su celular puede monitorear el “derbi”: sabe que en una hora y monedas entrarán al palomar que construyó en el fondo de la casa. Un anillo electrónico que llevan las aves dejará registrado el momento exacto de la llegada.

Las palomas mensajeras se utilizan desde hace miles de años, incluso desde la época de los antiguos egipcios. ¿Cómo consiguen estas aves (hoy preparadas desde su genética exclusivamente para competir) orientarse para volver al sitio en el que fueron criadas atravesando cientos de kilómetros? El secreto se halla en un sentido conocido como magnetorrecepción. La capacidad de percibir la dirección y el sentido de los campos magnéticos terrestres (una suerte de GPS biológico), les ha permitido a estas plumíferas hacer historia atravesando líneas de batalla con sus mensajes. Y aún hoy fascina a los colombófilos, que hacen de la crianza y las competencias un modo de vida.

Los clubes colombófilos más conocidos de Uruguay son el Manuel Quintela, Chasque, Los Cerrillos, Alas y Ariel (de Carmelo) Alas de Salto y La Valiente Mensajera (Ciudad de la Costa). Hay entre 400 y 500 personas que crían palomas y unos 40 palomares que participan de las competencias.

Competencias charrúas

Piquerez fue presidente de la Federación Colombófila Uruguaya durante los últimos cuatro años, tiempo en el cual el deporte ha tenido importantes cambios, como la digitalización total de las competencias que permite conocer al instante los resultados. O el nuevo proceso de “encanastar” las palomas para llevarlas al punto de partida, que se logró bajar considerablemente en tiempos (con el beneficio que esto tiene para las aves encerradas) con la incorporación de un tráiler que facilita transportarlas y lanzarlas todas juntas.

“Hace más de 100 años que se practica la colombofilia en Uruguay. El primer club fue el Manuel Quintela, que arrancó con las carreras el 22 de febrero de 1922. Después se creó una ley por la cual las palomas quedaron tuteladas por el Ejército, que además administra el Palomar Militar. Esta ley obliga a anillar (poner un distintivo universal y único) a todas las palomas. El Ministerio de Defensa lleva el registro y también hace un aporte para el incentivo de este deporte y la protección de las aves”, comenta Piquerez a Domingo.

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Suelta de palomas desde el tráiler que las lleva hasta el punto de largada. Foto gentileza: La valiente mensajera.

En Uruguay se hacen campeonatos de palomas todos los años. Hay uno general que es el que otorga más puntos y otros de menor categoría como las carreras de pichones, en las que participan las aves que nacieron el año anterior. Las competencias de medio fondo no pasan los 400 kilómetros y las de fondo (que son algo cortas por ser un país chico) van de los 420 a los 550 kilómetros.

“Se forma un equipo y cada competidor lleva diez palomas, que se registran de forma electrónica y segura mediante un chip. Todas se colocan en un tráiler (habitualmente son entre 17 y 24 propietarios) y se trasladan al punto de salida. El más lejano es Bella Unión, son 550 kilómetros lineales, aunque si vas en auto es mucho más largo”, señala el veterinario.

Alejandro Correa, dueño de una carnicería y una fábrica de pastas, integra el grupo “La valiente mensajera” junto a Piquerez. “Cuando llegan con el chip, se registra la hora en la que entran al palomar. Hay una plancha electrónica que opera junto con una computadora y recepciona las llegadas exactas, con la hora, los minutos y los segundos. Después hay un programa que calcula tiempo y distancia. La que gana es la que voló a mayor velocidad. Antes había que hacer los cálculos a mano y eso podía llevar varias horas”, comenta Correa.

Palomas mensajeras
Palomar del Ejercito Nacional.
Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

Naturaleza y entrenamiento

Aunque todas las palomas deberían regresar al punto del que partieron, algunas se pierden en el camino. Pueden desorientarse con una tormenta o incluso morir por el ataque de aves de presa o el golpe contra antenas y alambrados.

“El viento incide mucho. Cuando tenés un viento del Este y las palomas vienen desde el Norte, en general son empujadas hacia el Oeste, por lo cual se beneficiarán los palomares que están en ese punto cardinal”, anota Piquerez.

Y agrega Correa: “Es algo parecido al ciclismo, donde incide el viento, hay pelotones, se escapa uno y otro lo va a buscar. Pero por lo general no se pierde ninguna paloma, porque van preparadas. Empiezan de chicas, cuando arrancan a volar en la casa y van aumentando las distancias hasta quedar prontas”.

En épocas de competencias, las palomas se deben entrenar todos los días. Estos adiestramientos de aproximadamente una hora (vuelos en las cercanías de los palomares) hay que hacerlos de día, durante unos cinco meses, para mejorar la musculatura y la capacidad de orientación del animal. Además, deben comer raciones específicas de granos, no solo para lograr un estado físico adecuado, sino porque la comida es clave para traerlas de vuelta. Los entrenadores también pueden regresarlas con un silbido (con el que al comienzo les indican que es su turno de comer). O incluso ellas mismas pueden retornar al palomar al escuchar, por ejemplo, el sonido del automóvil de su dueño.

Piquerez, Correa y José Pedro Greco, quien se suma a la charla, aseguran que el mantenimiento de las aves es muy económico. “Tener 60 palomas te puede costar unos 80 pesos por día”, estima Piquerez.

La vida deportiva de una de estas palomas es de 5 años, aunque pueden competir un poco más, ser reproductoras hasta los 12 años y vivir 15 en cautividad.

Greco, quien también es veterinario, anota que existe un mito en cuanto que las palomas propagan muchas enfermedades. “Los gatos y los perros trasmiten muchas más”, asegura. Y todos coinciden en que, a diferencia de la paloma silvestre, no hacen sus necesidades sobre los autos u otras casas, sino en el palomar.

Palomas mensajeras
El anillo que llevan las palomas es único y universal.
Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

“Estrellas” del deporte

Generalmente en el Uruguay (donde solamente se compite por un trofeo) no se comercializan las palomas, pero en otros países en los que los torneos tienen suculentos premios económicos, pueden valer una verdadera fortuna.

Según Piquerez, si alguien quiere empezar con este deporte los colombófilos veteranos pueden regalarle las primeras aves: “De repente alguien gana una competencia y aparece una persona que ofrece US$ 100 o US$ 200 por una paloma, o US$ 300 por un casal. Pero por lo general no se venden. En Argentina es otra cosa; hoy podés traer una de allá por US$ 150 o US$ 200 con una buena genética”, anota.

La paloma más cara del mundo es una belga por la que se llegaron a pagar 1.600.000 euros en 2020. En este sentido, Correa explica que “Bélgica y Holanda son países en los que hay mucha actividad”. Y que en Vietnam y Sudáfrica “hay carreras con premios de US$ 1 millón y también se secuestran palomas”.

Mike Tyson: su pasión por el “peso pluma”

Uno de los colombófilos más conocidos -o mediáticos- es el exboxeador Mike Tyson. Cuando el hombre que le arrancó un pedazo de la oreja a Evander Holyfield estuvo en Argentina participando del programa “Bailando por un sueño” (2011), los colombófilos uruguayos trataron de hacer que cruzara el charco y visitara Uruguay, pero las gestiones no prosperaron.

Según una nota publicada por el diario La Razón en 2021, Tyson siente pasión por los animales, en especial por las palomas, que de niño le ayudaron a superar el acoso escolar que sufría. Desde pequeño se aficionó a criar palomas mensajeras y en una conversación para su podcast con César Millán, el comunicador conocido como “el encantador de perros”, demostró su conocimiento del mundo de la colombofilia.

Tyson le contó a Millán que de niño tenía jaulas con palomas en la azotea del edificio en el que vivía en Nueva York y que la cría de estas aves le ayudó a superar el bullying. “No entiendo por qué la gente quiere deshacerse de las palomas, no molestan a nadie”, aseguró el boxeador.

“¿Por qué una paloma vale dos dólares y otra, dos millones? ¿Sabes por qué? Es por quién era su madre o por quién era su padre. Es por su linaje familiar”, le contó Tyson a Millán, a quien le confesó cuánto sería capaz de pagar por una paloma con buen pedigrí: “Pagaría los dos millones de dólares, vale la pena”.

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