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El Bolsón, en Argentina: montañas, magia y hippismo

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VIAJES

Bellos paisajes en los que convergen bosques, cerros, lagos y cascadas. Y una filosofía de vida diferente.

El Bolsón te recibe y sentís el abrazo de las montañas. En el interior de la Patagonia argentina, este es un lugar donde se respira mucha paz. Tiene una gran y hermosa plaza central, la Plaza Pagano, donde se puede ver su pintoresca y conocida feria artesanal (martes, jueves y sábados de 10 a 16 horas). La localidad se destaca por la fabricación de dulces, de cervezas artesanales, de todo tipo de artesanías y, por supuesto, ahora también por el turismo. Le llaman “el jardín de la provincia” de Río Negro. Y no le erraron al ponerle esa denominación.

La "República"

El Bolsón, ubicado a unos 120 kilómetros al sur de San Carlos de Bariloche, registra sus primeros asentamientos sobre el año 1880 constituidos por pobladores inmigrantes dedicados a la agricultura. Durante décadas, no tuvo autoridades y el pueblo se autoadministraba; incluso fue disputado por Chile.

Pero una anécdota que fascina es esa que cuenta sobre la “República de El Bolsón”. Fue un intento independentista del pueblo, que tuvo su propio presidente y ministros durante unas pocas semanas en 1917. El origen de esta declaratoria se dio en la cervecería del pueblo y orquestada por su dueño (y presidente), Otto Tipp. Esta “patriada” duró poco ya que fue desarticulada con el envío de tropas.

Más adelante, en la década de 1960, este pequeño pueblo andino se convirtió en un lugar muy apreciado por el movimiento hippie y por cualquier persona que quería separase del sistema y llevar una vida más natural.

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Bosques y espacios agrestes en El Bolsón.

Algunos recorridos

Primeros destinos imprescindibles: el Cerro Amigo, los miradores sobre el río Azul y el refugio de la montaña Piltriquitrón. Esta aventura comienza en la oficina de Turismo de Montaña, sobre la plaza central. El transporte nos deja en el comienzo del ascenso. Caminamos unos 20 minutos y el cansancio ya se siente. Por suerte una camioneta se detiene y el resto del ascenso es cómodo y nos permite contemplar los paisajes sin transpirar y con el viento en la cara, como la libertad pegándonos directamente en el rostro.

Pasamos por el hermoso “Bosque Tallado”, un lugar donde diversos artistas hicieron trabajos hermosos de tallado sobre los árboles en la montaña. El origen de esto se remonta a un incendio en la década de 1980 por el que varios artistas de la región decidieron luego convertir esta tragedia en arte.

En el refugio del Piltri se siente el frío. Esta es una parada obligada porque a esta altura se necesita tomar algo caliente. El que quiera hacer cumbre (a unos 2.260 metros sobre el nivel del mar) deberá caminar dos horas más; sino podés conformarte con un chocolate caliente y escuchar las historias de otros viajeros.

Dato extra: el nombre Piltriquitrón significa “colgado de las nubes” en el idioma tehuelche. Y para los más arriesgados, este cerro es uno de los mejores del país para la práctica de parapente.

En los días claros se puede divisar el cerro Tronador ubicado a casi 100 kilómetros de distancia y la cadena de los glaciares inexplorados del suroeste que están atrás del lago Puelo, en las nacientes del río Turbio.

Otra misión es ir al Cajón Azul, un lugar hermoso donde el río Azul se “encajona” entre gigantes y verticales rocas, creando un paisaje ideal para la caminata. Es un cañadón de un metro de ancho por 40 metros de profundidad. Para llegar hay que salir muy temprano por la mañana, tomar un ómnibus y hacer una caminata de varias horas.

Así llegamos a “La Tronconada”, un refugio en el medio de la montaña, rodeado de árboles y al que se accede por un puente colgante. El espacio es pequeño, todo de madera y con una estufa que aglutina a todos los viajeros a su alrededor. Si pasás la noche, la montaña te despertará con todo su esplendor: ruidos de animales, olor a mate y pan casero.

Uno de los olores que más se quedó en mi recuerdo de El Bolsón es el aroma a bosque puro, el aire limpio y frío, el olor a madera.

En El Bolsón se pueden apreciar vistas increíbles desde los miradores; los más conocidos son el “mirador del azul”, el “mirador cabeza del indio” (visto de perfil parece una cabeza humana) y el “mirador del valle”.

Otro paseo destacado es el Lago Puelo. Este Parque Nacional fue creado en 1937 (como anexo del Parque Los Alerces) y comprende 27.600 hectáreas. Su nombre proviene del mapudungún o araucano (idioma de los pueblos mapuches) y es la conjunción de “puel” (este) y “co” (agua), es decir “agua del este”.

Las aguas del lago cruzan la frontera y se vierten finalmente en el Océano Pacífico. Abarca todo el bosque andino patagónico que se encuentra bordeando el impresionante lago de aguas turquesas.

Una de las actividades principales para hacer allí es recorrer el llamado “Bosque de las sombras”: un paseo que se hace por una pasarela de madera desde la que se pueden ver ejemplares de diversos helechos, arrayanes y pitras. Este último es un árbol originario de Argentina y Chile que puede llegar a medir unos 15 metros de altura. Se lo conoce también como “patagua” debido a que tiene la capacidad y característica de nacer y crecer en el agua.

Otro sendero es el del “Pitranto Grande”, otro bosque de pitras pero este es muy especial puesto que se halla en una zona inundada y las pitras emergen del agua dándole al lugar un aire sombrío, fantasmal y tenebroso. Muy pocos rayos de sol atraviesan los árboles y llegan a iluminar el agua. Es un camino de un kilómetro de largo.

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El Bolsón invita a olvidarse por un momento de las grandes ciudades.

Arquitectura

En el estilo de vida de los habitantes de El Bolsón -poco más de 14 mil- se pueden ver las huellas de aquellos jóvenes que se instalaron aquí hace más de cuatro décadas. Desencantados de la vida urbana, se asentaron en cabañas de madera en el medio del bosque, donde se dedicaron a la agricultura y la artesanía.

Una de las características de este pueblo es el sistema Earthship de construcción, el mismo que se utilizó para levantar la escuela autosustentable de Jaureguiberry.

Muchas casas se construyen con latas, neumáticos rellenos con barro y botellas de vidrio recicladas. Las paredes son de adobe que se levantan luego de cimentar bien la base. Esta estructura absorbe la energía solar durante el día y la suelta como calor térmico durante la noche. El sistema cuenta también con ductos de ventilación que generan una corriente de aire frío; de esta manera, no hay necesidad de métodos convencionales de calefacción o refrigeración. En los techos se instalan paneles solares y tanques para recoger el agua de lluvia. Si se acompaña con una huerta, se alcanza un gran nivel de autosuficiencia a nivel general.

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