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El amor clandestino en crisis

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sexo, relaciones, infidelidades, lencería

COMPORTAMIENTO

Los amantes la están pasando mal en estos días. El temor al contagio, la falta de excusas para salir de casa y no poder recurrir al sexo virtual enfría las pasiones.

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Laura y Fermín (no son sus nombres reales) se conocieron a través de las redes sociales. Llevaban un buen tiempo de intercambiar mensajes, hasta que decidieron encontrarse. Él recuerda que ella era mucho más atractiva en persona que en las fotos de sus redes y que la deseó enseguida. Ambos estaban en una relación estable desde hace años. La cita fue todo un éxito, al menos para ellos. Terminaron, luego de recorrer la ciudad y hablar mucho, en un hotel de alta rotatividad. Tuvieron su primer encuentro sexual y a ambos les gustó tanto que decidieron que seguirían. Luego se vería. La querían pasar bien y, en tanto ninguna de sus respectivas parejas se enteraran, no habría problemas.

En ese momento, el coronavirus era algo que generaba titulares a raíz de lo que ocurría en otros países, lejos, como Italia y España. En la cama del hotel, tendidos y mirando hacia el espejo del techo, ella le decía: “No me estresa para nada”. Acordaron una nueva cita, en otro hotel para intentar ser lo más discretos posible. El segundo encuentro fue aún más placentero. Estaban empezando a conocerse sexualmente y animándose a explorarse más, soltándose y dejándose llevar.

Luego del segundo encuentro, cada uno se fue por su lado y con renovadas ganas de volver a verse para seguir recorriendo el camino del placer carnal. Pero eso fue todo. A los pocos días, llegó el virus a Uruguay, empezaron las exhortaciones, las recomendaciones y las primeras reacciones destempladas de muchos, haciendo acopio. Luego vinieron los seguros de paro, los despidos, las clausuras de actividades comerciales y sociales. En medio de todo eso, ellos seguían escribiéndose a través de las redes, pero ella empezó a preocuparse por sus hijos y él también. ¿Y si luego de una cita alguno de ellos portaba el coronavirus y contagiaba al otro? ¿Cómo llevar el virus a casa? Al final, dejaron de escribirse. Verse para seguir teniendo relaciones sexuales clandestinas no era una opción para ellos.

Laura y Fermín fueron dos de los tantos que decidieron quedarse en casa y no seguir concurriendo a hoteles de alta rotatividad, un sector empresarial que por estos días salió a comunicarle a la opinión pública que su actividad había caído un 60%, de acuerdo a lo que declaró el presidente de la Cámara de Hoteles de Alta Rotatividad, Julio Cerdeña.

Para muchos, la pandemia fue un eficaz método para terminar con la infidelidad, pero no solo barrió con gran parte del amor en secreto. El coronavirus, y las consecuencias que trae, afecta a la sexualidad toda. El mes pasado se presentó un estudio sobre salud sexual que encuestó a miles de personas en muchos países, en varios continentes. La uruguaya fue una de las poblaciones encuestadas, como explicó el presidente de la Academia Internacional de Sexología Médica, el médico internista Santiago Cedrés. Él comienza la charla con Revista Domingo diciendo “Está complicado para los amantes, lo veo mucho en mis consultas”.

Y no es una cuestión de género. Las ganas de ver al amor clandestino se sienten tanto en hombres como mujeres, que ahora ven cortada o disminuida esa posibilidad. Para Cedrés, el confinamiento cambió radicalmente los parámetros de cómo se vive y se siente la sexualidad. De acuerdo a lo que explica, hay varios escenarios que se produjeron luego del arribo de la COVID-19. “A los que les vino ‘mejor’ fue a las parejas que estaban empezando cuando llegó la pandemia. Esas relaciones que están en la etapa inicial, de luna de miel, y sin hijos. Ellos tuvieron mucho del afrodisíaco natural más importante luego del amor: el tiempo”.

Con mucho tiempo a disposición por estar mayoritariamente en casa, las parejas pueden dar rienda suelta a sus ganas y sus curiosidades, llegando así a encuentros sexuales realmente gratificantes. “Para el encuentro sexual de una pareja, cuanto más tiempo le dedicás al preludio, al juego previo, mejor va a ser. Explorar, posiciones, cultivar el arte del erotismo, para todo eso el tiempo es clave”, dice Cedrés.

Pero para muchos otros, la sexualidad fue una actividad que o se postergó o se complicó. Las parejas con hijos, por ejemplo, lo viven de una manera muy distinta. En sus consultas, el experto también recibe las quejas de padres que no pueden entregarse al sexo tranquilos y sin interferencias. Los cambios de horarios por ejemplo (porque los pequeños no van a la escuela) alteran la rutina del hogar y no es inusual que los más chicos de la casa se vayan a dormir más tarde, con lo cual le cortan el afrodisíaco del tiempo a sus padres, que si quieren tener un encuentro íntimo deben hacerlo más rápido que antes.

Para relaciones en donde hay convivencia, como en caso de Laura y Fermín, el panorama es, como ya dijo Cedrés, complicado. “La excusa de que ‘llego más tarde porque tengo cosas extra que hacer en el trabajo’ es mucho más difícil de usar ahora. Y tampoco hay muchas excusas válidas para salir de casa durante unas horas. En la investigación que hicimos vimos que bajó la frecuencia sexual, cuando se trata de parejas no convivientes, sean clandestinas o no. Bajó notablemente el sexo reiterativo, entre otras cosas por el temor al contagio”.

Sexo virtual y autoplacer

De acuerdo al estudio, la manera hallada de vivir la sexualidad que más satisfacción dio fue el encuentro virtual. No es lo mismo, pero ahí el riesgo de contagio es cero. Pero esa no es una alternativa para una relación como la de Laura y Fermín. Uno de ellos vive con su pareja. “La queja porque no pueden ver a su amante se da en muchas consultas que hago. Muchas de las relaciones paralelas vienen acompañadas de frases como ‘no la puedo ver, y tampoco puedo tener sexo virtual, porque estoy en casa con mi marido/mujer’. El encierro llevó a un deterioro del deseo sexual enormemente. Se deprimió todo el mundo. Hay mucha gente sin trabajo, mucha gente la está peleando desde el punto de vista económico, está el miedo a contagiarse... todo eso inhibe el deseo sexual. También es un tema fisiológico, porque baja la testosterona, bajan los estrógenos, aumentan las hormonas de alerta…”, enumera Cedrés. El combo es para desanimar al más entusiasta.

Más allá de los amantes, también sufren las relaciones más o menos estables donde no hay terceros involucrados. Algo tan cotidiano como comer afectó la sexualidad. Fueron pocos, según Cedrés, los que fueron lo suficientemente disciplinados para mantener una rutina de ejercicios durante el confinamiento, y las más frecuentes idas a la cocina y heladera causaron aumento de peso. “A menudo, veo a parejas en las que uno de ellos le pregunta al otro si ya no lo desea más porque engordó”.

Así, encerrados y con problemas en el relacionamiento sexual, muchos recurrieron a la masturbación. Y con eso aumentó el consumo de pornografía, uno de los inductores para el autoplacer. Pero esto plantea algunos interrogantes hacia el futuro. “He visto algunos casos en donde se ha perdido el control, donde no se puede regular el consumo de pornografía”, comenta Cedrés. Si uno es adicto a la pornografía o al sexo, el encierro le juega en contra, porque aumenta la ansiedad. También acota que se ha dado un fenómeno curioso: el sexo con tapabocas. Así como luego de la llegada del HIV se erotizó al preservativo y al acto de ponérselo para incentivar su uso, así ahora empezó a aparecer pornografía en los que los practicantes llevan tapabocas. Y empezaron a aparecer otros fenómenos como el “Coronasutra”, un compendio de prácticas y consejos para relaciones sexuales en tiempos de pandemia.

Esa es una de las pocas cosas algo jocosas que esta pandemia ha dejado en cuanto a la sexualidad. Casi todo lo demás son malas noticias para la salud sexual, una parte fundamental de la calidad de vida.

“La encuesta muestra que la gran mayoría de los uruguayos dijeron que su vida sexual empeoró por el confinamiento. Y cuando se estudió qué grupos dijeron sentirse más afectados, uno de ellos fueron los jóvenes que perdieron el trabajo, por la incertidumbre y la depresión. Y el grupo de adultos mayores, por los miedos al deterioro de la salud, el miedo a la muerte y el contagio. Todos esos factores hizo que bajara el deseo y se conectaran menos con el placer. La salud sexual de los uruguayos fue muy afectada”, concluye el médico y sexólogo.

Mientras esperan que se retome al menos algo de la “vieja normalidad”, Laura y Fermín se preguntan si volverán a verse en algún hotel y retomar un vínculo secreto y, en su momento, ardiente.

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