"Topical Spanish"

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CUANDO HEMINGWAY llegó a Pamplona aún había pocos extranjeros que asistieran a la fiesta taurina más famosa de España. Ramón Masats (Barcelona, 1931) debió sentir una incertidumbre parecida a la del escritor estadounidense ya que -aunque tenía pasaporte nacional- era un extranjero, o casi un intruso, en el mundo de la fotografía. Para Masats los Sanfermines de 1956 fueron su prueba definitiva para decidir si dedicarse o no profesionalmente a la imagen fija.

En aquellos Sanfermines también había otros artistas por la ciudad retratando a las fiestas y sus personalidades, como Francesc Catalá-Roca, Leopoldo Pomés, la austríaca Inge Morath o el francés Lucien Clergue. Masats no se mezcló con ninguno de ellos, sino que se consiguió una peña local en la que le permitieron integrarse y se hizo invisible en la multitud para retratar los rostros y miradas de la fiesta.

NUEVA GENERACIÓN.

Cuando la Guerra Civil y la dictadura dejaron a España sin gran parte de sus artistas, sólo quedaba adscribirse -al menos aparentemente- al arte oficial, de valores católicos y tintes pictorialistas. En los 50 una nueva generación empieza a desplazar la línea de lo permitido hacia el neorrealismo y a indagar en el reportaje fotográfico que ya se desarrollaba en el extranjero. Se nutrieron de revistas como Arte fotográfico, Blanco y Negro, Gaceta Ilustrada o La Actualidad Española y se reunieron en grupos y asociaciones como Agrupación fotográfica de Cataluña o la almeriense AFAL. Xavier Miserachs, Oriol Maspons, Gabriel Cualladó, Ramón Masats, Ricard Terré, Pérez Siquier, Francesc Català-Roca o Leopoldo Pomés son algunos de los nombres que participaron de esta renovación. Uno de esos movimientos de nueva creación, en los que Masats tuvo mucho protagonismo, fue "La Palangana", un grupo de artistas escindidos de la tradicional Real Sociedad Fotográfica de Madrid.

Ramón Masats se interesó por la fotografía durante el servicio militar. A lo largo de toda su carrera siempre relató que le había tocado una cámara en la tómbola; sin embargo, cuando sus padres ya habían muerto confesó que se la había comprado con el dinero que le "birlaba" a su padre. Tras la formación militar volvió a Tarrasa (Cataluña) para trabajar en el negocio familiar mientras seguía tomando instantáneas en sus ratos libres. Hizo un primer reportaje que versó sobre Las Ramblas pero fue con su trabajo en los Sanfermines, unos años después, cuando recibió su bautismo fotográfico. Con este portfolio de presentación se trasladó a Madrid, donde trabajó para revistas y diarios como GacetaIlustrada, Arriba o Ya.

AQUELLA ESPAÑA.

En una época de miseria y cierta inocencia, Masats elige retratar los tópicos culturales de la España profunda: los ritos, los pueblos, las corridas y las festividades, la celebración. Sus imágenes son retratos no artificiosos ni intencionales. Se separa de la estética clásica y de la búsqueda del discurso para construir, con sobriedad, su propio lenguaje. Muchas de sus mejores fotos tienen un guiño al espectador, un elemento anecdótico, o una forma de mirar que las convierte en fotografías de autor. Este cambio que pudiera parecer nimio supone empezar a cuestionar la veracidad de la fotografía como documento de lo real.

Las fotos de Masats generan un extraño sentimiento en el público español; son imágenes de un orgullo que hoy es vergüenza, del toro frente a la plaza atravesado por una espada -una imagen que estuvo colgada en todas las oficinas de turismo del mundo por muchos años-. Es también el pasado de monjas con toca de vuelo y niños con pantalones cortos; de la España no europea que aunque ahora se crea superada todos saben que aún sigue adentro.

Una de las imágenes más famosas de Masats es la de los seminaristas jugando al fútbol. Aunque el autor llegó hasta casi hartarse de que únicamente le recordaran al cura congelado en el aire, esta imagen fue la primera fotografía española que adquirió el MoMA. Centrarse en los tópicos fue su decisión, su mirada subjetiva. Y por ello fue reconocido por Otto Steiner con una invitación a participar en Bruselas de la muestra "Imágenes inventadas", junto a artistas de la talla de Man Ray o Moholy Nagy.

CONSOLIDACIÓN.

Sanfermines, NeutralCorner (sobre boxeo) y Viejashistorias de Castilla la Vieja fueron los tres libros que consolidaron la impronta de Masats. Viejas historias de Castilla la Vieja es una obra a medias con Miguel Delibes incluida en la serie Palabra e Imagen (Ed. Lumen), en la que se combinaban textos de escritores con imágenes de fotógrafos. Las instantáneas son de la zona de Tierra de Campos, en Valladolid, donde el escritor y Masats pasearon juntos para situar visualmente el relato.

Con el reconocimiento llegó también la posibilidad de seguir su exploración de España con otros medios y lenguajes. Durante más de diez años trabajó para cine y televisión, con series documentales como Conozca usted España o la película Topical Spanish.

La vuelta a la fotografía supuso una nueva transformación, del blanco y negro al color, reservando el primero para las escenas personales. Eran los años 80 y todo había cambiado, incluso la gente, por lo que esta empieza a desaparecer de sus instantáneas. "Me he aburrido de la gente. O a lo mejor es que hubo una época en que hice mucha gente y ahora ya no me apetece. Además, es muy difícil ya fotografiar gente. La gente ya no tiene la espontaneidad que tenía antes, está mucho más resabiada, preguntan ¿y eso para qué es?", explicó Masats en una entrevista con Eva María Contreras publicada en la revista Babats. Y añadía molesto: "La estética de la fotografía la están cambiando más los abogados y los jueces que la evolución misma de la fotografía."

RELATO CRONOLÓGICO.

Sanfermines es la reedición de una de las obras clave en la fotografía española de mitad del siglo XX. A diferencia de la primera edición, en la que incluía imágenes de otros fotógrafos, este libro recupera sólo las instantáneas del catalán e incluye 50 obras inéditas de su archivo. Para ello, Masats y el editor Chema Conesa desempolvaron las cajas de negativos y revisaron una a una las planchas de contacto de aquella época. Como prólogo, el libro cuenta con un texto escrito por Hemingway, "Todos los carnavales que he visto son poca cosa en comparación".

Masats comparte con el escritor su honestidad y respeto hacia el que realmente sabe, hacia el individuo local. Por este motivo, en el primer libro el fotógrafo dejó su espacio en los encierros a los artistas pamploneses, "los que verdaderamente-según él-sabían hacerlo". Al organizar esta nueva edición, Conesa relata en el texto final lo costoso que resultó convencer a Masats de la independencia de sus imágenes con respecto a la original. Masats tenía miedo de que el relato fotográfico quedara incompleto.

Sanfermines es un libro de carácter secuencial, como lo es el texto de Hemingway que sirve de apoyo para comprender las imágenes que se sucederán después. Fotos de las compras y los mercados previas a la fiesta; la concentración de gente en la plaza esperando el "chupinazo" -el cohete que da comienzo a los Sanfermines-; la procesión del santo y los bailes; los encierros al amanecer desde los corrales hasta la plaza y los heridos en las corridas de aficionados. Las ferias de ganado y las competiciones de corte de troncos; las corridas de la tarde y la fiesta hasta el siguiente amanecer. Todo esto lo describe y explica Hemingway en el prólogo con los argumentos del conocedor de la fiesta; elogia la valentía del matador y el respeto que se le tiene a los animales, y justifica los encierros como "una última oportunidad de embestir a todos en la ciudad antes de entrar en el toril".

La linealidad cronológica del relato fue imposición de Masats, en quien los años de trabajo en televisión le han marcado con la "meticulosidad del montaje para dotar del `tempo` adecuado cada relato". Esta recopilación incluye imágenes de varios viajes, ya que el fotógrafo volvió en los dos años posteriores para "redondear" el trabajo. En todas, se observa ese ojo que escudriña constantemente en busca del detalle entre la multitud en el que poner la cámara. Mantiene al protagonista de la imagen en su entorno, incluso descentrado del cuadro -lo que pone más peso en el objeto-, pero el juego de enfoques-desenfoques y el buen manejo de contrastes hacen que esos detalles se destaquen y provoquen una imagen única.

Como explica el editor, una de las cosas que le sorprendió al repasar con el fotógrafo los archivos fue esa capacidad de Masats para la instantánea única. Las fotografías no son el resultado del descarte de una serie, sino del ojo preciso y el disparo certero. "Los negativos de Ramón Masats revelan su afán por ser fiel a sí mismo, su credo en apartar lo superfluo, su puntería al decidir el disparo y su actitud nada diletante con el contenido. La mayoría de sus reconocidos disparos, de sus fotos famosas, no van precedidas del proceso de acercamiento tan habitual hacia la decantación final. Son fotogramas aislados, diferentes en tema y encuadre del precedente y del siguiente. Son disparos secos, decisiones eléctricas del que no negocia con otras posibilidades", escribe Conesa.

SANFERMINES. RAMÓN MASATS. Prólogo de Ernest Hemingway. Edición de Chema Conesa. La Fábrica, 2009. Madrid, s/n págs. Distribuye Océano.

Otras reediciones

OTRAS DOS reediciones a tener en cuenta para conocer más a fondo la fotografía española del siglo XX son los libros de Photobolsillo de los también catalanes Francesc Català-Roca y de Agustí Centelles. Pertenecientes a la colección Biblioteca de Fotógrafos, estos libros de pequeño formato recogen algunas de las mejores instantáneas de los autores y un breve texto introductorio para su contextualización.

Centelles (Valencia, 1909-Barcelona, 1985) fue uno de los principales reporteros de la Guerra Civil española. Defensor de la República, empuñó su cámara como arma para registrar lo que sería la historia de los vencidos, la otra historia. Casi al final de la guerra se le encomienda salir de España con unos 5.000 negativos para poner a salvo el archivo fotográfico del ejército de Cataluña. Con esa maleta pasa por varios campos de concentración y se une a un grupo de la Resistencia francesa. Cuando la Gestapo lo descubre, deja su maleta a unos campesinos franceses y vuelve a España, donde es juzgado y se le prohíbe ejercer el fotoperiodismo. Hasta final de la dictadura la valija con las fotos fue olvidada así como su papel durante la guerra. Sólo cuando muere el dictador vuelve a Francia, recupera las imágenes y su reconocimiento, con exposiciones y galardones, como el Premio Nacional de Artes Plásticas (1984). En ocasiones sus imágenes del bombardeo de Lérida han sido pasadas como el de Guernica, convirtiendo la imagen de una madre con su hijo muerto entre los brazos en un ícono de la Guerra Civil española.

Hijo y padre de fotógrafos, Català-Roca (Tarragona, 1922-Barcelona, 1998) es uno de esos fotógrafos que casi no necesita presentación, con imágenes como la de las señoritas de la Gran Vía que se han repetido en tapas y reportajes innumerables veces. En el prólogo, Luis Revenga señala la incorrección de llamar blanco y negro al trabajo de Català-Roca, pues es en la variedad cromática de grises donde se destaca la precisión de éste como fotógrafo. Como Masats, este artista también recorrió España para registrar pueblos, las costumbres y sus gentes. Renovó la narrativa fotográfica con nuevos encuadres y estéticas claramente influidas por las corrientes artísticas de vanguardia.

AGUSTÍ CENTELLES. Prólogo por Julio Llamazares. / FRANCESC CATALÀ-ROCA. Prólogo por Julio Llamazares. La Fábrica, 2011. Madrid, s/n de págs. Distribuye Océano.

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