Publicidad

The Monkees, la serie y la banda que anticipó el furor juvenil

Compartir esta noticia
The Monkees

En busca del sueño de Geppetto

Para contrarrestar a los Beatles, la cultura norteamericana generó un fenómeno tan sorprendente como imprevisible.

De los programas televisivos de la década del sesenta como Misión imposible, Hechizada o Batman, hubo uno que borró la línea entre fantasía y realidad. Los personajes escaparon de la pantalla para llevar adelante una carrera musical, con idas y venidas, de más de cincuenta años. La serie original se llamó The Monkees, y se emitió por la cadena NBC de Estados Unidos de 1966 a 1968 con un total de cincuenta capítulos. Sus protagonistas eran Davy Jones, Micky Dolenz, Michael Nesmith y Peter Tork, que en la serie eran David, Micky, Michael y Peter integrando una ficticia banda pop que servía de excusa para unir situaciones alocadas y graciosas con las que los adolescentes de la época se sentían identificados. La idea se le ocurrió al director Bob Rafelson quien integraría, a partir de los setenta, el nuevo cine norteamericano con películas como Mi vida es mi vida (1970) protagonizada por su amigo Jack Nicholson. Rafelson y Bert Schneider, fundaron una productora para realizar proyectos televisivos.

En 1964 se estrenó la primera película de los Beatles, A Hard’s Day Night, dirigida por Richard Lester, donde se mostraba el furor de la beatlemanía con los fab four perseguidos por sus fans mientras se contaba una historia simpática y desenfadada. La idea de una respuesta norteamericana al cuarteto de Liverpool parecía atractiva. Los ejecutivos de Columbia financiaron un piloto y los productores pusieron un aviso que decía “Locura. Audición”, convocando a músicos de “folk and roll” para interpretar “cuatro papeles de jóvenes alocados de entre 17 a 21 años” en una serie de televisión. Agregaba: “Tengan coraje para trabajar”, aclarando que deberían ir a una entrevista “come down”, es decir “no vengan drogados”. A las puertas de Columbia se formó una fila de cerca de quinientos jóvenes con “coraje para trabajar” que llegaron calmados. Entre ellos músicos profesionales interesados en la nueva posibilidad laboral, algunos utilizando seudónimos. Entre los que no fueron elegidos estaba el compositor y cantante Paul Williams, pues “el papel de músico bajito se lo llevó Davy Jones” recordó después.

Jóvenes simpáticos

Davy Jones era un actor inglés que había sido nominado al premio Tony que premian las obras estrenadas en Broadway por su papel en la obra Oliver! Tenía buena presencia, baja estatura y algún conocimiento musical. Mickey Dolenz fue un niño prodigio en la pantalla. A los diez años trabajó en la serie de la década del cincuenta El niño del circo —a esa audición también se presentó Paul Williams— y poseía ese aire irreverente y gracioso que se necesitaba. Tocaba la guitarra pero tuvo que aprender batería dado que al primer elegido, Jones, era difícil verlo detrás de los platillos por su estatura. Un célebre rechazo fue el de Stephen Stills. Rafelson recuerda que tenía dos problemas: poco pelo y mala dentadura. Cuando se lo hizo notar, el músico dijo “Consíganme algo de pelo y unos dientes”. La respuesta fue terminante: “no tenemos presupuesto para arreglar defectos”. Stills recomendó a un amigo, Peter Tork, muy parecido a él, aunque le costó convencerlo. Tork, además de ser buen músico, tenía una cara graciosa y facilidad para el humor. Michael Nesmith, nacido en Dallas, Texas ya tenía una carrera musical. Hijo único de padres divorciados, su madre, Bette Nesmith Graham, trabajaba como secretaria y en 1956 inventó un corrector que facilitaba su tarea. A ese líquido blanco, mágico para la época, lo llamó “liquid paper”, y el invento la transformó en una persona muy rica.

El piloto de la serie fue un fracaso. Era aburrido, sin gracia y acartonado. Lo rehicieron utilizando las irreverentes entrevistas que habían hecho a Nesmith y Jones para el casting. El proyecto fue aceptado. Muchos años después Tork decía que Jones y Dolenz eran actores que podían tocar música mientras que Nesmith y él eran músicos que podían actuar. “Teníamos que ser nosotros”. Don Kirshner, conocido como el “hombre del oído de oro”, se unió al proyecto. Productor, editor musical, compositor y representante, se transformó en el asesor musical y pronto tomó un lugar protagónico. Tommy Boyce y Bobby Hart fueron los compositores principales de las canciones de la banda junto a otros autores como Carole King y Gerry Goffin. Las canciones tenían que ser sencillas y pegadizas acercándose al estilo bubble gum (chicle).

En abril de ese año comenzaron a ensayar como banda. Kirshner entendió que la ficción era diferente a la realidad y que necesitaban comenzar a grabar. Tork llegó a la primera sesión con su guitarra. Se encontró con que la pista instrumental estaba lista y solamente tenía que poner su voz. Las canciones incluidas eran ejecutadas por integrantes de ese formidable grupo de músicos de sesión conocido como The Wrecking Crew. A los actores del show solo les estaba permitido cantar en esos temas, compuestos por un grupo de autores profesionales para la serie. No había tiempo para quejas. La fecha de lanzamiento del primer simple, así como de la serie, estaban en el horizonte.

El éxito

En agosto de 1966 sale al mercado “Last Train to Clarksville” compuesta por Boyce/Hart. El tema llegó al número uno en noviembre de ese año. Como respuesta al “yeah yeah yeah” de los Beatles, repetía el estribillo “Oh no, no, no”. Los detalles revelaban la idea de que The Monkees eran los Beatles, pero norteamericanos. Todos esperaban al programa de esos cuatro músicos alocados. El humor de los primeros capítulos de la serie recuerda a la película Help (1965) de The Beatles, dirigida por Tate Taylor, con algo de surrealismo, bromas tontas y escenas que intentan mezclar ficción con realidad. En el primer capítulo, Rafelson habla con los cuatro Monkees y les dice que necesita llenar los dos últimos minutos del programa con algo. Los músicos le cuentan lo que van a hacer luego de la grabación. Con la serie ya en el aire editan su primer álbum, The Monkees, y luego un segundo simple que se transformaría en el mayor éxito en la historia de la banda. El tema “I’m a believer”, compuesta por Neil Diamond, llegó al número uno en 1966 y fue el simple más vendido de 1967. La serie y los discos eran un éxito. Poco a poco, creció el rumor de que en realidad eran otros músicos los que tocaban y cantaban. Que los que aparecían en la serie eran actores fingiendo ser músicos. Las acusaciones comenzaron a molestarlos, en especial a Nesmith, al tiempo que los días comenzaba a quedarle cortos en horas. Grabaciones de capítulos de la serie, grabaciones de canciones donde poco a poco comenzaron a inmiscuirse más, actividades de promoción y algún pequeño concierto llenaban una agenda muy agitada. Nesmith consiguió que le dejaran tocar la guitarra e incluir alguna composición propia como “Papa Gene’s Blues”. Kirshner permitió que sus canciones fueran incluidas como lado B de los simples. Eran pequeñas batallas ganadas.

Luego de largos ensayos se animaron a dar su primer gran concierto en Honolulu el 30 de diciembre de 1966 frente más de veinte mil personas. Los nervios de los músicos quedaron tapados por los alaridos de las chicas. “Muy rápido, la línea entre la fantasía y la realidad, desapareció” recuerda Dolenz. Comenzaba la monkimanía. Nesmith recuerda como una vez, junto a Dollenz, quisieron escabullirse del hotel. Las fans los descubrieron y apenas pudieron escapar en un coche policial. “Éramos souvenirs de los que querían llevarse un pedazo a casa”. El objetivo de Kirshner era ambicioso. Creía que con canciones como “I’m a believer”, desplazarían a The Beatles del número uno. Pero los críticos no parecían tomarlos en serio. Se los llamó una banda ficticia, cercana al fraude, donde nadie tocaba nada. La acusación era injusta. Los mismos músicos de sesión que tocaban en las canciones de The Monkees lo hacían en álbumes de los Beach Boys, The Mama’s and the Papa’s y The Byrds, por mencionar algunos. La lucha por ser considerados una banda real, y no un holograma de lo que se veía en la pantalla, sería larga. El sueño que tenían era parecido al de Geppetto con su muñeco Pinocho, que quería que se transformara en un niño de verdad. Pero para varios críticos, desde lejos se les podía sentir el olor a madera.

Cuando estaban en gira les llegó la noticia que se había editado el segundo álbum sin avisarles. More of the Monkees se puso a la venta en enero de 1967, tenía en tapa una foto que ellos se habían tomado para promocionar una casa de venta de ropas y un largo agradecimiento en la contratapa de Kirshner a los autores que habían posibilitado ese disco. Nesmith y Tork, los más “músicos” del grupo, se enfurecieron. En una conferencia de prensa, Nesmith, respondió a un periodista que posiblemente fueran un fraude. Tuvieron una reunión en el Beverly Hill’s Hotel, donde Kirshner les llevó cheques de doscientos cincuenta mil dólares a cada uno. El encuentro terminó mal. Le recriminaron que hubiera hecho ese álbum a sus espaldas y reclamaron control creativo sobre los próximos discos. Kirshner les mostró el contrato que habían firmado y por el que estaban obligados. Nesmith dio un fuerte puñetazo a la pared. “Bueno, esa podría haber sido tu cara”. El productor editó el tercer simple de la banda sin autorización de los músicos. El tema “A Little bit of me, a Little bit of you” de Neil Diamond se convirtió en otro gran éxito. Kirshner fue despedido.

La libertad

Headquarters (1967) es el primer álbum donde los cuatro Monkees tocaron todos los instrumentos. Nesmith le pidió a Chip Douglas, bajista de The Turtles, que fuera el productor. Llegó al número uno pero a la semana salió el Sgt. Pepper’s de los Beatles y los desplazó. Tiempo después, Dolenz y Nesmith conocieron a los fab four en un viaje al Reino Unido. La empatía surgió de inmediato. También el cuarteto de Liverpool había sido despreciado por la prensa en el comienzo. Nesmith le preguntó a Lennon si creía que ellos eran un fraude. “Son el mejor grupo de humoristas desde los Hermanos Marx”, le contestó. El éxito de The Monkees era tal que llegaron a tocar diez días seguidos en una gira y tuvieron como telonero a Jimi Hendrix. El guitarrista se cansó de los abucheos pidiendo por The Monkees y, luego de siete recitales, elevó su dedo mayor de la mano derecha al público y abandonó. Grabaron dos muy buenos discos, Pisces, Aquarius, Capricorn & Jones Ltd. (1967) y The Birds, The Bees & The Monkees (1968). La cadena televisiva resolvió cancelar la serie y se embarcan en un nuevo proyecto: un largometraje, Head. Dirigido por Rafelson y escrito por Jack Nicholson, es una alocada mezcla de comedia, western y drama parecida a un viaje de ácido lisérgico que nadie pudo entender. Fue un fracaso, tanto como el álbum del mismo nombre. Tork abandonó el grupo a fines de 1968. En abril de 1970, Nesmith hizo lo propio para fundar su banda de country progresivo, First National Band. Dolenz y Jones siguieron un año más hasta que The Monkees terminó en 1971.

En el vigésimo aniversario de la banda (1985) y cuando ya parecían historia, un productor decidió juntarlos. Ese año nació MTV con una generación ávida por videos musicales. En febrero de 1986 la cadena emitió una maratón con cuarenta y ocho episodios de la serie The Monkees. La repercusión fue explosiva. Les proponen grabar nuevas canciones para incluirlas en un álbum recopilatorio. Jones no acepta por diferencias económicas y son grabadas por Dolenz y Tork. Then & Now... The Best of The Monkees (1986) fue un éxito con un nuevo hit, “That was then, this is now” (Eso fue entonces, ésto es ahora). La gira programada de diez semanas se transformó en años de conciertos con entradas agotadas. En algunos se les unió Nesmith. Hubo otras reuniones en aniversarios del grupo. El tour de los cuarenta y cinco años sería el último con Jones, pues falleció en 2012.

La muerte de Peter Tork el pasado 21 de febrero de 2019, fue otro golpe para este grupo que había resurgido en 2016 para celebrar sus cincuenta años de carrera. Dolenz y Tork, con la participación de Nesmith, sacaron el excelente Good Times donde varios autores, entre ellos Noel Gallagher, Paul Weller, Ben Gibbard, Carole King y Rivers Cuomo compusieron canciones para la vieja y admirada banda. La crítica lo colocó entre los mejores álbumes del año. En 2018 se dieron el gusto de sacar su primer disco de Navidad, con una participación muy limitada de Tork, y tenían una gira prevista para ese año. La muerte y los problemas de salud son apenas escollos que no pueden quitarles el legado de sus canciones, vivas en el recuerdo de tanta gente. Algo que cualquier superhéroe envidiaría.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad