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Una visita para paladares finos

Snarky Puppy, la big band tejana con algo de candombe

Vuelve la banda que nunca repite dos conciertos y que siempre trae sorpresas, muy emparentada al jazz.

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Snarky Puppy en pleno
(foto Brian Friedman/Snarky Puppy)

por László Erdélyi
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La banda Snarky Puppy vuelve a Montevideo, y es un acontecimiento musical que no debe pasar desapercibido. Su presencia en La Trastienda el próximo 22 de mayo es sinónimo de calidad, maestría, y un especial vínculo con sus fans. Este cronista llegó a ellos por recomendación del hoy fallecido Carlos Cotelo, músico y pariente (primo hermano). “Escuchalos, son diferentes” dijo. El acto de iniciación ocurrió con el tema   “Sing to the Moon”, no solo por el magnetismo de la voz de la africana Laura Mvula, cantante invitada, sino por la instrumentación y los arreglos —el sello por excelencia de Snarky Puppy— realizado por un grupo de maestros con la cabeza abierta, todos provenientes del jazz, pero que aterrizan en un callejón lateral al jazz para ir sumando ritmos del mundo. En una era de repeticiones pop y mercadotecnia al mango, escaso de novedades verdaderas, la música de esta banda originaria de Texas no defrauda, al contrario, sumerge a quien los escucha en un ambiente como de otro planeta.

Por si fuera poco su último disco, Empire Central, grabado en vivo en el Royal Albert Hall de Londres, trae entre sus 16 temas uno que conmoverá a más de un uruguayo, “Portal”, con base rítmica de candombe y arreglos muy a lo Opa, la legendaria banda fundada en los Estados Unidos por los hermanos Hugo y Osvaldo Fattoruso, Rubén Rada y Ringo Thielmann. “Portal” es una composición del percusionista argentino Marcelo Woloski.

Han ganado cuatro premios Grammy, realizado miles de shows por todo el mundo, y han sido elegidos por los lectores de la revista Downbeat como la mejor banda de jazz del 2022 (es el tercer año que lo ganan). Snarky Puppy está gozando en el mundo de una popularidad que todavía los tiene sorprendidos, y que les costó casi 20 años conseguir. Entrevistado para la revista por Allen Morrison, el compositor y fundador de la banda Michael League —multiinstrumentista pero sobre todo bajista, el instrumento que quizá pase más desapercibido, pero que le permite al músico ver todo— dio algunas claves de este éxito que también a él lo sorprende. “Pasamos tantos años siendo una banda totalmente desconocida. No tenía idea de que algún día estaría pensando en esto como algo que a la gente la importa. (...) En las giras de los primeros años todos los integrantes del público eran familiares o amigos de alguien de la banda. Esa mentalidad continuó a medida que empezamos a ganar fans. Había siempre una sensación de cercanía, de relación personal... No estamos haciendo nada diferente a cuando empezamos hace 18 años. Espero, sí, que no toquemos tan mal como antes”.  O sea, consechaban fans de a uno por vez, acota Morrison, incluso en los pequeños bares. Funcionaba también el boca a boca, ese donde el fan, en su ansiedad, necesita comunicar su emoción.

League reconoce como principal inspiración a Steely Dan, la banda con quien tocaron numerosas veces como teloneros en una reciente gira. Ese fue el salto, afirma. Insiste en la mentalidad que prevalece entre los músicos de Snarky Puppy, y que en parte explica la relación con sus seguidores. “Es algo bastante común entre los músicos decir, ‘bien, OK, podemos tocar la mierda que nos gusta y que amamos... o podemos tocar aquello que a la gente le gusta. Y eso no sólo no es cool, ¡es ridículo! La gente es lo suficientemente inteligente como para entender las cosas hermosas y profundas. No digo que Snarky Puppy esté creando cosas hermosas y profundas. Digo que Steely Dan lo hace. Ellos lo lograron, y eso fue una gran inspiración para mí”. Los fans de alguna forma conectaron con eso, con el goce evidente de los músicos que tocaban lo que les gustaba, con aquello que se hace con amor. Ese goce tiene mucho que ver con el espíritu del jazz —la improvisación, el esperar algo distinto cada vez. “Nuestra base de fans es muy exigente. Los hemos condicionado a esperar algo diferente en cada noche. No somos el tipo de banda que siempre toca el hit. Tocamos un set distinto de canciones cada noche. A veces tocamos alguna vieja canción. En nuestra última gira el 95% de las canciones nadie las había escuchado. Con la mayoría de las audiencias eso no funcionaría muy bien. (...) Tenemos suerte... nuestra audiencia quiere sorpresas, incluso espera que nosotros mismos nos sorprendamos. Creo que es la posición más afortunada a la cual una banda puede aspirar. Todo lo que se nos pide cada noche es que subamos al escenario y hagamos algo nuevo y refrescante, es decir, explorar, jugar y crecer... nuestra audiencia nos exige eso. Incluso cuando las cosas no están saliendo bien nuestra audiencia se da cuenta. Yo amo eso”. Conectan con la escucha del espectador, con lo que pasa dentro de su cabeza. Así sucedió con los 6 mil espectadores que estuvieron en 2019 en el Royal Albert Hall, o en los apenas dos del 24 de abril de 2012 o 2013 —League no recuerda bien— en Arcata, California. “Uno de ellos era el barman”.

Qué pasará en la noche del 22 de mayo en Montevideo es la gran pregunta. Si habrá algo del nuevo Empire Central, si se escuchará el candombe “Portal”, o algo de sus 13 álbumes previos. Empire Central tiene solo 4 temas compuestos por League, el resto son composiciones de otros integrantes del grupo o colaboradores cercanos. “Creo que todos pensaron en el bajo, por lo que la música terminó siendo bastante funky. Hay más bajo en Empire Central que en la mayoría de los discos de Snarky Puppy”. La pregunta del comienzo también es válida para el concierto que darán un día antes, el 21 de mayo en el Luna Park de Buenos Aires, un escenario enorme con público parado en la cancha, algo bien diferente a La Trastienda donde prevalece la intimidad. Que hayan vuelto habla de lealtad y cercanía con los fans montevideanos, que también es una forma de conectar con aquellos fans que ya no están. Una audiencia que se ha visto tocada por lo refinado, por el espíritu de estos 19 maestros, por esta banda que es “como una elegante y estilizada Lamborghini, muy afinada, una máquina de elite que tiene cosas en común con las grandes big bands de eras anteriores: arreglos ingeniosos, y la habilidad para respirar como una banda que entretiene incluso a aquellos que no poseen una formación musical” escribe Morrison.

Es la magia del jazz. Como dijo League, es una base que les da “flexibilidad, libertad y por sobre todo, un vocabulario”.

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Snarky Puppy
(Silky Shots)

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