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El pecado de olvidar, y no leer, a José Enrique Rodó

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José Enrique Rodó

Volumen de la Sociedad Rodoniana

Un volumen con Lecturas contemporáneas de José Enrique Rodó nos recuerda lo actual que es su pensamiento.

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En Uruguay se practica, además de las formas usuales de olvido, otra sutil que se aplica a los grandes escritores, y pasa por no reeditarlos, no estudiarlos en las aulas y, como resultado, lograr que se los lea poco y nada. No sucede con todos, pero sí con unos cuantos. Así, por ejemplo, el uruguayo culto sabe que Eduardo Acevedo Díaz, autor de Ismael, fue el primer gran novelista de la comarca, pero de ahí a haberlo leído, media un gran trecho. Con el ensayista José Enrique Rodó (1871–1917) ocurre lo mismo.

En 2017, al cumplirse cien años del fallecimiento de Rodó, la Sociedad Rodoniana —fundada en 2009— convocó un congreso internacional sobre el escritor del 900, cuyas ponencias se publican ahora, en el sesquicentenario de su natalicio. El volumen se titula Lecturas contemporáneas de José Enrique Rodó. Es la oportunidad para resaltar la vigencia de su obra y lo injusto de su relegamiento.

Temas actuales

La vigencia de Rodó queda en evidencia porque los temas que su obra trata siguen hoy sobre la mesa. El Arzobispo de Montevideo, Cardenal Daniel Sturla, en su última carta pastoral, califica de jacobino al secularismo extremo, ese que plantea que la vivencia religiosa debe ser estrictamente privada. El término y su uso tienen ecos rodonianos: remiten a Liberalismo y jacobinismo, libro que Rodó publicara en 1906 como crítica a la decisión de retirar los crucifijos e imágenes religiosas de los hospitales, algo que al pensador, que no era católico aunque sí valoraba el aporte del cristianismo a la civilización occidental, le pareció un exceso. Esta discrepancia inició el distanciamiento entre Rodó —que había sido diputado por el Partido Colorado y volvería a serlo— y José Batlle y Ordóñez.

El tema sigue en debate, como lo prueban los argumentos vertidos hace pocos años en la Junta Departamental de Montevideo, al considerarse la propuesta de erigir una imagen de la Virgen María en la rambla de Montevideo, a la altura de la Aduana de Oribe. Rodó tiene algo que decirles a ambos bandos, así como también a los ciudadanos antes de declararse a favor o en contra.

Uruguay en América

Se llama “arielismo” a la reivindicación de una identidad latinoamericana basada en el espiritualismo idealista, de raíces grecolatinas, aunque abierto a la moral judeocristiana, por oposición al utilitarismo materialista y tecnicista de los EE.UU. Aunque la postura puede rastrearse antes de Rodó, toma su nombre de Ariel (1900), ensayo donde el autor utiliza de modo simbólico los personajes de Shakespeare en La tempestad. Así, Ariel, el genio del aire, representa la actitud noble y elevada que Rodó propone para que la juventud latinoamericana la adopte. Mientras, Calibán —no debe olvidarse que el nombre de este personaje es un anagrama de caníbal— representa todo lo que Rodó rechazaba en la visión norteamericana del progreso, tal como se manifestaba a fines del siglo XIX y principios del XX. Más de un siglo después, respecto a la inserción de Uruguay en el continente, el mensaje de Rodó sigue siendo muy significativo, más allá de que su impronta grecolatina deba fusionarse con lo amerindio y lo afroamericano, porque este país que se sueña europeo también es parte de un continente mestizo. Pese a quien le pese, las tensiones entre la América de origen latino y la anglosajona siguen estando ahí, en lo político, lo económico y lo cultural.

Rodó, como buena parte de la juventud intelectual de su época, quedó marcado por la Guerra Hispano–Norteamericana, esa que en 1898 frustró el sueño independentista cubano al acabar con la dominación española, pero sustituyéndola por una subordinación a los EE.UU., que en el caso de Puerto Rico todavía perdura. Era natural, en tales circunstancias, que muchos intelectuales latinoamericanos retomaran el ideal de una patria americana, una donde los pueblos del continente se identificasen tanto o más que con sus respectivos estados nacionales. Como lo dijera el mismo Rodó en un discurso ante el Congreso de Chile: "Yo creí siempre que en la América nuestra no era posible hablar de muchas patrias, sino de una patria grande y única (...). Cabe levantar, sobre la patria nacional, la patria americana, y acelerar el día en que los niños de hoy, los hombres del futuro, preguntados cuál es el nombre de su patria, no contesten con el nombre de Brasil, ni con el nombre de Chile, ni con el nombre de México, porque contesten con el nombre de América".

El hombre

Rodó nació en 1871 en Montevideo en el seno de una familia adinerada que luego se vino a menos, en especial tras el fallecimiento de su padre, Don José Rodó y Janer, catalán, buen negociante, librepensador y culto. Su madre, Doña Rosario Piñeiro y Llamas, uruguaya, era católica. Se educó en el Colegio Elbio Fernández, baluarte de la enseñanza laica, donde junto a varios condiscípulos publicó una revista estudiantil, pero tras la muerte de su padre debió pasar a la educación pública. Nunca terminaría el bachillerato. En 1884 comenzó a trabajar en el estudio de un abogado. La mala fortuna económica lo acompañaría siempre.

Entre 1895 y 1897, impulsó junto a varios intelectuales amigos la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales, que alcanzó notoriedad iberoamericana, en la que empezó a mostrar su valía como ensayista y crítico literario. Su fama continental se disparó con la publicación de Ariel.
Legislador colorado por dos veces, la unidad partidaria fue uno de sus mayores desvelos. En tiempos de agitación y violencia política fue un hombre pacífico, aunque dotado de coraje cívico.

Por designación del Dr. Alfredo Vázquez Acevedo fue catedrático de Literatura. De temperamento tímido, fue un soltero empedernido, al que no se le conocieron romances, deslices ni aventuras.
Aparte de los ya mencionados Ariel y Liberalismo y jacobinismo, sus principales libros son Motivos de Proteo (1909), El mirador de Próspero (1913) y los volúmenes póstumos El camino de Paros (1918), Nuevos motivos de Proteo (1927) y Últimos motivos de Proteo (1932).

Falleció en la ciudad siciliana de Palermo, el 1° de mayo de 1917, en viaje por Europa como corresponsal de la revista bonaerense Caras y Caretas.

Ideal

Gustavo San Román, autor del voluminoso A Companion to José Enrique Rodó (Tamesis, 2018), advierte en el texto “Rodó y el idealismo en acción”, incluido en estas Lecturas contemporáneas..., que el término ideal aparece 75 veces en Ariel. En varios de los textos publicados por la Sociedad Rodoniana se aclara en qué sentido es correcto afirmar que Rodó fue un idealista, y en cuáles no. El idealismo rodoniano no es ni metafísico ni gnoseológico, es decir, no tiene nada que ver con las posturas filosóficas que niegan o ponen en duda la existencia material del mundo o la posibilidad de conocerlo tal cual es. El idealismo de Rodó es, antes que nada, ético, y en segundo lugar estético. Va en el sentido de lo que puede leerse en el Diccionario de la Real Academia, en las acepciones cuarta, quinta y sexta de la palabra ideal, que refieren a lo perfecto, a lo que puede servir de modelo, al conjunto de ideas o creencias por los que alguien pudiera juzgar noble orientar su vida e incluso ofrendarla. Es por eso que hay también autores de izquierda que, evitando confusiones terminológicas, han valorado, analizado y difundido la obra de Rodó.

Abordajes previos

El ensayista, poeta y dramaturgo Víctor Pérez Petit (1871– 1947), fue, además de amigo personal, el primer biógrafo de Rodó (Rodó, Su vida y su obra, de 1919). Roberto Ibáñez (1907- 1978) poeta de la Generación del Centenario, Inspector de Literatura en Secundaria y diputado por el Partido Socialista, hizo un minucioso trabajo de reconstrucción y conservación de los archivos del ensayista, que ha sido base para estudios posteriores (en 2014 la Biblioteca Nacional, con edición e introducción de Ignacio Bajter, publicó Imagen documental de Rodó que recoge el trabajo de Ibáñez). En la hipercrítica Generación del 45, Rodríguez Monegal, Real de Azúa y Benedetti se ocuparon de Rodó: a los tres les pareció un escritor digno de ser leído. En el plano de la difusión, muchos uruguayos —hoy cincuentones largos— recuerdan haber encontrado alguna parábola de Rodó en sus libros de lectura de quinto o sexto de escuela.

Estos aniversarios “redondos” sobre Rodó, como los de 2017 y 2021, más allá del valioso esfuerzo de la Sociedad Rodoniana, revelan lo que Uruguay a menudo hace con sus riquezas culturales: rendir homenaje para, de inmediato, volver a la rutina y seguir descuidando, olvidando, desperdiciando.

Nuevas lecturas críticas

Los veintiún trabajos del libro publicado por la Sociedad Rodoniana están organizados en cinco secciones: Rodó, la filosofía y la historia de las ideas; Rodó y la literatura; Actualidad de Rodó; Rodó y América Latina; y, por último, Rodó y Estados Unidos.

En la primera sección son de destacar los artículos “La identidad religiosa de Rodó”, de Romeo Pérez Antón y “Rodó y el idealismo en acción”, de Gustavo San Román, sin que ninguno de los otros textos del grupo desentone en rigor académico. En la segunda debe prestarse especial atención al artículo de María Saavedra Inaraja que explora los vínculos de Rodó con la Generación del 98 española, y al de Brigitte Natanson y Emanuelle Rimbot que estudia el peso de varios autores franceses del siglo XIX en la “biblioteca mental” de Rodó.

Al lector no académico le conviene acercarse a este volumen por su tercera sección, dedicada a estudiar la actualidad de Rodó. Los textos más llanos son “Vigencia y necesidad actual del humanismo e idealismo de Rodó”, de Jorge Leone, y “Rodó y la vigencia de su pensamiento”, de Edison González Lapeyre.

En la cuarta sección, dedicada al impacto del pensamiento rodoniano en América Latina, la ponencia titulada “Arielismo y globalización” de José Ramiro Podetti comparte, con las que se ha destacado de la tercera sección, la virtud de resaltar con fundamento la vigencia y actualidad del autor.

Las dos ponencias de la sección sobre Rodó y los EE.UU. aportan el valor agregado de mostrar que la aceptación del pensador uruguayo a partir del Ariel no estuvo exenta de matices de discrepancia.

Qué hacer

José Enrique Rodó ha sido más atendido por estudiosos extranjeros que por lectores uruguayos. Integra la categoría de los escritores prestigiosos a los que se alude para posar de persona culta, pero a los que pocos leen. Es decir, se los condena al olvido sin una relectura.

Para reparar la deuda de olvido que el país mantiene con Rodó habría que reeditarlo, y esas reediciones deberían contar con estudios introductorios sólidos y llanos, accesibles para el lector común. Por eso cabe señalar que, si bien son valiosas las ponencias contenidas en Lecturas contemporáneas..., el estilo y el tono académicos de la gran mayoría hace dificultosa su lectura por un público no especializado. Al menos en el caso de los principales textos rodonianos —Ariel, Motivos de Proteo, El mirador de Próspero, Liberalismo y jacobinismo— el camino para acercarlos de nuevo al lector común no es el de las ediciones oficiales, que al no tener distribución comercial, pasan muy rápido a dormir en los anaqueles de bibliotecas y depósitos, sin llegar al público. Los títulos mencionados deben presentarse en ediciones baratas pero de formato atractivo, de esas que se venden en los kioscos, más que en las librerías. De paso, aprovechando la popularidad que todavía conserva Mario Benedetti entre los lectores uruguayos, sería buena cosa reeditar su Genio y figura de José Enrique Rodó. O incluir alguno de sus textos —“Mirando jugar a un niño”, por ejemplo— en libros de lectura para los grados superiores de la escuela primaria, o trabajar para que otros —como “La despedida de Gorgias”— vuelvan a estudiarse en la enseñanza media.

En el camino hacia una necesaria revaloración del autor de Ariel, que la Sociedad Rodoniana publique estas ponencias de congreso es un paso importante en la dirección correcta. No obstante, falta mucho por andar. Cabe esperar que, tanto en el sector académico —estatal y privado— como en el editorial, haya quien se atreva a dar los pasos necesarios.

LECTURAS CONTEMPORÁNEAS DE JOSÉ ENRIQUE RODÓ, de autores varios (José Ramiro Podetti, editor). Sociedad rodoniana, 2021. Montevideo, 456 págs.

El editor

Ramiro Podetti es el editor de las Lecturas contemporáneas de José Enrique Rodó, que recoge las ponencias de un seminario realizado en 2017. Miembro fundador de la Sociedad Rodoniana, Podetti es licenciado en Humanidades y decano de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Montevideo.

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