Clásico eterno de Cervantes

Novedades sobre Don Quijote de la Mancha: un libro joven de 400 años en edición uruguaya

Obra sutil, divertida y apropiada para la educación, por su ambigüedad, humor e ironía

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Cervantes por Ombú

por María de los Ángeles González
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La gran novela de Cervantes goza de muy buena prédica y casi no tiene detractores. Es un libro divertido, sutil, y apropiado para la educación, sin ser ingenuo, ni condescendiente, ni edulcorado. Se publicó hace más de 400 años y sigue interesando a las nuevas generaciones con una insólita actualidad.

El protagonista defiende virtudes épicas y rigores bélicos, pero en los sucesos que lo involucran esos principios resultan inoperantes, ridículos e injustos. Es un libro pacifista, pese a poner en camino al personaje más famoso de la andante caballería. Dos hombres componen la célebre pareja central, pero la trama da un lugar destacado a mujeres más decididas, autónomas y valerosas que los susodichos varones. Se suele repetir que es el libro español por excelencia, sin embargo ha sido una obra emblemática para los independentistas hispanoamericanos desde fines del siglo XVIII.

Si las derechas y los nacionalismos conservadores se valieron simbólicamente de la obra y del autor (soldado y prisionero de guerra) como tipo de la “raza” hispánica, expresión de la superioridad de la fe cristiana y de las nostalgias imperiales, las izquierdas enaltecieron los pasajes sobre la igualdad, que desnudan la arbitrariedad de las jerarquías y diferencias hereditarias.

Texto y contextos. En realidad, la apertura a significados renovables es un efecto de la ambigüedad, el humor y la ironía. Fue escrito, además, en un momento cambiante de la historia en el que aún pervivían restos de regímenes políticos y sociales que pugnaban por su continuidad en el Complejo Monárquico Señorial, pero cuyas bases doctrinales venían siendo socavadas desde el humanismo. Los profundos cambios en la concepción del mundo fueron paulatinos, pero se evidenciaron en poco más de un siglo en las obras de Erasmo de Rotterdam, Tomás Moro, o Bartolomé de las Casas, por ejemplo, y en especial en las de contemporáneos de Cervantes como Francis Bacon, Galileo, Descartes o Montaigne.

A diferencia de éstos, Cervantes no perteneció a una esfera de grandes privilegios. Posible nieto de conversos, la vida familiar fue inestable, con cambios de suerte y mudanzas en busca de posibilidades económicas, por lo que no se conservan más que un puñado de documentos autógrafos, menciones en documentos oficiales y contratos privados, pero no sobrevivió correspondencia personal ni manuscritos de sus obras. Por lo tanto, no hay como cotejar las ediciones de fines de 1604 y 1605, algo diferentes, para confrontarlas con textos escritos o corregidos por su mano.

Existen, a su vez, distintos criterios para establecer un texto, y en particular éste ha sido producto de decisiones variadas a lo largo de su historia editorial. Se suele tomar como válido el último publicado en vida del escritor o autorizado por él, aunque la crítica textual puede tomar el criterio de reconstruir el mejor texto posible, considerando variantes de distintas ediciones y salvando los errores o erratas que puedan advertirse. De modo que publicar el Quijote implica adoptar decisiones, asumir opciones y riesgos, e incluso sonadas polémicas, como la que enfrentó a los españoles Florencio Sevilla Arroyo y Francisco Rico entre 1996 y 1999. Estas diferencias no llegan a los grandes públicos, no resultan visibles en el producto final, ni inciden en la elección del ejemplar, que se suele basarse en el prestigio del sello que promueve, la editorial o el nombre que prestigia. A la inversa, el hecho de publicar el Quijote otorga brillo y solvencia a una institución, que se beneficia de la impregnación de cualidades, tradición, admiración y reverencia del autor y el libro.

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Cervantes por Ombú

 

Nuevos públicos. La lectura del Quijote reporta beneficios. Françoise Davoine, socióloga y psicoanalista francesa, defiende sus efectos terapéuticos y emancipadores en su libro Don Quijote para combatir la melancolía (2012), en pacientes con traumas de guerra. Alfredo Alzugarat hizo un balance pionero sobre la lectura del Quijote en las cárceles de la dictadura (2005). Vecinas y vecinos de una zona de Montevideo delimitada por las calles Martín Fierro, Bulevar Artigas, José Pedro Varela y José Batlle y Ordóñez, y cuyo foco es la Plaza Alcalá de Henares, trabajan desde hace más de diez años por la autodenominación de Barrio Cervantino, bajo la consigna de que el personaje y su autor forman parte del patrimonio imaginario en el que sus habitantes se reconocen.

Aun así, para divulgar el Quijote no es imprescindible editarlo, porque circula en ediciones nuevas, usadas y a bajo precio, y está disponible en todas las bibliotecas. Bastaría con regalarlo, ponerlo a disposición. La recuperación de libros es una opción sustentable acorde a la economía del reciclaje y reutilización, y una forma de resistir a la renovación permanente de mercancías que dicta el capitalismo de la hiperproducción y el hiperconsumo, asunto al que no escapa el circuito del libro.

La trama misma del Quijote involucra la lectura como fenómeno masivo y al lector moderno, ya como sujeto activo, ya como receptor atontado, confuso o alienado en la dificultad de distinguir los estatutos de la ficción. No es posible desvincular al personaje del mito de la lectura en modalidad impresa, por lo que difundirlo en papel sigue siendo deseable. En 2005, diferentes proyectos apostaron a ampliar la base de lectores. Hugo Chávez lo regaló a la población en edición venezolana y en Perú se imprimió en formato minúsculo, que llegó a la venta al equivalente del precio de un café. La Real Academia Española lo editó y patrocinó para que llegara al comprador a bajo costo, en edición cuidada por Francisco Rico (académico y catedrático de la Universidad de Barcelona), con sendos estudios y apéndices de célebres escritores y reconocidos estudiosos españoles e hispanoamericanos.

Ediciones uruguayas. Hasta su nueva aparición de 2025, el Quijote se imprimió en Uruguay sólo dos veces, quizás porque el público prefirió las ediciones españolas, que cubrían y cubren una amplia gama de oferta, desde el libro económico para públicos populares, hasta ediciones cuidadas, ilustradas y de lujo, de interés para sectores altos y medios con aspiraciones de materializar su diferenciación cultural. Las primeras crisis económicas españolas que afectaron la industria y comercialización del libro coincidieron con la expansión editorial en Argentina y México, en especial en lo que refiere a obras clásicas reproducidas en grandes tiradas para lectores hispanoparlantes de distintos países.

La primera edición en nuestro territorio se registra en 1880, publicada en fascículos coleccionables sin tapa por el periódico La Colonia Española de Montevideo. El Ministerio de Instrucción Pública editó la segunda en cuatro volúmenes en 1966, siendo Ministro Juan Pivel Devoto, como homenaje a Cervantes a los 350 años de su muerte. Ambas fueron ediciones modestas y asequibles: la primera fue un regalo a los suscriptores de un diario de españoles radicados en Uruguay, a quienes confirmaba sus “ilustres orígenes”. La segunda proyectó cubrir las bibliotecas del Estado, y venderse por muy poco precio para su difusión. Cada proyecto resulta de un contexto, una política y un ideal orientador sobre la función del libro clásico en la formación e identificación de sus potenciales lectores.

Nueva edición uruguaya. Elena Ruibal, profesora de la Universidad de Montevideo, tomó nota de los problemas que suponía publicar el Quijote en Uruguay. Me consta que desde hace años busca concretar este empeño en un formato que justifique la nueva edición y aporte un valor específico. Una de las opciones que consideró fue reproducir en forma facsimilar la edición montevideana de 1880, proyecto que se vio truncado por la dificultad de escanear todo el libro para un resultado poco amigable, de dudoso interés académico y de público incierto.

La estima de Ruibal a esa edición de 1880 resulta del deseo de homenajear a Arturo Xalambrí, un destacado coleccionista cervantino católico, cuya biblioteca y archivo son custodiados por el Centro de Documentación y Estudios de Iberoamérica (CEDEI). Fue Xalambrí quien, en 1947, redescubrió esa edición uruguaya de 1880 y la promovió como primera de América del Sur. Recordar el hallazgo destaca su figura como lector y donante de libros, promotor de la obra de Cervantes en diálogo con cervantistas y coleccionistas de otros países. También es un medio para dar visibilidad a la Colección Xalambrí en particular, que guarda cientos de ediciones del Quijote, muchas traducidas a distintos idiomas, así como estudios sobre Cervantes y su obra, y que en buena medida está desaprovechada, porque no ha logrado radicar o retener investigaciones. La Universidad de Montevideo financia la edición y estampa su sello en la portada —muy sobria, muy elegante, muy tradicional—, con lo cual también refuerza la impronta de su matriz cultural.

Con autorización de la Real Academia Española, este Quijote de 2025 opta por el texto establecido por Francisco Rico y reproduce sus notas. Incorpora imágenes de la Colección Xalambrí: ex libris (leyenda que se coloca en general en la primera página en blanco que revela a quién pertenece libro), acuarelas de Orestes Aquarone, apuntes a lápiz de Melchor Méndez Magariños, el primer capítulo en copia facsímil de la edición de 1880. El conjunto se completa con estudios de historiadores y críticos de Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, España, Israel, México y Uruguay, que abordan aspectos de la recepción y recreación de Cervantes, analizan temas y técnicas de la obra. Dos aportes destacan por su especificidad local: el estudio de Daniela Tomeo sobre las imágenes del Quijote en la Colección Xalambrí, y el análisis del Uruguay y su colonia española a fines del siglo XIX, de Susana Monreal. El plan de la edición, las invitaciones, la aceptación de los colaboradores y el armonioso y delicado resultado final es, sin dudas, fruto de la persistencia de Elena Ruibal.
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DON QUIJOTE DE LA MANCHA, de Miguel de Cervantes. Centro de Documentación y Estudios de Iberoamérica/ Universidad de Montevideo, 2025. Montevideo, 1.310 págs.

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