Más allá del diván

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Agustín Courtoisie

No se ocupa de Freud, pero su espíritu sobrevuela muchos capítulos. Está lejos de "los de autoayuda", pero es muy útil leerlo. Claro que si el lector está preocupado por bulimia, ataques de pánico, o depresiones, aquí no espere recetas —mucho menos si tiene un vecino esquizofrénico—. Ningún libro por sí sólo permite resolver este tipo de cuestiones, pero las casi 700 páginas de Psicópolis valen lo que pesan en conjunto, y su contribución en estos asuntos será largamente recordada.

Esta obra colectiva, coordinada por José Luis Romero y Rafael Álvaro, pasa revista a la psicología contemporánea con ojo notablemente abarcador. Exceptuados en forma deliberada el psicoanálisis ortodoxo y las variantes más conocidas de los paradigmas cognitivo-conductuales —por entender los compiladores que ya disponen de difusión suficiente—, esta "ciudad" de las corrientes psicológicas está abierta a enfoques alternativos o desconocidos para el público: desde la terapia gestáltica hasta el psicochamanismo, pasando por el "esquizoanálisis", los lacanianos, los neojunguianos, el análisis transaccional, la etnopsicología, la psicología social, y muchas otras escuelas y técnicas, como la psicología hindú y la budista, la psicología basada en la evidencia (PBE), y el asesoramiento filosófico, hoy tan de moda.

PSICO Y COCA. Una lectura atenta de los antecedentes de los coautores de Psicópolis permitiría conjeturar algunos de sus sesgos, pero en cualquier caso, ellos han sabido hacerlos jugar en favor del equilibro global de este rico abanico de propuestas. José Luis Romero Cuadra es docente de Filosofía y Psicología, investigador en la Universidad Complutense de Madrid, y autor de Contra la manipulación ideológica (2000) y junto con Rafael Álvaro, de Antipsychologicum. El papel de la psicología académica: de mito científico a mercenaria del sistema (2005). Por su parte, Rafael Álvaro Vázquez es Licenciado en Psicología, e investigador de la Comunidad Autónoma de Madrid. Ha trabajado con toxicómanos y drogodependientes y es el autor de Esquizogénesis (2004).

Sea cual fuere la ruta por la cual el lector decida ingresar a esta "ciudad", en cualquier "barrio" de la psicología encontrará confortables habitaciones conceptuales, aunque las ventanas no presenten siempre paisajes hermosos, como era de esperar. El capítulo dedicado a la PBE, por ejemplo, permite comprender la importancia de convertir a la psicología y en particular a la psicoterapia en algo más "científico", pero, al mismo tiempo, la de estar prevenidos respecto de ciertos abusos solemnes del término.

Tal como lo expresan Vázquez Valverde y Nieto Moreno: "hay presiones interesadas por medicalizar o patologizar comportamientos humanos, pues su inserción en el circuito médico puede reportar, a la par de excelsas contribuciones a la felicidad humana, pingües beneficios económicos". Préstese atención a la siguiente recomendación, que involucra una práctica lamentablemente menos generalizada que la del anterior párrafo: "No es de extrañar que algunas revistas (ejemplo: British Medical Journal) exijan a sus autores que en la primera página del artículo indiquen públicamente si tienen ‘intereses conflictivos’ (por ejemplo, pertenecer al comité científico de algún laboratorio) para no dejar indefenso al lector frente a los datos supuestamente ‘asépticos’ de las presentaciones científicas." Es cierto que las psicoterapias alternativas pueden convertirse ellas mismas en un negocio, pero es menester tomar conciencia también de las inmensas operaciones de marketing involucradas en la industria farmacéutica. "Las cifras que se manejan en la promoción de fármacos, tanto para profesionales como para el público en general, son mareantes: sólo la promoción del antihistamínico Claritine en EEUU costó 136 millones de dólares, una cifra mayor que la empleada por Coca-Cola aquel mismo año en publicidad" (p. 481).

MAGIA ERA LA DE ANTES. Esta obra colectiva tiene realmente de todo. Con argumentos de la etnopsicología se discuten ciertos diagnósticos de esquizofrenia (p. 521); se comentan los aportes fundamentales de Theodore Millon a los trastornos de personalidad y a la clasificación de las enfermedades mentales de la American Psychiatric Asociation (p. 443); y el uruguayo Alfonso Lans, docente de la Facultad de Psicología de la UDELAR, autor de varios libros y fundador del Centro Félix Guattari de Montevideo, escribe sobre "Esquizoanálisis". El texto de María Hermoso sobre "La psicología Arquetipal Imaginal de Hillman: hacia una re-imaginación de la psicología", pese a su feo título invita a conocer una de las escuelas neojunguianas, y aunque no lo diga expresamente, a la relectura de Carl Gustav Jung.

Es imperdible el capítulo de Alejandro Jodorowsky sobre "Psicomagia y Psicochamanismo". La ficha curricular del autor hará temer lo peor a las mentes positivistas, y le parecerá algo "ya visto" a los esotéricos y a la gente light: Jodorowsky es tarotólogo, terapeuta, novelista, actor y director teatral y cinematográfico. Nadie debería saltear su capítulo, y menos en particular, los pasajes relativos a la noción de "abuso" y los referidos a la incorporación de técnicas de brujería y chamanismo — despojándolas de sus implicaciones religiosas y supersticiosas—. Después de leer a Alejandro resulta tentador conseguir la versión en DVD de "El exorcismo de Emily Rose", y revisar la escena en que la antropóloga declara como testigo para explicar la antigua función comunitaria de los exorcismos. Desde hace años Jodorowsky aplica el viejo concepto primitivo de "retirar el mal del cuerpo". Lo hizo a partir de sus investigaciones sobre "sanaciones" logradas por personas "incultas" y superticiosas, mediante manipulaciones y rituales. Está convencido que dicho enfoque es muy eficaz con "pacientes nacidos en una cultura racional". Cuando contempló aquellas experiencias las interpretó con el criterio de que "el inconsciente aceptaba los actos simbólicos como realidades, y el cuerpo aceptaría como ciertas las operaciones metafóricas a las que se le sometería, aunque la razón las negara" (p. 242). El psicochamán deberá actuar con la premisa de que "el inconsciente toma los símbolos por realidades": "Para aconsejar a los consultantes con neurosis sociales, me inspiré en la película ’El mago de Oz’. Un hombre de acero quiere tener sentimientos, el psicomago le prende en el pecho un reloj en forma de corazón. El hombre de paja quiere ser inteligente, el psicomago le da un diploma universitario. El león cobarde quiere ser valiente, el psicomago le confiere una condecoración. ¡El inconsciente toma los símbolos por realidades!" (p. 239).

Es admirable como elude Jodorowsky las banalidades de los libros de autoayuda, pero poniéndose a veces al borde de ellas. Por ejemplo, después de largos párrafos donde se enumeran los distintos tipos de abuso infantil —desde los más evidentes como los sexuales o las golpizas, a otros mucho más sutiles— , dice: "La falta de caricias es el mayor abuso que padece un niño. Toda esta basura, si no se hace consciente, nos afecta" (p. 233).

ABRIR LA CABEZA. Claro que era inevitable que algunos capítulos resultasen oscuros, o que no todos parezcan igualmente interesantes. Lo relevante es que Psicópolis es una caja de herramientas para tener cerca, cuando sea necesario. Es el caso de las "constelaciones familiares" de Bert Hellinger, o el de la joven "Contrapsicología", heredera de la sesentista "Antipsiquiatría". O el de las muy sugerentes enseñanzas de la Psicología Biológica y la Etología.

Por otra parte, Romero y Álvaro han respondido con toda lucidez a la posible objeción apoyable en Kuhn de que una disciplina no está madura si en ella compiten todavía muchos paradigmas por el predominio: "En manos del avezado lector o lectora dejamos la tarea de resaltar tanto las diferencias como las no menos llamativas similitudes y mutuas influencias entre las diversas teorías psicológicas que podrán percibirse a partir de la lectura de estos artículos" (p. 29). Antes habían dicho para quien lo quiera oír, que las disputas entre corrientes obedecen más a "intereses gremiales y económicos cuyo principal objetivo termina siendo la mayor acaparación posible del potencial mercado público y privado en los diversos ámbitos de la psicología teórica y aplicada" (p. 15).

Psicópolis despertará la atención de estudiantes, docentes y profesionales de la psiquiatría y la psicología, por motivos más que justificados. También acudirán los variopintos exponentes de "lo alternativo", para legitimar sus peculiares caminos —con frecuencia muy discutibles en lo epistemológico, a veces incluso más que en lo ético—. Pero en realidad, es el público general el que obtendrá mayor provecho de este esfuerzo gigante —esa gente algo cansada de los tránsfugas radiales de todos los horarios—. Después de todo, es probable que hasta Freud y Skinner —excluidos de Psicópolis— lo habrían consultado, porque se veían a sí mismos como "científicos" y nada que los contradijera les resultaba en principio descartable. l

PSICÓPOLIS, de José Luis Romero Cuadra y Rafael Álvaro Vázquez. Paradigmas actuales y alternativos en la Psicología contemporánea. Editorial Kairós, Barcelona, 2005. Distribuye Gussi. 688 páginas.

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