por Gera Ferreira
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Se reeditó en Montevideo No develarás el misterio, una antología de entrevistas realizadas a Marosa di Giorgio, un valioso material sobre un recorrido amplio de conversaciones con la poeta salteña (1973-2004), y escuchar las inquietas modulaciones de su voz a través del tiempo. La primera edición de este libro había tenido lugar en Buenos Aires en 2010 a cargo de la editorial El cuenco de plata, y su recepción crítica por entonces resultó escasa, al menos en Uruguay. El libro atrajo más como fenómeno editorial que como complemento de peso en la obra de la autora. Antes y después fueron publicados en ese mismo sello varios títulos poco conocidos de ella, aunque recibidos con interés diverso: La flor de Lis, Misales, Camino de las pedrería, El Gran Ratón Dorado, el Gran Ratón de lilas y Rosa mística.
La mayoría de las entrevistas en prensa que concedió Marosa fueron contestadas por escrito, solicitando las preguntas con anticipación para elaborar mejor sus respuestas. Si bien era algo que sus allegados sabían, hoy, con algo más de perspectiva, este libro aporta nuevas pistas que permiten expandir el alcance de las concesiones dadas por la poeta y, al mismo tiempo, analizar qué papel tenía lo escrito a la hora de planear el intercambio con su entrevistador de turno. A través de los años, Marosa adecuó sus respuestas con una clara voluntad de edificar y controlar una versión “oficial”, tanto de su concepción artístico-literaria como de la representación de su proyecto vital.
El pedido de Marosa para responder por escrito provocaba un enfrentamiento, puesto que en una entrevista ambos participantes proyectan intereses en el intercambio e intentan hacerlos prevalecer. Se trata de un escenario de conflicto, como lo es la literatura. Salvo que el formato del cuestionario viniese prefigurado de acuerdo a una receta más o menos inalterable, como podría ser el modelo del Cuestionario Proust (un conjunto de preguntas contestadas por el escritor francés Marcel Proust en el siglo XIX y que Marosa respondió en dos ocasiones, 1997 y 2004), la poeta tuvo que negociar con otros cronistas un terreno neutral donde —si bien el encuentro ocurría de manera presencial—, ella proporcionaba parte de la información mediante la elaboración en papel.
Sin embargo un caso que rompió con el paradigma “escrito” ocurrió en 1998, cuando Alejandro Ferreiro entrevistó a Marosa en vivo en el programa de radio Planetario. El diálogo fue reconstruido por el conductor y dado a conocer por primera vez en 2013 en la revista Lento como registro textual del encuentro. En la versión publicada, Ferreiro no hace alusión a que la poeta utilizara respuestas por escrito durante la entrevista, sino que se da por sentado que la conversación fue totalmente oral. Ese intercambio, por ejemplo, no es recogido en este libro, ya sea por omisión o por desconocimiento.
La entrevista es una forma de narración y la utilización de procedimientos literarios o mediáticos en este género sirve para crear imágenes o ficciones que funcionan como un discurso alternativo para cualquier creador que lo aproveche. Marosa lo sabía, y así lograba imponer sus reglas, consciente de que la construcción y legitimación de la credibilidad ante el público en relación a su figura y a su obra también le pertenecían.
Ser dueña de lo “dicho”, en tanto escrito, adquiría en ella un valor fundamental, pues esta postura incluía la elaboración premeditada de un registro que se podría llamar “elevado”, alejándose de la clave coloquial. Este rasgo permite inscribir a las entrevistas de Marosa dentro de la lógica y dominio de su propia literatura, como si fuese un ensayo, un artículo, o incluso un poema. En este sentido, no sería temerario afirmar que Marosa considerara como un derecho inalienable la posibilidad de configurar a su manera la versión de sus declaraciones.
Proteger lo invisible. “Yo soy Los papeles salvajes”, declara al finalizar la primera entrevista del libro. El diálogo data de 1973 e instaura temprano la voluntad de la autora en incluir su proyecto vital dentro de lo literario. Instalarse en ese terreno lindero entre oralidad y escritura, entre lo público y lo privado formaba parte del riesgo de asumirse en rebelión frente a las obligaciones del mercado, de la prensa, de sus interlocutores calificados cuando prendían el micrófono buscando sus reflexiones, y al mismo tiempo ella debía cumplir su papel en un medio que la respetaba y esperaba algo a cambio.
Una de las paradojas que se aprecian al repasar las conversaciones radica en que, si bien el género de la entrevista se ampara en mecanismos retóricos y dialécticos que se activan en procura de descubrir (o jugar a descubrir) la “verdad”, la poeta salteña utiliza un repertorio amplio de recursos para poner en crisis o al menos entorpecer o nublar ese mecanismo de revelación: el lector notará una actitud evasiva en sus diálogos y una constante resistencia a cooperar. Se trata de soluciones contestatarias que fueron utilizadas a modo de “coraza” por la poeta.
Preservar el misterio. La reedición de este trabajo mantiene los criterios de la primera reunión, y también sus vicios. Queda en evidencia la implementación de mecanismos formales de ocultamiento en la selección y compaginación del libro por parte de los editores: amputaciones en las notas que se publican en comparación con las originales, cambios arbitrarios en los títulos y el borramiento intencional de la figura del entrevistador.
Son decisiones que alimentan aún más un “misterio” que desde el título se le está negado revelar al lector. Estos procedimientos, a su vez, son destinados a proponer un camino de lectura “comercial” que pone énfasis en la homogeneización de la figura de Marosa, encasillándola dentro del corsé del “misterio”.
Las 31 piezas que comparecen (pese a que en la “Nota del editor” se prometen 32) aparecen ordenadas cronológicamente y fueron extraídas de diarios, suplementos, revistas y publicaciones académicas. Esta diversidad permite observar cómo ella se desenvolvió en esos encuentros a lo largo de tres décadas. Los primeros editores tuvieron claro este punto y lo explotaron de buena manera.
En el conjunto de las entrevistas se reitera de parte de los cronistas “un repertorio de indagaciones previsible” (como ha dicho Alfredo Fressia): la infancia, el origen de la escritura, lo erótico y la historia familiar se transforman en tópicos-fetiche donde se focaliza obsesivamente el interés por la autora. En este sentido, se le puede achacar a los interlocutores de Marosa la falta de lectura en sus declaraciones anteriores, para no volver a transitar zonas visitadas por sus colegas.
A su vez, el libro no reúne un corpus definitivo de piezas, sino un conjunto parcial proveniente de un territorio mayor no explicitado. Al contrastar algunas de las entrevistas publicadas en el libro con sus originales en prensa, se observa que los textos conviven con fotos ilustrativas de la autora, en muchos casos acompañadas por pequeños textos introductorios, que generaban un contexto útil para enmarcar las conversaciones. Estos paratextos muestran una participación más activa de los interlocutores de Marosa y de sus preocupaciones, más allá del cuestionario final.
En la página inicial de No develarás el misterio los editores exponen sus argumentos basándose en la calidad y en la transcripción directa de las palabras de Marosa, al tiempo que se buscó evitar repeticiones bibliográficas. Este criterio es discutible ante el resultado de lectura, por todo lo que se omite. La importancia de lo ausente se aplica, por ejemplo, en el caso de la entrevista de María Esther Gilio (1998), que en el párrafo inicial de su original presenta como evidencia crucial la presencia de un grabador. Este detalle revela estar ante el resultado oral de una conversación y no ante una elaboración escrita, como podía suponerse. Ese fragmento con el dato, por desgracia, se elimina del libro.
Al ubicar el original de la entrevista realizada por Eduardo Espina (1994) se aprecia cómo la predisposición poética del cronista ante la figura de Marosa es el disparador inicial para la conversación. La posición de Espina dentro del contexto de la entrevista permite no solo entender el tono de sus preguntas, sino también la posibilidad de conectarlas con las respuestas de Marosa. Frente a este tipo de supresiones el libro sufre la reiteración de una sola tonalidad, por momentos inexpresiva y automática, de un otro ausente que pregunta pero que parece ser siempre el mismo interlocutor. El libro pone énfasis únicamente en la voz de Marosa y en su protagonismo porque no sabemos nada de quién está del otro lado.
Finalmente, se produce un cambio arbitrario en los títulos originales en las piezas. De 31 entrevistas, 13 títulos son cambiados para “adecuarse al formato del libro”, desvirtuando aún más el sentido de la publicación original. A su vez, el borramiento total de los interlocutores se verifica en el índice: los datos de los periodistas quedan remitidos a existir únicamente como coordenadas deambulantes al final de cada texto.
Volveré y seré la misma. Al repasar casi tres décadas de conversaciones y leer (y escuchar) la inconfundible voz de Marosa, se aprecia claramente una autodefensa emotiva y eficaz de su poiesis. La llamativa e invariable preservación de sus postulados artísticos a lo largo del tiempo funcionó como onda expansiva hacia los lectores del futuro (aquellos, nosotros, los que vienen) ya que desde sus testimonios la poeta sigue delimitando las fronteras de un vasto territorio ficcional. Su resistencia a cooperar en ciertas ocasiones, la clave poética como gesto evasivo, la utilización de una modalidad contestataria y la ambigüedad como recurso desestabilizador, son procedimientos verificables en sus declaraciones y Marosa los aplicó para eliminar cualquier incoherencia interna, contradicción o diversidad entre su clave poética y la clave vivencial.
La publicación de No develarás el misterio en su momento señaló un nuevo camino de lectura sobre los enigmas que aún rodean la figura de esta autora tan cara a las letras uruguayas, pero esta reedición perpetuó un tipo de lectura comercial que envejeció con el tiempo. De todas formas, la palabra de Marosa en cualquiera de sus registros se vuelve acción evocativa y logra reafirmar la vigencia de su identidad poética. Decir esto a 20 años de su muerte es seguir dialogando con ella como si estuviese aquí. Y lo está, porque seguro se encargó de planearlo.
NO DEVELARÁS EL MISTERIO. Entrevistas, de Marosa di Giorgio. Compilación de Nidia di Giorgio. Selección de Edgardo Russo. Edición y prólogo de Osvaldo Aguirre. Yaugurú, reedición 2022. Montevideo, 150 págs.