Prudencia y audacia no son incompatibles

La política como el arte de lo posible

El ciudadano actual está a merced de poderosas fuerzas, entre ellas el marketing político. El kirchnerismo no es ajeno a ello.

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Lucas Rubinich

por Juan de Marsilio
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Suele decirse que la política es el arte de lo posible. En clave conservadora, eso conduce al quietismo. Quietismo optimista, si uno se autoconvence de que no hay realidad posible mejor que la que lo rodea, o desencantado, si se adhiere a ideales de justicia y cambio, herederos de la Ilustración, pero no se percibe el camino para concretarlos. En clave progresista, debe entenderse como el constante y lúcido esfuerzo por ensanchar el campo de lo posible, en pro de mayor justicia y libertad.

En los ensayos de Contra el homo resignatus, centrándose en el ejemplo argentino, pero con ideas pasibles de ser generalizadas, el sociólogo Lucas Rubinich (1955) estudia el avance, desde mitad de la década del setenta, de un pensamiento político–social que promueve el avance del mercado sobre el Estado, con el fortalecimiento cada vez mayor de empresas trasnacionales y la apuesta al individuo, concebido como consumidor y emprendedor, lo que lo vuelve potencial ganador o perdedor económico. En lo político, más que un ciudadano comprometido con tradiciones, ideologías y proyectos bien definidos, ese individuo es un votante anónimo, cada día más a merced del marketing político.

No obstante, por debajo, sobreviven tradiciones propias de sociedades que fueron —o soñaron ser—más igualitarias e integradas. Tales tradiciones son el capital político de sectores progresistas, de origen marxista o nacionalista popular, como es el caso del kirchnerismo en la Argentina. La encrucijada de esos sectores, permeados también por el pensamiento “posibilista” propio de la época, los obliga a optar entre “atender mejor” a los sectores socialmente vulnerables, o tomar una actitud más radical y audaz que les permita volver a acumular masas sociales tras sus banderas, para impulsar proyectos de sociedad más igualitarios e integradores. El premio de la moderación es dudoso: ser admitidos, como socios menores, a la “clase política”, donde no faltará quien los mire de reojo por su discurso algo más socializante. Rubinich apunta que, en términos históricos, a lo sectores populares les ha ido mejor con la audacia que con la mesura.

Esto último puede relativizarse, incluso con una mirada de izquierda: prudencia y audacia no son incompatibles, por lo que lograr hoy todo lo de veras posible puede llevar a poder alcanzar mucho más en el futuro cercano.

CONTRA EL HOMO RESIGNATUS, de Lucas Rubinich. Siglo XXI, 2022. Buenos Aires, 160 págs.

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