Música, abuso y memoria

La banda de rock que Francia borró de su historia: Noir Désir entre las luces y las sombras

Un notorio caso de femicidio que desató la cancelación

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Noir Désir por Óscar Larroca

por Alexis Borla
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Aunque pocos han oído su nombre en estas latitudes, Noir Désir es, hasta hoy, la banda de rock más relevante en la historia de Francia. Surgió hace 40 años cuando cuatro amigos, unidos por su fanatismo hacia el post-punk, comenzaron a moldear un sonido que dejaría una huella imborrable en la música europea. Sin embargo, lo que prometía ser un legado artístico inquebrantable y rebelde quedó inevitablemente ensombrecido por la historia de su carismático y conflictivo líder, Bertrand Cantat, protagonista de uno de los casos más controvertidos de femicidio en la historia del rock.

Un artista. El cénit de su popularidad llegó en los años 90, cuando discos como Tostaky (1993) y 666.667 Club (1996) posicionaron a la banda como la voz de una generación. Su sonido fue etiquetado como “alternativo” porque nadie sabía exactamente cómo describirlo. Por momentos era lisérgico, en otros tenía un resabio punk, y en algunas canciones evocaba la chanson française fusionando jazz, repentismo y música latinoamericana en piezas de alta factura poética como “Le vent nous portera” o “À ton étoile”.

Cantat componía la mayor parte de la música con un énfasis particular en letras plagadas de referencias literarias y con una mirada crítica sobre la sociedad. Creó himnos europeos como “Aux sombres héros de l’amer”, “L’Homme pressé” y “Un jour en France”. Su carisma combinaba belleza y rabia, injusticia y dignidad. Con canciones que estaban cargadas de alegorías sobre la libertad y el desencanto, Noir Désir ofrecía una postura ante el mundo para sus fans. Durante los noventa la banda se convirtió en un estandarte de la contracultura, denunciando el consumismo, la corrupción y el racismo con una intensidad que los acercaba al espíritu del rock latinoamericano de la época.

Una noche del invierno rioplatense de 1997, Noir Désir tocó en un estudio de la zona Sur de la Capital Federal bonaerense para un auditorio de un puñado de personas, casi todos trabajando, filmando para el canal de TV Much Music un ritual que hoy elude algoritmos en un canal perdido de Youtube. Sin multitudes, ni gira, ni prensa, apenas una sesión acústica de quince minutos en un pequeño estudio y cuatro canciones. Pero ahí, entre micrófonos precarios y la respiración de un saxo húngaro, la banda dejó una de las pocas versiones íntimas de su furia. Aquellas tomas durmieron en cajones durante años hasta despertar en Débranché, único disco acústico del grupo. En esas grabaciones hay algo fantasmal y vivo, como un eco que viaja desde el sur al corazón de Europa. Cuando una banda toca así de lejos de su casa, deja una huella que no depende del ruido, sino de la vibración.

Un asesino. Marie Trintignant (1962-2003) fue una destacada actriz francesa, hija del legendario Jean-Louis Trintignant, de quien mamó su oficio. Creció jugando entre decorados de sets de filmación. Algunos de los directores más importantes del cine francés confiaron en su talento, destacándose en películas como Série noire (1979), Betty (1992) de Claude Chabrol y Les Marmottes (1993).

Cantat fue su pareja durante tres años y terminó asesinándola a golpes en 2003, tras una escena de celos por un SMS que su exmarido le había enviado. Ocurrió en un lujoso hotel en Lituania, donde Marie estaba rodando una serie, y Cantat terminó condenado a ocho años de prisión, de los que cumplió solo cuatro por “buena conducta”. En 2007 recuperó la libertad e intentó retomar su carrera musical, pero su regreso fue recibido con un fuerte rechazo por parte de los colectivos feministas y la sociedad francesa en general, que se movilizaron tantas veces como fue necesario.

¿Reincidente? Kristina Rady (1968-2010) fue una traductora, actriz y promotora cultural húngara, además de la esposa de Cantat y madre de sus dos hijos. Intelectual y apasionada por las artes, tuvo un rol clave en la difusión de la cultura húngara en Francia y en el ámbito teatral. Se casó con Cantat durante los noventas, pero su relación terminó cuando él inició su fatídico romance con Marie Trintignant en el año 2000.

Tras la condena de Cantat en 2003 y su liberación en 2007, Kristina lo recibió nuevamente en su hogar de Burdeos. Sin embargo en 2010 fue hallada muerta en su casa. Oficialmente se consideró un suicidio, pero testimonios posteriores apuntaron a que Cantat ejercía sobre ella un fuerte maltrato psicológico. La causa nunca avanzó y ahora pesaba sobre el músico no sólo la condena del asesinato que cometió, sino también el fantasma de haber arrastrado a otra de sus parejas al mismo final.

Escuchar hoy a Noir Désir implica enfrentarse a una pregunta que atraviesa toda la historia del arte: ¿se puede separar la obra del autor? La historia obliga a reflexionar sobre la relación entre talento y ética, sobre cómo recordar a los artistas que la cagan (no existe otro término para catalogarlo) y qué lugar se le da a las víctimas en esos relatos. Su legado musical sobrevive en una zona ambigua, oscilando entre la admiración y el rechazo.

Queda la gran pregunta: si es posible escuchar sin olvidar. La memoria colectiva, entonces, se construye entre luces y sombras, y en ese terreno incierto la música sigue sonando.

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