Espía de la primera persona, de Sam Shepard.
.
Porque es el testamento literario del escritor, dramaturgo y actor fallecido en 2017. Conserva toda la fineza, sonoridad poética y distancia justa que caracterizó a su narrativa. Un libro escrito cuando lo acosaba una enfermedad degenerativa; contó con la colaboración de hijos, hermanas, y de Patti Smith en la revisión final.
Va un adelanto del libro:
.
Lo observo desde la distancia. Es decir, lo observo desde el otro lado de la calle. Resulta difícil determinar su edad debido a los ventanales del porche cubierto. Debido a los estores. Purpúreo. Llanero solitario. Bandido enmascarado. No sé de qué se está protegiendo. Permanece encerrado tras los ventanales del porche, envuelto por el zumbido de los insectos y el piar de los pájaros y un montón de bichos propios del verano –mariposas, avispas, etc.– que revolotean en el exterior, pero a esta distancia es muy difícil determinar su edad. La gorra de béisbol, los tejanos sucios, la camiseta vieja. Hasta donde logro distinguir, está sentado en una mecedora. Una mecedora que parece sustraída de algún Cracker Barrel.1 De hecho, todavía tiene la cadena de seguridad rota alrededor de una pata. Desde la distancia a la que observo me parece roja, pero también podría ser negra, algunos de esos colores provienen de los Marines, otros del Ejército, otros de la Fuerza Aérea, en función de la profundidad del patriotismo de cada uno, y él se pasa el día meciéndose. Eso es todo. Contando historias de un tipo u otro, pequeñas historias. Historias de batallas. De vez en cuando aparece alguna persona y lo ve sentado en el porche en su mecedora, murmurando para sí mismo. Y se acerca y se sienta. Parecen conocerlo. Al principio parece que no, pero después resulta que sí. Uno de ellos tal vez sea su hijo. Alto y desgarbado. Otra acaso sea su hija. Otras dos podrían ser sus hermanas. Entran y salen de las profundidades de la casa, pero desde esta distancia resulta difícil dilucidar lo profunda que es la casa.
.
(de Espía de la primera persona, de Sam Shepard, Anagrama)