Marcos Robledo
"SESENTA y ocho grados de alcohol perfumado de anís se deslizan por mi garganta, me abrasan el esófago y caen incendiarios en el estómago. El infierno no huele a azufre, sino a absenta". Así comienza un breve relato firmado por María Dubón encontrado en Internet. Un siglo después, pareciera que el "hada verde" está de regreso.
A finales del XIX el pintor Henri de Toulouse-Lautrec no salía a la calle sin llevar en su bastón una medida de absenta. Esta fuerte bebida anisada fue pintada por Van Gogh, Picasso y Manet, la relató Hemingway y la bebieron varias celebridades más. Ahora, a comienzos del XXI, la absenta —también conocida como ajenjo— vuelve al ruedo. Publicaciones como The Guardian, Newsweek y Los Angeles Times ya se han ocupado de comentar su retorno.
En 1874 se consumían 700.000 litros de absenta en Francia. El año 1910 la cifra había aumentado a 36 millones. Pero cuando llegó el siglo XX muchos eran los que se oponían a la venta de absenta, pues la consideraban culpable de la perdición de otros tantos. Fue en 1915 cuando el gobierno francés decidió prohibir el ajenjo, principal elemento de la absenta. Ese país era el de mayor consumo. Pocos años antes o después, varios países más censuraron la bebida. También en Uruguay fue prohibido el ajenjo en particular, así como cualquier bebida que tuviese una graduación alcohólica superior a 54 grados. Sin embargo en otros sitios como España, Inglaterra y República Checa nunca hubo prohibición, aunque sí la absenta terminó cayendo casi por completo en el olvido general. Ahora los vientos han cambiado y el "hada verde" vuelve a hacerse notar en Europa.
TRAGO OLÍMPICO. Por absenta se entiende el licor obtenido de la destilación de hojas de ajenjo –en latín Arthemissia absinthium–, que en principio es de color verde claro, aunque también lo hay más amarillento, rojo e incluso negro. La graduación alcohólica varía entre los 50 y 80 grados. El nombre absenta viene del latín absinthium, que a su vez viene del griego, donde significa "carente de dulzor" o "imposible de beber". La absenta apareció a fines del siglo XIX, pero el ajenjo se conoce desde mucho antes, pues crece en toda Europa excepto en el norte. Se lo utilizaba con fines medicinales, así como para recordar las derrotas.
Se dice que en los antiguos juegos olímpicos los vencedores debían tomar una bebida mezclada con ajenjo, para que en el momento del éxito no olvidaran las amarguras y derrotas del pasado.
La absenta fue creada el año 1792 en Couvet, Suiza, por el médico francés Pierre Ordinaire, quien primero ideó una infusión basada en ajenjo para tratar la gota y las piedras de riñón. Luego comprobó que si se maceraba con alcohol era más efectiva, entonces surgió la absenta.
Al poco tiempo otro francés —Henri Dubied en 1797— adquirió la receta, se asoció a su yerno Henri-Louis Pernod y comenzaron a producir y comercializar la nueva bebida. En 1805 trasladaron la fabricación a Pontarlier, en Francia y desde entonces el éxito fue incuestionable.
Se suele afirmar que la absenta conquistó la "ciudad luz" al regreso de los soldados que venían de Argelia, donde se habían aficionado a ella. Pronto fue adoptada por la clase acomodada, los intelectuales y los bohemios. El ajenjo debe gran parte de su fama a algunos de sus también afamados consumidores; pintores y escritores que vivieron en el París de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX.
Edouard Manet realizó entre 1859 y 1867 un óleo llamado El bebedor de ajenjo. En 1876 Edgar Degas pintó El Ajenjo, obra ambientada en un café parisino frecuentado por Renoir y en ocasiones Manet. En 1901 el español Pablo Picasso pintó La bebedora de ajenjo.
Otros destacados habitués del ajenjo fueron Paul Gaugin, Edgar Allan Poe, Jack London, Heinrich Heine, Alfred de Musset, Raoul Ponchon, Arthur Rimbaud, Charles Baudelaire, Paul Verlaine y Oscar Wilde. El "hada verde" está presente en la novela Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway, que transcurre durante la guerra civil española. Allí uno de los personajes —Jordan— es aficionado a la bebida e intenta sin suerte contagiar a otros.
En cierta ocasión, Jordan, preguntado de qué era aquello, responde: "Es ajenjo. Es un verdadero matarratas. Se supone que destruye el cerebro, pero yo no lo creo. Solamente cambia las ideas". En otra parte del libro, Hemingway —reconocido tomador de cuanto hubiera—la describe como un "brebaje opaco, amargo, que entorpecía la lengua, que calentaba el cerebro, que acariciaba el estómago". Según Wilde, en el consumo de absenta hay tres etapas: "la primera muy normal como cuando se bebe cualquier alcohol, la segunda cuando uno empieza a ver monstruos y cosas crueles, y la tercera cuando uno ve las cosas que desea ver, las maravillas del mundo y cosas curiosas".
CASI UN RITUAL. La supuesta diferencia entre la absenta y el resto de las bebidas alcohólicas estaría originada en el ajenjo y particularmente en uno de sus ingredientes, una sustancia denominada thujone. Pero esta postura está bastante en entredicho, y muchos son los que opinan que lo más peligroso de la absenta es su alta graduación alcohólica, amén de una dolorosa resaca.
Otra de las características que diferenció al ajenjo era su forma de consumo, casi ritual. La manera más apreciada es con fuego. Primero se sirve un poco de ajenjo en una copa. Se sumerge un terrón de azúcar que luego se retira y sostiene con una cuchara perforada especialmente diseñada. Una vez que el terrón humedecido está sobre el líquido, se lo enciende para que el azúcar fundido caiga dentro de la copa. Después se revuelve y queda pronto para beber, con agregado de agua o no según el gusto del catador.
El masivo consumo que adquirió la absenta a comienzo de los 900, produjo una división entre los franceses que querían prohibirla y los que no. Los acontecimientos se precipitaron luego de un par de homicidios. La bebida anisada fue señalada como la culpable, al poseer a sus bebedores y llevarlos a cometer crueles asesinatos.
Como ejemplo del debate generado, he aquí el texto de un panfleto de la época. "En vista que la absenta vuelve loco y criminal, que provoca epilepsia y tuberculosis y que mata cada año millones de franceses. En vista que hace del hombre una bestia feroz, de la mujer una mártir, del niño un degenerado, que desorganiza y arruina la familia y amenaza de este modo el futuro del país. En vista que medidas de prohibición se imponen imperiosamente en Francia, quien bebe más absenta que el resto del mundo, ¡Suprimamos la absenta!"
El veredicto determinó que el principal ingrediente de la absenta, el ajenjo, era el causante de tales comportamientos, por lo que fue prohibido en Francia en el año 1915. Antes ya lo había sido en Suiza, Italia, Holanda, Bélgica y Estados Unidos. Pero en países como España, Inglaterra o República Checa, el ajenjo nunca estuvo prohibido, aunque sí había entrado en desuso. El español Carlos Delgado sostiene en El libro de los aguardientes y licores, publicado en 1987, que si bien en su país no estaba vedado el consumo de absenta, "bajo los efectos de la caída en picado de las bebidas dulces ha terminado por desaparecer".
DE MANSON A GAUDÍ. Sin embargo no era tan preciso lo afirmado por Delgado. En Villajoyosa, una pequeña ciudad de la provincia mediterránea de Alicante, la bebida tradicional es el nardo, mezcla de absenta y café.
También está el caso del Marsella, un bar que existe en Barcelona desde 1820. El Marsella debe su fama al ajenjo; es punto casi obligado de los rubios turistas del norte europeo y de muchos barceloneses. Tras su fachada descascarada y desprovista de luminarias, este bar presenta un ambiente bullicioso y sofocante de jóvenes que beben absenta, sola o con agua.
De hecho en Barcelona se puede adquirir absenta en un sinfín de bares, pubs, comercios especializados en bebidas alcohólicas y supermercados en general.
El clima asfixiante que se respira en el Marsella —frecuentado un siglo atrás por Antoni Gaudí y Picasso— es una muestra del lento regreso del "hada verde". Hay más indicios: en Internet decenas de páginas web, en Francia un museo, en Praga un tour que tiene como eje la historia de la absenta y también la mirada cada vez más frecuente de los medios de comunicación al fenómeno del resurgir de esta bebida anisada.
El rockero estadounidense Marilyn Manson, vistoso por su constante afán provocador, definió su último disco Golden Age of Grotesque como "una obra de arte creada claramente bajo la influencia de la absenta". Ahora, la absenta y el bar Marsella están de moda, y comparten páginas en las guías de turismo junto a edificios de Gaudí y cuadros de Picasso, ilustres visitantes de antaño.