El endemoniado

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OSCAR BRANDO

HENRI TROYAT, escritor de origen armenio y ruso, nació en Moscú el 1° de noviembre de 1911 con el nombre de Lev Tarassov (Levon Aslan Torossian) y emigró de la Unión Soviética con su familia en 1920. Se instaló en París, se convirtió en francés, cambió su nombre y escribió decenas de libros. A pesar de insistir en la novela y el cuento cimentó su fama en voluminosas biografías sobre escritores y personajes famosos: Tolstoi, Chéjov, Alejandro Dumas y mucho zar y zarina. Murió el 3 de marzo de 2007. Desde 1959 era miembro de la Academia Francesa. En 1938 recibió el Premio Goncourt por su novela La araña.

RIGOR Y TRAMPAS. El método Troyat es una cruza de severo documentalismo con narración. Él asegura que en sus biografías ningún dato es inventado, todos están debidamente respaldados por documentos. Pero la práctica novelística de Troyat lo induce a cometer algunas trampitas. En la "Nota del autor" a su Dostoievski (primera de sus biografías publicada en 1940) escribe: "En este libro no hay un solo detalle que no haya sido contrastado con los documentos que he consultado. Si escribo que Dostoievski se situó junto a su ventana para admirar la noche blanca en el cielo de San Petersburgo, es porque, efectivamente, en aquella fecha se había observado que cubría a esta ciudad una "noche blanca". Si afirmo que la calesa que conducía a Dostoievski y a su amigo pasó ante un incendio entre Semipalatinsk y Zmiev, es porque, en efecto, el barón Vrangel atestigua, en sus Memorias, que aquel día quemaron los campesinos unos montones de cizaña al borde de la carretera siberiana. (…) Sí, la verdad es que no me he permitido la menor inexactitud literaria".

Efectivamente: hubo Dostoievski, una ventana en su cuarto de San Petersburgo, una noche blanca en la ciudad. Nada asegura que la haya visto por esa ventana o desde otro lugar o que su atención haya estado concentrada en otro lado. Igualmente hubo un viaje de Dostoievski durante su exilio en Siberia y una quema ese día en esos lugares: es muy probable pero no seguro que el viajero, preocupado por otros menesteres, le haya prestado atención. Por "exactitud literaria" debemos entender que el biógrafo no traicionó la verosimilitud que el tejido de sus datos le permitía.

La biografía que Troyat hace de Dostoievski es ordenada y progresiva. Excepto los expresamente autobiográficos, no hace uso de los textos de Dostoievski como fuente. Ni siquiera cae en la facilidad que le proporcionaría una novela como El jugador. Sí apela a la obra del escritor para señalar la evolución espiritual o ideológica o temática. Es a través de las novelas que se puede apreciar, por ejemplo, la presencia de Dios en el mundo interior de Dostoievski, la relación con el hombre y su sufrimiento, el problema de la libertad. Pero, con inteligencia, Troyat no confunde a los personajes literarios con el autor sino que sabe extraer de la trama compleja de las novelas las interrogaciones que el escritor se está haciendo en cada instancia.

NO TAN SIMPLE. A veces las determinaciones estéticas están levemente manipuladas bajo la consideración de que hay hechos que marcan toda la vida, definen una mirada e inclinan a ciertas formas de crear. ¿Dónde nace el "realismo" de Dostoievski si sus lecturas lo vinculan al mundo grandilocuente de Schiller o de Victor Hugo? De los azotes que un día vio dar a un cochero. Esa escena lo habría convencido de la necesidad de testimoniar el sufrimiento humano. Sin duda la decisión debió ser menos simple. El propio Troyat refiere el carácter hoffmaniano de El doble; la admiración del escritor ruso por Eugenia Grandet de Balzac, a la que traduce como si fuera un novelón romántico; la veneración, hasta el fin de su vida, por Pushkin; la influencia de las novelas petersburguesas de Gógol (El capote en Pobres gentes y La nariz en El doble).

Pero Troyat no es un especulador y mucho menos un teórico y prefiere los golpes de efecto: la existencia gris y aburrida de la infancia en Moscú, su proceso judicial, el simulacro de fusilamiento al que lo sometieron, la cárcel y el exilio en Siberia fueron ingredientes de peso para trazar el surco de la vida de Dostoievski. Pero no los que definieron las opciones artísticas. Estas, tal como puede rastrearse en el libro, resultaron de la frágil combinación de sus obsesiones y de los procedimientos que estuvieron a su alcance. Nada más sincero respecto a sus demonios que Humillados y ofendidos; nada más arruinado por el desborde del folletín y el imperativo de las entregas.

Troyat sigue paso a paso las debilidades de Dostoievski: la epilepsia, la fealdad, su soberbia que lo hace blanco de burlas de sus colegas, sus deudas permanentes, crónicas, la pasión irresistible por el juego. No deja de plantearlo en la encrucijada que iba pariendo una nueva sociedad rusa: Dostoievski recorrió "al revés" la tensión Moscú-San Petersburgo, eslavofilia-occidentalismo. La experiencia rebelde que pagó con cárcel lo convirtió en un abanderado de la tradición rusa. El viaje a Europa que realizó en 1862 lo desengañó. Luego de la deportación pensó que la pena había sido justa, que no solo el zar, el pueblo ruso también lo hubiera condenado.

La lectura de la biografía de Troyat enfatiza lo difícil que fue para Dostoievski escribir su obra, hacerla apreciar, lograr algún reconocimiento. Hubo algo a contrapelo en Dostoievski que lo desplazó frente a escritores como Turgueniev o Tolstoi. La biografía de Troyat presenta bien el rechazo, la incomprensión y también la devoción que el mundo Dostoievski provocó. Ese mundo de piedad, de injuriados, de sometidos que alimentan su humillación practicando la compasión por quien los traiciona o los hace sufrir, debió esperar su tiempo para ser entendido.

DOSTOIEVSKI, de Henri Troyat, Barcelona, Vergara, 2006. Distribuye Ediciones B. 399 págs.

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