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Cuando delirar es salir del surco

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Eduardo Milán

Poéticas de Milán

Delirar era un acto clínicamente puro, es decir, materia de clínica psiquiátrica. Un acto propio del sujeto, que puede convertirse en poema.

De-lirar es salirse de surco (1), des-surcarse. Toda mi generación poética oía a un kilómetro la palabra “lira” y empezaba a temblar. La acusación de cursilería, retrógrado, antimoderno, “clásico” (como si todos los clásicos fueran la memoria de lo peor que habíamos decidido —caminando desde la playa hacia adentro, antes que empezaran a ladrar los perros— escapar). Y delirar era un acto clínicamente puro, es decir, materia de clínica psiquiátrica. Un acto propio del sujeto y, pasado a poema, de un poeta romántico —esos sí que deliraban: eran todos geniales y estaban al borde del salto por la ventana del poema a la calle de la realidad. “Lira” es el lote de tierra que se ara. Mientras hay una yunta de bueyes todo bien. La metáfora es agropecuaria. El problema es cuando desaparece el buey y queda la metáfora del buey, o sea, el poeta. Pero antes quedaba, obligatoria y sola, la versura, la vuelta del buey hacia el comienzo del surco, en términos de poeta uruguayo en el bar, “para abajo”, porque no hay perspectiva visual en el poema. Mal vista la lira, colgada como un par de guantes. Que delire otro. Pero Rimbaud dijo “Yo es otro” (Je est un autre). Y en cuanto al sujeto, Mallarmé lo expulsó de la jugada. Pero si algo no de-lira en el Mallarmé de “Un golpe de dados” (1897), un poema “sin sujeto”, donde los objetos-palabras “hablan por sí solos”, entonces no sé qué delira. Extraña correspondencia: sujeto igual a delirio igual a yo emisor igual a retrógrado. En el fondo del tiempo, sin embargo, los bueyes siguen el curso y en el momento de la versura, sin titubear como haría un toro, vuelven la cabeza y la siguen despacio sin desaparecer a Eurídice. Quien quiera oír que oiga.

La modernidad entiende la poesía como fenómeno de lenguaje en pugna, no de pensamiento. Es más, si hay una característica de la poesía moderna y contemporánea hasta el presente actual es la significativa colección de procesos de desmantelamiento y de rearmado del lenguaje, desde la crítica del sujeto emisor de lo transmitido hasta la puesta en crisis de los distintos grados de referencialidad, es decir, eso que va de la presencia referencial —metafórica siempre— hasta el referente fantasma primero y, luego, ahora en la pandemia —pasado también el mundo donde se representaba ese entramado— ya caídos bien adentro del referente espectral.

(1) Las lógicas del delirio. Razón, afectos, locura, de Remo Bodei. Cátedra, 2000.

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