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Dante, los árabes, y las pruebas de una influencia

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Dante

Muchos investigadores han intentado demostrar el hecho. Difícil no creerles.

La influencia que el Islam ejerció durante la Edad Media en la civilización occidental es un hecho que aún no se termina de aceptar en su real dimensión. Muchos han sentido la necesidad de explorar más a fondo esta cultura que tanto contribuyó al progreso de Europa desde el tiempo de su penetración y señorío (711–1492). De hecho hay noticias de algunas tesis de ilustres orientalistas que, a partir de fines del siglo XIX, han señalado la influencia islámica en La Divina Comedia. Esos estudios arrojan luz sobre las intensas y prolíficas relaciones entre el mundo islámico y el mundo cristiano, sobre todo en las regiones europeas donde la dominación árabe estuvo más presente: España, Italia y buena parte de Francia.

Dante Alighieri, típico representante de esa época, no se sustrajo a ese influjo. Mientras en La Divina Comedia los estudiosos han enfatizado las derivaciones de la literatura greco-latina, de las Sagradas Escrituras y de la Escolástica, la relación entre el "divino poeta" y la "gente turpa" (los moros infames) había quedado sin resolver.

UN CUENTO ÁRABE

En 1919 el islamista español Miguel Asín Palacios, en su libro La escatología musulmana en La Divina Comedia, presentó la tesis según la cual Dante se inspiró, para las circunstancias externas y para no pocos episodios de su viaje al más allá, en una o más redacciones de un cuento árabe que ocupa un lugar de fundamental importancia tanto en la tradición religiosa árabe como en la literatura: se trata del cuento "Kissat al-Mi 'rag" (El libro de la Escalera), la historia de la ascensión de Mahoma al cielo. Además de la enorme masa de descripciones, escenas y episodios de ultratumba que el Islam pudo proporcionar a Dante como motivos de inspiración para su poema, el texto de Asín Palacios pone también de relieve "el remoto abolengo bíblico y evangélico de los dogmas islámicos de la vida futura". El cuento es una versión ampliada y manipulada del Corán, el libro sagrado de los musulmanes, que describe la misión del profeta transportado desde la mezquita sagrada, la Ka 'ba de la Meca, hasta la mezquita extrema en Jerusalén, por una yegua con cabeza humana llamada Burák. Deja la yegua y sube la escalera pasando de cielo en cielo hasta llegar a contemplar por un momento la gloria divina y observar, desde lo alto de los cielos, el Infierno con sus innumerables penas y el jardín del Paraíso lleno de delicias, reservado a los elegidos.

Muchas redacciones del cuento, sobre todo las más antiguas, están insertas en las recolecciones llamadas Hadith: son relatos tradicionales que se remontan al tiempo de Mahoma (560-632 o 633 d.C.) en que el profeta habla en primera persona. El cuento de su ascensión, breve y sencillo en origen, se dilata, con el tiempo, en particulares grandiosos, terribles o grotescos. Guía y mentor del profeta es el arcángel Gabriel (Jibrail), quien, junto a otros ángeles y profetas del Viejo Testamento, entre ellos Moisés, Abraham y Jesus, contesta a las preguntas de Mahoma.

Según el texto de Asín Palacios, la escatología musulmana se percibe claramente en La Divina Comedia. El autor señala impresionantes parecidos entre el poema de Dante y los cuentos árabes del Mi 'rag. Las semejanzas subrayadas por Asín Palacios son más estrechas aún de las que se creyó descubrir en las visiones medievales, sobre todo en la disposición topográfica del más allá dantesco: el Infierno de Dante tiene forma de embudo como el de Mahoma y está compuesto por escalones circulares encimados unos sobre otros,  que corresponden a los círculos o bolsas del Infierno; el Paraíso musulmán está formado por las esferas de los planetas y de las estrellas como el Paraíso dantesco y sobre ellos está el Empíreo inmóvil donde se revela la Majestad Divina que emana rayos por todo el universo. La irradiación de la luz en el mundo, de la cual no hay indicios en la teología de la Edad Media cristiana, está expuesta y desarrollada de manera análoga en La Divina Comedia, quizás encontrada por Dante en una de las más sutiles elaboraciones del cuento del Mi'rag por parte de un famoso místico andaluz del siglo XIII, Muhyeddin Ibn al-Arabi, quien dio una interpretación alegórica y mística de las creencias y de las fantasías populares sobre el más allá.

El encuentro de obstáculos al principio y a lo largo del viaje es el mismo en el cuento de Mahoma y en la Comedia; las categorías de los tormentos de los condenados recuerdan escenas dramáticas del Infierno de Dante; las explicaciones dadas a Mahoma por el arcángel Gabriel corresponden a las explicaciones dadas a Dante por su guía y mentor Virgilio; el gallo gigantesco, con las alas desplegadas hasta los confines del mundo, rememora el águila que Dante puso en el cielo de Júpiter en el Paraíso; escenas del jardín de los bienaventurados, llenos de árboles en flor y de aguas corrientes, donde las huríes acogen sonriendo a las almas de los justos, se asemeja a la descripción del Paraíso Terrenal, colocado en la cima del monte del Purgatorio. Hay que subrayar que en el Libro de la Escalera no hay Purgatorio, elaboración puramente cristiana.

Sin embargo Asín Palacios se daba cuenta de las objeciones que habían surgido contra su tesis. Sus pruebas eran viejos textos en lengua árabe de origen dudoso. Una de las primeras controversias ponía en tela de juicio el hecho de que Dante hubiera utilizado textos escritos en una lengua a él desconocida, y aún admitiendo su conocimiento, no se sabía cómo Dante pudo conseguir esos textos que se suponían conocidos solo en Oriente. Si Dante no sabía árabe, insiste Asín Palacios, cabe la posibilidad que lo haya aprendido de algún misionero: hay noticias ciertas que durante los siglos XIII y XIV numerosos franciscanos y dominicos visitaron el Oriente de donde habrían traído manuscritos de índole místico-religioso.

EL SUPLICIO DE MAHOMA

Tal hipótesis no parece inverosímil al señalar otra tesis propuesta por el filólogo español Ramón Menéndez Pidal. El mundo islámico, sobre todo después de las Cruzadas, era bien conocido por los hombres de la Edad Media que de allí trajeron innumerables noticias. Muchos de ellos, religiosos cristianos, adoptaron incluso modos de pensar y de vivir cercanos a las modalidades de los místicos árabes. San Francisco, quien viajó tempranamente a Oriente, con toda probabilidad trajo el modelo de la lírica árabe y sus metros, adaptándolos a la poesía de sus Fioretti y de su Cantar de Fray Sol o el Cantar de las criaturas, primeros documentos de ese tipo de lírica en lengua italiana vulgar. Los metros utilizados por San Francisco evocan, por su ritmo y cadencias, el metro típico y popular del zejel árabe y mozárabe de España. Ramón Menéndez Pidal no duda en sostener que la poesía árabe-andaluza o mozárabe, es la fuente de la primera poesía italiana en dialecto tosco-umbro (de las regiones de Toscana y Umbría) de carácter místico-religioso.

Otra hipótesis, insiste Asín Palacios, sugiere que el maestro de Dante, Brunetto Latini, quien fue embajador en España en 1260, haya encontrado una región muy islamizada y haya podido recabar fácilmente nociones sobre la escatología musulmana del más allá, dándolas a conocer a su pupilo.

Una tercera posibilidad, asevera Asín Palacios, sería la transferencia de noticias sobre la visión islámica del viaje de Mahoma por parte de hebreos: ellos se movían ágilmente por toda la cristiandad y pudieron trasmitir cultura árabe desde Oriente, sobre todo en la España y la Italia islamizada, en particular en contacto directo con los árabes de Sicilia. En esa isla, en el tiempo de Federico II, emperador del Sagrado Imperio Germánico y rey de Italia y de Sicilia, nació la primera lirica amorosa laica italiana, cercana a la lírica cortes de los provenzales pero con caracteres propios y originales. En ambas resuena la voz de la poesía árabe de España que llegó hasta Alemania en la forma del wecksel (el zejel árabe-andaluz).

Una segunda objeción a estas hipótesis se refiere al porqué Dante, cristiano y ferviente católico, tomaría como modelo para su poema el cuento de Mahoma acerca de su peregrinación en el mas allá. Dante pone al profeta en el Infierno, en el círculo de los sembradores de escándalos y de los cismáticos. Hay que tener presente, se defiende Asín Palacios, que Dante, al igual que muchos otros intelectuales europeos, concebía la religión musulmana como una escisión del Cristianismo y no como una religión nueva. Por esta razón Mahoma está en el canto 28 del Infierno entre los cismáticos, cuyo suplicio es ser descuartizados por la espada a manos de un demonio.

Asín Palacios agrega que Dante, en el fondo, no era tan enemigo del Islam si puso en el Limbo, junto a los grandes espíritus de la antigüedad greco-latina, a dos filósofos musulmanes, Averroes y Avicena, y a un soberano, el sultán ayyubide Saladino que había vencido a los Cruzados y ocupado nuevamente Jerusalén. Además Dante, en sus obras en prosa y en vulgar, sobre todo en Il Convivio (El Convite, 1305-1308), al lado de Avicena y Averroes pone a otros autores árabes como el filósofo Algazel (Al-Ghazali) y el astrónomo Alfragano (Al Farghani).

LAS PRUEBAS

Las suposiciones de Asín Palacios todavía no eran suficientes para convalidar su teoría. El estudioso nunca llegó a encontrar las pruebas que, en realidad, estaban a su alcance. El estudioso italiano Ugo Monneret de Villard en 1944 señalaba la existencia, en el catálogo de los manuscritos latinos de la Biblioteca Nacional de París, de un manuscrito referido a los conocimientos que se tenían en la Europa del siglo XII y XIII sobre el Islam, cuyo título es Liber Meheragi Sive Scalae, y la de otro en el catálogo de los manuscritos franceses de la Biblioteca Bodleiana de Oxford, en Inglaterra, el Livre De L' Echielle Mahomet. En lengua árabe Mi'rag significa escalera y corresponde a la escalera que sube Mahoma desde Jerusalén hasta el cielo; la misma escalera que Dante, por sugerencia de Beatriz, tiene que subir en el Paraíso desde el cielo de Júpiter al de Saturno, escalera además similar a la de Jacob en la Biblia. Este descubrimiento sería el anillo faltante de una cadena que conecta los textos árabes a La Divina Comedia. Se sabe que Dante conocía a fondo el latín, el francés y el provenzal y pudo haber tenido acceso a los dos textos, muy conocidos en su época. Los hallazgos de Monneret de Villard, a causa de la guerra, pudieron ser verificados solo en 1945 por el diplomático y orientalista italiano Enrico Cerulli quien reconoció que los textos de París y Oxford son idénticos, y son la traducción latina y francesa de una redacción árabe muy difundida del cuento del viaje de Mahoma al cielo. En el prefacio del texto en italiano, Il libro della Scala de Cerulli, se informa que el libro fue traducido del árabe al español por el medico hebreo Abraham de Toledo por orden del rey de Castilla Alfonso X el Sabio (1222-1284), quien personalmente promovió la traducción de numerosas obras árabes. Esta primera traducción después se volvió a traducir al latín y al francés, siempre por orden del Rey Alfonso, por su escribano el fraile italiano Bonaventura de Siena en 1264, un año antes del nacimiento de Dante. En el Libro della Scala se encuentra casi toda la materia encontrada en las distintas versiones del Kissat conocidas en la Edad Media. El original árabe nunca fue encontrado. El libro de Cerulli fue publicado en 1949. Asín Palacios, quien tanto luchó para confirmar sus tesis sin encontrar los documentos que las probaran, había muerto en 1945. La versión de Cerulli completa y consolida la tesis de Asín Palacios.

Afirma Cerulli que Dante podía conocer el Libro de la Escalera y los hechos demuestran que esta obra, escrita en España, transcripta y encontrada en Francia e Inglaterra, se conocía también en Italia y es muy posible que Dante la tuviera presente aunque las copias del texto fuesen pobres en cuanto a composición artística. En resumen, elementos de la cosmografía del Libro de la Escalera se encuentran en La Divina Comedia, sobre todo en la disposición simétrica y elaborada del Infierno y del Paraíso. Las analogías entre la epopeya musulmana y la cristiana nunca fueron aceptadas por la crítica conservadora y devota al credo católico, impidiendo toda tentativa de colocar la obra en el marco adecuado. Dante, al poner a Averroes y Avicena junto con los filósofos de la antigüedad greco-latina, no hacía otra cosa que adecuarse a las ideas de los Escolásticos, quienes respetaban a los filósofos árabes en cuanto filósofos, sin importarles su creencia religiosa. Saladino esta en el Limbo junto a los héroes romanos (e solo in parte vidi il Saladino, y solo en parte vi al Saladino, IV, 29) porque toda la Edad Media consideró al valeroso adversario de los Cruzados como modelo de las virtudes caballerescas que no eran prerrogativas de ninguna confesión religiosa. Por el contrario, reunían a musulmanes y cristianos en el ideal común del honor.

El trabajo de Cerulli pone en evidencia no solo las afinidades de dos textos, El Kissat y la Comedia sino también la importancia que los predecesores y los contemporáneos de Dante dieron a las doctrinas islámicas respecto del más allá. Más de la mitad del texto de Cerulli está dedicado a la búsqueda metódica de un número relevante de obras de teologia y de controversias pertenecientes al período que va del siglo IX al XIII, cuyos autores muestran conocer el paraíso y el infierno musulmanes y el carácter auténtico de la religión islámica. Tales son los tratados polémicos de los mozárabes españoles y de dos frailes catalanes, Ramón Martí, domínico, y Ramon Lull, franciscano. Este último vivió muchos años en Sicilia, donde los mozárabes sicilianos en contacto con los de España, dejaron profundas huellas destinadas en parte a perdurar, en especial modo durante el reinado de Federico II, emparentado y en relación con el rey de Castilla Alfonso X. También los doctores de la Sorbona y los teólogos de la Escuela de Oxford, citados por Cerulli, dedicaron tiempo y trabajo a la dilucidación de la espinosa cuestión. Abelardo fué uno de los maestros más prestigiosos en difundir la filosofía de Averroes en la Sorbona. Para los intelectuales más cultos (y Dante es un ejemplo de ellos) era incluso familiar la doctrina de Avicena según la cual las penas y las recompensas en el mas allá son puramente espirituales y no se aplican a los cuerpos.

Esto demuestra cuan cerca estaba la Edad Media de la religión y la cultura islámica, de la filosofía y de la literatura, además en el comercio, la navegación, las ciencias matemáticas, la astronomía, la medicina, la música y en muchas otras actividades de carácter artesanal. Fue un contacto y un intercambio mutuo y fructífero: los árabes, en su dominación de 8 siglos en España, de 3 siglos en la isla de Sicilia y en el sur de Francia hasta el Ródano por más de 60 años, contribuyeron a la civilización de una Europa aún barbárica.
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Los teólogos y los polemistas de la Edad Media no lograron siempre mantener ese espíritu de tolerancia que, por el contrario, animó a la religión musulmana, tan universalista como la cristiana. En España convivieron pacíficamente por más de 8 siglos tres religiones: la cristiana, la hebrea y la musulmana. En la isla de Sicilia dominaron los árabes y la cultura del Islam dejó marcas tangibles, y en algunas zonas del sur de Italia hasta por lo menos el siglo XIII, cuando el emperador Federico II soñó, como en un cuento de Las mil y una noches, el sueño truncado de una Italia unificada bajo su cetro.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Dante

El islam en la divina comediaLaura Balducci

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