Centenario de "M’hijo el dotor"

Jorge Pignataro Calero

DESDE HACE MUCHO tiempo es moneda corriente cuando se aborda la vida y la obra de Florencio Sánchez —ya sea en el periodismo, la docencia o la exégesis histórica o crítica—, su división en cuatro etapas: la infancia y adolescencia (1875/97); el repecho hacia la fama (1897/1903); el apogeo (1903/1907); y la pasión y muerte (1908/10). En ese marco ya clásico y generalmente admitido, puede considerarse iniciada la tercera de esas etapas el 13 de agosto de 1903, cuando la pomposamente llamada "Gran Compañía Lírica Dramática Nacional" de Jerónimo Podestá estrenó M’hijo el dotor en el hoy inexistente Teatro de la Comedia de Buenos Aires. Estaba ubicado en pleno centro de la metrópoli y con una firme corriente de público todos los días del año. Muchas cosas importantes culminaban y otras tenían lugar o comienzo no sólo en la vida de Florencio sino en el teatro rioplatense, como la presentación en el bonaerense Odeón del Teatro Libre liderado por el removedor maestro francés André Antoine, en tanto en Montevideo dirigía Arturo Toscanini y cantaba Enrico Caruso. En los cuatro papeles principales de la pieza figuraron, además del titular de la compañía, Orfilia Rico, Blanca y Arturo Podestá.

Desde su gestación, la obra apareció como el fruto del apoyo y el aliento que procuraban infundirle sus allegados precipitando la maduración de ideas y la asimilación de tanto teatro visto y apreciado en los años precedentes. "Debes tener confianza... y trabajar, sólo trabajar..." le decía su novia Catita en una carta. Pero ese estímulo, que podría descalificarse por ceguera afectiva, venía respaldado por el aliento de amigos de la jerarquía del crítico Joaquín de Vedia, quien tan solo cuarenta días después del estreno, el 23 de setiembre, junto con el filósofo José Ingenieros, serían sus testigos de casamiento con Catalina Raventós Olidén.

Ya en los tiempos en que intentó estrenar en Rosario de Santa Fe La gente honesta (reescrita años más tarde con el título de Los curdas), un episodio real le habría inspirado M’hijo el dotor. Pero fue recién en 1902, cuando los padres de Catalina le conminaron a formalizar sus relaciones fijando fecha de casamiento, cuando se decidió. Es que para un hombre de vida sentimental simple, limpia y lineal como la de Florencio —que nunca corrió tras las faldas, al decir de su biógrafo Julio Imbert—, Catalina centralizaba todo el amor a la humanidad que Florencio sentía y, al mismo tiempo todos los afectos individuales de cualquier hombre, al punto de llamarla él "la madrecita". El ultimatum familiar puso la máquina en marcha.

Y aunque el crítico argentino Juan Pablo Echagüe, contemporáneo de Florencio, pueda reprocharle que el asunto de M’hijo el dotor —antagonismo ideológico y generacional entre padre estanciero medio cimarrón e hijo que estudió en la capital— era por entonces tema frecuente entre dramaturgos del momento: Casa Paterna del alemán Herman Sudermann, Blanchette del francés Eugene Brieux y Le due coscienze del italiano Girolamo Rovetta, el motor afectivo que le movió a escribir la pieza precipitó también la adecuada síntesis y decantación de tanto antecedente. El autor lo enriqueció con el particular enfoque criollista que dio al tema, bebido en las fuentes de sus agitados primeros años: empleado en una oficina dactiloscópica donde trató pobres y delincuentes, sobrino de estancieros blancos que estuvo en Arbolito y Cerros Blancos junto a Aparicio Saravia, frecuentador de cenáculos anarquistas, partícipe de la bohemia bonaerense.

En una noche escribió los dos primeros actos que leyó enseguida a De Vedia, quien lo instó a seguir y le aportó sugerencias técnicas con su experiencia de viejo crítico. Completó la pieza y luego de leerla en casa de Catita, se dio a copiarla pulcramente, pasándola de los originales formularios de telegramas escamoteados al Correo al dorso de los cuales la había garabateado, a tres cuadernos a dos tintas según se tratara de los parlamentos o de las acotaciones. El mismo rostro asombrado y escéptico de sus futuros suegros ante la audacia de ciertas situaciones y diálogos, debe haber puesto De Vedia cuando vio retornar a Florencio tres semanas después libreto en ristre, que lo recibió cortésmente y sin pensar en leerlo de inmediato. Pero una noche de ocio, o tal vez para salir del paso cuanto antes pues quería mucho a Florencio y avanzando el tiempo la situación se le tornaría incómoda, leyó el original de Los hijos de hoy —como se titulaba originalmente en lugar de Las dos conciencias pensado inicialmente y descartado por ser similar a la obra italiana citada— que el propio De Vedia rebautizó como se la conoce hasta el presente.

La contrariedad porque Sánchez no hubiese tomado en cuenta sus sugerencias técnicas fue rápidamente superada por el fuerte trazado de personajes y situaciones, el colorido y la agilidad del diálogo, directo y preciso. Y el honrado y cabal De Vedia corrió al Teatro de la Comedia leyéndoles la que él mismo llamó "la mejor pieza escrita hasta hoy en Buenos Aires". Se sacaron copias, y comenzaron los ensayos, trámite ignorado por Florencio que tuvo una explosión de clara e infantil alegría al enterarse. Excepcionalmente, la obra permaneció más de un mes en cartel, hasta el 14 de setiembre, completándose un proceso de gestación, puesta en marcha y éxito que, con ligeras variantes, habría de repetirse con casi todas sus obras, incluso por los elogios de la crítica que ya antes del estreno se adelantaban por la vía de rumores o trascendidos muy al uso de la época. Éxito más señalable teniendo en cuenta que contemporáneamente los escenarios porteños ofrecían Don Juan Tenorio de Zorrilla, Casa de muñecas de Ibsen, y otros autores como Herman Sudermann y Pérez Galdós, además de los rioplatenses Ezequiel Soria, Enrique García Velloso, Martín Coronado y José León Pagano.

TRES ANÉCDOTAS. Noches después del estreno, en rueda de gente del ambiente el célebre actor francés Antoine comentó después de ver la pieza: "Es un trabajo que parece escrito por mi teatro, con una sinceridad de intenciones y una simplicidad de medios admirables, casi siento ganas de representar su traducción en París".

En noviembre de 1903 la compañía italiana Pirovano-Cavalli-Bolognesi estrenó la versión italiana de Vicente Di Nápoli-Vita resultando muy gracioso, según el historiador Fernando García Esteban, ver a los gauchos de chiripá hablando en gringo.

Los amigos de Florencio le organizaron un banquete de despedida de soltero y, al mismo tiempo, festejando el éxito de la pieza que lo sacaba de pobre, ante lo cual comentó: "¡Ahora que tengo con qué comer, me dan banquetes!"

ALGUNAS VERSIONES POSTERIORES. Aunque no fueron muy abundantes, a pesar del éxito, hubo varias versiones de M’hijo el dotor (ha sido, incluso, muy frecuentada en cursos de arte dramático).

En 1955, destacada entonces por el crítico Gustavo A. Ruegger como "una de las más serias y logradas en el campo amateur", la dirigió Eduardo Malet en el Teatro Circular de Montevideo en el marco de un Festival Florencio Sánchez auspiciado por el Concejo Departamental de Montevideo conmemorando el 80 aniversario de su nacimiento; y cuyos roles principales fueron cubiertos por Santiago y Oscar Pedemonti, Cotina Jiménez de Aréchaga y Alma Claudio.

En 1960, cincuentenario de su muerte, la Comedia Nacional homenajeó la memoria de Florencio con una masiva representación de obras suyas que sirvió para poner de relieve sus aciertos y sus flaquezas. La dirigió Carlos Muñoz en la sala Verdi con tan poca fortuna que el crítico Emir Rodríguez Monegal tituló "Un Sánchez inútil" el comentario donde castigó severamente desde la obra a los intérpretes, salvándose Héctor Cuore y Maruja Santullo, en parte Cristina Lagorio y menos todavía Oscar Pedemonti.

En 1984, en el Teatro del Centro, Gustavo Adolfo Ruegger le devolvió su perdida vigencia obviando el superado enfrentamiento campo-ciudad y ciñéndose al conflicto generacional reforzó su vigor dramático y su credibilidad, apoyado en un estupendo cuarteto protagónico integrado por Alfredo De la Peña, Sara Otermin, Susana Sellanes y Roberto Jones.

Para leer a Florencio

- Obras completas. Introd., compilac.y notas: Jorge Lafforgue. Bs.Aires,Ed.Schapire,1968,3 v. (Col.Tatu, 24/26).

- Teatro completo. 20 obras compil., anot. y juicios críticos de estrenos: Dardo Cúneo. Bs.Aires, Ed.Claridad,1941, 636 p. (Biblioteca Obras Famosas, 63). Contiene además: conferencia de Joaquín de Vedia; artículo de Antonio Monteavaro; y Pero alguien desbarató la fiesta, drama de Luis Marsolleau, traducido del francés por F.S.-

- Teatro completo. Pról. Vicente Martínez Cuitiño. 1 ed. El Ateneo, Bs.Aires, 1951, 744 p.

- id.id. 20 piezas y otras págs. compil. y anot.: Dardo Cúneo. 2 ed. Claridad, Bs.Aires, 1952, 651 p. (Biblioteca Obras Famosas, 63).

- Teatro completo. 20 piezas y otras prosas, ord., pról. y notas: Dardo Cúneo. 3 ed. Claridad, Bs.Aires, 1964, 543.p. (Bibl. Obras Famosas, 63). Contiene además: Pedro y Juan, Jack the Ripper, Ciencia política, El mundo elegante, Los cachalotes.

Ediciones incompletas o parciales:

- Teatro completo. Introd.y notas: Fernando García Esteban. Montevideo, Ed. Salamandra, 1975. Vol.1: Los sainetes: Los curdas, Canillita, Mano santa, El desalojo, La tigra, Moneda falsa, Marta Gruni. (248 p.) . Vols.2 (quedó en prensa) y 3 (proyectado) no llegaron a editarse.

- Teatro (Tres de sus mejores obras). Pról. Vicente A.Salaverri. Valencia (Ed. Cervantes) y Bs.Aires (Ed.Tor), 1917, 184 p. Contiene: M’hijo el dotor, Los muertos, Nuestros hijos.

- El teatro del uruguayo Florencio Sánchez. Pról.Vicente A.Salaverri (vol.1) y Juan José de Soiza Reilly (vol.2). 2 ed. Valencia (Ed.Cervantes), 1919/20, 3 v. Contiene: vol.1 (igual que el anterior); vol.2: Los derechos de la salud, En familia, Moneda Falsa; vol.3: Barranca abajo, La gringa, El desalojo.

- Dramas. Bs.Aires, Ed.Molino,1944, 174 p. (Clásicos Americanos). Contiene: M’hijo el dotor, Los muertos, Los derechos de la salud, Barranca abajo.

- Teatro. Texto íntegro, 1 ed.(de bolsillo), Bs.Aires, Ed.Sopena Argentina, 1944, 140 págs. Contiene: Los muertos, Mano santa, Los curdas, Canillita.

- Teatro. Bs.Aires, 1945/49 (3 ediciones), Ed. Sopena Argentina (Bibl. Mundial Sopena) 2 vol. Contienen: I) Barranca abajo, La gringa, Los derechos de la salud, El desalojo, En familia, Moneda falsa; II) Nuestros hijos, M’hijo el dotor, Cédulas de San Juan, Un buen negocio, La pobre gente, El pasado.

- Teatro. Bs.Aires, Ed.Sopena Argentina, 5 ed. (Col. Literaria Sopena), 1961, 389 p. l vol. Cont.igual que los anteriores.

- Teatro. Selec.y pról.: Walter Rela. Montevideo, Ministerio de Cultura, 1967, 2 vol. (Bibl.Artigas, Col. Clásicos Uruguayos 121/22). Contienen: Vol.1: M’hijo el dotor, Cédulas de San Juan, La pobre gente, La gringa. Vol.2: Barranca abajo, En familia, Los muertos, El desalojo, La tigra, Moneda falsa.

Ediciones de obras agrupadas:

- M’hijo el dotor, Los derechos de la salud, En familia, Moneda falsa, El desalojo. Bs.Aires, J.C.Rovira, 1933, 160 p. (Bibl. La tradición Americana, 54).

Ediciones unitarias y/o monográficas:

- M’hijo el dotor. Pról. y notas: Fermín Estrella Gutiérrez. Bs.Aires, Ed.Kapelusz, 1953, XV + 107 p.il. (Bibl. gdes. ob. literatura universal). 4 ed.1959/61. 5 ed. dir. María Hortensia Lacau, 1963, XVI + 109 p.il.

- M’hijo el dotor. Est.prelim.y notas: Mabel V.Manacorda de Rosetti y Rosa Palma de Carpinetti. Dir. M H.Lacau. 7 ed. Bs. Aires, Ed.Kapelusz, 1969, 125 p.il. Bibliografía p. 121/4 . (Bibl.G. O.L.U.)

- M’hijo el dotor. 3 actos texto original íntegro. Resumen cronológico de vida y obra de F.S. Interrelación de personajes y notas: Floreal P. Blanco. Port. e ilustr. Luis Salgueiro. Bs.Aires, Ed. La Pampa, 1961, 90 + 2 p.il. Teatro completo, 3, serie Dramas Rurales. (Bibl. Literatura Clásica Indoamericana, dir.D .Castagnola; 1 ed. homenaje).

- M’hijo el dotor. Advertencia: F.Silviani. Bs.Aires, 1953, 156 p.+ 2 h. (Bibl. Estudiantil).

- id. id. Bs.Aires, EUDEBA, 1960, 142 p.+ 1 h.il. (Serie del siglo y medio,12). 2 ed. 1965.

- id.id. Pról. Raúl R. Castagnino. Bs.Aires, Ed. Sur, 1962, 148 p.+ 1 h.

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