Despedida

Ante la partida de Marcelo Pareja (1954-2025), destacado poeta de la “generación del silencio”

Una de las voces más interesantes de la poesía uruguaya que cultivó el perfil bajo

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Marcelo Pareja, por Óscar Larroca (detalle)

por Juan de Marsilio
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El 23 de julio, entre no más de mil personas, la noticia cayó como un rayo: había muerto el poeta y profesor de literatura pedrense Marcelo Pareja. Colegas —docentes y/o poetas— alumnos de sus talleres y ex alumnos de las aulas liceales, vecinos de Las Piedras, en especial los asistentes asiduos al Centro Cultural Miguel Angel Pareja, que homenajea al gran pintor, tío del poeta y fuerte influencia en sus años formativos. Simples lectores de poesía, pocos, o mejor, no tantos como su obra merecería, entre otras cosas porque el talante reservado de este poeta ha conspirado contra la difusión de su trabajo.

Desde el silencio. No obstante, Pareja es una de las voces más interesantes de la que se podría llamar “generación del silencio”, esa que debió empezar a publicar pese a la mordaza de la dictadura, para lo que elaboró un discurso sutil, a la vez alusivo y elusivo, eficaz en su tiempo y vigente hoy día, al precio de resultar complejo en el primer abordaje. Cultivó el verso libre y el poema en prosa. Publicó los siguientes libros: Salarea (1977), Poemas – Himnos (1979), Reuniones y banderas (1981), Cuaderno del viento (1989), El bosque tan claro (1992) y Aguas (2004), todos ellos inencontrables, salvo al azar de las librerías de viejo y la feria de Tristán Narvaja.

Imágenes. Sea en verso libre o en prosa, lo más poderoso en la poesía de Pareja son las imágenes, que alcanzan a fuerza de sabia repetición una belleza alucinada y casi hipnótica, como puede apreciarse en el siguiente texto:
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multitudes de ciervos atraviesan los bosques silenciosamente, alguien abre una ventana y es como decir: la muchacha tendió las sábanas sobre el pasto, sus ojos son de agua, los ríos pasan bajo los puentes y atraviesan ciudades.multitudes de ciervos cruzan sus cuernos en actos de amor, entran sus cuerpos en un aro y quietamente se tiran a dormir bajo los pinos, eucaliptus o nogales.multitudes de ciervos y son banderas en la tarde de anuncios, golosinas y carteles, tendidos en la quietud de nuestro olvido, restaurando un pasado que poseemos a rabia, sombras e invasiones, sin los esplendores de las cortes imperiales, y el arrabal como planta de la tierra.multitudes de ciervos esporádicamente aparecen en las calles, salen de sus bosques para retornar en la noche, caminando lentamente, cabeza gacha, lentamente, cuerpos de ciervos, pinos, caparazón de musgo y hojas.multitudes de ciervos llegan a ciudades y pasean su mansedumbre por ciudades, echándose en las veredas y los habitantes espantados de ese silencio, de esos animales que corren ligeramente, miran los edificios, clausuran el día, semanas, solamente en las calles: multitudes de ciervos.
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(“Ciervos”, en Reuniones y banderas)

Otro aspecto de su trabajo con las imágenes es el poner a la poesía a dialogar con las artes plásticas. Pareja puede a un tiempo evocar con fidelidad el cuadro al que alude —como por ejemplo en el poema III de Poemas -Himnos, que trabaja sobre “La lechera”, de Vermeer— y trasuntar lo que la contemplación de la obra de arte produjo en él, invitando a que el lector también la contemple, o la revisite con otra mirada.

Profundidad. Pero este poeta no sólo presenta en sus textos unas imágenes que el lector captará con los sentidos y la afectividad. Por la vía de lo simbólico, los textos de Pareja alcanzan hondura metafísica. Puede verse, a modo de ejemplo, en el poema siguiente, que aborda temas como el tiempo, el cambio y la memoria:
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Cambian dibujos en la nube
curso de la cima: su gorjeo.
Cambian viejos trajes vestimentas
el curso de las alas en otoño.
Y el grito desde su adentro abre las fauces
siendo el olvido del propio cielo
del propio suelo que es camino.
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Fue cuando la hora de un vuelo de plumas
volaba su última canción
en la nube más alta.
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Cambian dibujos en la nube
curso de la cima: su gorjeo.
Cambian nuevos trajes vestimentas
el curso de las alas es un grito.
Y el recuerdo no borra los límites
los devora en sus entrañas.
Cambian dibujos en la nube.
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(“Cambios”, de Cuaderno del viento)

Influencias y cercanías. Por ser personalísima, es difícil rastrear influencias en la poesía de Pareja. No obstante, en su Antología crítica de la poesía uruguaya, el poeta y crítico Roberto Appratto nota, en el uso de repeticiones y redundancias, cierto parentesco con la obra del poeta uruguayo Eduardo Milán, desde hace muchos años residente en México, de la misma generación, y columnista de estas páginas. Una visita a las redes sociales del poeta, en las que no solo difundía sus textos ya éditos sino que también daba muestras de su obra en evolución, permite rastrear sus lecturas, pasando revista a los poetas que traduce o reversiona: Fernando Pessoa, Borges, Cernuda, Haroldo de Campos, Ana Ajmátova, Ezra Pound, Montale, Wallace Stevens... Pero saben bien sus ex alumnos y los colegas que lo trataron que Pareja era un lector amplio, riguroso y sutil.

Tiempo reciente. Pese a no publicar desde 2004, Pareja seguía escribiendo: traducciones, versiones de poemas ajenos, textos de invención propia. En los últimos años había tomado a su cargo talleres literarios en Las Piedras y en Santa Lucía. Preparaba una antología de su obra, que es de esperar que sus familiares y amigos puedan llevar adelante. El siguiente poema, tomado de sus redes sociales, pinta bien el tono de su poesía, pero mejor todavía de su modo de ser:
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Nos tomamos unos a otros para no caer
para no caer nos tomamos de otros
aceptamos dolores de otros doloridos
piernas que se cruzan: diagonales
con gran luz que abre ojos y ventanas.
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Las manos tenues estiradas
en horizonte rojizo amarronado
esa línea la tomamos para nosotros
para nosotros pasa y la hacemos carne.
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Yo quise llorar en ruta a Flandes
yo quise llorar cuando supe de tu muerte
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yo quise llorar
mas canté una canción que te nombraba.

El hombre ha muerto y sus deudos lo lloran, por lo que les diera en vida, como poeta y como persona. Nos queda la semilla de su obra, para que sea leída, florezca y fructifique.

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Marcelo Pareja, por Óscar Larroca

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