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Omisiones que distorsionan

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Ganadora de un Globo de Oro a la mejor pelicula extranjera, “Argentina 1985” apuesta ahora a la posibilidad de ganar, en similar categoría, el Oscar.

La película tiene un ritmo extraordinario, y despliega gran capacidad para contar hechos complejos con claridad. Su elenco es de primera, donde Ricardo Darín se destaca como ya es habitual. Narra hechos de un pasado cercano que algunos, por edad o simple paso del tiempo, no recuerdan o desconocen. Aquel histórico episodio, por el cual los integrantes de las juntas militares que gobernaron como dictadores a Argentina entre 1976 y 1983, fueron juzgados y condenados por los horrores, torturas y desapariciones practicadas en ese período. Pocas veces en el mundo, la primera plana de una dictadura, fue llevada a juicio y condenada.

Por estos motivos, la película cumple con creces el objetivo de volver a traer a la luz, ese episodio.

Los juicios se hicieron gracias al coraje de mucha gente, cuando la recién recuperada democracia era aún frágil. La película se centró en uno de esos personajes, el fiscal Julio Strassera, quizás porque era rendidor a los efectos narrativos ya que se trataba de un personaje con una singular personalidad.

De todos modos, cualquiera haya sido la razón para reducir la narrativa a la figura de Strassera, la película tiene omisiones. En Uruguay, pese al enorme interés que hay por Argentina, quizás no toda la minucia fuera recordada y esas ausencias no se notaron. Con o sin ellas, la película sigue aludiendo a un hecho épico.

Las omisiones podrían explicarse por la necesidad de sintetizar para el cine un relato tan complejo. Pero son de tal calibre que es imposible descartar motivos políticos. No tanto por estar a favor o en contra de corrientes políticas, sino para evitar nuevas controversias en un país donde ya existe una brutal grieta.

Si el enfoque se hizo para no herir sensibilidades, se hirieron otras y el registro de como fueron los hechos quedó distorsionado.

El rol de Strassera como fiscal fue fundamental, sin duda, y así queda consignado en la película. Lo fue también el del tribunal de seis jueces que en la película tienen una presencia escasa aunque salen bien parados.

Quien impulsó hacer ese juicio fue Raúl Alfonsín, primer presidente democrático tras la dictadura. Contra esa postura estaba el candidato peronista Italo Luder que apoyó la autoamnistía decretada por los militares cuando aún eran dictadores.

A cinco días de haber asumido la presidencia, en 1983, Alfonsín creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (la Conadep) para investigar la desaparición de personas durante la dictadura. Fue presidida por el famoso novelista Ernesto Sábato, e integrada por la destacada periodista radial Magdalena Ruiz Guiñazú, y por el obispo Jaime de Nevares, entre otros. La tarea crucial en la Secretaría de Recepción de Denuncias, la desempeñó esa extraordinaria mujer que es Graciela Fernández Meijide (que tiene un hijo desaparecido).

Fue un trabajo minucioso y con la información recogida se publicó un voluminoso informe que llevó el título de “Nunca más” (la frase que luego usará Strassera al terminar su impresionante alegato, tal como se ve en la película).

Ese informe fue la base sobre la cual investigó Strassera y su equipo.

En la película, sin embargo, hay apenas una alusión inocua a Alfonsín y una fugaz escena relacionada a la Conadep, sin mencionar a sus más recordados integrantes.

Se lo ve, sí, a Luder mostrar una mejor imagen, pese a haberse opuesto a los juicios. Aparece un ministro del Interior temeroso de lo que pueda pasar (todos tenían temores), y eso trasmite la imagen falsa de que el gobierno no quería seguir: no fue así, todo lo contrario.

Obviamente la derecha se opuso al juicio y eso se ve en la película. Pero también lo hizo el peronismo y algunos grupos de derechos humanos. La clara unanimidad que genera la película hoy, no existió en su momento.

Luego vino el olvido. Siendo presidente Nestor Kirchner anunció que durante 20 años de democracia Argentina había hecho “silencio” sobre los derechos humanos y el venía a pedir perdón por la omisión.

El omiso fue él. Olvidó la iniciativa de Alfonsín, el trabajo de la Conadep y el juicio mismo. En aquellos primeros años kirchneristas Strassera fue despreciado.

Kirchner olvidó algo más: el siguiente presidente, Carlos Menem, un peronista igual que él y a quien admiró, decretó un indulto que borró todo lo que la película cuenta.

La suma de esos olvidos llevó a un gran periodista argentino, tempranamente fallecido, Pepe Eliaschev, a rescatar aquella hazaña en su libro “Los hombres del juicio”, publicado en 2011.

Sin quitarle méritos a una película bien contada (ojalá gane el Oscar) las omisiones terminan alterando la verdad. Unas pocas y precisas incorporaciones al libreto, no hubieran cambiado el ritmo de la película y hubieran sido más honestas con la verdad histórica.

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Tomás Linn

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